Corría el año 2000, o 2001, cuando el Rector de una Universidad privada, privada, como todas, de verdadera libertad, envía a todos los profesores una muy buena noticia: el Estado le había dado su aprobación definitiva. Yo respondí que dudaba mucho de que fuera una buena noticia que nosotros, los esclavos, necesitáramos la aprobación del dueño de la granja para existir. Sí, efectivamente, lo redacté, lo firmé y lo envié. No sé por qué, no me respondió.
El episodio muestra lo inadaptados, lo lunáticos, lo
marcianos que somos los liberales clásicos, que siempre, siempre (¡qué
insoportables no!!!) hablamos, defendemos y difundimos un deber ser, un ideal
regulativo de la historia humana: las libertades individuales. Sí, ese “undiscovery
country” en busca del cual salieron huyendo de Europa los Padres Fundadores
de Estados Unidos, de quienes derivaron la Declaración de Independencia y el Bill
of Rights, todo lo cual está a punto de ser letra absolutamente muerta.
Libertad religiosa, libertad de expresión, libertad de
enseñanza, libertad de asociación, libertad de comercio, libertad de tránsito,
garantías procesales, derecho a la intimidad: todo ello está muriendo hace
mucho tiempo en Occidente (lo cual es lo mismo que decir: muere Occidente[1])
bajo el peso del Welfare State, los Estados Providencia, los declamaros
derechos sociales, el intervencionismo, el sindicalismo destruccionista[2],
la globalización del estatismo[3]
a través de las Naciones Unidas y sus organismos de control universal de la
educación, la salud, etc., y el nuevo marxismo que bajo el nuevo invento de las
nuevas minorías explotadas por el heteropatriarcado, niega los derechos
individuales, afirma derechos de colectivos explotados y crea nuevos
pseudo-delitos (discriminación, odio, etc.) bajo los cuales encarcelan y
persiguen a todo aquel que verdaderamente ejerza sus libertades individuales de
religious Liberty y free speech[4].
Y me he quedado corto.
Cuánto se han reído de la supuesta “falsación” de la
hipótesis hayekiana del camino de servidumbre (1945), supuestamente
porque bajo los “socialismos democráticos” europeos finalmente se había
alcanzado la libertad con un estado providente. Durante décadas llamé “soviets”
a los Estados de la Unión Europea, bajo la sonrisa de casi todos y también la
mía, para no incomodar a este mundo cruel. Cuán verdadera resultó la predicción
de Hayek bajo la actual Unión Soviética Universal.
Durante años y años, el estado proveedor de salud y
educación eliminó gradualmente las libertades más básicas sin que casi nadie
-excepto los molestos liberales clásicos- se diera cuenta. Las licencias para
ejercer oficios, los reglamentos para comerciar libremente, las visas, los pasaportes,
los permisos para abrir actividades educativas, los planes estatales de
educación, los planes estatales de salud, las regulaciones para comerciar, para
importar, para exportar, las estatizaciones y expropiaciones, los impuestos a
la renta, etc., habían producido un mundo donde todo lo que no estaba
expresamente reglamentado, estaba prohibido. El principio básico del Derecho
Penal -todo lo que no está prohibido (o sea, delinquir contra la vida,
libertad y propiedad) está permitido- desapareció[5].
Y nadie se había dado cuenta. En todo el mundo había una ilusión de libertad,
porque luego de cumplir toooooooooooooooooooooooodas las reglamentaciones del
dueño de la granja, que tanto nos cuida, entonces podíamos “ejercer
nuestros derechos”. Qué horrible ilusión. Qué triste despertar.
Qué triste despertar. Qué triste despertar, sí, porque
hasta este año, al menos una cosa nos separaba de Corea del Norte, China, Cuba
y otros paraísos. Aparentemente, todos suponíamos que “entrar, permanecer y
salir” del territorio, de este o de otro territorio, era algo estable y
previsible. Sí, había que cumplir con injustas visas y pasaportes, y sin darnos
cuenta éramos vigilados por la Patriot Act (nadie se acuerda, no?), pero
en fin, en principio, si teníamos fuerzas, becas, contratos, tiempo o dinero, podíamos al menos probar,
arriesgarnos, ir y venir, huir.
Pero este año hemos descubierto que la predicción de
Hayek era en serio. Que la servidumbre es verdaderamente tal. Un virus lo
justificó[6].
Y con la complicidad de casi todos, autoridades religiosas incluidas[7],
un gobierno mundial que creíamos que no existía -ilusos….- metió preso a todo
el mundo. Claro, con apariencia de bondad. Stay at home, con
supermercados, farmacias, internet -regulado- y Netflix (para unos pocos,
obviamente, pero eso qué importa, no?). Pero stay at home y no moleste.
Curiosamente, el virus tiene muy baja letalidad. Curiosamente, los gobiernos
más estatistas del mundo son los que más aplicaron esas medidas[8].
Curiosamente, le arruinaron los planes a Trump. Pero quien observa curiosidades
es un imbécil.
Por ende, fíjense qué bonito. ¿Free speech? No, fact checkers. ¿Libertad
religiosa? No, no vaya a ser que te contagies. ¿Libertad de elegir tu
tratamiento médico? JUAAAAAAAAAAAAA ¡!! Eso sí, no te quejes: eres libre. Eres libre de sentirte una nena de 6 años siendo un varón de 40 y (este “y” es esencial)
que el estado te provea tu identidad de género. ¡Sos libre! Libre…………… Como
el sol cuando amanece yo soy libre………
Por
ende, gente, ¿qué diferencia tiene el Occidente actual de la última etapa de la
Unión Soviética? No sólo ninguna, seguramente tenías más libertad en Moscú con
el Gorbachev del 86. Pero ahora, ¿qué diferencia hay con la China Comunista? Un
empresario de Pekín se debe sentir muy libre. El estado lo controla para todo,
le da permisos para todo, pero él se siente bien, excepto tenga malas
costumbres como ser católico del Cardenal Zen o rarezas por el estilo. Adaptate,
che. Tené conciencia social……..
Querido
lector, yo te hago bromas para que no llores mucho, pero en serio, se acabó. El
último espacio de libertad que quedaba, se acabó, y se acabó coherentemente. Ya
estabas en una granja universal de esclavos. Despertaste en Marzo de este año,
y ni tampoco, porque quizás eres de la pléyade de personas buenas y serias que
está de acuerdo con todo esto. Y sí, por eso es una feliz esclavitud. No feliz
aristotélicamente, donde la felicidad y la virtud van juntas, pero sí una
felicidad ligeramente epicúrea, donde se siente bien el placercito de ser
cuidado por expertos. Lo estás sintiendo desde que naciste. Ahora llegaste al
clímax del beneficio secundario de esa enfermedad llamada alienación.
Claro,
cada tanto aparecen tipos molestos como yo, pero no te preocupes, ya los fack
checkers te protegerán de mi “negación de los facts”[9], ya
cada vez Facebook y Google estarán atentos a que escritos como este no se sigan
filtrando.
Y
tú, liberal clásico, caballero de triste figura, prepárate para una
laaaaaaaaaaaaaaaaaarga noche de esclavitud. Nosotros no tenemos anestesia.
Nosotros no vivimos en la ilusión. Nosotros vemos al dueño de la granja. Baja
tus expectativas, hermano esclavo. Pero mantén la frente alta. Resiste mientras
puedas, y si no, recuerda que la historia humana es la cruel Historia de Caín[10].
[2]
https://www.libertadyprogreso.org/2018/10/05/los-sindicatos-del-derecho-de-huelga-a-la-fuerza-de-los-bestias/
[3]
Ver Ravier, A.: https://puntodevistaeconomico.files.wordpress.com/2012/03/pm_ravier_globalizacion.pdf
Maldito liberalismo que infectó a la humanidad de una utopía que por momentos creímos posible.
ResponderEliminarGustavo tal vez no te entendí pero....... ¿Ahora el liberalismo (clásico) es culpable de la noche de esclavitud?
ResponderEliminarHola Gabriel. Lo más triste es que quizás no sea hasta dentro de 2 o 3 generaciones que pueda depurarse este pensamiento colectivista. Ahora bien, ya que perdimos la batalla cultural, será momento de ¿replantearnos como pueden nuestros hijos que puedan enfrentar está horrible noche?
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