domingo, 18 de agosto de 2024

LA EPISTEMOLOGÍA DE LA ECONOMÍA Y EL CONTROL DEL CAMBIOS.

 


Existe la creencia de que la filosofía no tiene consecuencias prácticas. Pero NO es así y voy a poner un ejemplo.

Mises dice que en las ciencias naturales no sabemos lo que las cosas “son”, sino que describimos una fórmula matemática. Claro, los pitagóricos o los cartesianos le podrían decir que, precisamente, el mundo físico “es” matemática. Los tomistas no aceptarían esa respuesta. Pero, más allá de eso, lo importante a efectos de lo que quiero decir es que lo de Mises tiene mucha utilidad para explicar por qué en la Economía como ciencia la matemática termina donde comienza la definición de una interacción de mercado. La “naturaleza misma” del dinero es ser cambio indirecto, a partir de lo cual puedo volver a distinguir entre moneda-mercancía, certificado dinerario y medio fiduciario. Esas distinciones son conceptuales y no fórmulas matemáticas. Luego podemos, sí, “medir la base monetaria”, pero si no sabemos qué es el dinero, no sabremos lo que estamos midiendo y, posiblemente, no sabremos darnos cuenta de la importancia o no de la emisión monetaria.

En términos de Mises: “…El físico desconoce qué es la electricidad; tan sólo ve determinados efectos que denomina, por utilizar un término, electricidad. El economista, en cambio, advierte con plena claridad qué es eso que impulsa y provoca la aparición del mercado. Gracias precisamente a ese conocimiento logra distinguir los fenómenos sociales de los demás y puede así desvelar las leyes rectoras de la actividad mercantil” (La Acción Humana, cap. XVI, punto 5).

Por ende: ¿qué es el tipo de cambio? Es el precio de una monera comparada con la otra. Por ejemplo, el precio de un dólar es, más o menos, a $1300 (según la demanda subjetiva del mercado).  Ese “es” el precio del dólar. Y es inútil que alguien “no quiera” que lo sea. Le puede fijar un precio máximo, o sea, poner en un papelito que vale 800 y luego ejercer coacción para que en los bancos no se pueda intercambiar sino a ese “precio máximo” (como haría cualquier estatista o socialista) pero el resultado va a ser la faltante de dólares y una distorsión (o sea, una mayor dispersión de conocimiento, en términos de Hayek) de la oferta y demanda para el comercio exterior.

Por ende, el precio del dólar es el que es. A los funcionarios puede no gustarles, pero la cuestión es estudiar epistemología de la Economía, con Mises, y luego llegar a las conclusiones prácticas correspondientes. No es tan difícil. Como dice Woody Allen, no es rocket science filmar una película. Sólo hace falta no olvidar sacar la tapita de la cámara. 

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