Existe la creencia de que la filosofía no tiene consecuencias prácticas. Pero NO es así y voy a poner un ejemplo.
Mises dice que en las ciencias naturales no sabemos lo
que las cosas “son”, sino que describimos una fórmula matemática. Claro, los pitagóricos
o los cartesianos le podrían decir que, precisamente, el mundo físico “es”
matemática. Los tomistas no aceptarían esa respuesta. Pero, más allá de eso, lo
importante a efectos de lo que quiero decir es que lo de Mises tiene mucha
utilidad para explicar por qué en la Economía como ciencia la matemática
termina donde comienza la definición de una interacción de mercado. La “naturaleza
misma” del dinero es ser cambio indirecto, a partir de lo cual puedo volver a
distinguir entre moneda-mercancía, certificado dinerario y medio fiduciario.
Esas distinciones son conceptuales y no fórmulas matemáticas. Luego podemos, sí,
“medir la base monetaria”, pero si no sabemos qué es el dinero, no sabremos lo
que estamos midiendo y, posiblemente, no sabremos darnos cuenta de la
importancia o no de la emisión monetaria.
En términos de Mises: “…El físico
desconoce qué es la electricidad; tan sólo ve determinados efectos que
denomina, por utilizar un término, electricidad. El economista, en cambio,
advierte con plena claridad qué es eso que impulsa y provoca la aparición del
mercado. Gracias precisamente a ese conocimiento logra distinguir los fenómenos
sociales de los demás y puede así desvelar las leyes rectoras de la actividad
mercantil” (La Acción Humana, cap. XVI, punto 5).
Por
ende: ¿qué es el tipo de cambio? Es el precio de una monera comparada con la
otra. Por ejemplo, el precio de un dólar es, más o menos, a $1300 (según la
demanda subjetiva del mercado). Ese “es” el precio del dólar. Y es inútil que
alguien “no quiera” que lo sea. Le puede fijar un precio máximo, o sea, poner
en un papelito que vale 800 y luego ejercer coacción para que en los bancos no
se pueda intercambiar sino a ese “precio máximo” (como haría cualquier
estatista o socialista) pero el resultado va a ser la faltante de dólares y una
distorsión (o sea, una mayor dispersión de conocimiento, en términos de Hayek)
de la oferta y demanda para el comercio exterior.
Por
ende, el precio del dólar es el que es. A los funcionarios puede no gustarles,
pero la cuestión es estudiar epistemología de la Economía, con Mises, y luego
llegar a las conclusiones prácticas correspondientes. No es tan difícil. Como
dice Woody Allen, no es rocket science filmar una película. Sólo hace
falta no olvidar sacar la tapita de la cámara.
Brillante como es habitual en el Profesor Zanotti..
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