Hola a todos de vuelta!!!!! Publico esta semana el artículo que sobre este tema publiqué en http://www.institutoacton.com.ar/ Veo que Benedicto XVI es "pasión" de multitudes, pues despierta pasiones, a favor o en contra. Vamos a tratar de convertirlas en razones.......................
Un abrazo
Gabriel Zanotti.
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EL “CASO” SAPIENZA
Por Gabriel Zanotti
Benedicto XVI iba a dar un discurso en la Universidad “La Sapienza” y un grupo de muy tolerantes y democráticos estudiantes y profesores se lo impide en nombre de la libertad, la tolerancia, etc. Lo acusa de ser enemigo de la razón y de la ciencia, etc. No vamos a dar los detalles del caso, públicamente conocidos y que aún hoy se siguen comentando. Simplemente queremos comentar un aspecto que creo que es relevante para el Instituto Acton.
J. Ratzinger había citado a Paul Feyerabend, el 15 de Marzo de 1990, en Parma, en un discurso titulado “La crisis de la fe en la ciencia”. Esa cita habría desperado las iras de los muy democráticos académicos de La Sapienzia. Ahora bien, ¿quién es Paul Feyerabend?
Feyerabend fue uno de los más geniales e iconoclastas historiadores de la ciencia del s. XX. Su vida académica se había iniciado ya en los 50, pero pasa a la fama en 1975 con el libro Tratado contra el método (Against Method). Ese libro no es fácil de interpretar. Con un lenguaje burlón, sarcástico, critica duramente al dogma positivista de la infalibilidad de la ciencia experimental. Su mayor pecado fue poner como ejemplo precisamente a Galileo, que para la versión positivista de la historia de la ciencia, fue el héroe de la ciencia experimental ante el oscurantismo medieval anterior. Pero para Feyerabend la ciencia –de acuerdo con pensadores con un estilo de escritura totalmente diferente, como Koyré y Kuhn- no consiste en sacar datos de experimentos. En los primeros capítulos de su libro explica y lleva al extremo algo que Popper, Koyré y Kuhn habrían suscripto: que los grandes avances en la ciencia se deben a científicos que crearon teorías que contradecían la evidencia empírica disponible en su tiempo. Y coloca a Galileo como gran ejemplo de ello. En el libro del 75, se burla de Galileo por ello, pero –y esto es lo complicado del “caso Feyerabend”- lo que Feyerabend pretendía era burlarse de los científicos que lo habían convertido en el ídolo de los “experimentos” cuando el principal libro de Galileo (Diálogo sobre los dos sistemas del mundo) no tiene ningún experimento registrado. El contexto de toda la obra de Feyerabend indica que en realidad la actitud de Galileo es el ejemplo del científico que hace avanzar la ciencia, pero no basado en datos empíricos, sino en la fe en su nueva teoría. Feyerabend se defendió en obras posteriores de la acusación de escepticismo y relativismo. Se desprende de sus obras que la actitud de Galileo (aferrarse a una teoría sin evidencia) fue racional, como tan racional fue en su momento aquellos que no la quisieron aceptar –fundamentalmente los científicos neoaristotélicos de la época-. Ello no justifica, obviamente, el proceso iniciado a Galileo, pero explica un poco más el estupor que produjo su mensaje. No era una persona diciendo “miren la luz” ante un grupo de ignorantes e imbéciles que se habían puesto una venda en los ojos. Es interesante destacar que Popper –quien influye fuertemente en Feyerabend-, firme partidario de que la ciencia consiste en conjeturas a priori del testeo empírico, había ya explicado que el Cardenal Belarmino había intentado en su momento convencer a Galileo de que afirme lo suyo no como certeza, sino como conjetura, y ello, a Popper, le pereció perfectamente razonable.
Todo esto que estamos diciendo muestra que Feyerabend no es un escéptico “contra” la ciencia, sino un filósofo de la ciencia post-popperiano que pone a la ciencia en su lugar: una tradición más de pensamiento, tan falible como cualquiera y que debe abrirse paso por sus argumentos, no por la fuerza, como lo fue y lo sigue siendo por la unión ciencia-estado que sustituye, como dice el mismo Feyerabend, la unión Iglesia/poder secular de épocas anteriores. Esto es muy importante para los católicos, quienes ya hemos aprendido a distinguir muy bien entre Iglesia y estado y ahora deberíamos denunciar la unión entre ciencia y estado. Feyerabend es un autor a favor nuestro, no en contra.
Tal vez ahora alguien diga que por eso J. Ratzinger lo citó en su momento. No, no fue por ello, aunque Feyerabend en su autobiografía da cuenta de la cita de Ratzinger como a su favor. No. En el discurso de 1990 Ratzinger suscribe la interpretación habitual de Feyerabend como escéptico. Da cuenta de que el clima intelectual ha cambiado. Que, frente a las críticas al cientificismo y a los abusos de la ciencia experimental, la crítica a la Iglesia es más bien ahora (1990) NO por qué fue crítica con Galileo sino por qué no es más crítica con los desarrollos perversos de la ciencia occidental. Y es allí cuando Ratzinger cita a Bloch, a Feyerabend (a quien califica respetuosamente como “agnóstico-escéptico”) y Von Weizsacker. Como puede observar el lector, el autor de este comentario sólo conoce el segundo; Ratzinger conoce a los tres.
Por lo tanto, el grupo de académicos que amenazó a Benedicto XVI de abucheos y cosas por el estilo –una vergüenza intelectual y moral ampliamente comentada- cometió no sólo ese “error” (la vergonzosa intolerancia referida) sino que además sacó totalmente de contexto la cita de Feyerabend efectuada por Ratzinger. Que los medios de comunicación no puedan interpretar una cita, vaya y pase, pero que los universitarios no sean capaces de leer el discurso de un colega en su contexto… Habla muy mal de ellos, muy mal: no sólo son intolerantes agresivos, sencillamente desconocen su trabajo….
El discurso que Benedicto XVI iba a leer el 17 de Enero –que finalmente envió pero no leyó- es otra interesantísima reflexión sobre las relaciones entre razón, fe, libertad intelectual, etc. Cita a J. Rawls, a Habermas, a San Agustín, Sto Tomás, los padres de la Iglesia…. Evidentemente los medios de comunicación no están preparados para interpretar sus discursos. Pero, volvemos a decir, los universitarios sí deberían estarlo…. Sí, claro, si tuvieran la racionalidad tolerante preconizada por Popper. Pero evidentemente la intolerancia de los paradigmas dominantes siempre está presente. En ello tenía razón Kuhn. Y no hay nada que ponga peor a un científico intolerante que un religioso tolerante. Lo que Feyerabend habría dicho.
Conclusión: los “académicos” de “La Sapienzia” fueron unos fanáticos intolerantes antirreligiosos. Nada nuevo bajo el sol. Se comportaron tal cual los paradigmas dominantes, según explica Kuhn. Nada nuevo bajo el sol. Pero Feyerabend es un aliado de toda religión que respete la libertad de conciencia. Ello sí es nuevo. Feyerabend lo sabía pero los católicos aún no lo saben. Es hora de darse cuenta.
viernes, 22 de febrero de 2008
lunes, 18 de febrero de 2008
domingo, 17 de febrero de 2008
EL DRAM DE LA EDUCACIÓN FORMAL POSITIVISTA
Good morning!!!! Bueno, después del inesperado debate que armé con lo de Benedicto XVI (era un tema muy sensible) voy a tirar hoy una pequeña “bombita”, esperando debate, pero, quien sabe, por ahí sucede al revés.
Siempre estuve enfrentado con la educación formal, de un lado o del otro. Como profesor los dolores de cabeza fueron siempre cada vez mayores, especialmente cuanta más conciencia tomaba del tema. En el 2004 me sucedió algo que me marcó (aún quedan secuelas) y por ello escribí “El drama de la educación formal”, un artículo enojado, que no publiqué en ningún lado excepto algunos foros. Va a despertar mucha resistencia; muchos me van a decir que el estilo es poco calmo (tienen razón) y que no hago una contra-propuesta positiva (tienen razón). Lo publico ahora para que sigamos despertándonos. Eso, sólo eso, ya vale la pena.
El segundo, que publiqué on line en un sitio de Eseade que ya no existe (me refiero al sitio) es más calmo y por ello peor. Afirmo sencillamente que el sistema educativo formal es irrecuperable, no funciona, es un imposible intento de educar. No funciona y punto. Lo mismo que Mises afirmó respecto a la socialización de los medios de producción. Es inútil que el sistema educativo nos guste o no, no es cuestión de que el sistema sea estatal o no, o que hagamos “estudiar” más a los chicos, que llamemos a la disciplina, a portarse bien y formar fila: NO funciona. DESPERTARNOS, por ahora, es lo más que podemos hacer. Darnos cuenta de ello.
Por último, una aclaración: rectifico ahora el título del primer artículo. No es la formalidad de la educación (esto es, la escolaridad como tal) lo que no funciona, sino la escolaridad formal “positivista”, esto es, sostenida en la razón instrumental del racionalismo planificador.
Bien, pequeña bombita arrojada, desde mi avión en la estratosfera. Ahora espero los misiles.
Gabriel Zanotti
EL DRAMA DE LA EDUCACIÓN FORMAL.
Por Gabriel J. Zanotti
Buenos Aires, Agosto de 2004.
Hace mucho tiempo que tengo in mente este artículo. Uno de los motivos para retrasarlo fue un obvio escepticismo sobre cualquier resultado práctico de cualquier cosa que podamos decir. Mi padre, Luis Jorge Zanotti, hizo una vez un paneo del “cuestionamiento de las instituciones escolares”[1], y él mismo hizo propuestas de reforma que obviamente cayeron en el olvido[2]. ¿Qué es lo que pasa? Desde Kuhn y Lakatos en adelante, nada de esto debería sorprendernos: los paradigmas tienen la “piel gruesa”[3]. Pero, ¿qué hay de peculiar en este caso?
Mi conjetura es que la educación formal es uno de los hábitos culturales más profundamente afectados por las “creencias” positivistas. Ya en una anterior oportunidad hemos tratado de mostrar la relación entre positivismo y la formación del estado-educador moderno y contemporáneo[4], siguiendo los lineamientos de Feyerabend al respecto[5]. El problema no consiste tanto en el fenómeno de la escolaridad en tanto tal[6], sino en los sistemas de notas, premios, castigos y repetición memorística, a-crítica, de un determinado paradigma, utilizado todo ello con la coacción del estado educador, ya de izquierda, de derecha o del color que fuere, para pintar a los llamados “ciudadanos” (o sea, esclavos culturales) a su imagen y semejanza. De esa creencia es muy difícil librarse, o tomar conciencia de ella, sobre todo porque está unida a la supuesta “protección” que el estado-educador realizaría sobre ciertas personas, consideradas débiles.... Todo ello unido a cierta simbología social que sacraliza, de manera laical, tales cosas: la escuelita, el himno, la bandera.... Hace poco alguien me dijo: ¿y si fundamos un colegio? Mi respuesta, lamentablemente cruel, y me arrepiento por ello, fue: es como si todo el mundo fuera nazi y decimos “¿y si ponemos una barraca nueva donde tratemos mejor a los prisioneros?”
No entraremos nuevamente en lo que tantas veces se da dicho sobre lo atentatorio de todo ello con la libertad de enseñanza; no entraremos nuevamente en el significado, olvidado, de la libertad de enseñanza, tan anulada hoy como en un tiempo lo fue la libertad religiosa; tampoco entraremos otra vez en la ineficacia total del monopolio estatal...[7]
Nuestro tema será otro: ¿por qué nos cuesta tanto tomar conciencia de todo esto? Creo que la respuesta es que no lo pensamos realmente, esto es, que no lo vivimos; que lo que vivimos es una escisión esquizofrénica entre nuestras concepciones filosóficas y nuestras actividades prácticas cotidianas.
Hagamos un paneo sobre ciertos autores.
He allí la obra entera de Karl Popper, sobre el pensamiento crítico, la mutua crítica, el derecho a cuestionar, etc. ¿En qué se traduce todo esto en nuestras actitudes cotidianas en el sistema formal? En nada.
He allí la obra entera de Gadamer: su crítica al racionalismo como reducción de la razón al positivismo, he allí su concepción de los horizontes, como caminos de lo humano, siempre limitados, siempre ensanchables.... ¿Qué tiene que ver la educación formal con todo ello? Nada.
He allí la crítica de Hiedegger a la concepción de conocimiento como depósito de un objeto en un sujeto, he allí su concepción de existencia auténtica, de ser en el mundo, heredera de la noción de mundo de vida de Husserl..... ¿Qué tiene que ver la educación formal con todo ello? Nada.
He allí toda la teoría de la acción comunicativa de Habernas, su distinción entre comunicación y alineación, su condición de “aceptación críticamente motivada” de las condiciones de diálogo del otro.... ¿Qué tiene que ver todo ello con la educación formal? Nada.
He allí toda la filosofía del diálogo, he allí el tú de Buber, el rostro sufriente de Lévinas, la comprensión, la empatía.... ¿Qué tiene que ver todo ello con la educación formal? Nada.
He allí todo el Cristianismo, con su amor, su misericordia, su perdón, la superación de la sola justicia........ ¿Qué tiene que ver todo ello con la educación formal? Nada.
He allí la mística, como camino de santidad: he allí Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Maister Eckhart. He allí que ya no soy yo, sino Cristo que viene en mí, he allí el matrimonio espiritual.... ¿Qué tiene que ver la educación formal con todo ello? Nada.
He allí Kant, con su conmovedor amor al deber, con su crítica insuperable a los premios y castigos, externos a la propia conducta, como fuentes de inmoralidad.... ¿Qué tiene que ver todo ello con la educación formal? Nada.
Podríamos seguir. La pregunta es: ¿qué tiene que ver todo ello con las amenazas, los libros de texto, la memoria no inteligente, la repetición mecánica, los premios y castigos intrínsecamente corruptos y corruptores, amalgama destructiva en la cual se sumerge a los humanos desde los cuatro, cinco o seis años hasta que emergen de la universidad? Nada. Claro, tiene que ver con muchos males (de los que diariamente nos quejamos), pero con la madurez, la sabiduría, la santidad, nada, sencillamente nada.
Cuando la persona quiere aprender, la escolaridad cumple su función. Como la teología y la escolástica cuando hay fe. Si no hay fe, es lamentable, pero no se puede forzar. Si la persona no quiere aprender, no aprenderá. “Aprenderá”, si, a servirse del sistema corruptor, a repetirnos con voz de no me importa nuestra endiosada leccioncita para que nosotros, contentos (¿contentos con qué?) le pongamos un diez, tenga “éxito”, llene su curriculum e integre el cuadrito de honor.
Si, en cambio, la persona tiene fe, esto es, quiere aprender, todo lo demás puede servir. Pizarrón, asientos, orden expositivo, bibliografía: todo será absorbido y vivido libremente por quien quiera aprender. Y quien tenga la valentía existencial de responder a ese llamado (esto es, “enseñar”) sabrá lo que es ser honestamente criticado por alguien que no responde a premios y castigos sino al amor a la verdad...
Lo más terrible de esto, es que quienes enseñan esos autores y todas esas corrientes de pensamiento y sabiduría que nombré, lo hacen muchas veces desde el sistema formal, con premios y castigos, con repeticiones y notas. La contradicción mayor llega a quienes repiten autores que han criticado todo ello, sin ninguna posibilidad de crítica, en tono autoritario y utilizando todos los métodos de tortura del sistema para quienes osen contradecirlos....
Ante esto, ¿qué hacer?
Una opción es salirse del sistema. Muchos lo hacen. Enseñan en sus casas, hacen cursos libres. Todo bien. Puede ser que el estado educador les caiga encima con su control, pero cabe reconocer que mientras sea en la intimidad del hogar y no se cobre, es algo que aún puede hacerse. Pero el sistema formal-estatal aprieta sus tenazas. Hay que obtener el título oficial. Lo otro es muy lindo.... Fue muy lindo. Pasó. No hubo tiempo. Hubo que dejar el taller de literatura dado libremente por un Borges. El sistema formal-estatal no lo reconoce.
Otra opción es que hubiera libertad de enseñanza, esto es, que pudiera ensayarse un sistema sin premios y castigos sin que la regulación estatal lo impida. Pero eso parece el viejo chiste del economista: estamos en una isla, hay latas de conserva cerradas y el economista dice “supongamos que tenemos un abrelatas”. Ok.
La opción que queda es quedarse en el sistema formal y burlar sanamente sus corrupciones intrínsecas. Si, nos enfrentaremos con la incomprensión de casi todos –autoridades, padres, alumnos y colegas- pero se puede. Con paciencia, con cierto humor, asumiendo el papel del medio loco, se puede. Hacer como que tomamos examen. Hacer como que pasamos lista y ponemos notas. Hacer todo eso, sí, pero perdonando sin límites. El que “sabe” (o sea, repite el paradigma, “habla sin hablar”), se saca 10, el que no, 9. El único límite de esto es no engañar a una autoridad a la que hemos prometido cumplir con algo del sistema. Y, mientras, tanto, quedarse allí, en la resistencia activa, en la rebeldía silenciosa, tratando de estimular la creatividad, la crítica, el diálogo, la responsabilidad, la madurez, la autodisciplina....Asumiendo que se rían de nosotros, que nos calumnien, que no nos comprendan. Y, mientras tanto, seguir diciendo que tenemos derecho a la libertad de enseñanza, para que alguna vez, cual viejo mito de la caverna, el prisionero liberado pueda mostrar sin morir lo que es enseñar en libertad.
DE LA IMPOSIBILIDAD DE CÁLCULO ECONÓMICO A LA IMPOSIBILIDAD DE LA EDUCACIÓN FORMAL POSITIVISTA
Por Gabriel Zanotti
Para “Mentes Abiertas”
22-3-2005.
Muchos recuerdan con énfasis el famoso artículo de Mises, luego devenido en uno de sus más importantes libros (“El Socialismo”, de 1922), donde el gran economista austriaco demostraba la imposibilidad de cálculo económico en el socialismo. La argumentación de Mises se concentraba en que, al carecer de precios libres, por carecer de propiedad privada, el socialismo no podía realizar el cálculo de costos y precios indispensable para la economización de recursos. La conclusión general de Mises, desafiante, era esta esencial paradoja: el socialismo pretende planificar y, al hacerlo, desordena. La paradoja de la planificación es que no planifica. El mensaje de Mises, dicho 83 anos atrás, aún no se ha entendido, pues ese extraño fenómeno llamado capitalismo global no es más que el intervencionismo parcial, que es un socialismo parcial que distorsiona permanentemente los precios de mercado.
Hace más de 83 anos, sin embargo, que en otro ámbito, el educativo, pretendemos planificar, con análogos resultados. No me refiero a la educación estatal. Me refiero al sistema de educación planificada con sistema de notas, siendo estas últimas los incentivos básicos del sistema y el eje central del sub-sistema de premios y castigos. Este sistema no es intrínseco a la escolaridad como tal, pero es la costumbre imperante en la educación formal occidental, especialmente después que el positivismo pedagógico tiene su auge a fines del s. XIX. A veces se ha intentado salir de ese sistema; a veces sus riendas son más flojas o no, a veces la humanidad de maestros y profesores le hace de contrapeso pero………. El sistema permanece implacable, ya sea en el sector privado o en el estatal, en todo lugar del mundo donde se pretenda tener un sistema escolar “evolucionado”.
Por supuesto, niños, adolescentes y adultos siguen sin aprender nada pero…. No creo que se vea cuál es el problema. Se levantan voces de conservadorismo pedagógico, llamando al rigor, a la disciplina, a la exigencia, como solución, sin ver, tal vez, que esas voces son análogas a la del planificador socialista que quiere planificar aún más cuando saltan por doquier los desastres de la planificación.
La analogía no es tan difícil. Las notas son análogas a los precios fijados por el planificador socialista o intervencionista. El ser humano, que responde a estímulos e incentivos normales, memoriza lo necesario para obtener el 9 o el 10 necesario, y los que creen en el sistema dicen “aprendió” y colocan el 10, mandan hacer el cuadrito de honor, conceden la beca, y el sistema se retroalimenta. Por supuesto, el aprendizaje implica la memoria, pero no al revés, pero no importa, el sistema está mal estructurado desde la base. De igual modo que el precio fijado por el estado da señales que dispersan aún más el conocimiento limitado (Hayek) las notas dan una ilusión de aprendizaje. Y no hay propiedad porque, si la hubiera, el alumno podría decir “no” a una “propuesta” educativa. Pero no, es un esclavo. Claro que a veces son niños, pero se los educa como esclavos porque se los educa para seguir siendo niños. De vez en cuando algunos alumnos se mueren de stress por la famosa nota o los profesores se angustian por la falta de interés del alumnado, pero no importa, así son las cosas y hay que seguir. De vez en cuando algún alumno quiere salirse del sistema pero el eficaz modo de castigos le pondrá coto o impedirá su creatividad o su genio. De vez en cuando algún profesor querrá salirse del sistema planificado pero algún superior, y no necesariamente el estado, le llamará la atención. El sistema, obviamente, es intrínsecamente corruptor. Todo tipo de engaños y simulaciones sin ideadas para obtener la sacrosanta nota, y profesores y autoridades deben convertirse en policías. Eso los corrompe a ellos pero, fundamentalmente, a todos los seres humanos que desde los 6 hasta los 17 han sido “educados” en cómo burlar un sistema autoritario…. Que ellos perciben como “autoridad”. A esas personas, a las 18, se les dice que deben ser buenos, que no deben ser corruptos, que no deben engañar, que deben hacer una buena opción con su carrera, que deben ser buenos padres….
Hay grupos de personas que no son afectadas por el sistema. Están los que quieren aprender, libremente, y lo hacen y entonces obtienen el 9 o el 10 pero no porque sea eso lo que les interese. Están los genios que estudian lo que quieren y se aburren y sin problema repiten lo que el sistema quiere escuchar. Ninguno de los dos casos refuta al fracaso de la educación formal positivista. Hay también ciertos paradigmas técnicos cuyo manejo requiere memorizar primero y aprender después, o sea, “entrenamiento”. Y están los millones y millones que se han pervertido de por vida, y están los millones y millones de genios creativos a los cuales el sistema aplastó desde el principio. Claro, esa millonaria pérdida no puede ser registrada por el sistema de notas.
Ante esto, qué hacer? Por lo pronto, no desanimarse, porque en ese sistema estamos. Pero aquellos que, y no por el sistema escolar, saben algo de la crítica en Popper, de las condiciones de diálogo en Habermas, del conocimiento disperso en Hayek, del conocimiento tácito en Polanyi, de los horizontes en Gadamer, del pensar no calculante en Heidegger, del diálogo en Buber y Lévinas, del amor a Dios en Sta Teresa y San Juan de la Cruz, todos ellos deben saber que el sistema escolar nada tiene que ver con todo ello. Si tenemos la “mente abierta”, pensemos en esto, que es un drama que hace siglos está matando nichos desconocidos de creatividad. Y si me he equivocado, aquí estoy, abierto a la crítica. Cosa que el sistema formal de enseñanza no alienta ni permite…
[1] Ver su art. “El cuestionamiento de las instituciones escolares” [1974], en IIE, Educación, Ideología y Política, Ediciones de la Revista del Instituto de Investigaciones Educativas, 1975.
[2] Ver su prólogo a Los objetivos de la escuela media, Kapeluz, Buenos Aires, 1980.
[3] Lakatos, I.: La metodología de los programas científicos de investigación, [1965]Alianza, Madrid, 1989.
[4] Zanotti, Gabriel J.: “Los orígenes epistemológicos del estado contemporáneo”, Laissez Faire, (2002), Nro. 16-17.
[5] Feyerabend, P.K.: Tratado contra el método [1975], Tecnos, Madrid, 1981, cap. 18, y Adiós a la Razón, [1981] Tecnos, Madrid, 1992.
[6] Ver Zanotti, Luis J.: La misión de la pedagogía, Columba, Buenos Aires, 1967.
[7] Zanotti, Luis J.: « La desinstitucionalización del sistema educativo”, en IIE, Revista del Instituto de Investigaciones Educativas (1980), nro. 26. La obra completa de Luis Jorge Zanotti se puede encontrar en www.luiszanotti.com.ar
Siempre estuve enfrentado con la educación formal, de un lado o del otro. Como profesor los dolores de cabeza fueron siempre cada vez mayores, especialmente cuanta más conciencia tomaba del tema. En el 2004 me sucedió algo que me marcó (aún quedan secuelas) y por ello escribí “El drama de la educación formal”, un artículo enojado, que no publiqué en ningún lado excepto algunos foros. Va a despertar mucha resistencia; muchos me van a decir que el estilo es poco calmo (tienen razón) y que no hago una contra-propuesta positiva (tienen razón). Lo publico ahora para que sigamos despertándonos. Eso, sólo eso, ya vale la pena.
El segundo, que publiqué on line en un sitio de Eseade que ya no existe (me refiero al sitio) es más calmo y por ello peor. Afirmo sencillamente que el sistema educativo formal es irrecuperable, no funciona, es un imposible intento de educar. No funciona y punto. Lo mismo que Mises afirmó respecto a la socialización de los medios de producción. Es inútil que el sistema educativo nos guste o no, no es cuestión de que el sistema sea estatal o no, o que hagamos “estudiar” más a los chicos, que llamemos a la disciplina, a portarse bien y formar fila: NO funciona. DESPERTARNOS, por ahora, es lo más que podemos hacer. Darnos cuenta de ello.
Por último, una aclaración: rectifico ahora el título del primer artículo. No es la formalidad de la educación (esto es, la escolaridad como tal) lo que no funciona, sino la escolaridad formal “positivista”, esto es, sostenida en la razón instrumental del racionalismo planificador.
Bien, pequeña bombita arrojada, desde mi avión en la estratosfera. Ahora espero los misiles.
Gabriel Zanotti
EL DRAMA DE LA EDUCACIÓN FORMAL.
Por Gabriel J. Zanotti
Buenos Aires, Agosto de 2004.
Hace mucho tiempo que tengo in mente este artículo. Uno de los motivos para retrasarlo fue un obvio escepticismo sobre cualquier resultado práctico de cualquier cosa que podamos decir. Mi padre, Luis Jorge Zanotti, hizo una vez un paneo del “cuestionamiento de las instituciones escolares”[1], y él mismo hizo propuestas de reforma que obviamente cayeron en el olvido[2]. ¿Qué es lo que pasa? Desde Kuhn y Lakatos en adelante, nada de esto debería sorprendernos: los paradigmas tienen la “piel gruesa”[3]. Pero, ¿qué hay de peculiar en este caso?
Mi conjetura es que la educación formal es uno de los hábitos culturales más profundamente afectados por las “creencias” positivistas. Ya en una anterior oportunidad hemos tratado de mostrar la relación entre positivismo y la formación del estado-educador moderno y contemporáneo[4], siguiendo los lineamientos de Feyerabend al respecto[5]. El problema no consiste tanto en el fenómeno de la escolaridad en tanto tal[6], sino en los sistemas de notas, premios, castigos y repetición memorística, a-crítica, de un determinado paradigma, utilizado todo ello con la coacción del estado educador, ya de izquierda, de derecha o del color que fuere, para pintar a los llamados “ciudadanos” (o sea, esclavos culturales) a su imagen y semejanza. De esa creencia es muy difícil librarse, o tomar conciencia de ella, sobre todo porque está unida a la supuesta “protección” que el estado-educador realizaría sobre ciertas personas, consideradas débiles.... Todo ello unido a cierta simbología social que sacraliza, de manera laical, tales cosas: la escuelita, el himno, la bandera.... Hace poco alguien me dijo: ¿y si fundamos un colegio? Mi respuesta, lamentablemente cruel, y me arrepiento por ello, fue: es como si todo el mundo fuera nazi y decimos “¿y si ponemos una barraca nueva donde tratemos mejor a los prisioneros?”
No entraremos nuevamente en lo que tantas veces se da dicho sobre lo atentatorio de todo ello con la libertad de enseñanza; no entraremos nuevamente en el significado, olvidado, de la libertad de enseñanza, tan anulada hoy como en un tiempo lo fue la libertad religiosa; tampoco entraremos otra vez en la ineficacia total del monopolio estatal...[7]
Nuestro tema será otro: ¿por qué nos cuesta tanto tomar conciencia de todo esto? Creo que la respuesta es que no lo pensamos realmente, esto es, que no lo vivimos; que lo que vivimos es una escisión esquizofrénica entre nuestras concepciones filosóficas y nuestras actividades prácticas cotidianas.
Hagamos un paneo sobre ciertos autores.
He allí la obra entera de Karl Popper, sobre el pensamiento crítico, la mutua crítica, el derecho a cuestionar, etc. ¿En qué se traduce todo esto en nuestras actitudes cotidianas en el sistema formal? En nada.
He allí la obra entera de Gadamer: su crítica al racionalismo como reducción de la razón al positivismo, he allí su concepción de los horizontes, como caminos de lo humano, siempre limitados, siempre ensanchables.... ¿Qué tiene que ver la educación formal con todo ello? Nada.
He allí la crítica de Hiedegger a la concepción de conocimiento como depósito de un objeto en un sujeto, he allí su concepción de existencia auténtica, de ser en el mundo, heredera de la noción de mundo de vida de Husserl..... ¿Qué tiene que ver la educación formal con todo ello? Nada.
He allí toda la teoría de la acción comunicativa de Habernas, su distinción entre comunicación y alineación, su condición de “aceptación críticamente motivada” de las condiciones de diálogo del otro.... ¿Qué tiene que ver todo ello con la educación formal? Nada.
He allí toda la filosofía del diálogo, he allí el tú de Buber, el rostro sufriente de Lévinas, la comprensión, la empatía.... ¿Qué tiene que ver todo ello con la educación formal? Nada.
He allí todo el Cristianismo, con su amor, su misericordia, su perdón, la superación de la sola justicia........ ¿Qué tiene que ver todo ello con la educación formal? Nada.
He allí la mística, como camino de santidad: he allí Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Maister Eckhart. He allí que ya no soy yo, sino Cristo que viene en mí, he allí el matrimonio espiritual.... ¿Qué tiene que ver la educación formal con todo ello? Nada.
He allí Kant, con su conmovedor amor al deber, con su crítica insuperable a los premios y castigos, externos a la propia conducta, como fuentes de inmoralidad.... ¿Qué tiene que ver todo ello con la educación formal? Nada.
Podríamos seguir. La pregunta es: ¿qué tiene que ver todo ello con las amenazas, los libros de texto, la memoria no inteligente, la repetición mecánica, los premios y castigos intrínsecamente corruptos y corruptores, amalgama destructiva en la cual se sumerge a los humanos desde los cuatro, cinco o seis años hasta que emergen de la universidad? Nada. Claro, tiene que ver con muchos males (de los que diariamente nos quejamos), pero con la madurez, la sabiduría, la santidad, nada, sencillamente nada.
Cuando la persona quiere aprender, la escolaridad cumple su función. Como la teología y la escolástica cuando hay fe. Si no hay fe, es lamentable, pero no se puede forzar. Si la persona no quiere aprender, no aprenderá. “Aprenderá”, si, a servirse del sistema corruptor, a repetirnos con voz de no me importa nuestra endiosada leccioncita para que nosotros, contentos (¿contentos con qué?) le pongamos un diez, tenga “éxito”, llene su curriculum e integre el cuadrito de honor.
Si, en cambio, la persona tiene fe, esto es, quiere aprender, todo lo demás puede servir. Pizarrón, asientos, orden expositivo, bibliografía: todo será absorbido y vivido libremente por quien quiera aprender. Y quien tenga la valentía existencial de responder a ese llamado (esto es, “enseñar”) sabrá lo que es ser honestamente criticado por alguien que no responde a premios y castigos sino al amor a la verdad...
Lo más terrible de esto, es que quienes enseñan esos autores y todas esas corrientes de pensamiento y sabiduría que nombré, lo hacen muchas veces desde el sistema formal, con premios y castigos, con repeticiones y notas. La contradicción mayor llega a quienes repiten autores que han criticado todo ello, sin ninguna posibilidad de crítica, en tono autoritario y utilizando todos los métodos de tortura del sistema para quienes osen contradecirlos....
Ante esto, ¿qué hacer?
Una opción es salirse del sistema. Muchos lo hacen. Enseñan en sus casas, hacen cursos libres. Todo bien. Puede ser que el estado educador les caiga encima con su control, pero cabe reconocer que mientras sea en la intimidad del hogar y no se cobre, es algo que aún puede hacerse. Pero el sistema formal-estatal aprieta sus tenazas. Hay que obtener el título oficial. Lo otro es muy lindo.... Fue muy lindo. Pasó. No hubo tiempo. Hubo que dejar el taller de literatura dado libremente por un Borges. El sistema formal-estatal no lo reconoce.
Otra opción es que hubiera libertad de enseñanza, esto es, que pudiera ensayarse un sistema sin premios y castigos sin que la regulación estatal lo impida. Pero eso parece el viejo chiste del economista: estamos en una isla, hay latas de conserva cerradas y el economista dice “supongamos que tenemos un abrelatas”. Ok.
La opción que queda es quedarse en el sistema formal y burlar sanamente sus corrupciones intrínsecas. Si, nos enfrentaremos con la incomprensión de casi todos –autoridades, padres, alumnos y colegas- pero se puede. Con paciencia, con cierto humor, asumiendo el papel del medio loco, se puede. Hacer como que tomamos examen. Hacer como que pasamos lista y ponemos notas. Hacer todo eso, sí, pero perdonando sin límites. El que “sabe” (o sea, repite el paradigma, “habla sin hablar”), se saca 10, el que no, 9. El único límite de esto es no engañar a una autoridad a la que hemos prometido cumplir con algo del sistema. Y, mientras, tanto, quedarse allí, en la resistencia activa, en la rebeldía silenciosa, tratando de estimular la creatividad, la crítica, el diálogo, la responsabilidad, la madurez, la autodisciplina....Asumiendo que se rían de nosotros, que nos calumnien, que no nos comprendan. Y, mientras tanto, seguir diciendo que tenemos derecho a la libertad de enseñanza, para que alguna vez, cual viejo mito de la caverna, el prisionero liberado pueda mostrar sin morir lo que es enseñar en libertad.
DE LA IMPOSIBILIDAD DE CÁLCULO ECONÓMICO A LA IMPOSIBILIDAD DE LA EDUCACIÓN FORMAL POSITIVISTA
Por Gabriel Zanotti
Para “Mentes Abiertas”
22-3-2005.
Muchos recuerdan con énfasis el famoso artículo de Mises, luego devenido en uno de sus más importantes libros (“El Socialismo”, de 1922), donde el gran economista austriaco demostraba la imposibilidad de cálculo económico en el socialismo. La argumentación de Mises se concentraba en que, al carecer de precios libres, por carecer de propiedad privada, el socialismo no podía realizar el cálculo de costos y precios indispensable para la economización de recursos. La conclusión general de Mises, desafiante, era esta esencial paradoja: el socialismo pretende planificar y, al hacerlo, desordena. La paradoja de la planificación es que no planifica. El mensaje de Mises, dicho 83 anos atrás, aún no se ha entendido, pues ese extraño fenómeno llamado capitalismo global no es más que el intervencionismo parcial, que es un socialismo parcial que distorsiona permanentemente los precios de mercado.
Hace más de 83 anos, sin embargo, que en otro ámbito, el educativo, pretendemos planificar, con análogos resultados. No me refiero a la educación estatal. Me refiero al sistema de educación planificada con sistema de notas, siendo estas últimas los incentivos básicos del sistema y el eje central del sub-sistema de premios y castigos. Este sistema no es intrínseco a la escolaridad como tal, pero es la costumbre imperante en la educación formal occidental, especialmente después que el positivismo pedagógico tiene su auge a fines del s. XIX. A veces se ha intentado salir de ese sistema; a veces sus riendas son más flojas o no, a veces la humanidad de maestros y profesores le hace de contrapeso pero………. El sistema permanece implacable, ya sea en el sector privado o en el estatal, en todo lugar del mundo donde se pretenda tener un sistema escolar “evolucionado”.
Por supuesto, niños, adolescentes y adultos siguen sin aprender nada pero…. No creo que se vea cuál es el problema. Se levantan voces de conservadorismo pedagógico, llamando al rigor, a la disciplina, a la exigencia, como solución, sin ver, tal vez, que esas voces son análogas a la del planificador socialista que quiere planificar aún más cuando saltan por doquier los desastres de la planificación.
La analogía no es tan difícil. Las notas son análogas a los precios fijados por el planificador socialista o intervencionista. El ser humano, que responde a estímulos e incentivos normales, memoriza lo necesario para obtener el 9 o el 10 necesario, y los que creen en el sistema dicen “aprendió” y colocan el 10, mandan hacer el cuadrito de honor, conceden la beca, y el sistema se retroalimenta. Por supuesto, el aprendizaje implica la memoria, pero no al revés, pero no importa, el sistema está mal estructurado desde la base. De igual modo que el precio fijado por el estado da señales que dispersan aún más el conocimiento limitado (Hayek) las notas dan una ilusión de aprendizaje. Y no hay propiedad porque, si la hubiera, el alumno podría decir “no” a una “propuesta” educativa. Pero no, es un esclavo. Claro que a veces son niños, pero se los educa como esclavos porque se los educa para seguir siendo niños. De vez en cuando algunos alumnos se mueren de stress por la famosa nota o los profesores se angustian por la falta de interés del alumnado, pero no importa, así son las cosas y hay que seguir. De vez en cuando algún alumno quiere salirse del sistema pero el eficaz modo de castigos le pondrá coto o impedirá su creatividad o su genio. De vez en cuando algún profesor querrá salirse del sistema planificado pero algún superior, y no necesariamente el estado, le llamará la atención. El sistema, obviamente, es intrínsecamente corruptor. Todo tipo de engaños y simulaciones sin ideadas para obtener la sacrosanta nota, y profesores y autoridades deben convertirse en policías. Eso los corrompe a ellos pero, fundamentalmente, a todos los seres humanos que desde los 6 hasta los 17 han sido “educados” en cómo burlar un sistema autoritario…. Que ellos perciben como “autoridad”. A esas personas, a las 18, se les dice que deben ser buenos, que no deben ser corruptos, que no deben engañar, que deben hacer una buena opción con su carrera, que deben ser buenos padres….
Hay grupos de personas que no son afectadas por el sistema. Están los que quieren aprender, libremente, y lo hacen y entonces obtienen el 9 o el 10 pero no porque sea eso lo que les interese. Están los genios que estudian lo que quieren y se aburren y sin problema repiten lo que el sistema quiere escuchar. Ninguno de los dos casos refuta al fracaso de la educación formal positivista. Hay también ciertos paradigmas técnicos cuyo manejo requiere memorizar primero y aprender después, o sea, “entrenamiento”. Y están los millones y millones que se han pervertido de por vida, y están los millones y millones de genios creativos a los cuales el sistema aplastó desde el principio. Claro, esa millonaria pérdida no puede ser registrada por el sistema de notas.
Ante esto, qué hacer? Por lo pronto, no desanimarse, porque en ese sistema estamos. Pero aquellos que, y no por el sistema escolar, saben algo de la crítica en Popper, de las condiciones de diálogo en Habermas, del conocimiento disperso en Hayek, del conocimiento tácito en Polanyi, de los horizontes en Gadamer, del pensar no calculante en Heidegger, del diálogo en Buber y Lévinas, del amor a Dios en Sta Teresa y San Juan de la Cruz, todos ellos deben saber que el sistema escolar nada tiene que ver con todo ello. Si tenemos la “mente abierta”, pensemos en esto, que es un drama que hace siglos está matando nichos desconocidos de creatividad. Y si me he equivocado, aquí estoy, abierto a la crítica. Cosa que el sistema formal de enseñanza no alienta ni permite…
[1] Ver su art. “El cuestionamiento de las instituciones escolares” [1974], en IIE, Educación, Ideología y Política, Ediciones de la Revista del Instituto de Investigaciones Educativas, 1975.
[2] Ver su prólogo a Los objetivos de la escuela media, Kapeluz, Buenos Aires, 1980.
[3] Lakatos, I.: La metodología de los programas científicos de investigación, [1965]Alianza, Madrid, 1989.
[4] Zanotti, Gabriel J.: “Los orígenes epistemológicos del estado contemporáneo”, Laissez Faire, (2002), Nro. 16-17.
[5] Feyerabend, P.K.: Tratado contra el método [1975], Tecnos, Madrid, 1981, cap. 18, y Adiós a la Razón, [1981] Tecnos, Madrid, 1992.
[6] Ver Zanotti, Luis J.: La misión de la pedagogía, Columba, Buenos Aires, 1967.
[7] Zanotti, Luis J.: « La desinstitucionalización del sistema educativo”, en IIE, Revista del Instituto de Investigaciones Educativas (1980), nro. 26. La obra completa de Luis Jorge Zanotti se puede encontrar en www.luiszanotti.com.ar
sábado, 16 de febrero de 2008
una pequeña recomendación............
........antes de vernos con el tema principal de este fin de semana. Un abrazo.
http://liberpress.blogspot.com/2008/02/cruces-honran-vctimas-de-castro.html
http://liberpress.blogspot.com/2008/02/cruces-honran-vctimas-de-castro.html
martes, 12 de febrero de 2008
Sobre Le Monde Diplomatique y Benedicto XVI
No pensaba comentar nada hasta el fin de semana pero voy a hacer un comentario "corto": he visto que el último ejemplar de Le Monde Diplomatique en Buenos Aires tiene una nota en la que considera que Benedicto XVI "está en contra de la modernidad", por su última encíclica Spes salvi. Considero que es un error y remito a http://www.institutoacton.com.ar/articulos/gzanotti/artzanotti32.doc
See you all el fin de semana.
See you all el fin de semana.
sábado, 9 de febrero de 2008
Ariel Malvino y Terry Schiavo
Publico hoy dos artículos escritos más o menos hace dos años, sobre dos casos que me preocuparon mucho. Sé que pueden despertar mucha polémica, pero no creo que eso sea negativo, al contrario...... Sobre todo teniendo en cuenta que "cualquiera puede estar en desacuerdo con cualquier cosa que yo diga, incluso, con esto último". Otros esperaban tal vez algo más "filosófico/abstracto": no se preocupen porque de eso hay para rato (ver simplemente la 1ra entrada). Pero no es que los casos concretos me preocupen "también", sino que la filosofía es una reflexión sobre el mundo de la vida (Husserl). Al ser reflexión (actitud teorética) parte de la vida (actitud natural) pero no se queda en ella sino que profundiza la naturaleza de sus diversos aspectos.....
Los artículos están escritos, como dije, hace ya unos dos años más o menos. El de Terry Schiavo lo publiqué on line en una sección del Departamento de Investigaciones de Eseade (que ya no existe) y el de Ariel Malvino no se publicó.
Un abrazo....................
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EL CASO TERRY SCHIAVO
Por Gabriel J. Zanotti
Marzo de 2005.
Son las 15, 30 hora de Guatemala, tal vez una o dos horas más en Florida, y las 18,35 en Argentina. A esta hora, hoy, sábado 26 de de Marzo, parecen haberse acabado las posibilidades judiciales de los padres de Terry Schiavo.
El caso ha despertado pasiones y emociones encontradas. Parece ser difícil razonar en estos casos. Pero lo intentaremos.
Lo que está en juego aquí es el derecho a la vida. Pero el derecho a la vida no se origina en la voluntad arbitraria de nadie, ni siquiera la de uno mismo. Todo derecho se funda en una obligación previa. No me refiero a obligaciones del derecho positivo, como no pasar una luz roja, ni tampoco a obligaciones libremente asumidas, como pagar una deuda. Me refiero a lo que una vez llamé un pagaré originario, una obligación básica con la que todos nacemos, por el sólo hecho de ser personas. Esa obligación consiste en respetar la dignidad humana, que sin necesidad de filosofía del derecho lo sabemos todos al decir a alguien “no me trates como un animal”. De allí se desprenden las obligaciones básicas de justicia, entre las cuales el “no matarás” es una de las más fundamentales.
El “no matarás” es una norma moral negativa que, como tal, no admite excepciones. La vida de un inocente no debe ser quitada bajo ninguna circunstancia. Incluso en la legítima defensa es así, porque allí se aplica la doctrina escolástica del “voluntario indirecto”: el fin directamente intentado nunca debe ser matar, ni como medio para un fin bueno, sino que el fin directamente intentado debe ser defender la propia vida. Si como resultado indirecto, previsto pero no querido, de la acción, surge la muerte del agresor, eso es legítimo pero no porque se lo haya querido matar. Por eso la defensa puede ser “legítima” pero también puede ser desproporcionada y en ese caso injusta.
De ese “no matar” surge el derecho del otro de reclamar ese “no matar” por parte de otra persona. Ese es el derecho a la vida, que, por eso, es absoluto e inalienable.
De lo dicho se desprende que aunque haya buenas intenciones para matar a una persona, como fin directamente intentado, no se debe hacer. El fin no justifica los medios.
Segundo. En este caso se ha hablado mucho de la preservación “artificial” de la vida. Pero, qué es, en lo humano, lo natural y lo artificial? En lo humano, lo natural es lo cultural, y lo cultural implica necesariamente arte-factos. Si una persona tiene una apendicitis aguda que deriva en peritonitis, sólo una operación de urgencia y una buena dosis de antibióticos pueden salvarle la vida. Ese caso, es natural o artificial? La distinción no tiene mucho sentido. En relación al reino animal, toda la medicina humana es artificial. Pero para el ser humano, su medicina es “natural”, ya sea la medicina occidental o la de los hopi.
Por lo tanto, y tercero, es mejor distinguir entre medios proporcionados y desproporcionados para mantener la vida de un paciente. “Proporcionado” implica terapias habituales según el estado actual de la ciencia en tanto el organismo reaccione al tratamiento. Allí sí cabe una referencia al modo “natural” según la biología de un mamífero, de vivir o morir. Hay muchos modos en los cuales termina la vida, biológicamente hablando. Puede haber un paro cardio-respiratorio, puede ser que los riñones dejen de funcionar, puede ser que el hígado deje de funcionar, puede ser que el tronco encefálico haya sido severamente dañado de tal modo que los centros reguladores del corazón y respiración dejen de funcionar, etc. En esos casos, que se presentan en general tras enfermedades hasta ahora incurables o traumas severos, si el paciente o los familiares rechazan terapias nuevas, no del todo experimentadas y-o agresivas para revivir al paciente, que en el mejor de los casos lo llevarán de vuelta a la situación de una enfermedad que hasta ahora es terminal, entonces….No seguir ese tratamiento no es matar al paciente o matarse, sino aceptar la humana condición y los límites de nuestro conocimiento científico. Sólo eso puede ser llamado “morir con dignidad” (aunque pacientes y-o familiares puedan, en esos casos, y sólo en esos casos, aceptar terapias nuevas y-o más agresivas).
Cuarto, se ha hablado mucho en este caso del “derecho a la muerte”; “derecho a morir”, etc. Pero puede haber allí una confusión conceptual. Primero, como vemos, no se trata del caso anterior. Porque in abstracto, y estrictamente hablando no hay derecho al suicidio, lo que hay es un derecho a la “ausencia de coacción” sobre una decisión así, pues obviamente el intento de suicidio debe estar despenalizado. Pero ello no implica que, entonces, el que asiste a un suicida a matarse tenga el derecho de hacerlo. No hay derecho al suicidio asistido, sencillamente porque no se debe matar a un inocente nunca, aunque ésta pida morir. Pero esta línea conceptual parece haberse cruzado, sin límite a la vista. Si hay “derecho a ser ayudado a morir”, dónde quedó la protección jurídica del derecho a la vida? Si alguien está pasando por una depresión, por un momento terrible, o le ha sido diagnosticada una enfermedad incurable, tiene esa persona derecho a pedir y-o exigir a otra que lo mate? Si una persona está físicamente impedida de tomar un arma y dispararse, y le pide a otra que lo haga, el que lo hace, tiene derecho a hacerlo? Si? Si cruzamos ese límite, y la jurisprudencia comienza a decidir que ciertas personas tienen ese derecho según lo que consideren una vida digna en relación al otro, entonces no critiquemos tanto a civilizaciones que descartaban desde el nacimiento a personas discapacitadas.
Por supuesto, y como quinto punto, están las acciones privadas que no perjudican a un tercero. Sobre éstas toda persona tiene derecho a la inmunidad de coacción, y no por el contenido, sino por el derecho a la intimidad. Si en mi propia casa decido pasar la noche rezando o teniendo sexo con una vecina, con consentimiento de esta última, el “derecho a” no es a rezar o a tener sexo con la vecina, sino a la ausencia de coacción en tanto no afecte derechos de terceros. Pero hoy en día hay consenso de que el abuso de menores, por ejemplo, o la violación, no puede ampararse en el derecho a la intimidad, porque aunque se haga de puertas para adentro, hay derechos de terceros afectados. De igual modo, nadie puede invocar el “derecho a morir” para que otro lo mate, aunque sea en la propia casa, porque en ese caso, si el otro accede a realizar una acción cuyo fin directamente intentado sea matar al otro, ese otro es el tercero afectado. Caso que, como vimos, nada tiene que ver con morir en su casa, rodeado del afecto de su familia, cuado la medicina ya nada tiene que hacer. También hay un derecho a la ausencia de coacción si uno decide quedarse en su casa y no ir al hospital; puede estar moralmente mal pero la ley humana no llega a ese caso. También puede darse el caso de que alguien decida salir del hospital por propia voluntad o haya firmado antes una orden de no recusitación si tenía una enfermedad terminal. Pero si no hay nada de eso, el médico está obligado en conciencia a proporcionar el tratamiento habitual y proporcionado, que incluye, claro está, una hidratación y alimentación adecuadas a la condición del enfermo. Ni él ni nadie pueden decidir no actuar como acción directamente dirigida a producir la muerte del enfermo, que ya bastantes razones fisiológicas internas tendrá para morirse. Y ante el delicadísimo tema del dolor, puede haber casos donde haya calmantes cuyo fin directamente intentado sea minimizar el dolor, pero hay que tener cuidado en ese caso que ese sea el fin de la acción.
Nada de lo dicho es un recetario casuístico donde todos los casos puedan ser resueltos con claridad y distinción, pero, es este el caso de Terry Schiavo, y otros, que en cadenas periodísticas “objetivas” aparecen como “casos donde las familias impiden morir dignamente”?
Pues parece que no. Sobre esto, y como punto sexto, se habla mucho de la condición médica de Terry Schiavo, como si a) pudiera haber certeza sobre ello y, b) como si sólo los médicos pudieran hablar y decidir. Sobre a), lamento tener que decir que algunos médicos, aunque sean premios Nóbel en neurología, ignoran el carácter conjetural de las ciencias teoréticas que sostienen a la praxis médica. Hasta ahora hay una conjetura corroborada, que se usa para el caso (muy debatible también) de los trasplantes. Se llama muerte cerebral, una necrosis de las neuronas de la corteza cerebral, de la cual hasta ahora nadie se ha recuperado (porque, hasta ahora, las células nerviosas no se reproducen) y que se observa con una línea plana en los registros de las ondas cerebrales porque, en principio, ya no se emiten.
Pero, es (o era) esa la condición de Terry? Aunque se discuta ad infinitum la diferencia entre PVS (Persistent Vegetative State) y Mnimally Consciuos State, parece que no lo es o no lo era (aunque alguien pueda decir que, claro está, cuando muera de hambre y de sed seguro que su corteza cerebral sufrirá una total necrosis). Pero, curiosamente, en este caso el famoso principio in dubio pro reo parece haberse dejado de aplicar, y lo más curioso es que obviamente no es un reo.
Sobre b, no son los médicos los dueños de la vida y de la muerte, ni los únicos autorizados a opinar. Es una situación que nos puede comprometer a todos, como pacientes o familiares. El médico, a su vez, no puede lavarse las manos diciendo que él informa y los demás opinan, porque no hay “datos” sino “conocimiento disperso”, que es muy distinto. Pero eso ya le costó a Hayek el ostracismo intelectual en su momento.
El punto no es la sonda gástrica o no. Hay catatónicos que durante tiempo indeterminado, y nadie sabe por qué, no parecen tener el más mínimo contacto con el mundo exterior ni parecen escuchar nada, y menos aún hablan, pero se alimentan normalmente con medios habituales, y corazón, riñones, pulmones, hígado y etc. funcionan normalmente. Nadie sabe si escuchan, si sienten, si sufren. Nadie lo sabe. Uno podría dejar de alimentarlos y sería lo mismo que sacarles una sonda. Terry, a su vez, estaba sufriendo antes de que se le sacara la sonda? Nadie lo sabe. Está sufriendo ahora? Siente el hambre y la sed? Claro, tampoco nadie lo sabe, pero puede decirse, como el abogado del esposo de Terry, que nunca se la ha visto más bonita y en paz?
Séptimo, “liberales” y conservadores, en EEUU, han entrado en contradicciones políticas manifiestas. Los “liberals” están alzando ahora su voz contra la intervención indebida del poder ejecutivo y legislativo federal y estadual. Ahora hablan de división de poderes, de límite al poder, etc. Cuando se trata del Welfare Sate, en cambio, que implica la intervención masiva del gobierno federal en materia de seguridad social, salud, educación, etc., todo está bien, y pobre del juez que intente frenarlo.
Los conservadores, a su vez, han intentado intervenir a través de los poderes ejecutivo y legislativo federales y estaduales, pero dicen que han llegado a su límite. Muy bien, pero si sospecharan que alguien tuviera vínculos con Bin Laden, no habría juez que impidiera que el mismo FBI y Ejército norteamericano entero entrara en todas las propiedades privadas y derrumbara todas las puertas, y para colmo no como situación de hecho, sino ahora, de derecho. La coherencia en este caso, si se quiere respetar la autonomía de los poderes y el límite al poder, sería respetar la decisión de los jueces y, al mismo tiempo, eliminar la CIA, Guantánamo, el Welfare State y la misma Reserva Federal.
Pero hay otra contradicción cultural de fondo. Desde fines del siglo XIX, donde los estados decidieron educar para proteger a las personas de su ignorancia, hasta principios de este siglo donde directamente interviene en la cantidad de hamburguesas que alguien come, el “estado científico” tipo novela de 1984 sigue su paso firme a la dominación autoritaria de su bienestar, donde ninguna libertad personal parece quedar en pie… Excepto, claro, la del derecho a la muerte, donde todos parecen hablar nuevamente de libertad. Desde un punto de vista de filosofía del derecho, los derechos individuales no nacen en una arbitraria autonomía de la propia voluntad, sino de la obligación primordial de respetar la dignidad y consiguiente intimidad del otro.
Finalmente, escribimos esto con cierto escepticismo sobre el debate. Esperamos no ser parte del ruido de paradigmas incomunicados, aunque tal vez nuestra esperanza es vana. El tema, al parecer, no se puede discutir. Si uno está en contra del retiro de la sonda, entonces es un fanático religioso. El que está a favor, a su vez, se siente abanderado de la libertad individual (mal entendida, primero, y no respetada en otros ámbitos, segundo). Así no se puede discutir, ni hablar, ni nada. El mundo parece haberse convertido en una babel kuhniana de paradigmas incomunicados.
Pero el que quiere que Terry sea “desconectada” no es un asesino, ni el que no quiere un fanático religioso. Entre ambos grupos hay, sencillamente, paradigmas muy distintos sobre derechos, autonomía de la voluntad, libertad, acción del estado, etc. Cada época parece tener sus “issues” conflictivos, que retrospectivamente se miran como increíbles.
Una sensación de desaliento nos invade, y mientras tanto, alguien, según conjeturas hasta ahora corroboradas, muere, sencillamente, de sed.
Por Gabriel J. Zanotti
Marzo de 2005.
Son las 15, 30 hora de Guatemala, tal vez una o dos horas más en Florida, y las 18,35 en Argentina. A esta hora, hoy, sábado 26 de de Marzo, parecen haberse acabado las posibilidades judiciales de los padres de Terry Schiavo.
El caso ha despertado pasiones y emociones encontradas. Parece ser difícil razonar en estos casos. Pero lo intentaremos.
Lo que está en juego aquí es el derecho a la vida. Pero el derecho a la vida no se origina en la voluntad arbitraria de nadie, ni siquiera la de uno mismo. Todo derecho se funda en una obligación previa. No me refiero a obligaciones del derecho positivo, como no pasar una luz roja, ni tampoco a obligaciones libremente asumidas, como pagar una deuda. Me refiero a lo que una vez llamé un pagaré originario, una obligación básica con la que todos nacemos, por el sólo hecho de ser personas. Esa obligación consiste en respetar la dignidad humana, que sin necesidad de filosofía del derecho lo sabemos todos al decir a alguien “no me trates como un animal”. De allí se desprenden las obligaciones básicas de justicia, entre las cuales el “no matarás” es una de las más fundamentales.
El “no matarás” es una norma moral negativa que, como tal, no admite excepciones. La vida de un inocente no debe ser quitada bajo ninguna circunstancia. Incluso en la legítima defensa es así, porque allí se aplica la doctrina escolástica del “voluntario indirecto”: el fin directamente intentado nunca debe ser matar, ni como medio para un fin bueno, sino que el fin directamente intentado debe ser defender la propia vida. Si como resultado indirecto, previsto pero no querido, de la acción, surge la muerte del agresor, eso es legítimo pero no porque se lo haya querido matar. Por eso la defensa puede ser “legítima” pero también puede ser desproporcionada y en ese caso injusta.
De ese “no matar” surge el derecho del otro de reclamar ese “no matar” por parte de otra persona. Ese es el derecho a la vida, que, por eso, es absoluto e inalienable.
De lo dicho se desprende que aunque haya buenas intenciones para matar a una persona, como fin directamente intentado, no se debe hacer. El fin no justifica los medios.
Segundo. En este caso se ha hablado mucho de la preservación “artificial” de la vida. Pero, qué es, en lo humano, lo natural y lo artificial? En lo humano, lo natural es lo cultural, y lo cultural implica necesariamente arte-factos. Si una persona tiene una apendicitis aguda que deriva en peritonitis, sólo una operación de urgencia y una buena dosis de antibióticos pueden salvarle la vida. Ese caso, es natural o artificial? La distinción no tiene mucho sentido. En relación al reino animal, toda la medicina humana es artificial. Pero para el ser humano, su medicina es “natural”, ya sea la medicina occidental o la de los hopi.
Por lo tanto, y tercero, es mejor distinguir entre medios proporcionados y desproporcionados para mantener la vida de un paciente. “Proporcionado” implica terapias habituales según el estado actual de la ciencia en tanto el organismo reaccione al tratamiento. Allí sí cabe una referencia al modo “natural” según la biología de un mamífero, de vivir o morir. Hay muchos modos en los cuales termina la vida, biológicamente hablando. Puede haber un paro cardio-respiratorio, puede ser que los riñones dejen de funcionar, puede ser que el hígado deje de funcionar, puede ser que el tronco encefálico haya sido severamente dañado de tal modo que los centros reguladores del corazón y respiración dejen de funcionar, etc. En esos casos, que se presentan en general tras enfermedades hasta ahora incurables o traumas severos, si el paciente o los familiares rechazan terapias nuevas, no del todo experimentadas y-o agresivas para revivir al paciente, que en el mejor de los casos lo llevarán de vuelta a la situación de una enfermedad que hasta ahora es terminal, entonces….No seguir ese tratamiento no es matar al paciente o matarse, sino aceptar la humana condición y los límites de nuestro conocimiento científico. Sólo eso puede ser llamado “morir con dignidad” (aunque pacientes y-o familiares puedan, en esos casos, y sólo en esos casos, aceptar terapias nuevas y-o más agresivas).
Cuarto, se ha hablado mucho en este caso del “derecho a la muerte”; “derecho a morir”, etc. Pero puede haber allí una confusión conceptual. Primero, como vemos, no se trata del caso anterior. Porque in abstracto, y estrictamente hablando no hay derecho al suicidio, lo que hay es un derecho a la “ausencia de coacción” sobre una decisión así, pues obviamente el intento de suicidio debe estar despenalizado. Pero ello no implica que, entonces, el que asiste a un suicida a matarse tenga el derecho de hacerlo. No hay derecho al suicidio asistido, sencillamente porque no se debe matar a un inocente nunca, aunque ésta pida morir. Pero esta línea conceptual parece haberse cruzado, sin límite a la vista. Si hay “derecho a ser ayudado a morir”, dónde quedó la protección jurídica del derecho a la vida? Si alguien está pasando por una depresión, por un momento terrible, o le ha sido diagnosticada una enfermedad incurable, tiene esa persona derecho a pedir y-o exigir a otra que lo mate? Si una persona está físicamente impedida de tomar un arma y dispararse, y le pide a otra que lo haga, el que lo hace, tiene derecho a hacerlo? Si? Si cruzamos ese límite, y la jurisprudencia comienza a decidir que ciertas personas tienen ese derecho según lo que consideren una vida digna en relación al otro, entonces no critiquemos tanto a civilizaciones que descartaban desde el nacimiento a personas discapacitadas.
Por supuesto, y como quinto punto, están las acciones privadas que no perjudican a un tercero. Sobre éstas toda persona tiene derecho a la inmunidad de coacción, y no por el contenido, sino por el derecho a la intimidad. Si en mi propia casa decido pasar la noche rezando o teniendo sexo con una vecina, con consentimiento de esta última, el “derecho a” no es a rezar o a tener sexo con la vecina, sino a la ausencia de coacción en tanto no afecte derechos de terceros. Pero hoy en día hay consenso de que el abuso de menores, por ejemplo, o la violación, no puede ampararse en el derecho a la intimidad, porque aunque se haga de puertas para adentro, hay derechos de terceros afectados. De igual modo, nadie puede invocar el “derecho a morir” para que otro lo mate, aunque sea en la propia casa, porque en ese caso, si el otro accede a realizar una acción cuyo fin directamente intentado sea matar al otro, ese otro es el tercero afectado. Caso que, como vimos, nada tiene que ver con morir en su casa, rodeado del afecto de su familia, cuado la medicina ya nada tiene que hacer. También hay un derecho a la ausencia de coacción si uno decide quedarse en su casa y no ir al hospital; puede estar moralmente mal pero la ley humana no llega a ese caso. También puede darse el caso de que alguien decida salir del hospital por propia voluntad o haya firmado antes una orden de no recusitación si tenía una enfermedad terminal. Pero si no hay nada de eso, el médico está obligado en conciencia a proporcionar el tratamiento habitual y proporcionado, que incluye, claro está, una hidratación y alimentación adecuadas a la condición del enfermo. Ni él ni nadie pueden decidir no actuar como acción directamente dirigida a producir la muerte del enfermo, que ya bastantes razones fisiológicas internas tendrá para morirse. Y ante el delicadísimo tema del dolor, puede haber casos donde haya calmantes cuyo fin directamente intentado sea minimizar el dolor, pero hay que tener cuidado en ese caso que ese sea el fin de la acción.
Nada de lo dicho es un recetario casuístico donde todos los casos puedan ser resueltos con claridad y distinción, pero, es este el caso de Terry Schiavo, y otros, que en cadenas periodísticas “objetivas” aparecen como “casos donde las familias impiden morir dignamente”?
Pues parece que no. Sobre esto, y como punto sexto, se habla mucho de la condición médica de Terry Schiavo, como si a) pudiera haber certeza sobre ello y, b) como si sólo los médicos pudieran hablar y decidir. Sobre a), lamento tener que decir que algunos médicos, aunque sean premios Nóbel en neurología, ignoran el carácter conjetural de las ciencias teoréticas que sostienen a la praxis médica. Hasta ahora hay una conjetura corroborada, que se usa para el caso (muy debatible también) de los trasplantes. Se llama muerte cerebral, una necrosis de las neuronas de la corteza cerebral, de la cual hasta ahora nadie se ha recuperado (porque, hasta ahora, las células nerviosas no se reproducen) y que se observa con una línea plana en los registros de las ondas cerebrales porque, en principio, ya no se emiten.
Pero, es (o era) esa la condición de Terry? Aunque se discuta ad infinitum la diferencia entre PVS (Persistent Vegetative State) y Mnimally Consciuos State, parece que no lo es o no lo era (aunque alguien pueda decir que, claro está, cuando muera de hambre y de sed seguro que su corteza cerebral sufrirá una total necrosis). Pero, curiosamente, en este caso el famoso principio in dubio pro reo parece haberse dejado de aplicar, y lo más curioso es que obviamente no es un reo.
Sobre b, no son los médicos los dueños de la vida y de la muerte, ni los únicos autorizados a opinar. Es una situación que nos puede comprometer a todos, como pacientes o familiares. El médico, a su vez, no puede lavarse las manos diciendo que él informa y los demás opinan, porque no hay “datos” sino “conocimiento disperso”, que es muy distinto. Pero eso ya le costó a Hayek el ostracismo intelectual en su momento.
El punto no es la sonda gástrica o no. Hay catatónicos que durante tiempo indeterminado, y nadie sabe por qué, no parecen tener el más mínimo contacto con el mundo exterior ni parecen escuchar nada, y menos aún hablan, pero se alimentan normalmente con medios habituales, y corazón, riñones, pulmones, hígado y etc. funcionan normalmente. Nadie sabe si escuchan, si sienten, si sufren. Nadie lo sabe. Uno podría dejar de alimentarlos y sería lo mismo que sacarles una sonda. Terry, a su vez, estaba sufriendo antes de que se le sacara la sonda? Nadie lo sabe. Está sufriendo ahora? Siente el hambre y la sed? Claro, tampoco nadie lo sabe, pero puede decirse, como el abogado del esposo de Terry, que nunca se la ha visto más bonita y en paz?
Séptimo, “liberales” y conservadores, en EEUU, han entrado en contradicciones políticas manifiestas. Los “liberals” están alzando ahora su voz contra la intervención indebida del poder ejecutivo y legislativo federal y estadual. Ahora hablan de división de poderes, de límite al poder, etc. Cuando se trata del Welfare Sate, en cambio, que implica la intervención masiva del gobierno federal en materia de seguridad social, salud, educación, etc., todo está bien, y pobre del juez que intente frenarlo.
Los conservadores, a su vez, han intentado intervenir a través de los poderes ejecutivo y legislativo federales y estaduales, pero dicen que han llegado a su límite. Muy bien, pero si sospecharan que alguien tuviera vínculos con Bin Laden, no habría juez que impidiera que el mismo FBI y Ejército norteamericano entero entrara en todas las propiedades privadas y derrumbara todas las puertas, y para colmo no como situación de hecho, sino ahora, de derecho. La coherencia en este caso, si se quiere respetar la autonomía de los poderes y el límite al poder, sería respetar la decisión de los jueces y, al mismo tiempo, eliminar la CIA, Guantánamo, el Welfare State y la misma Reserva Federal.
Pero hay otra contradicción cultural de fondo. Desde fines del siglo XIX, donde los estados decidieron educar para proteger a las personas de su ignorancia, hasta principios de este siglo donde directamente interviene en la cantidad de hamburguesas que alguien come, el “estado científico” tipo novela de 1984 sigue su paso firme a la dominación autoritaria de su bienestar, donde ninguna libertad personal parece quedar en pie… Excepto, claro, la del derecho a la muerte, donde todos parecen hablar nuevamente de libertad. Desde un punto de vista de filosofía del derecho, los derechos individuales no nacen en una arbitraria autonomía de la propia voluntad, sino de la obligación primordial de respetar la dignidad y consiguiente intimidad del otro.
Finalmente, escribimos esto con cierto escepticismo sobre el debate. Esperamos no ser parte del ruido de paradigmas incomunicados, aunque tal vez nuestra esperanza es vana. El tema, al parecer, no se puede discutir. Si uno está en contra del retiro de la sonda, entonces es un fanático religioso. El que está a favor, a su vez, se siente abanderado de la libertad individual (mal entendida, primero, y no respetada en otros ámbitos, segundo). Así no se puede discutir, ni hablar, ni nada. El mundo parece haberse convertido en una babel kuhniana de paradigmas incomunicados.
Pero el que quiere que Terry sea “desconectada” no es un asesino, ni el que no quiere un fanático religioso. Entre ambos grupos hay, sencillamente, paradigmas muy distintos sobre derechos, autonomía de la voluntad, libertad, acción del estado, etc. Cada época parece tener sus “issues” conflictivos, que retrospectivamente se miran como increíbles.
Una sensación de desaliento nos invade, y mientras tanto, alguien, según conjeturas hasta ahora corroboradas, muere, sencillamente, de sed.
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¿QUIÈN MATÒ A ARIEL?
No, no tengo el nombre y apellido. A efectos de la tesis que voy a desarrollar, no es relevante.
A lo largo de mi ingenua vida me he llevado algunas sorpresas en lo que se refiere a usos y costumbres juveniles. Tengo 45 años y, como dijo Woody Allen una vez, en Manhattan èramos tan pobres que no tenìamos tiempo de estar deprimidos. No sè si se entenderà la analogía, pero en las dècadas de los 60 y los 70, en una familia comùn y corriente de docentes, habìa cosas que ni siquiera se nos pasaban por la cabeza…
Mi primer sorpresa fue enterarme de que una sobrinita –atenciòn al diminutivo- habìa sido invitada a un “pijama-party” (invitaciòn amablemente declinada por sus padres). Yo simplemente preguntè què era eso y no podìa salir de mi asombro ante la respuesta.
Luego comencè a tener sorpresa tras sorpresa cuando todos los años tuve alumnos del primer año de la universidad. O sea, unas criaturas de apenas 18 o 19 años. Recuerdo mi extrañeza cuando uno de ellos –un varoncito- me dijo que lo que màs làstima le daba eran sus compañeras, tiradas en la calle a la salida del sol, totalmente alcoholizadas y orinàndose encima. Las mismas que en 24 hs iban a tener una clase conmigo sobre hermenèutica y medios de comunicación. Las mismas que con unos ojitos que no revelaban màs de 10 años jugaban a que eran mujeres. Los varoncitos, casi todos igual. Lamento estar haciendo generalizaciones baratas, que podrìan pasar sin embargo por tipos ideales weberianos. No tipos ideales, precisamente.
Entonces me fui enterando de todo. Que varias veces a la semana (cada vez màs) bailaban hasta la salida del sol, con una mùsica estridente que mataba los tìmpanos, con cerveza –y algunas otras cosas, ¿no?- a todo lo que da (como el volumen), con cigarrillo a todo lo que da, y con los agregados que el lector quiera hacer, tambièn a todo lo que da. Algunas mañanas, sobre todo cuando ya daban las 10 am, algunos se me dormìan en clase. Por supuesto, es que mi clase era insoportable. Yo los dejaba dormir. (En serio).
¿Por què? Justamente, la pregunta que no habìa que hacerse. El juicio crìtico ante la masificaciòn, no, eso jamàs. Era curioso que hacia fin de año, cuando habitualmente tocàbamos el tema de la masificaciòn, del no atreverse a ser uno mismo por temor al grupo, algunos ojitos se levantaban de su letargo y por primera vez sentìan que el profesor hablaba de algo que de algún modo los afectaba.
Un mensaje, un peculiar mensaje, me preocupaba y me preocupa. Cuando yo hablaba (siempre personalmente) de los peligros a largo plazo del cigarrillo, el alcohol y el ruido como forma de escapismo (a largo plazo porque esos cuerpitos aùn jóvenes parecìan resistir todo), me miraban extrañados, y habitualmente emergìa una respuesta, con todo candor y sencillez: “…bueno, todavía somos chicos….”. No sè si me explico: de algún modo les habìa llegado un mensaje: que hasta los 30, 30 y pico, “toca” la “joda” (perdòn). Luego “toca” sentar cabeza, y entonces, de repente, como por arte de magia, seràn buenos esposos, buenos padres, seràn esos polìticos incorruptos que la sociedad declama. E incluso les “tocarà” entonces repetir, sin pensarlo mucho, a sus hijos, las mismas y plomìferas advertencias que recibieron ellos en su momento. “Es la ley de la vida”, escuchè una vez.
¿No hay algo extraño allì? Claro que la adolescencia y la juventud es una etapa con relaciones interpersonales y formas de contacto y de entretenimiento que no son las mismas que a los 40 o a los 60. Obviedades, obviedades. Pero….. Alcohol, nicotina (agreguen màs drogas), sordera paulatina, descontrol, borrachera…….. ¿Para después sacar desde allì…….. Què? Hay algo que, como dirìa Santo Tomàs, no tiene “proporción”….
Para colmo, desde los 6 (o antes) hasta los 17 han asistido a un sistema de “enseñanza” donde lo que han aprendido es a memorizar por temor al castigo (no irse de vacaciones, etc) o amor al premio (cuadrito de honor, mejor promedio, etc). Han aprendido todas las formas de burlar al sistema, han “aprendido” a copiarse, a respetar al que màs castiga, a considerar “fácil” la materia donde se castigue menos………. Y la religión ha sido para muchos de ellos una materia màs…….. Otra cosa de la que hay que “zafar”. No, no es que ellos piensen asì. El sistema es asì. Y en medio de eso, la joda. Es Heidegger al revès: una “enseñanza” sistemàtica de la existencia inautèntica.
Claro que hay excepciones, estoy rodeado de ellas. Pero que Popper me perdone, es una cuestión de intuitivas probabilidades. Si cualquier persona que, por excepción, toma de màs, puede tener una conducta irritable, entonces…. Si la cuestión no es la excepción sino la norma (màs todo el “combo cultural” aludido), entonces…….
El que matò a Ariel, un chico comùn y corriente que ahora debe estar asustado y que seguramente sigue sin entender lo que le pasò, recibiò el mensaje. Ahora, la joda. Dale, ahora que sos joven, “divertite” (que ultraconservador que quedò Carlitos Balà: “sanamente y en familia”). La filosofìa y la religión, que podrìan haber sometido a juicio crìtico al mensaje, eran, casi seguro, dos materias màs. El que matò a Ariel, sencillamente, ejecutò el mensaje. Al ejecutar el mensaje, ejecutò a Ariel.
Gabriel Zanotti
4 de Febrero de 2006.
No, no tengo el nombre y apellido. A efectos de la tesis que voy a desarrollar, no es relevante.
A lo largo de mi ingenua vida me he llevado algunas sorpresas en lo que se refiere a usos y costumbres juveniles. Tengo 45 años y, como dijo Woody Allen una vez, en Manhattan èramos tan pobres que no tenìamos tiempo de estar deprimidos. No sè si se entenderà la analogía, pero en las dècadas de los 60 y los 70, en una familia comùn y corriente de docentes, habìa cosas que ni siquiera se nos pasaban por la cabeza…
Mi primer sorpresa fue enterarme de que una sobrinita –atenciòn al diminutivo- habìa sido invitada a un “pijama-party” (invitaciòn amablemente declinada por sus padres). Yo simplemente preguntè què era eso y no podìa salir de mi asombro ante la respuesta.
Luego comencè a tener sorpresa tras sorpresa cuando todos los años tuve alumnos del primer año de la universidad. O sea, unas criaturas de apenas 18 o 19 años. Recuerdo mi extrañeza cuando uno de ellos –un varoncito- me dijo que lo que màs làstima le daba eran sus compañeras, tiradas en la calle a la salida del sol, totalmente alcoholizadas y orinàndose encima. Las mismas que en 24 hs iban a tener una clase conmigo sobre hermenèutica y medios de comunicación. Las mismas que con unos ojitos que no revelaban màs de 10 años jugaban a que eran mujeres. Los varoncitos, casi todos igual. Lamento estar haciendo generalizaciones baratas, que podrìan pasar sin embargo por tipos ideales weberianos. No tipos ideales, precisamente.
Entonces me fui enterando de todo. Que varias veces a la semana (cada vez màs) bailaban hasta la salida del sol, con una mùsica estridente que mataba los tìmpanos, con cerveza –y algunas otras cosas, ¿no?- a todo lo que da (como el volumen), con cigarrillo a todo lo que da, y con los agregados que el lector quiera hacer, tambièn a todo lo que da. Algunas mañanas, sobre todo cuando ya daban las 10 am, algunos se me dormìan en clase. Por supuesto, es que mi clase era insoportable. Yo los dejaba dormir. (En serio).
¿Por què? Justamente, la pregunta que no habìa que hacerse. El juicio crìtico ante la masificaciòn, no, eso jamàs. Era curioso que hacia fin de año, cuando habitualmente tocàbamos el tema de la masificaciòn, del no atreverse a ser uno mismo por temor al grupo, algunos ojitos se levantaban de su letargo y por primera vez sentìan que el profesor hablaba de algo que de algún modo los afectaba.
Un mensaje, un peculiar mensaje, me preocupaba y me preocupa. Cuando yo hablaba (siempre personalmente) de los peligros a largo plazo del cigarrillo, el alcohol y el ruido como forma de escapismo (a largo plazo porque esos cuerpitos aùn jóvenes parecìan resistir todo), me miraban extrañados, y habitualmente emergìa una respuesta, con todo candor y sencillez: “…bueno, todavía somos chicos….”. No sè si me explico: de algún modo les habìa llegado un mensaje: que hasta los 30, 30 y pico, “toca” la “joda” (perdòn). Luego “toca” sentar cabeza, y entonces, de repente, como por arte de magia, seràn buenos esposos, buenos padres, seràn esos polìticos incorruptos que la sociedad declama. E incluso les “tocarà” entonces repetir, sin pensarlo mucho, a sus hijos, las mismas y plomìferas advertencias que recibieron ellos en su momento. “Es la ley de la vida”, escuchè una vez.
¿No hay algo extraño allì? Claro que la adolescencia y la juventud es una etapa con relaciones interpersonales y formas de contacto y de entretenimiento que no son las mismas que a los 40 o a los 60. Obviedades, obviedades. Pero….. Alcohol, nicotina (agreguen màs drogas), sordera paulatina, descontrol, borrachera…….. ¿Para después sacar desde allì…….. Què? Hay algo que, como dirìa Santo Tomàs, no tiene “proporción”….
Para colmo, desde los 6 (o antes) hasta los 17 han asistido a un sistema de “enseñanza” donde lo que han aprendido es a memorizar por temor al castigo (no irse de vacaciones, etc) o amor al premio (cuadrito de honor, mejor promedio, etc). Han aprendido todas las formas de burlar al sistema, han “aprendido” a copiarse, a respetar al que màs castiga, a considerar “fácil” la materia donde se castigue menos………. Y la religión ha sido para muchos de ellos una materia màs…….. Otra cosa de la que hay que “zafar”. No, no es que ellos piensen asì. El sistema es asì. Y en medio de eso, la joda. Es Heidegger al revès: una “enseñanza” sistemàtica de la existencia inautèntica.
Claro que hay excepciones, estoy rodeado de ellas. Pero que Popper me perdone, es una cuestión de intuitivas probabilidades. Si cualquier persona que, por excepción, toma de màs, puede tener una conducta irritable, entonces…. Si la cuestión no es la excepción sino la norma (màs todo el “combo cultural” aludido), entonces…….
El que matò a Ariel, un chico comùn y corriente que ahora debe estar asustado y que seguramente sigue sin entender lo que le pasò, recibiò el mensaje. Ahora, la joda. Dale, ahora que sos joven, “divertite” (que ultraconservador que quedò Carlitos Balà: “sanamente y en familia”). La filosofìa y la religión, que podrìan haber sometido a juicio crìtico al mensaje, eran, casi seguro, dos materias màs. El que matò a Ariel, sencillamente, ejecutò el mensaje. Al ejecutar el mensaje, ejecutò a Ariel.
Gabriel Zanotti
4 de Febrero de 2006.
sábado, 2 de febrero de 2008
LAS CUATRO INTRODUCCIONES A LAS "FILOSOFÍAS PARA....".
FILOSOFÍA PARA NO FILÓSOFOS (1987)
Una de las dificultades más habituales de la filosofía es su imagen para los no filósofos. La filosofía, tan profunda y esencialmente humana, es, sin embargo, considerada frecuentemente como una serie de reflexiones totalmente aparte de los problemas cotidianos de la vida del hombre, presentadas además en un lenguaje complejo e inabordable. Las consideraciones filosóficas que presento en este libro tienen, por consiguiente, la intención de presentar lo esencial de habituales cuestiones filosóficas en el lenguaje más sencillo y accesible que he podido encontrar -en una tensión permanente con la exactitud de la idea que quiero expresar- y, lo que es más difícil, poder mostrar la necesaria relación que tiene la filosofía para con lo más profundo de nuestra vida como seres humanos.
Por supuesto, lo anterior no implica desmerecer, de ningún modo, la necesaria complejidad que encierra un estudio profundo de la filosofía en cuanto a sus problemas, terminología e historia, y también en cuanto a una posición asumida y defendida en la solución de un determinado problema. Toda disciplina seriamente estudiada tiene su rigor y complejidad. En mi caso, varias veces he encarado determinados estudios con ese rigor cuando ha sido necesario. Pero eso no significa que no sean necesarios trabajos de divulgación filosófica, para acercar nuestra disciplina a aquellos que la sienten totalmente alejada de sus vidas, y para despertar alguna vocación escondida que todavía no ha tenido la oportunidad de encontrarse a sí misma.
Antes de concluir, quisiera decir algo a mis colegas. Primero, que no les será complejo descubrir cuál ha sido mi formación filosófica, si leen estas páginas, aunque tal vez no acierten en la terminología que utilicen para “designarme”. Y segundo, que espero, en los años venideros, ir conformando el conjunto de meditaciones filosóficas donde se trate detenidamente lo que aquí explicamos en forma introductoria.
Comencemos pues nuestra visita al mundo de la filosofía, con la esperanza de facilitar el acceso de todos los hombres a la búsqueda honesta de la verdad.
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FILOSOFÍA PARA LOS AMANTES DEL CINE (Escrito en 1992, publicado en 1996).
Mi nombre es Gabriel Zanotti y soy profesor de filosofía. ¿Es todo? Bueno, digamos que es lo más esencial que te puedo decir de mí mismo.
Los profesores de filosofía luchamos permanentemente contra la falta de ejemplos, que en nuestra profesión son fundamentales. Por eso me he decidido a escribir este libro: para difundir lo esencial de la filosofía por medio de ejemplos que seguramente conoces. Esos ejemplos son las películas cinematográficas. Seguramente te gusta el cine. A mi, todo lo audiovisual me fascina, aunque no tenga mucho tiempo para ir al cine muy seguido.
Este no es, por lo tanto, un libro sobre el cine, o sobre una filosofía del cine. Es un libro de divulgación filosófica que utiliza al cine como instrumento.
Me preguntarás qué tipo de filosofía trato de explicar en este libro. Muy sencillo: aquella que, en mi opinión, considero verdadera. Pero entonces, ¿es que quiero "imponer" mi opinión? De ningún modo. Tú puedes pensar como quieras. Yo, simplemente, te explico mi opinión y dialogo con vos. Eso, sencillamente eso, es enseñar.
Este no es, pues, un resumen de la historia de la filosofía. Es una introducción básica a aquellas verdades, pocas pero fundamentales, directamente relacionadas con lo más profundo de la vida humana. Verás desde el principio que yo tengo una concepción "medicinal" de la filosofía. No te enseñaré una serie de términos insólitos que nada tienen que ver con tu vida concreta. Al contrario, trataré de plantearte cuestiones que se relacionen con lo más importante de tu existencia. Eso, además, es parte de la esencia de la filosofía: las cuestiones básicas y fundantes de la vida humana.
Una pequeña sugerencia: lee, si puedes, los comentarios en el orden en que están planteados. Cada comentario contiene elementos que serán utilizados en el posterior.
A mis colegas quiero pedirles que me disculpen si en algún momento no he solucionado del todo bien la tensión entre la exactitud de la frase y las exigencias didácticas. Téngase eso en cuenta sobre todo para el primer comentario, donde explico las cuestiones ontológicas fundamentales. Un tratamiento más específico del tema exigiría muchas más precisiones sobre el término "existir". Para ello me remito al libro del Raúl Echauri, Esencia y Existencia (Cudes, Buenos Aires, 1990).
Sé que habrá seguramente muchos desacuerdos con mis comentarios, no sólo filosóficos, sino también en cuanto a las diversas interpretaciones que una misma película puede plantear. Pero todos deberíamos saber dialogar un poco más entre nosotros, como parte de nuestro natural proceso de mutuo aprendizaje. Eso es parte, también, de la esencia de la filosofía y de su estudio.
Espero que estos comentarios ayuden a muchas personas a descubrirse como filósofas, y, sobre todo, difunda una concepción de la filosofía donde ésta se encuentre en íntima unión con los problemas humanos más profundos, esenciales y cotidianos.
Las luces se apagan. Ya se encendió el proyector. A la salida nos vemos.
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FILOSOFÍA PARA FILÓSOFOS (2003)
Este libro tiene su origen en un curso de filosofìa escrito para los alumnos de la Maestrìa en Economía de la Universidad Francisco Marroquín en convenio con Corporatet Training.* El texto es casi el mismo, con algunas leves modificaciones; sobre todo, se han modificado algunos ejemplos que eran directamente dirigidos a lectores muy específicos*.
Sin embargo, no es un curso de filosofìa para no filósofos, y es eso lo que quisiera explicar en esta introducción.
En primer lugar, ya no pienso que la filosofìa sea fácil o difícil, o que pueda hacerse fácil desde un punto de vista didáctico. La filosofìa no es fácil ni difícil: es un hàbito intelectual, un modo de preguntarse las cosas que, como todo hàbito, es complicado al principio, y menos después. Y digo menos después porque la radical profundidad de los cuestionamientos filosóficos implica siempre la penetración de un horizonte y su consiguiente ampliación, al lado de la cual la filosofìa es siempre un comenzar.
En segundo lugar, no he pretendido de ningún modo escribir una historia de la filosofìa, y menos aùn fácil y sencilla. Lo que sì he pretendido es mostrar al lector el sentido que para mì tiene la historia de la filosofìa, sentido a partir del cual se entienden fechas y nombres que siempre se pueden ampliar, pero que siempre quedaràn en una nebulosa de misterio mientras no se explique nuestra interpretación de la historia de la filosofìa. En ese sentido, he pretendido que el lector se vea conducido como en un rìo, a cuya vera se abran permanentemente caminos a los cuales se puede entrar, pero sabiendo ya su sentido dentro del recorrido global. En ese sentido, este curso es sencillamente mi interpretaciòn de la historia de la filosofìa, interpretación falible, obviamente, pero sin la cual la historia de la filosofìa es cualquier cosa excepto filosofìa.
Ahora bien, esa interpretación, que yo presento aquì, es una interpretación donde filosofìa y vida humana son casi lo mismo: la filosofìa es la vida humana tomada en serio. En ese sentido, hablo a todos: a los filósofos que creen que lo suyo no tiene nada que ver con la existencia cotidiana y a las personas que, debido tal vez a lo anterior, piensan que la filosofìa no tiene nada que hacer en sus vidas. Por eso este libro es una filosofìa para filósofos. Filósofos, esto es, todas las personas que se pregunten en serio por el sentido de sus vidas; filósofos, esto es, aquellos que han hecho la carrera de filosofìa, que se pregunten por lo mismo y que quieran saber cuàl es mi personal interpretación de una historia que de algún modo ya han recorrido.
A los primeros tengo para decirles algo muy parecido a lo que digo en el capìtulo uno. Que la filosofìa es un camino abierto a todos; que no importa si es fácil o difícil, lo importante es que es densa y profunda, y lo es porque tiene que ver con lo esencial de toda vida humana. Como dije otra vez, estamos como en un aviòn, en el cual hemos nacido y no sabemos cuàndo y de dònde despegò, y dònde va a aterrizar. Esa es nuestra vida. La filosofìa es preguntarse: ¿de dònde viene este aviòn? ¿Por què estoy en èl? Alguien puede considerarse “no filòsofo” porque cree que esas preguntas no le preocupan, pero apenas se de cuenta de lo contrario, se descubrirà como filòsofo. A partir de allì, la filosofìa es un camino abierto que no es externo a la vida humana sino que constituye la pregunta por el origen ùltimo de nuestra existencia. Y entonces es un camino apasionante, vital, y, fundamentalmente, humano. ¿Què importa que sea difícil o fácil? Es, sencillamente, tan denso como la cuerda que sostiene la existencia frente al abismo de la nada, del sin sentido....
A los primeros y a los segundos quiero decirles que, para mì, la filosofìa es la historia de la metafísica. Es la historia de las idas y venidas de la misma pregunta: Dios. Es la historia de los altibajos, de los entusiasmos, de los optimismos y de los agotamientos frente a la misma cuestión. Que en el cap. 9 descrubriàn que, para mi, la existencia humana, esa existencia de la que habla Heidegger, ese mundo vital del que habla Husserl, esos “horizontes” de Gadamer, ese lenguaje ordinario de Wittgenstein, ese “realismo natural” de Putnam, es el camino del redescubrimiento de una metafísica que pueda retomar nuevamente su pregunta fundamental, luego del agotamiento post-kantiano en el que queda sumida la filosofìa como consecuencia del problema de la representación tìpico del s. XVII. Por eso es esta una filosofìa para filósofos: porque tengo mucho que decir a mis colegas, y porque quiero decir a quienes no se consideren mis colegas que sì, que lo son, apenas descubran que esos nombres raros son un medio para que la vida de todos los dìas tenga sentido; apenas descubran que un filòsofo alejado de la vida es un filòsofo alejado de la filosofìa; apenas descubran que una vida honesta y bondadosa es una vida màs filosófica que cualquier supuesto sabio aplastado y muerto por el propio peso de su soberbia.
Y a todos quiero decir quièn soy. Norma básica de la ètica del discurso –tema fundamental de la filosofìa actual- es que el destinatario de un mensaje sepa quièn le habla, desde què horizonte el hablante està interpretando las cosas. En cierto sentido, ya lo dije, pero quiero agregar que yo me formè en el màs estricto tomismo dominico. Sigo amando y admirando entrañablemente a Santo Tomàs, como se podrà ver por el capìtulo 4, y adhiero cada vez más al núcleo central de su metafísica. Pero me siento alejados de aquellos que, basados en esa metafísica, consideran que la historia de la filosofìa, a partir del s. XIV, es la historia de un desvarìo sin sentido, y, como se puede ver por el capìtulo cinco y siguientes, yo pienso que no es asì. Y tambièn me siento muy solo en medio de tendencias ya positivistas, ya postmodernas, que se retroalimentan mutuamente con un profundo odio en comùn: el odio a una metafísica racional. O sea que me siento solo en medio de filósofos que odian. Personas que, formados en paradigmas muy especializados (donde està siempre el gran autor, los grandes comentaristas y, del otro lado, los tontos que piensan diferente), odian, consiguientemente, todo lo que no es su propio paradigma. Si la metafísica tiene un renacer, lo tendrà a partir del diàlogo entre horizontes hasta ahora incomunicados. Ese es el futuro que yo le veo a la filosofìa del s. XXI.
Por eso los “no filósofos”, esto es, los que “creen” que no lo son porque “no saben” tienen una peculiar atracción para mi: por su humildad, que los hace, ipso facto, excelentes filósofos. Si algún “no filòsofo” cierra las pàginas de este libro y sueña con dedicarse a la filosofìa sin odiar a nadie, uno de los objetivos de este curso se habrà cumplido....
Concluyo. ¡Habrìa tanto màs para decir y aclarar! Pero nunca se puede aclarar todo. Que sea el diàlogo el que siga hablando. Que los filósofos se descubran como humanos y que todas las personas se descubran como filòsofas. Y que la filosofìa tenga un renacer.
Gabriel J. Zanotti
Guatemala, Abril de 2003.
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FILOSOFÍA PARA MÍ (2007).
Este es mi cuarto libro de filosofìa en tanto filosofìa. Los tres anteriores, aunque muy diferentes entre sì, tienen una caracterìstica en comùn: estàn escritos para todos. Estàn escritos con la intenciòn de presentar a la filosofìa como un camino abierto a todos, despertando al filòsofo que habita en cada ser humano.
Al primero lo llamè “filosofìa para no filòsofos”, y su intenciòn didàctica era obvia. Allì intentè que la filosofìa fuera “fácil”. Hoy no lo intento màs: la filosofìa no es fácil ni difícil, es un hàbito, y, como todo hàbito, difícil al principio, fácil después.
El segundo fue “para los amantes del cine”. Era casi lo mismo que el primero pero usaba a las películas como fuentes de ejemplos. Hoy considero que el cine es una privilegiada forma de relato de mundos de vida, y, por ende, un privilegiado lugar donde ejercer la actitud teorètica esencial a la filosofìa. Dios me de fuerzas para escribir una segunda parte.
El tercero fue “para filòsofos”: allì me dirigìa a todo ser humano, porque todo ser humano es filòsofo (aunque tiene que des-cubrirlo) y a los “filòsofos”, dicièndoles algunas cositas, y tratando de hacer una hermenèutica global de la historia de la filosofìa occidental.
Y este cuarto libro, ¿què es? No es una introducción, en la filosofìa uno no se introduce, uno se sumerge. Es para “no filòsofos” en tanto no es un ensayo para ser publicado en una revista especializada, pero es para filòsofos porque tambièn les hablo a ellos. Me parece que este libro es un retrato de mis inquietudes filosòficas, hoy, màs profundas: la uniòn entre filosofìa y vida, la filosofìa de las ciencias naturales y sociales, la hermenèutica, el lenguaje, el sentido de la existencia humana, y todo ello en diàlogo con los temas clàsicos de siempre: la libertad, el alma, Dios. El estilo del libro revela una vuelta hacia cierta forma analìtica de exposición, mezclada abruptamente con analogías y simbolismos màs hermenèuticos. O sea, el libro refleja mi estado filosòfico actual: parece haber sido escrito para decirme a mì mismo dònde estoy hoy, filosóficamente hablando (dejando de lado mi vida de astronauta existencial, donde estoy todo el dìa en la luna). Por eso es “para mì”. Pero, como siempre, es un yo que se dirige a un tù, con la esperanza, permanente esperanza, de despertar en el otro su conciencia teorètica, con la esperanza de dialogar con el otro en un intercambio de bien y verdad. Una esperanza permanente en mi existencia. De allì el subtìtulo.
Por eso, como intento, a pesar de todo, ser altruista, quiero advertir a mi lector de ciertas cosas. En el segundo capìtulo pongo en duda a la diosa ciencia y me niego, por ende, a dar culto al emperador. Por favor, no es con intenciòn de daño.
En el tercer capìtulo digo algo, sistemáticamente, que hasta ahora no he dicho, aunque estaba pre-anunciado en otros escritos “màs tècnicos”. Si, lo relaciono con mi visiòn del mundo social, pero la intenciòn no es polìtica, sino epistemològica.
En los capìtulos cuarto y quinto manifiesto mi “in-sistencia”, o, mejor dicho, “re-sistencia” en que la filosofìa tiene aùn algo que decir sobre el libre albedrío y la relaciòn alma-cuerpo. El estilo se vuelve màs analìtico y pongo en diàlogo a Santo Tomàs, a Popper, a Putnam. Que todos ellos me perdonen, y el lector tambièn.
Los capìtulos que siguen son una expresión de uno de mis entusiasmos actuales màs importantes: conocer es entender, entender es interpretar, interpretar es habitar un mundo, un mundo de vida “hablado” (lenguaje). Sì, allì estaràn Husserl, Gadamer, Heidegger, Wittgenstein, en armonìa con lo anterior. Perdòn la audacia. Pero ese soy yo. Es un libro egoísta a pesar de todo J.
Pero, como si esto fuera poco, los dos capìtulos finales son desconcertantes. Que Dios me los perdone, y que los lectores me perdonen (no extiendo este pedido de misericordia a mis colegas porque ellos, habitualmente, no perdonan). Cuando terminen de leer el capìtulo sobre Dios me diràn, ¿y? Nunca mejor dicho, Dios sabrà. No me queda, ahora, màs que citar a mi querido Woody Allen: “…le preguntè al rabino el sentido de la existencia………… El rabino me dijo el sentido de la existencia….. Pero me lo dijo en hebreo………. Yo no sè hebreo” (Zelig). Por eso digo: sigo estando de acuerdo con Santo Tomàs en su pregunta (utrum Deus sit) y en su respuesta, pregunta que era posterior a otra (utrum Deum esse sit demostrabile), que no era ninguna conversación con ningún agnòstico. Pero, ¿de què estoy hablando? ¡Pues no sè! ¿Còmo voy a saberlo, si estoy hablando de Dios?
Perdòn. Si, perdòn en serio. Aquì hay que pensar. Y a fondo. Està comprometida la raìz de nuestra existenca, el sentido de la vida. No queda màs que la fortaleza del humor, no queda màs que cierto (aliquo modo) silencio.
Pero este silencio es para tì, estimado lector. Por eso, espero haber escrito… Algo altruista, a pesar de mì J.
Gabriel J. Zanotti
Buenos Aires, Noviembre de 2006.
* Ellos fueron: J.F.Aldana, C. Alvarez, E. Aragón, F. Bauer, F. Cifuentes, J.L.Contreras, R. Gracioso, C. Lòpez, A. Martìnez, G. Meléndez, M.A.Monterroso, O. Niño, R. Pappa, R. Parellada, A. Rivas, Y. Sandoval, V. Spross, I. Praun. A todos ellos, mi màs profundo agradecimiento por la humildad que me enseñaron.
* Una lectora muy especìfica fue mi esposa, Marcela, quien leyò cada uno de los capítulos apenas los terminaba de escribir, revisò su estilo y cuidò permanentemente el carácter existencial de la filosofìa que quise transmitir.
Una de las dificultades más habituales de la filosofía es su imagen para los no filósofos. La filosofía, tan profunda y esencialmente humana, es, sin embargo, considerada frecuentemente como una serie de reflexiones totalmente aparte de los problemas cotidianos de la vida del hombre, presentadas además en un lenguaje complejo e inabordable. Las consideraciones filosóficas que presento en este libro tienen, por consiguiente, la intención de presentar lo esencial de habituales cuestiones filosóficas en el lenguaje más sencillo y accesible que he podido encontrar -en una tensión permanente con la exactitud de la idea que quiero expresar- y, lo que es más difícil, poder mostrar la necesaria relación que tiene la filosofía para con lo más profundo de nuestra vida como seres humanos.
Por supuesto, lo anterior no implica desmerecer, de ningún modo, la necesaria complejidad que encierra un estudio profundo de la filosofía en cuanto a sus problemas, terminología e historia, y también en cuanto a una posición asumida y defendida en la solución de un determinado problema. Toda disciplina seriamente estudiada tiene su rigor y complejidad. En mi caso, varias veces he encarado determinados estudios con ese rigor cuando ha sido necesario. Pero eso no significa que no sean necesarios trabajos de divulgación filosófica, para acercar nuestra disciplina a aquellos que la sienten totalmente alejada de sus vidas, y para despertar alguna vocación escondida que todavía no ha tenido la oportunidad de encontrarse a sí misma.
Antes de concluir, quisiera decir algo a mis colegas. Primero, que no les será complejo descubrir cuál ha sido mi formación filosófica, si leen estas páginas, aunque tal vez no acierten en la terminología que utilicen para “designarme”. Y segundo, que espero, en los años venideros, ir conformando el conjunto de meditaciones filosóficas donde se trate detenidamente lo que aquí explicamos en forma introductoria.
Comencemos pues nuestra visita al mundo de la filosofía, con la esperanza de facilitar el acceso de todos los hombres a la búsqueda honesta de la verdad.
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FILOSOFÍA PARA LOS AMANTES DEL CINE (Escrito en 1992, publicado en 1996).
Mi nombre es Gabriel Zanotti y soy profesor de filosofía. ¿Es todo? Bueno, digamos que es lo más esencial que te puedo decir de mí mismo.
Los profesores de filosofía luchamos permanentemente contra la falta de ejemplos, que en nuestra profesión son fundamentales. Por eso me he decidido a escribir este libro: para difundir lo esencial de la filosofía por medio de ejemplos que seguramente conoces. Esos ejemplos son las películas cinematográficas. Seguramente te gusta el cine. A mi, todo lo audiovisual me fascina, aunque no tenga mucho tiempo para ir al cine muy seguido.
Este no es, por lo tanto, un libro sobre el cine, o sobre una filosofía del cine. Es un libro de divulgación filosófica que utiliza al cine como instrumento.
Me preguntarás qué tipo de filosofía trato de explicar en este libro. Muy sencillo: aquella que, en mi opinión, considero verdadera. Pero entonces, ¿es que quiero "imponer" mi opinión? De ningún modo. Tú puedes pensar como quieras. Yo, simplemente, te explico mi opinión y dialogo con vos. Eso, sencillamente eso, es enseñar.
Este no es, pues, un resumen de la historia de la filosofía. Es una introducción básica a aquellas verdades, pocas pero fundamentales, directamente relacionadas con lo más profundo de la vida humana. Verás desde el principio que yo tengo una concepción "medicinal" de la filosofía. No te enseñaré una serie de términos insólitos que nada tienen que ver con tu vida concreta. Al contrario, trataré de plantearte cuestiones que se relacionen con lo más importante de tu existencia. Eso, además, es parte de la esencia de la filosofía: las cuestiones básicas y fundantes de la vida humana.
Una pequeña sugerencia: lee, si puedes, los comentarios en el orden en que están planteados. Cada comentario contiene elementos que serán utilizados en el posterior.
A mis colegas quiero pedirles que me disculpen si en algún momento no he solucionado del todo bien la tensión entre la exactitud de la frase y las exigencias didácticas. Téngase eso en cuenta sobre todo para el primer comentario, donde explico las cuestiones ontológicas fundamentales. Un tratamiento más específico del tema exigiría muchas más precisiones sobre el término "existir". Para ello me remito al libro del Raúl Echauri, Esencia y Existencia (Cudes, Buenos Aires, 1990).
Sé que habrá seguramente muchos desacuerdos con mis comentarios, no sólo filosóficos, sino también en cuanto a las diversas interpretaciones que una misma película puede plantear. Pero todos deberíamos saber dialogar un poco más entre nosotros, como parte de nuestro natural proceso de mutuo aprendizaje. Eso es parte, también, de la esencia de la filosofía y de su estudio.
Espero que estos comentarios ayuden a muchas personas a descubrirse como filósofas, y, sobre todo, difunda una concepción de la filosofía donde ésta se encuentre en íntima unión con los problemas humanos más profundos, esenciales y cotidianos.
Las luces se apagan. Ya se encendió el proyector. A la salida nos vemos.
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FILOSOFÍA PARA FILÓSOFOS (2003)
Este libro tiene su origen en un curso de filosofìa escrito para los alumnos de la Maestrìa en Economía de la Universidad Francisco Marroquín en convenio con Corporatet Training.* El texto es casi el mismo, con algunas leves modificaciones; sobre todo, se han modificado algunos ejemplos que eran directamente dirigidos a lectores muy específicos*.
Sin embargo, no es un curso de filosofìa para no filósofos, y es eso lo que quisiera explicar en esta introducción.
En primer lugar, ya no pienso que la filosofìa sea fácil o difícil, o que pueda hacerse fácil desde un punto de vista didáctico. La filosofìa no es fácil ni difícil: es un hàbito intelectual, un modo de preguntarse las cosas que, como todo hàbito, es complicado al principio, y menos después. Y digo menos después porque la radical profundidad de los cuestionamientos filosóficos implica siempre la penetración de un horizonte y su consiguiente ampliación, al lado de la cual la filosofìa es siempre un comenzar.
En segundo lugar, no he pretendido de ningún modo escribir una historia de la filosofìa, y menos aùn fácil y sencilla. Lo que sì he pretendido es mostrar al lector el sentido que para mì tiene la historia de la filosofìa, sentido a partir del cual se entienden fechas y nombres que siempre se pueden ampliar, pero que siempre quedaràn en una nebulosa de misterio mientras no se explique nuestra interpretación de la historia de la filosofìa. En ese sentido, he pretendido que el lector se vea conducido como en un rìo, a cuya vera se abran permanentemente caminos a los cuales se puede entrar, pero sabiendo ya su sentido dentro del recorrido global. En ese sentido, este curso es sencillamente mi interpretaciòn de la historia de la filosofìa, interpretación falible, obviamente, pero sin la cual la historia de la filosofìa es cualquier cosa excepto filosofìa.
Ahora bien, esa interpretación, que yo presento aquì, es una interpretación donde filosofìa y vida humana son casi lo mismo: la filosofìa es la vida humana tomada en serio. En ese sentido, hablo a todos: a los filósofos que creen que lo suyo no tiene nada que ver con la existencia cotidiana y a las personas que, debido tal vez a lo anterior, piensan que la filosofìa no tiene nada que hacer en sus vidas. Por eso este libro es una filosofìa para filósofos. Filósofos, esto es, todas las personas que se pregunten en serio por el sentido de sus vidas; filósofos, esto es, aquellos que han hecho la carrera de filosofìa, que se pregunten por lo mismo y que quieran saber cuàl es mi personal interpretación de una historia que de algún modo ya han recorrido.
A los primeros tengo para decirles algo muy parecido a lo que digo en el capìtulo uno. Que la filosofìa es un camino abierto a todos; que no importa si es fácil o difícil, lo importante es que es densa y profunda, y lo es porque tiene que ver con lo esencial de toda vida humana. Como dije otra vez, estamos como en un aviòn, en el cual hemos nacido y no sabemos cuàndo y de dònde despegò, y dònde va a aterrizar. Esa es nuestra vida. La filosofìa es preguntarse: ¿de dònde viene este aviòn? ¿Por què estoy en èl? Alguien puede considerarse “no filòsofo” porque cree que esas preguntas no le preocupan, pero apenas se de cuenta de lo contrario, se descubrirà como filòsofo. A partir de allì, la filosofìa es un camino abierto que no es externo a la vida humana sino que constituye la pregunta por el origen ùltimo de nuestra existencia. Y entonces es un camino apasionante, vital, y, fundamentalmente, humano. ¿Què importa que sea difícil o fácil? Es, sencillamente, tan denso como la cuerda que sostiene la existencia frente al abismo de la nada, del sin sentido....
A los primeros y a los segundos quiero decirles que, para mì, la filosofìa es la historia de la metafísica. Es la historia de las idas y venidas de la misma pregunta: Dios. Es la historia de los altibajos, de los entusiasmos, de los optimismos y de los agotamientos frente a la misma cuestión. Que en el cap. 9 descrubriàn que, para mi, la existencia humana, esa existencia de la que habla Heidegger, ese mundo vital del que habla Husserl, esos “horizontes” de Gadamer, ese lenguaje ordinario de Wittgenstein, ese “realismo natural” de Putnam, es el camino del redescubrimiento de una metafísica que pueda retomar nuevamente su pregunta fundamental, luego del agotamiento post-kantiano en el que queda sumida la filosofìa como consecuencia del problema de la representación tìpico del s. XVII. Por eso es esta una filosofìa para filósofos: porque tengo mucho que decir a mis colegas, y porque quiero decir a quienes no se consideren mis colegas que sì, que lo son, apenas descubran que esos nombres raros son un medio para que la vida de todos los dìas tenga sentido; apenas descubran que un filòsofo alejado de la vida es un filòsofo alejado de la filosofìa; apenas descubran que una vida honesta y bondadosa es una vida màs filosófica que cualquier supuesto sabio aplastado y muerto por el propio peso de su soberbia.
Y a todos quiero decir quièn soy. Norma básica de la ètica del discurso –tema fundamental de la filosofìa actual- es que el destinatario de un mensaje sepa quièn le habla, desde què horizonte el hablante està interpretando las cosas. En cierto sentido, ya lo dije, pero quiero agregar que yo me formè en el màs estricto tomismo dominico. Sigo amando y admirando entrañablemente a Santo Tomàs, como se podrà ver por el capìtulo 4, y adhiero cada vez más al núcleo central de su metafísica. Pero me siento alejados de aquellos que, basados en esa metafísica, consideran que la historia de la filosofìa, a partir del s. XIV, es la historia de un desvarìo sin sentido, y, como se puede ver por el capìtulo cinco y siguientes, yo pienso que no es asì. Y tambièn me siento muy solo en medio de tendencias ya positivistas, ya postmodernas, que se retroalimentan mutuamente con un profundo odio en comùn: el odio a una metafísica racional. O sea que me siento solo en medio de filósofos que odian. Personas que, formados en paradigmas muy especializados (donde està siempre el gran autor, los grandes comentaristas y, del otro lado, los tontos que piensan diferente), odian, consiguientemente, todo lo que no es su propio paradigma. Si la metafísica tiene un renacer, lo tendrà a partir del diàlogo entre horizontes hasta ahora incomunicados. Ese es el futuro que yo le veo a la filosofìa del s. XXI.
Por eso los “no filósofos”, esto es, los que “creen” que no lo son porque “no saben” tienen una peculiar atracción para mi: por su humildad, que los hace, ipso facto, excelentes filósofos. Si algún “no filòsofo” cierra las pàginas de este libro y sueña con dedicarse a la filosofìa sin odiar a nadie, uno de los objetivos de este curso se habrà cumplido....
Concluyo. ¡Habrìa tanto màs para decir y aclarar! Pero nunca se puede aclarar todo. Que sea el diàlogo el que siga hablando. Que los filósofos se descubran como humanos y que todas las personas se descubran como filòsofas. Y que la filosofìa tenga un renacer.
Gabriel J. Zanotti
Guatemala, Abril de 2003.
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FILOSOFÍA PARA MÍ (2007).
Este es mi cuarto libro de filosofìa en tanto filosofìa. Los tres anteriores, aunque muy diferentes entre sì, tienen una caracterìstica en comùn: estàn escritos para todos. Estàn escritos con la intenciòn de presentar a la filosofìa como un camino abierto a todos, despertando al filòsofo que habita en cada ser humano.
Al primero lo llamè “filosofìa para no filòsofos”, y su intenciòn didàctica era obvia. Allì intentè que la filosofìa fuera “fácil”. Hoy no lo intento màs: la filosofìa no es fácil ni difícil, es un hàbito, y, como todo hàbito, difícil al principio, fácil después.
El segundo fue “para los amantes del cine”. Era casi lo mismo que el primero pero usaba a las películas como fuentes de ejemplos. Hoy considero que el cine es una privilegiada forma de relato de mundos de vida, y, por ende, un privilegiado lugar donde ejercer la actitud teorètica esencial a la filosofìa. Dios me de fuerzas para escribir una segunda parte.
El tercero fue “para filòsofos”: allì me dirigìa a todo ser humano, porque todo ser humano es filòsofo (aunque tiene que des-cubrirlo) y a los “filòsofos”, dicièndoles algunas cositas, y tratando de hacer una hermenèutica global de la historia de la filosofìa occidental.
Y este cuarto libro, ¿què es? No es una introducción, en la filosofìa uno no se introduce, uno se sumerge. Es para “no filòsofos” en tanto no es un ensayo para ser publicado en una revista especializada, pero es para filòsofos porque tambièn les hablo a ellos. Me parece que este libro es un retrato de mis inquietudes filosòficas, hoy, màs profundas: la uniòn entre filosofìa y vida, la filosofìa de las ciencias naturales y sociales, la hermenèutica, el lenguaje, el sentido de la existencia humana, y todo ello en diàlogo con los temas clàsicos de siempre: la libertad, el alma, Dios. El estilo del libro revela una vuelta hacia cierta forma analìtica de exposición, mezclada abruptamente con analogías y simbolismos màs hermenèuticos. O sea, el libro refleja mi estado filosòfico actual: parece haber sido escrito para decirme a mì mismo dònde estoy hoy, filosóficamente hablando (dejando de lado mi vida de astronauta existencial, donde estoy todo el dìa en la luna). Por eso es “para mì”. Pero, como siempre, es un yo que se dirige a un tù, con la esperanza, permanente esperanza, de despertar en el otro su conciencia teorètica, con la esperanza de dialogar con el otro en un intercambio de bien y verdad. Una esperanza permanente en mi existencia. De allì el subtìtulo.
Por eso, como intento, a pesar de todo, ser altruista, quiero advertir a mi lector de ciertas cosas. En el segundo capìtulo pongo en duda a la diosa ciencia y me niego, por ende, a dar culto al emperador. Por favor, no es con intenciòn de daño.
En el tercer capìtulo digo algo, sistemáticamente, que hasta ahora no he dicho, aunque estaba pre-anunciado en otros escritos “màs tècnicos”. Si, lo relaciono con mi visiòn del mundo social, pero la intenciòn no es polìtica, sino epistemològica.
En los capìtulos cuarto y quinto manifiesto mi “in-sistencia”, o, mejor dicho, “re-sistencia” en que la filosofìa tiene aùn algo que decir sobre el libre albedrío y la relaciòn alma-cuerpo. El estilo se vuelve màs analìtico y pongo en diàlogo a Santo Tomàs, a Popper, a Putnam. Que todos ellos me perdonen, y el lector tambièn.
Los capìtulos que siguen son una expresión de uno de mis entusiasmos actuales màs importantes: conocer es entender, entender es interpretar, interpretar es habitar un mundo, un mundo de vida “hablado” (lenguaje). Sì, allì estaràn Husserl, Gadamer, Heidegger, Wittgenstein, en armonìa con lo anterior. Perdòn la audacia. Pero ese soy yo. Es un libro egoísta a pesar de todo J.
Pero, como si esto fuera poco, los dos capìtulos finales son desconcertantes. Que Dios me los perdone, y que los lectores me perdonen (no extiendo este pedido de misericordia a mis colegas porque ellos, habitualmente, no perdonan). Cuando terminen de leer el capìtulo sobre Dios me diràn, ¿y? Nunca mejor dicho, Dios sabrà. No me queda, ahora, màs que citar a mi querido Woody Allen: “…le preguntè al rabino el sentido de la existencia………… El rabino me dijo el sentido de la existencia….. Pero me lo dijo en hebreo………. Yo no sè hebreo” (Zelig). Por eso digo: sigo estando de acuerdo con Santo Tomàs en su pregunta (utrum Deus sit) y en su respuesta, pregunta que era posterior a otra (utrum Deum esse sit demostrabile), que no era ninguna conversación con ningún agnòstico. Pero, ¿de què estoy hablando? ¡Pues no sè! ¿Còmo voy a saberlo, si estoy hablando de Dios?
Perdòn. Si, perdòn en serio. Aquì hay que pensar. Y a fondo. Està comprometida la raìz de nuestra existenca, el sentido de la vida. No queda màs que la fortaleza del humor, no queda màs que cierto (aliquo modo) silencio.
Pero este silencio es para tì, estimado lector. Por eso, espero haber escrito… Algo altruista, a pesar de mì J.
Gabriel J. Zanotti
Buenos Aires, Noviembre de 2006.
* Ellos fueron: J.F.Aldana, C. Alvarez, E. Aragón, F. Bauer, F. Cifuentes, J.L.Contreras, R. Gracioso, C. Lòpez, A. Martìnez, G. Meléndez, M.A.Monterroso, O. Niño, R. Pappa, R. Parellada, A. Rivas, Y. Sandoval, V. Spross, I. Praun. A todos ellos, mi màs profundo agradecimiento por la humildad que me enseñaron.
* Una lectora muy especìfica fue mi esposa, Marcela, quien leyò cada uno de los capítulos apenas los terminaba de escribir, revisò su estilo y cuidò permanentemente el carácter existencial de la filosofìa que quise transmitir.
Bienvenidos!!!!
Hola!!!! Para los que ya me conocen, hola de vuelta; para los que no, que Dios les de fortaleza! He decidido hacer este blog con el mismo espíritu que escribí "mi" libro "Filosofía para mi": "...el libro refleja mi estado filosòfico actual: parece haber sido escrito para decirme a mì mismo dònde estoy hoy, filosóficamente hablando (dejando de lado mi vida de astronauta existencial, donde estoy todo el dìa en la luna). Por eso es “para mì”. Pero, como siempre, es un yo que se dirige a un tù, con la esperanza, permanente esperanza, de despertar en el otro su conciencia teorètica, con la esperanza de dialogar con el otro en un intercambio de bien y verdad. Una esperanza permanente en mi existencia. De allì el subtìtulo".
Espero por ende que esa comunicación siga incremetándose. Voy a colocar en este blog artículos ya escritos, o voy a escribir cosas inéditas, o voy a comentar algunas cositas "de actualidad" siempre con el fin de dialogar y cumplir con la función terapéutica de la filosofía, "para mí y para todos". Las cosas que ya he escrito pueden verse (me refiero al título) en mi CV, para quienes quieran criticarlas popperianamente :-)), se las puedo enviar on line.
Un abrazo y espero seguir comunicándome...........
Espero por ende que esa comunicación siga incremetándose. Voy a colocar en este blog artículos ya escritos, o voy a escribir cosas inéditas, o voy a comentar algunas cositas "de actualidad" siempre con el fin de dialogar y cumplir con la función terapéutica de la filosofía, "para mí y para todos". Las cosas que ya he escrito pueden verse (me refiero al título) en mi CV, para quienes quieran criticarlas popperianamente :-)), se las puedo enviar on line.
Un abrazo y espero seguir comunicándome...........