domingo, 17 de enero de 2010

RESPUESTA A UN AMIGO MUY ENOJADO CON EL PAPA

Un amigo se enoja terriblemente con Benedicto XVI por sus declaraciones sobre la homosexualidad. No debe ser el único pero sin embargo su caso me lleva a hacer ciertas reflexiones.

Creo que los católicos en general hemos perdido identidad, y ello nos lleva a ciertos malentendidos con el mundo, cuyo “estar en” los laicos hemos elegido como propia vocación.

Es que el primer malentendido es con nosotros mismos. Como dije en otra entrada, parecemos haber perdido la fe. Vivimos en el mundo con nuestro catolicismo a cuestas como un conjunto cualquiera de costumbres y tradiciones, sin conocer en absoluto sus razones, y ello nos lleva a una indefensión total del catolicismo en sí y a un indiferentismo práctico respecto del fenómeno religioso en cuanto tal. Parece que podríamos ser católicos como islámicos hubiéramos sido si hubiéramos nacido en Irán, o shintoístas si hubiéramos nacido en Japón. Ser del tal o cual religión sería lo mismo, y, además, la religión es culturalmente aceptada por algunos valores seculares (solidaridad social, etc.) pero no por sus valores y creencias que pertenecen estrictamente al orden sobrenatural.

Pero entonces, el derecho a la libertad religiosa no se entiende, ni por católicos ni por no católicos. No hay derecho a la libertad religiosa porque todas las religiones sean lo mismo o porque sus valores seculares sean aptos para la vida social. Hay derecho a la libertad religiosa porque existe la obligación moral y civil de respetar el derecho a la intimidad personal (1).

Por eso a casi todos les cuesta ser católicos y liberales clásicos. Para mí es muy fácil respetar la conciencia de los demás en temas graves en tanto no afecten derechos de terceros, porque estoy acostumbrado a respetar la conciencia de los demás en el tema más importante de la vida humana: el religioso, tema que incluso muchos católicos NO consideran como el más importante. Si yo respeto el derecho CIVIL de cualquiera a no bautizarse, ¿cómo no voy a respetar, de allí para abajo, decisiones también importantes mientras no afecten derechos de terceros? Pero aquél que considere que la libertad religiosa es sólo para elegir, como en un supermercado, la religión que más le guste, porque todas serían buenas en la medida que sirvan a valores seculares, no va a comprender el derecho a la libertad de conciencia en otros terrenos, y así estará de acuerdo en que el estado controle coactivamente la vida de todos, desde la educación, salud, seguridad social y etc., llegando a controlar si come hamburguesas y su nivel de colesterol. Quien, en cambio, vive la libertad religiosa, ante cualquier decisión de otro, NO dirá de manera indiferente “es su vida”, sino “es su conciencia”, ante la cual se accede por el diálogo y no por la coacción.

Creemos que estamos ahora en condiciones de retomar el tema de la identidad del catolicismo, que, creemos, se ha perdido. Los católicos verdaderamente creemos en el Credo y en los 10 mandamientos. Creemos incluso aquellas cosas que escandalizan a muchos; siempre ha sido así, no por molestar a nadie, sino para ser fieles a Jesucristo, que es Dios. Claro, los escándalos van variando según las épocas. Durante los 1ros. siglos nos mandaron a los leones por negarnos a dar culto al emperador; ahora, hay otros “issues”. Creemos (1) que según el 6to y 9no mandamiento, la vida sexual es sólo para el matrimonio, monógamo, indisoluble y entre varón y mujer. Creemos también en el perdón, tanto en estas materias como en otras, tanto para nosotros mismos como para los demás (2). También creemos (3) que la conciencia subjetiva de las personas no debe ser juzgada, que ello es privativo de Dios, y también sabemos (4) que según la libertad religiosa cualquiera tiene el derecho civil a no ser católico y por ende su conducta personal será distinta a la nuestra. Otros, además, estamos acostumbrados a convivir con todos en amistad y respeto, y, finalmente, algunos consideramos que el matrimonio no es un tema civil y que el estado no debe intervenir en esa materia. Los puntos 1, 2, 3 y 4 son comunes a todos los católicos.

Ante esto, enojarse con Benedicto XVI porque exponga, sencillamente, la Fe Católica en temas sexuales, es un síntoma… De muchas cosas. Pero, finalmente, no es cuestión de ocultar la propia identidad ante los conflictos. Si, como está sucediendo, algunos o muchos quieren denunciarnos civilmente por delitos de discriminación o lo que fuere… Que lo hagan. Nosotros seguiremos siendo católicos.

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(1) Para una exposición más detallada de este delicadísimo tema, ver nuestro art “Hacia un liberalismo clásico como la defensa de la intimidad personal”, en Doxa Comunicación (2006), 4. Pp. 233-253.

5 comentarios:

Alejandro dijo...

No sólo desde una perspectiva religiosa es cuestionable el "matrimonio homosexual" sino incluso desde un punto de vista secular, en particular porque la convalidación lisa y llana del "matrimonio homosexual" afecta a menores carentes de aptitudes para desenvolverse por sí mismos si los "cónyuges homosexuales" quisieran adoptar hijos.

El problema, conceptualmente, es fácil de resolver. Lo difícil es encuadrar el problema en un marco de conceptos y extirpar las pasiones que despierta. En lo conceptual, si los homosexuales quieren casarse y firmar un contrato de matrimonio, no hay inconveniente en que lo hagan como podrían hacerlo los heterosexuales. Más aún, si quieren inventar el "matrimonio múltiple" y casarse entre tres, cuatro, cinco y vivir en promiscuidad, es cuestión de ellos.

El problema es que, detrás del "derecho a casarse" viene el "derecho a adoptar". Es obvio que, dentro del marco jurídico en el que nos movemos, el primero conlleva el segundo. Pero la adopción significaría que el menor adoptado deba vivir y educarse en el marco de una familia no natural, ya que dos homosexuales no pueden procrear. Y es muy difícil dejar de creer, pensar, imaginar que ése no es un marco apropiado para que un menor se forme.

El núcleo de la polémica, en definitiva, no es el matrimonio sino el derecho a adoptar hijos. Si se elimina ese derecho, los homosexuales podrían estar legitimados a hacer lo que quieran. Pero deliberadamente escamotean el núcleo de la discusión porque saben que, si se planteara abiertamente la cuestión de la adopción, el grueso de la sociedad se opondría al "matrimonio homosexual". La clave, para analizar este tema apropiadamente, pasa por situar el problema donde verdaderamente está y no dejarnos engañar por el discurso inencionadamente sesgado que los homosexuales emplean para reivindicar sus supuestos "derechos". Al esconder sus verdaderas motivaciones, los homosexuales logran presentar su causa en términos socialmente aceptables y se muestran como "víctimas" de una sociedad discriminadora y reaccionaria. Pero al argumentar de esa manera proceden manifiestamente de mala fé y con una ostensible deshonestidad intelectual.

Saludos.

ALEJANDRO EL JUSTICIERO

rojobilbao dijo...

Gran entrada, me ha gustado mucho. Sobre esto que dices, "Otros, además, estamos acostumbrados a convivir con todos en amistad y respeto, y, finalmente, algunos consideramos que el matrimonio no es un tema civil y que el estado no debe intervenir en esa materia." Estando de acuerdo diría que la protección de la familia como núcleo de la sociedad deberá darse siempre que se pretenda cuidar dicho modelo social.esto es, si cuidamos a las mujeres embarazadas, madres solteras, niños inmigrantes (para hacer una reunificación familiar) etc. el concepto familia debe ser cuidado con mayor razón, y familia sólo hay un tipo fiable y duradero en el tiempo. Monógamo y entre hombre y mujer.

Anónimo dijo...

Es que muchos no tienen clara su identidad religiosa , de ahí a veces los enojos ... M.S

Anónimo dijo...

¿Es posible “cuestionar” las enseñanzas del Papa? Hasta donde tengo entendido, siendo el pontífice el vicario de Cristo, goza de infalibilidad papal. Por ende, si efectivamente reafirmamos nuestra identidad cristiana, esto implicaría aceptar lo arriba expuesto, por lo tanto, aquellos temas relacionados con cuestiones de fe y moral quedarían cerrados al debate al menos para aquellos individuos que reafirman ser cristianos. Para el resto no cristiano, se abriría la posibilidad de la critica, pero no está claro si los cristianos deberían estar abiertos a las mismas (lo que involucra la posibilidad de aprender y corregir actitudes y comportamientos) o simplemente respetar la conciencia del otro, pero considerándolo absoluta e irremediablemente equivocado.

Honestamente, como cristiano practicante me surgen las siguientes dudas (y sencillamente creo no cometer ningún pecado) ¿Realmente el Papa no se equivoca? ¿Es incuestionable la enseñanza de la Iglesia? ¿Nunca hubo contradicciones entre los diferentes Papas, que pudieran dar lugar a cuestionamientos acerca de su infalibilidad?

Supongamos que respondemos a esta pregunta de la siguiente forma: “NO. el Papa no se equivoca porque habla por inspiración divina y Dios no se equivoca” Ok, de acuerdo. ¿Pero no podemos pensar que como todo padre (Único, es cierto) que nos hizo a su semejanza, Dios también aprende de sus hijos? Y si Dios aprende de sus hijos es porque esta abierto a la critica. Si aceptamos esto, cabría la posibilidad de que la Iglesia modifique ciertas posturas y se mantenga firme en otras (me refiero a todo tipo de temas, no solo el referido a la cuestión homosexual) con el objetivo de mejorar la identidad cristiana, es decir, estar más cerca de Dios. Como atenuante a favor del amigo de Gabriel, quizás podríamos pensar que su enojo esta enmarcado dentro de este razonamiento. Es decir, un cristiano (supongo que lo es) que cuestiona la enseñanza papal, con el objetivo de aportar “algo”, aun cuando pueda estar completamente equivocado.

Mariano

esteban dijo...

Gabriel, ya te he comentado por mail, pero ahora he "caido" en hacerlo aqui...: me ha gustado mucho tu artículo, no ya por el tema de la homosexualidad, sino sobretodo por cómo has reflejado la idea actual de que todas las religiones son iguales y que esto es un mercadeo...Enhorabuena!!