Parece que el New York Times ha
arremetido contra Facebook. Porque mientras ele NYT representaría la
información seria, los datos, en los cuales se basan los ciudadanos ilustrados
que votan a los demócratas, Facebook es cualquier cosa, la subjetividad total,
en la cual se basan los tontos que votaron a Trump.
La cuestión que abordamos ahora
no es si está bien o mal haber votado a Trump. La cuestión es el planteo
anterior, que muestra hasta qué punto el positivismo está arraigado en nuestra
cultural y de qué modo todo un siglo XX
de avance en hermenéutica y filosofía del lenguaje parece ser ignorado
totalmente por los mass media, sean demócratas, republicanos, marcianos,
liberales o kirchneristas.
No hay conciencia intelectual de
que no hay datos, hechos puros, sin un horizonte que les da sentido. Cuando
alguien dice “La Tierra gira alrededor del sol”, sí, parece un fact, pero lo es sólo desde el
paradigma copernicano-galileano. ¿Ah, ese paradigma es verdadero? Ok, pero si
alguien cree que va a defender la verdad de ese paradigma desde otros datos, le
recomiendo la lectura de Kuhn, Koyré y Feyerabend. Es la cosmovisión neoplatónica-cristiana la que dio origen a Copérnico
y Galileo, cosmovisión que este último defendió en un famoso libro que no tenía
un solo experimento registrado, versus los astrónomos aristotélicos que
supuestamente les presentaban los “facts”.
Y cuando desde las ciencias
sociales se dice que “la inflación de tal gobierno fue del XX%”, esos índices presuponen un concepto de inflación que no
todos comparten. Supuesto que está detrás del presunto dato “sin”
horizontes.
¿Más simple? Cuando alguien dice “Obama
aún no finalizó su mandato” presupone
todo el criterio de legitimidad actual del gobierno democrático. ¿Qué
ocurre si alguien dice “Obama aún no terminó su tiranía”? Algún
ultra-libertario podría decirlo. Para dirimir la cuestión no es el caso debatir
“el dato”, “el hecho” de si es presidente o tirano, sino debatir la verdad de los horizontes desde los cuales se afirma
que es presidente o tirano.
Por lo tanto, reconocer que los
supuestos hechos se dicen desde criterios de interpretación, se tenga
conciencia de ellos o no, no es renunciar
a la verdad, sino estar dispuestos a defender la verdad en un terreno en el
cual no sé si los actuales comunicadores han sido educados: la verdad del
horizonte que está detrás.
¿Hay noticias que son hechos? No,
porque son mensajes. Es lo que se llama el
problema de los actos del habla solamente locutivos. “Hay 10 mesas en el
salón” parece un mensaje meramente descriptivo y aparentemente “fáctico”. Pero
presupone TRES cosas. Uno, la relevancia del mensaje. Yo puedo iniciar mi
conferencia sobre Benedicto XVI diciendo “Hoy me desayuné con café y galletitas”,
pero mi audiencia me va a decir “¿y qué”? ¿Y
quién decide el orden de relevancia de un mensaje?
Segundo, el diseño. Hay 10 mesas,
son 10 mesas, son 10, “che hay 10”, o lo que fuere. ¿Y quién decide cómo se diseña un mensaje?
Tres, de vuelta, el horizonte,
que presupone que sé de qué salón estoy
hablando, y qué es un salón en nuestro contexto cultural.
Todo lo cual presupone el eje
central de le hermenéutica de los mensajes: “alguien
dice algo para algo y para alguien”. Nuestra cultura positivista se
concentra en el “algo” olvidando todo lo demás. Que está dado por el con-texto,
con-texto donde se reflejan los presupuestos no explícitos. “Macri se reunió con
el primer ministro de Canadá”. ¿Quién lo
dice? ¿Para quién lo dice? ¿Para qué lo dice?
Nada de esto convierte a los comunicadores en manipuladores. Si
ellos son honestos en cuanto a qué horizonte de ideas es el que los guía, todo
bien. Pero la máxima manipulación (a
veces sin intención) se produce cuando los comunicadores creen que NO tienen
horizontes y cuando la audiencia, consiguientemente, cree que está escuchando a
“los hechos inapelables”.
Por lo tanto, me parece bien que
el NYT se auto-considere serio, pero el monopolio de lo serio –si es que lo es-
es lo que objeto. Del lado de los blogs y de las redes sociales hay seriedad,
buena intención, y también está lleno de locos y de chantas. Igual que en los medios tradicionales.
Los medios tradicionales
interpretan, las redes sociales interpretan, todos interpretan, porque interpretar no es sólo opinar, sino
sencillamente hablar desde un horizonte. Y NO es que “de eso no se salva
nadie”. NO es cuestión de salvarnos de ello, sino de tomar conciencia de la dimensión humana de la comunicación,
que no es información. En el papel
se graba. En el papiro se grababa. En el silicio se graba. En el ADN se graba. Esa
grabación es información. Nosotros, los seres humanos, no grabamos: leemos, hablamos, o sea, de-codificamos,
interpretamos, con verdad o sin ella.
Por ende los que votaron a Trump
interpretan y los que votaron a Hilary también. Los que publican en Facebook interpretan
y los que publican en el NYT también. ¿Y quiénes tienen mayor verdad? Ah, depende
de cómo cada uno defienda su horizonte. En este momento estoy escribiendo para
mi blog, para Facebook, y estoy defendiendo la verdad de mi horizonte. Lo mismo que si escribiera sobre supuestos
datos, que presuponen un criterio para interpretar los datos.
Algunos intelectuales y docentes
desprecian Facebook como los taxistas desprecian Uber. No advierten que la
comunicación pasa ahora en gran parte por las redes sociales que
afortunadamente no tienen regulaciones. La ventaja de las redes es que muestran
descarnadamente la intersubjetividad, subjetividad, de la comunicación.
Subjetividad que antes estaba más oculta. Si mando un artículo de la revista “Oxford Economic Journal”, nada me garantiza la verdad del horizonte
del referato. Si lo mando a La Nación, NYT, Le Monde Diplomatique o etc, nada
me garantiza la verdad de su línea editorial.
¿Qué “garantiza” la verdad? En la
condición humana, nada excepto el libre debate que, según Popper, va
sedimentando las teorías hasta que quedan las que más se acercan a la verdad. Exactamente lo que sucede en Wikipedia,
fundado por alguien que conocía a Hayek. En una sociedad libre, no es
cuestión de que los gobiernos tienen la información y los medios privados, las
interpretaciones. Cuando La Nación
discutía contra las invectivas autoritarias de los Kirchner, reclamaba “que sus
datos eran serios”. Como Trump puso de moda, wrong. La cuestión era decirle al Sr. Kirchner: yo tengo mi interpretación
del mundo, usted la suya, y en una sociedad libre se debate. Y listo. Ah,
pero nada mejor para un tiranuelo suponer que él dice los hechos y los demás,
los que NO son gobierno, sus subjetivísimas interpretaciones. El positivismo
cultural ha alentado a las dictaduras que creen tener “la información” –por eso
intentan controlar los medios- mientras la oposición, tristemente, intenta
responder que ella también. Un horror.
Así que, señores demócratas,
bájense del caballo soberbio de que los que votaron a Trump eran unos imbéciles
que usaban Facebook. Porque por Facebook no circula el infierno. Circula,
sencillamente, el ser humano y sus intentos libres de comunicación. Puede haber
chantas, fanáticos, crueles, peleadores, pero también puede haber todo lo
contrario. Las redes sociales son la nueva defensa ante los dictadores, y ante la dictadura de lo políticamente
correcto que ustedes ejercían dándose cuenta o no. Por eso en Corea del
Norte no hay Facebook. Qué bien. Allí sí que están “bien informados”.
Maestro le soy sincero, mis sentimientos muchas veces me hacen parecer un tirano, hay sentencias que para mi son tan absolutas y definitivas que no tienen discusión, y si otro plantea un debate ante algo tan obvio me parece mas bien mal intencionado y necio. Me provoca insultarlo. Por ejemplo, en Venezuela, donde vivo, siento que es inútil discutir con algunos chavistas, debatir con estos me parece una perdida de tiempo, porque ante hechos que a mi me son tan obvios, ellos son incapaces de aceptarlos, lo que traduzco como mal intención o en el mejor de los casos ignorancia real. Entonces, ¿Cómo conseguir la verdad, cuando no se tiene una sincera voluntad de conseguirla en el debate, sino defender a como de lugar su postura y así ganar tiempo, y hacérselo perder a los demás? en la búsqueda de la verdad el orgullo herido es un enemigo.
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