domingo, 17 de febrero de 2008

EL DRAM DE LA EDUCACIÓN FORMAL POSITIVISTA

Good morning!!!! Bueno, después del inesperado debate que armé con lo de Benedicto XVI (era un tema muy sensible) voy a tirar hoy una pequeña “bombita”, esperando debate, pero, quien sabe, por ahí sucede al revés.
Siempre estuve enfrentado con la educación formal, de un lado o del otro. Como profesor los dolores de cabeza fueron siempre cada vez mayores, especialmente cuanta más conciencia tomaba del tema. En el 2004 me sucedió algo que me marcó (aún quedan secuelas) y por ello escribí “El drama de la educación formal”, un artículo enojado, que no publiqué en ningún lado excepto algunos foros. Va a despertar mucha resistencia; muchos me van a decir que el estilo es poco calmo (tienen razón) y que no hago una contra-propuesta positiva (tienen razón). Lo publico ahora para que sigamos despertándonos. Eso, sólo eso, ya vale la pena.
El segundo, que publiqué on line en un sitio de Eseade que ya no existe (me refiero al sitio) es más calmo y por ello peor. Afirmo sencillamente que el sistema educativo formal es irrecuperable, no funciona, es un imposible intento de educar. No funciona y punto. Lo mismo que Mises afirmó respecto a la socialización de los medios de producción. Es inútil que el sistema educativo nos guste o no, no es cuestión de que el sistema sea estatal o no, o que hagamos “estudiar” más a los chicos, que llamemos a la disciplina, a portarse bien y formar fila: NO funciona. DESPERTARNOS, por ahora, es lo más que podemos hacer. Darnos cuenta de ello.
Por último, una aclaración: rectifico ahora el título del primer artículo. No es la formalidad de la educación (esto es, la escolaridad como tal) lo que no funciona, sino la escolaridad formal “positivista”, esto es, sostenida en la razón instrumental del racionalismo planificador.
Bien, pequeña bombita arrojada, desde mi avión en la estratosfera. Ahora espero los misiles.

Gabriel Zanotti






EL DRAMA DE LA EDUCACIÓN FORMAL.

Por Gabriel J. Zanotti
Buenos Aires, Agosto de 2004.

Hace mucho tiempo que tengo in mente este artículo. Uno de los motivos para retrasarlo fue un obvio escepticismo sobre cualquier resultado práctico de cualquier cosa que podamos decir. Mi padre, Luis Jorge Zanotti, hizo una vez un paneo del “cuestionamiento de las instituciones escolares”[1], y él mismo hizo propuestas de reforma que obviamente cayeron en el olvido[2]. ¿Qué es lo que pasa? Desde Kuhn y Lakatos en adelante, nada de esto debería sorprendernos: los paradigmas tienen la “piel gruesa”[3]. Pero, ¿qué hay de peculiar en este caso?
Mi conjetura es que la educación formal es uno de los hábitos culturales más profundamente afectados por las “creencias” positivistas. Ya en una anterior oportunidad hemos tratado de mostrar la relación entre positivismo y la formación del estado-educador moderno y contemporáneo[4], siguiendo los lineamientos de Feyerabend al respecto[5]. El problema no consiste tanto en el fenómeno de la escolaridad en tanto tal[6], sino en los sistemas de notas, premios, castigos y repetición memorística, a-crítica, de un determinado paradigma, utilizado todo ello con la coacción del estado educador, ya de izquierda, de derecha o del color que fuere, para pintar a los llamados “ciudadanos” (o sea, esclavos culturales) a su imagen y semejanza. De esa creencia es muy difícil librarse, o tomar conciencia de ella, sobre todo porque está unida a la supuesta “protección” que el estado-educador realizaría sobre ciertas personas, consideradas débiles.... Todo ello unido a cierta simbología social que sacraliza, de manera laical, tales cosas: la escuelita, el himno, la bandera.... Hace poco alguien me dijo: ¿y si fundamos un colegio? Mi respuesta, lamentablemente cruel, y me arrepiento por ello, fue: es como si todo el mundo fuera nazi y decimos “¿y si ponemos una barraca nueva donde tratemos mejor a los prisioneros?”
No entraremos nuevamente en lo que tantas veces se da dicho sobre lo atentatorio de todo ello con la libertad de enseñanza; no entraremos nuevamente en el significado, olvidado, de la libertad de enseñanza, tan anulada hoy como en un tiempo lo fue la libertad religiosa; tampoco entraremos otra vez en la ineficacia total del monopolio estatal...[7]
Nuestro tema será otro: ¿por qué nos cuesta tanto tomar conciencia de todo esto? Creo que la respuesta es que no lo pensamos realmente, esto es, que no lo vivimos; que lo que vivimos es una escisión esquizofrénica entre nuestras concepciones filosóficas y nuestras actividades prácticas cotidianas.
Hagamos un paneo sobre ciertos autores.
He allí la obra entera de Karl Popper, sobre el pensamiento crítico, la mutua crítica, el derecho a cuestionar, etc. ¿En qué se traduce todo esto en nuestras actitudes cotidianas en el sistema formal? En nada.
He allí la obra entera de Gadamer: su crítica al racionalismo como reducción de la razón al positivismo, he allí su concepción de los horizontes, como caminos de lo humano, siempre limitados, siempre ensanchables.... ¿Qué tiene que ver la educación formal con todo ello? Nada.
He allí la crítica de Hiedegger a la concepción de conocimiento como depósito de un objeto en un sujeto, he allí su concepción de existencia auténtica, de ser en el mundo, heredera de la noción de mundo de vida de Husserl..... ¿Qué tiene que ver la educación formal con todo ello? Nada.
He allí toda la teoría de la acción comunicativa de Habernas, su distinción entre comunicación y alineación, su condición de “aceptación críticamente motivada” de las condiciones de diálogo del otro.... ¿Qué tiene que ver todo ello con la educación formal? Nada.
He allí toda la filosofía del diálogo, he allí el tú de Buber, el rostro sufriente de Lévinas, la comprensión, la empatía.... ¿Qué tiene que ver todo ello con la educación formal? Nada.
He allí todo el Cristianismo, con su amor, su misericordia, su perdón, la superación de la sola justicia........ ¿Qué tiene que ver todo ello con la educación formal? Nada.
He allí la mística, como camino de santidad: he allí Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Maister Eckhart. He allí que ya no soy yo, sino Cristo que viene en mí, he allí el matrimonio espiritual.... ¿Qué tiene que ver la educación formal con todo ello? Nada.
He allí Kant, con su conmovedor amor al deber, con su crítica insuperable a los premios y castigos, externos a la propia conducta, como fuentes de inmoralidad.... ¿Qué tiene que ver todo ello con la educación formal? Nada.
Podríamos seguir. La pregunta es: ¿qué tiene que ver todo ello con las amenazas, los libros de texto, la memoria no inteligente, la repetición mecánica, los premios y castigos intrínsecamente corruptos y corruptores, amalgama destructiva en la cual se sumerge a los humanos desde los cuatro, cinco o seis años hasta que emergen de la universidad? Nada. Claro, tiene que ver con muchos males (de los que diariamente nos quejamos), pero con la madurez, la sabiduría, la santidad, nada, sencillamente nada.
Cuando la persona quiere aprender, la escolaridad cumple su función. Como la teología y la escolástica cuando hay fe. Si no hay fe, es lamentable, pero no se puede forzar. Si la persona no quiere aprender, no aprenderá. “Aprenderá”, si, a servirse del sistema corruptor, a repetirnos con voz de no me importa nuestra endiosada leccioncita para que nosotros, contentos (¿contentos con qué?) le pongamos un diez, tenga “éxito”, llene su curriculum e integre el cuadrito de honor.
Si, en cambio, la persona tiene fe, esto es, quiere aprender, todo lo demás puede servir. Pizarrón, asientos, orden expositivo, bibliografía: todo será absorbido y vivido libremente por quien quiera aprender. Y quien tenga la valentía existencial de responder a ese llamado (esto es, “enseñar”) sabrá lo que es ser honestamente criticado por alguien que no responde a premios y castigos sino al amor a la verdad...
Lo más terrible de esto, es que quienes enseñan esos autores y todas esas corrientes de pensamiento y sabiduría que nombré, lo hacen muchas veces desde el sistema formal, con premios y castigos, con repeticiones y notas. La contradicción mayor llega a quienes repiten autores que han criticado todo ello, sin ninguna posibilidad de crítica, en tono autoritario y utilizando todos los métodos de tortura del sistema para quienes osen contradecirlos....
Ante esto, ¿qué hacer?
Una opción es salirse del sistema. Muchos lo hacen. Enseñan en sus casas, hacen cursos libres. Todo bien. Puede ser que el estado educador les caiga encima con su control, pero cabe reconocer que mientras sea en la intimidad del hogar y no se cobre, es algo que aún puede hacerse. Pero el sistema formal-estatal aprieta sus tenazas. Hay que obtener el título oficial. Lo otro es muy lindo.... Fue muy lindo. Pasó. No hubo tiempo. Hubo que dejar el taller de literatura dado libremente por un Borges. El sistema formal-estatal no lo reconoce.
Otra opción es que hubiera libertad de enseñanza, esto es, que pudiera ensayarse un sistema sin premios y castigos sin que la regulación estatal lo impida. Pero eso parece el viejo chiste del economista: estamos en una isla, hay latas de conserva cerradas y el economista dice “supongamos que tenemos un abrelatas”. Ok.
La opción que queda es quedarse en el sistema formal y burlar sanamente sus corrupciones intrínsecas. Si, nos enfrentaremos con la incomprensión de casi todos –autoridades, padres, alumnos y colegas- pero se puede. Con paciencia, con cierto humor, asumiendo el papel del medio loco, se puede. Hacer como que tomamos examen. Hacer como que pasamos lista y ponemos notas. Hacer todo eso, sí, pero perdonando sin límites. El que “sabe” (o sea, repite el paradigma, “habla sin hablar”), se saca 10, el que no, 9. El único límite de esto es no engañar a una autoridad a la que hemos prometido cumplir con algo del sistema. Y, mientras, tanto, quedarse allí, en la resistencia activa, en la rebeldía silenciosa, tratando de estimular la creatividad, la crítica, el diálogo, la responsabilidad, la madurez, la autodisciplina....Asumiendo que se rían de nosotros, que nos calumnien, que no nos comprendan. Y, mientras tanto, seguir diciendo que tenemos derecho a la libertad de enseñanza, para que alguna vez, cual viejo mito de la caverna, el prisionero liberado pueda mostrar sin morir lo que es enseñar en libertad.



DE LA IMPOSIBILIDAD DE CÁLCULO ECONÓMICO A LA IMPOSIBILIDAD DE LA EDUCACIÓN FORMAL POSITIVISTA

Por Gabriel Zanotti

Para “Mentes Abiertas”
22-3-2005.

Muchos recuerdan con énfasis el famoso artículo de Mises, luego devenido en uno de sus más importantes libros (“El Socialismo”, de 1922), donde el gran economista austriaco demostraba la imposibilidad de cálculo económico en el socialismo. La argumentación de Mises se concentraba en que, al carecer de precios libres, por carecer de propiedad privada, el socialismo no podía realizar el cálculo de costos y precios indispensable para la economización de recursos. La conclusión general de Mises, desafiante, era esta esencial paradoja: el socialismo pretende planificar y, al hacerlo, desordena. La paradoja de la planificación es que no planifica. El mensaje de Mises, dicho 83 anos atrás, aún no se ha entendido, pues ese extraño fenómeno llamado capitalismo global no es más que el intervencionismo parcial, que es un socialismo parcial que distorsiona permanentemente los precios de mercado.
Hace más de 83 anos, sin embargo, que en otro ámbito, el educativo, pretendemos planificar, con análogos resultados. No me refiero a la educación estatal. Me refiero al sistema de educación planificada con sistema de notas, siendo estas últimas los incentivos básicos del sistema y el eje central del sub-sistema de premios y castigos. Este sistema no es intrínseco a la escolaridad como tal, pero es la costumbre imperante en la educación formal occidental, especialmente después que el positivismo pedagógico tiene su auge a fines del s. XIX. A veces se ha intentado salir de ese sistema; a veces sus riendas son más flojas o no, a veces la humanidad de maestros y profesores le hace de contrapeso pero………. El sistema permanece implacable, ya sea en el sector privado o en el estatal, en todo lugar del mundo donde se pretenda tener un sistema escolar “evolucionado”.
Por supuesto, niños, adolescentes y adultos siguen sin aprender nada pero…. No creo que se vea cuál es el problema. Se levantan voces de conservadorismo pedagógico, llamando al rigor, a la disciplina, a la exigencia, como solución, sin ver, tal vez, que esas voces son análogas a la del planificador socialista que quiere planificar aún más cuando saltan por doquier los desastres de la planificación.
La analogía no es tan difícil. Las notas son análogas a los precios fijados por el planificador socialista o intervencionista. El ser humano, que responde a estímulos e incentivos normales, memoriza lo necesario para obtener el 9 o el 10 necesario, y los que creen en el sistema dicen “aprendió” y colocan el 10, mandan hacer el cuadrito de honor, conceden la beca, y el sistema se retroalimenta. Por supuesto, el aprendizaje implica la memoria, pero no al revés, pero no importa, el sistema está mal estructurado desde la base. De igual modo que el precio fijado por el estado da señales que dispersan aún más el conocimiento limitado (Hayek) las notas dan una ilusión de aprendizaje. Y no hay propiedad porque, si la hubiera, el alumno podría decir “no” a una “propuesta” educativa. Pero no, es un esclavo. Claro que a veces son niños, pero se los educa como esclavos porque se los educa para seguir siendo niños. De vez en cuando algunos alumnos se mueren de stress por la famosa nota o los profesores se angustian por la falta de interés del alumnado, pero no importa, así son las cosas y hay que seguir. De vez en cuando algún alumno quiere salirse del sistema pero el eficaz modo de castigos le pondrá coto o impedirá su creatividad o su genio. De vez en cuando algún profesor querrá salirse del sistema planificado pero algún superior, y no necesariamente el estado, le llamará la atención. El sistema, obviamente, es intrínsecamente corruptor. Todo tipo de engaños y simulaciones sin ideadas para obtener la sacrosanta nota, y profesores y autoridades deben convertirse en policías. Eso los corrompe a ellos pero, fundamentalmente, a todos los seres humanos que desde los 6 hasta los 17 han sido “educados” en cómo burlar un sistema autoritario…. Que ellos perciben como “autoridad”. A esas personas, a las 18, se les dice que deben ser buenos, que no deben ser corruptos, que no deben engañar, que deben hacer una buena opción con su carrera, que deben ser buenos padres….
Hay grupos de personas que no son afectadas por el sistema. Están los que quieren aprender, libremente, y lo hacen y entonces obtienen el 9 o el 10 pero no porque sea eso lo que les interese. Están los genios que estudian lo que quieren y se aburren y sin problema repiten lo que el sistema quiere escuchar. Ninguno de los dos casos refuta al fracaso de la educación formal positivista. Hay también ciertos paradigmas técnicos cuyo manejo requiere memorizar primero y aprender después, o sea, “entrenamiento”. Y están los millones y millones que se han pervertido de por vida, y están los millones y millones de genios creativos a los cuales el sistema aplastó desde el principio. Claro, esa millonaria pérdida no puede ser registrada por el sistema de notas.
Ante esto, qué hacer? Por lo pronto, no desanimarse, porque en ese sistema estamos. Pero aquellos que, y no por el sistema escolar, saben algo de la crítica en Popper, de las condiciones de diálogo en Habermas, del conocimiento disperso en Hayek, del conocimiento tácito en Polanyi, de los horizontes en Gadamer, del pensar no calculante en Heidegger, del diálogo en Buber y Lévinas, del amor a Dios en Sta Teresa y San Juan de la Cruz, todos ellos deben saber que el sistema escolar nada tiene que ver con todo ello. Si tenemos la “mente abierta”, pensemos en esto, que es un drama que hace siglos está matando nichos desconocidos de creatividad. Y si me he equivocado, aquí estoy, abierto a la crítica. Cosa que el sistema formal de enseñanza no alienta ni permite…


[1] Ver su art. “El cuestionamiento de las instituciones escolares” [1974], en IIE, Educación, Ideología y Política, Ediciones de la Revista del Instituto de Investigaciones Educativas, 1975.
[2] Ver su prólogo a Los objetivos de la escuela media, Kapeluz, Buenos Aires, 1980.
[3] Lakatos, I.: La metodología de los programas científicos de investigación, [1965]Alianza, Madrid, 1989.
[4] Zanotti, Gabriel J.: “Los orígenes epistemológicos del estado contemporáneo”, Laissez Faire, (2002), Nro. 16-17.
[5] Feyerabend, P.K.: Tratado contra el método [1975], Tecnos, Madrid, 1981, cap. 18, y Adiós a la Razón, [1981] Tecnos, Madrid, 1992.
[6] Ver Zanotti, Luis J.: La misión de la pedagogía, Columba, Buenos Aires, 1967.
[7] Zanotti, Luis J.: « La desinstitucionalización del sistema educativo”, en IIE, Revista del Instituto de Investigaciones Educativas (1980), nro. 26. La obra completa de Luis Jorge Zanotti se puede encontrar en www.luiszanotti.com.ar

10 comentarios:

  1. Gabriel,

    Te dejo algunas ideas, un poco sapicadas, a favor de tu tesis.

    * Mario Bunge (que para muchos es un positivista) se opone a la educación basada en exámenes. Cree que el instrumento más adecuado para evaluar al alumno es la tarea y la investigación diaria.

    * Alberdi y Sarmiento se formaron por fuera del sistema de educación formal.

    * Sin embargo, el problema educativo de la Argentina nos viene de los hombres del '80. Estos tenían en mente un proyecto sumamente estatista de educación, al punto que con argumentos "nacionalistas" (y enmascaradamente anticlericales) se oponían a la educación privada -que hasta entonces había estado en manos de la Iglesia (BTW, fue la Iglesia católica la fundadora de las primeras escuelas bilingües en Argentina.) Así, el modelo para Argentina fue el de las "grand écoles" de Francia, sometidas al control y el diseño curricular del estado. Un modelo que no ha producido buen desarrollo académico, pues las universidades francesas, inspiradas por el racionalismo continental y por el paradigma renacentista del uommo universale, en la actualidad figuran MUY por debajo de las norteamericanas y británicas. Y, ciertamente, ese modelo que vos llamás "positivista" ha sido totalmente un fracaso para estimular la creatividad.

    * Sobre el tema ideológico, hago una aclaración extra: la "educación patriótica" que yo tanto reprocho -
    porque creo en buena medida responsable del fracaso argentino, no sólo educativo- fue creación entera de los conservadores "positivistas" y luego fue tomada por el peronismo, por los militares, por los radicales, por los progres, etc. con signo ideológico diferente)

    * Ahora, el tema es: ¿cuál es la salida a tu antiformalismo en la educación casi spenceriano que no sea peor que la enfermedad? Yo creo que, dentro del sistema formal, es necesaria una gran innovación académica, para copiar el sistema que tienen USA y Canadá. Se necesita adoptar aquí el modelo del scholar norteamericano. Abolir el sistema por completo quizás no sea la solución.

    Un abrazo,

    Pablo C

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  2. Gracias PIC por el comentario, estoy de acuerdo (incluso con lo de Bunge :-)) ). Trataré en breve de exponer cuál podría ser la "salida" (fue una de las exposiciones de ELEFE del año pasado, no me acuerdo si estuviste).
    Un abrazo (no formal positivista) :-))

    Gabriel.

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  3. Gabriel,

    Yo coincido con muchos puntos que vos tenés. También leí un ensayo de L.J. Zanotti sobre cómo las aulas a veces sirven para que algunos docentes resentidos y mediocres maltraten a los alumnos que me pareció un retrato muy bueno de lo que sucede en algunas aulas argentinas. Pero me niego a pensar que la solución sea abolir todo lo que hay. No me gustaría que termines aceptando el radicalismo de un Foucault!

    Un abrazo,

    Pablo

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  4. Pero mi estimado PIC, mi solución NO es abolir todo. Tengo una propuesta. La expuse oralmente en ELEFE el año pasado y, como te dije, la escribiré este año. Además un liberal no va a abolir nada de lo que los privados quiera hacer.......

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  5. >Además un liberal no va a abolir nada de lo que los privados quiera hacer.......

    Es verdad. ¡Cómo me había olvidado de eso!

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  6. El asunto es tener un "espacio institucional de libertad" para probar nuevas cosas......

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  7. Me parece que tenés mucha razón, y que es muy positivo este desafío al paradigma educativo actual (prácticamente incuestionado). El único problema que se me ocurre es que, al eliminar la presencia del Estado en el sistema educativo, habría chicos trabajando desde demasiado temprano, sin poder aprender a leer ni a escribir.

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  8. Nacho una sencilla aclaración: el eje central de mi propuesta no consiste en "no" estado, sino en "no" educación formal positivista. En ese sentido, aunque no tuviéramos coacción estatal sobre la educación, se mantendrían mis críticas a los institutos privados que adoptaran ese sistema, aunque defendería totalmente su derecho (dentro de la libertad de enseñanza) a practicarlo. Claro, eso sí, tenbién existiría la posibilidad de ensayar OTRO sistema, cosa que ahora es prácticamente................. Ilegal!!

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  9. ¡Muchas gracias por este artículo Gabriel! Desde España, donde el paradigma positivista también ha hecho estragos, un saludo! NM

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