La respuesta parece ser obvia: porque ahora es socialmente admitido y legalmente permitido y alentado.
Si, eso es parte de la verdad, pero
hay otras cuestiones, muy delicadas, en las cuales me voy a introducir
peligrosamente.
Hay algunos que piensan que el sexo
es biológico y son dos sexos y punto. Si hay problemas es por una
psicopatología de identidad sexual y-o casos de hermafroditismo. Otros piensan
que la identidad sexual es totalmente construida por el sujeto y listo.
En medio de todo eso está el tema
de la ley natural. Los que aún adhieren a ella se ubican habitualmente dentro
del primer grupo. Tienden a igualar ley natural con ley biológica.
Yo adhiero a la doctrina de la ley
natural de Santo Tomás, pero como Santo Tomás era teólogo, la ubico dentro de
un contexto teológico. Y además le agrego, sin contradicción, mi interpretación
del psicoanálisis de Freud[1].
Desde ese punto de vista, luego del
pecado original Dios revela, subsidiariamente, cuestiones morales que dado ese
pecado original, muy pocos seres humanos habrían llegado a verlas, muy
tardíamente y con mezcla de error, como explica el mismo Santo Tomás con
respecto a temas como Dios, la inmortalidad del alma y el libre albedrío[2].
Por lo tanto sí, es de ley natural
que el ser humano tiene dos sexos, es de ley natural que las relaciones
sexuales deben ser en un matrimonio monogámico e indisoluble.
Pero luego del pecado original,
ello es muy difícil (aunque no imposible) de ver, dada la naturaleza caída.
Por eso Dios sale a recordarlo, y
lo hace en el famoso momento donde algunos interpelan a Cristo por el divorcio.
“Eso lo permitió Dios por la dureza de vuestro corazón”, responde, “pero al
principio no era así”[3]. Muy
interesante: “al principio”, o sea antes del pecado original, en la situación
de justicia originaria, donde Adán y Eva eran perfecto matrimonio. Lo cual está
revelado en el Génesis.
Luego, como sabemos, todo ello se
perdió por el pecado original (que no fue sexual, sino espiritual, de
soberbia). La naturaleza humana quedó gravemente herida, pero no destruida; la
naturaleza humana puede seguirse invocando como fundamento de la ley natural,
pero recordando que nunca hubo una naturaleza pura, sino primero elevada, luego
caída y luego redimida.
La naturaleza redimida borra la
culpa pero no las consecuencias del pecado original. Por lo tanto se hereda la
herida de la conscupiscencia, la des-armonía entro el apetito sensible y la
recta razón.
Ello está en armonía (es una
opinión personal) con el Ello como la pulsión de vida originaria. Ese Ello,
como Freud lo analiza, no es precisamente la ley natural. En el Ello todos los
deseos están mezclados y caóticos. Cuando nacemos somos un perverso
polimorfo; así describe Freud al bebé. Claro, adorable, inofensivo,
inimputable, pero perverso polimorfo al fin. Por eso comienza la socialización,
la “ley del padre”, los “no”: el Super Yo. Y por eso las neurosis, como precio
inevitable de la socialización. Por eso la terapia no consiste en levantar las
barreras del Super Yo, sino en re-elaborar los conflictos que tenga (y siempre
tiene) el Yo por ese re-direccionamiento permanente entre las fuerzas del Ello
y el Super Yo.
Cuando nacemos, por ende, desde el
punto de vista de los apetitos indiferenciados del Ello, somos todo:
homosexuales, heterosexuales, polígamos, incestuosos, todo. Es sólo con un
delicado proceso de socialización y acción del Super Yo que todo ello se puede
más o menos re-conducir hacia un Yo adulto que haya incorporado sus mandatos
bajo la culpa. O sea un neurótico. Y es habitual que ese proceso salga mal o
muy mal. El Yo adulto tiene todo ello en el inconsciente reprimido. Ni lo
advierte. El adulto heterosexual lo es “pero” lleva con él al inconsciente
reprimido que puede aparecer apenas se levantan las poderosas barreras del Super
Yo.
El Super Yo de un cristiano es más
fuerte. Incorpora la Gracia de Dios para poder cumplir con la ley natural, e
incorpora las razones de la revelación, en armonía con la razón, para entender
por qué la cumple, más allá de la culpa que le daría al no cumplirla.
Por ende a un cristiano no le sale
naturalmente, de su naturaleza caída, ser heterosexual. Lo es porque su Super
Yo es el más fuerte que podía haber: la “ley del padre” con la fuerza de la
Gracia y la sabiduría como don del Espíritu Santo.
Por eso los cristianos que no
tengan problemas intelectuales o psicológicos con su cristianismo, son
heterosexuales. No porque lo sean de nacimiento, sino porque el Super Yo y la
Gracia, conjuntamente, los ha hecho ser así. Pero ello no es una construcción
arbitraria del sujeto: no es arbitraria, sin sentido, sino que sigue el sentido
del Super Yo y una ley natural cuya razonabilidad está más allá de la
decisión arbitraria del sujeto. Está en la naturaleza humana, pero una
naturaleza que debe ser redimida y elevada para poder desarrollarse como tal.
Ahora que el cristianismo está en
crisis cultural total, todo ello está desapareciendo. El único Super Yo que la
mayoría de las personas incorporan sobre su sexualidad es la no coacción. Fuera
de ello el Super Yo culturalmente ha cambiado. Entonces el sujeto se permite
sentir lo que antes el Super Yo no le permitía ni sentir o, si lo sentía, lo
cubría de una culpa tan fuerte que el principio de realidad del Yo lo
re-conducía nuevamente.
Por eso ahora gran parte de los
seres humanos se permiten sentir de vuelta a ese “perverso polimorfo” (la
terminología es de Freud, el término “perverso” NO es moral), lo dejan
fluir y actúan en consecuencia. Por eso llegan obviamente a la conclusión de
que no hay ley natural y que el Cristianismo es una construcción social
negadora de esa sexualidad liberada de gran parte del Super Yo anterior. Si a
eso le agregan Marcuse, ese cristianismo es parte de un capitalismo opresor
que, si es superado, nos libraremos entonces totalmente de esa “represión
excedente”[4].
Por eso chicos y chicas quieren ser
gays, lesbianas, cambiarse de sexo, etc. No es que antes no sintieran un
avisito. Es que apenas aparecía, el Super Yo (que Freud compara a una
guarnición militar) le disparaba con todo. Ahora ya no.
Mientras tanto, creo que los
cristianos que queden (que somos cada vez menos) deberíamos tomar conciencia de
que nuestra sexualidad heterosexual no surge fácilmente de una supuesta
naturaleza heterosexual clara y distinta, sino que es fruto de un delicado
trabajo de identidad sexual conforme, sí, a la ley natural originaria, pero
fruto de un Super Yo que incorpora, y no fácilmente, la Gracia de Dios. Si no,
seremos muy ingenuos en toda esta cuestión.
Mmmmhh interesante análisis.
ResponderEliminarNo voy a opinar si estoy de acuerdo con Freud porque no lo he leído.
Con respecto a algo que dijo me llamo la atención, y es cuando escribió que la única norma sexual que existe hoy es el acuerdo mutuo. Es extraño, pero esto hasta lo encuentro en propios grupos cristianos (soy evangélico conservador....o al menos me defino así, Dios me libre de definir el termino "evangélico").
Hay una cosa con la que estoy un poco en desacuerdo Gabriel, no creo que seamos pocos cristianos, Dios sigue guardado a los suyos. Soy extrañamente bastante positivo en este asunto.
Compre su librito de filosofía, si el estudio en la universidad y el trabajo no me matan lo estaré leyendo pronto.
Buena semana
Gabriel: Muy interesante el análisis. De Freud conozco medio de costado algunas cosas; mi madre es psicóloga, y creo que las charlas las con ella sobre Freud me sirvieron para entender bien a qué apuntás con el Super Yo, el Ello y el Yo. De Santo Tomás de Aquino algo me queda grabado por lo que estuve leyendo del Copleston; entiendo la idea en general y a qué vas. Un sacerdote se sorprendía mucho de mi mamá porque ella era psicoanalista y católica. Como una contradicción. Yo pienso que hay una escisión -y de ahí el concepto de pecado original- entre cuerpo y alma. O si querés: de la cintura para abajo y de la cintura para arriba. Nietzsche antes que Freud tuvo la osadía de darle culto a Dionisio. Pero hay que recordar que en cuento el cristianismo se helenizó (estoicos, neoplatonismo, maniqueísmo, ergo San Agustín), hay una intencionalidad en tapar el cuerpo y acrecentar el alma. No sé que habría ocurrido si San Pablo no hubiera conocido Roma, por ejemplo. Lo que haya sido fue marcado por La Providencia. Pero lo que hoy sucede creo que es una respuesta a lo exacerbado de la represión del cuerpo. Cuanto más se machaca el cuerpo, el cuerpo, la vida de este lado, responde. La perversidad se manifiesta cuanto más se ha negado algo del Ello.
ResponderEliminarBuen punto para arrancar, Gabriel. Freud también menciona a la filogénesis, por supúesto muy anterior al ser humano, sobre todo aludiendo al surgimiento del orden social, que se da en culturas muy diversas. Uno de los textos que más contribuye a ello es Totem y Tabú.
ResponderEliminarHoy tenemos muy buenos aportes de la psicología evolucionista que creo que pueden enriquecer tu punto de vista.
Algo de eso podés escuchar acá: https://open.spotify.com/episode/3km3z84iE7UqDVVfPFipgb?si=f3382f2937d946c4
Gracias.