La filosofía es el paso de la existencia inauténtica
a la existencia auténtica, o sea, el paso a la madurez personal.
No hay una filosofía académica in abstracto de la
vida. Ello es mera erudición.
Pero no cualquier vida es el paso a la filosofía,
sino la vida buena, la vida que ha tenido un mínimo contacto con la
misericordia.
En los ojos sufrientes del otro se abandona el
escepticismo y se da el paso a la verdad.
Una historia de la filosofía vivida como una mera
ostentación cultural es una traición.
La historia de la filosofía ayuda a formarse la
propia concepción del mundo, que tiene su anclaje en la mirada hacia el otro,
en la ayuda al otro, en el bien del otro.
Hay un círculo hermenéutico entre filosofía y vida
buena. La filosofía es la profundización en la misericordia y esta última es la
condición necesaria para la filosofía.
Una filosofía separada de la vida no es filosofía. Y
si la verdadera filosofía aparece como separada de la vida, es porque la vida
se ha separado de la misericordia.
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