Ya he desarrollado una vez la diferencia entre un político "común y corriente" y un estadista.
El político "común y corriente" sigue las corrientes populares, sean las que fueren. Se produce una retroalimentación entre sus creencias (en el sentido de Ortega) y las creencias de la mayoría de sus votantes.
Por ejemplo, cuando Bush (h) dijo (ante los que reclamaban venganza por el atentado a las torres) "yo sí los escucho" y luego inició la guerra de Irak, fue popular. Captó los sentimientos de venganza y el terror de la mayoría de los norteamericanos y los encarnó en su política exterior (1). Interior también, porque de ello surge la inconstitucional "Patriot Act" no derogada hasta el momento, por la cual quedan suspendidas las garantías procesales de todo ciudadano sospechoso de terrorismo.
Mandela, en cambio, hizo lo contrario. Sus seguidores y votantes también querían venganza, pero él les enseñó el perdón social y la reconciliación.
Mandela fue un estadista porque jugó el papel de un educador y un psicoanalista social. Así como en la terapia la entrada en análisis implica que el terapeura asuma el papel simbólico del padre, para re-dirigir el super yo de su paciente, así el estadista hace lo mismo, NO en el sentido de padre del populismo -como Perón- sino en el sentido de re-educador. Mandela re-educó a sus seguidores, re-encaminó su pulsión de agresión, re-formó su super yo, y logró la actitud de reconciliación. Si hubiera sido un político habitual, Sudáfrica hubiera sido un baño de sangre otra vez.
Por eso es tan importante manejar la diferencia entre en nivel simbólico, real e imaginario, explicado por Lacán, si mal no entendí. Un padre, un docente, un sacerdote, un psicólogo, simbolizan una autoridad moral (figura paterna en el buen sentido del término), por la cual (que no tiene nada que ver con el autoritarismo o solemnidad fingida) sus hijos, alumnos, feligreces y pacientes pueden ser re-conducidos terapéuticamente en sus pensamientos y conductas. A nivel real es una persona como todas, y si alguien se lo imagina como un igual, entonces no cumple su función.
El estadista también. Si lo es, es porque tiene autoridad moral. Y de ella tiene que ememar, naturalmente, sin actuación, sin estrategias, una dignidad en sus actos y palabras que reconducen y re-dirigen las pulsiones negativas de sus gobernados.
Me parece que poco de esto es entendido por los cientos de liberales en todo el mundo que están justificando los malos modos, insultos y berrinches del presidente argentino, como si ello fuera "el único modo de llegar", o un "nuevo modo de comunicación". No. El presidente argentino no hace más que encarnar gran parte de las creencias (horizontes) de la cultura argentina de la cual ha emergido: una cultura autoritaria y caótica (2). Con sus actos, el presente no hace más que retro-alimentar esa cultura, que produce siempre una democracia o una autocracia adolescente que genera la misma inestabilidad institucional de siempre: ellos o nosotros, los malos y los buenos, revolución o nada, fieles y traidores (3).
Y otra cosa a nivel psicoanalítico: me parece que los cientos de liberales del mundo que apoyan a Milei (no hablamos ahora de jóvenes apasionados), de buena formación intelectual, no advierten que en el fondo de su alma siempre quisieron una especie de Perón liberal que encarnara una inconsciente venganza, inconfesable, ante toda la izquierda autoritaria y totalitaria contra la cual lucharon siempre. Una especie de ojo por ojo político inconsciente. "Vamos Milei, matalos", es en el fondo el sentimiento que aparece ante cada insulto y agresión de Milei, por más doctorados que tengan. La naturaleza humana es difícil. Detrás de una delgada capa de civilización, se esconde una pulsión de agresión casi incontenible (4). Los liberales que ceden ante ella, sin darse cuenta, no se dan cuenta, precisamente, de la contradicción vital absoluta en la que incurren.
Si ellos no ponen límites a Milei (un Perón que admira a Rothbard en vez de a Mussolini) nadie se los va a poner.
El acto en el Luna Park fue el paroxismo de todo esto. Ante esa masa argentina agresiva y "kilombera" (5). él no se comporta como un estadista. Es un hermanito más, haciendo travesuras festejadas por sus otros hermanitos. Su autoridad no es la autoridad moral del terapeuta, sino la del paciente que grita más fuerte, como el Leonard en el pabellón psiquiátrico en la película "Despertares" (6).
¿Cuál puede ser el resultado de todo esto? Supongamos que "a Milei le va bien". No tenemos más que repetir: en la Argentina, si alguien gana, nadie gana. En la Argentina sólo hay dos opciones: los moderados y los extremistas. La Argentina está derrotada porque siempre "ganan" los extremistas. Como Pacto de la Moncloa, no le veo futuro. Como una nueva experiencia de democracia adolescente, sí.
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(1) https://www.cadal.org/eventos/?id=1186
(2) https://puntodevistaeconomico.com/2022/12/23/una-explicacion-para-el-dia-de-ayer-los-argentinos-y-su-kilombeidad-por-gabriel-zanotti/; https://gzanotti.blogspot.com/2024/01/sobre-el-dnu-el-rule-of-law-y-el.html; https://gzanotti.blogspot.com/2023/12/sobre-el-constructivismo-criticado-por.html
(3) https://gzanotti.blogspot.com/2024/05/en-argentina-si-alguien-gana-nadie-gana.html
(4) https://drive.google.com/file/d/0Bwm3dI13n5jlMTA5NjUxZDItNzMwZS00ZjI2LWI0NjAtN2RkMjUxZWJlYjM4/view?resourcekey=0-OWUv7lPXNsUJC8EjrGGPSA
(5) de vuelta, https://puntodevistaeconomico.com/2022/12/23/una-explicacion-para-el-dia-de-ayer-los-argentinos-y-su-kilombeidad-por-gabriel-zanotti
(6) https://www.youtube.com/watch?v=2yZlrJWBLac&list=PLZbXA4lyCtqrkdU4iixAWM99t1Ij_SuEQ&index=7
excelente
ResponderEliminar### Comentario: Reflexiones sobre la Dignidad Presidencial
ResponderEliminarTu análisis sobre la figura del estadista frente al político común toca temas profundos y relevantes en el contexto actual, especialmente en lo que respecta a la presidencia de Javier Milei y la cultura política argentina. La distinción que haces entre líderes que construyen puentes de reconciliación y aquellos que simplemente persiguen una popularidad momentánea es crucial para entender cómo se forman las sociedades y qué legado dejan sus gobernantes.
#### La Autoridad Moral y el Rol del Estadista
Como bien sugieres, un verdadero estadista debe ser capaz de actuar como un reeducador moral, guiando a su pueblo hacia un camino constructivo en lugar de satisfacer automáticamente sus pulsiones más básicas. Este concepto es fundamental; la capacidad de un líder para canalizar las emociones de su electorado hacia una dirección positiva es un signo de grandeza y visión política. En contraste, el comportamiento de Milei, que a menudo se asemeja a un espectáculo de provocación, parece erosionar esa autoridad moral y, en lugar de conducir a la nación hacia una mayor cohesión, amenaza con perpetuar un ciclo de polarización y división.
#### Cultura Política y sus Repercusiones
La observación que realizas sobre cómo Milei encarna una cultura política autoritaria y caótica es clave para entender el presente y el futuro de la democracia en Argentina. Cada acto y declaración de un líder tiene el potencial de moldear la cultura política del país. La tendencia de Milei a agrupar a la población en términos de nosotros contra ellos solo contribuye a perpetuar ese ciclo vicioso de enfrentamientos y rencores que, como mencionas, inhibe la posibilidad de un diálogo constructivo y pacífico.
#### El Papel de los Liberales
Además, tu crítica a la complacencia de algunos intelectuales liberales con respecto a Milei es particularmente pertinente. Al parecer, muchos buscan un líder que reaccione con fuerza y agresividad contra una supuesta opresión de la izquierda, olvidando que este enfoque podría reproducir las mismas dinámicas destructivas que critican. Es un recordatorio a la comunidad liberal de que las acciones tienen consecuencias, y que el hecho de adoptar un “ojo por ojo” no solo es moralmente cuestionable, sino que puede desestabilizar aún más la estructura democrática que tanto valoran.
#### Hacia una Democracia Más Sostenible
La idea de que en Argentina siempre "ganan" los extremistas resuena intensamente y plantea una pregunta crítica para los ciudadanos: ¿cómo podemos construir un sistema democrático que favorezca la moderación y la colaboración en lugar de las voces más ruidosas y polarizadoras? Si el futuro de la política argentina se define por la capacidad de los moderados para hacer frente a los extremismos, es imperativo que los votantes y líderes busquen nuevas formas de reconciliación y diálogo.
### Conclusión
Tu reflexión sobre la dignidad presidencial y el papel del estadista nos invita a considerar cómo queremos que se desarrolle nuestra política y qué tipo de liderazgo realmente necesitamos. La historia ha demostrado que el verdadero progreso se logra no a través de la confrontación, sino mediante la construcción de un consenso sólido que fomente el respeto y la dignidad entre todos los actores involucrados. La tarea es ardua, pero esencial si buscamos una Argentina más unida y pacífica. Mag. Karin Silvina Hiebaum