domingo, 25 de febrero de 2024

LOS DOLORES DE LA DOLARIZACIÓN

 El presidente acaba de anunciar la semana pasada que irá a una libre competencia de monedas, después de la cual el dolar será la más elegida. Es lo que muchos proponíamos antes de Milei comenzara a hablar de dolarización. No, nunca aclaró bien la diferencia entre dolarización y liberación de curso forzoso. Era uno de sus tantos problemas comunicacionales que señalé en su momento a Nicolás Cachanosky y a Adrián Ravier.

Ante las dificultades de atarse al peor momento de la moneda estadounidense, finalmente prevaleció Hayek. Nada de qué asombrarse si de Escuela Austríaca se trata.

El gran argumento de los dolarizadores es que de ese modo se evitaría que autoridades posteriores volvieran a emitir. Eso no es así. Ignora lo que es el kirchnerismo. Si al presidente le va mal y el kirchnerismo asume de vuelta, borrará la divisa norteamericana de un plumazo, más allá de la eficiencia del sistema, porque son férramente ideológicos. Los dolarizadores, propensos a no distinguir Ecuador de Argentina, dan el ejemplo de Correa, y no pueden terminar de creer que Correa es Mises al lado de cualquier kirchmenrista de estricta observancia. 

Tampoco comprenden bien lo que es Argentina luego del 2001. Será muy difícil evitar que la mayoría de los ahorristas quieran retirar sus dólares de los bancos una vez que se enteren que sus cuentas sueldo están dolarizadas. 

Insisten además que los dólares necesarios son sólo los necesarios para el consumo. Que las cuentas en dólares en los bancos serán sólo números, que no necesitan corresponder a dólares físicos reales. Mucho peor. Apenas muchos se den cuenta de que sus dólares son sólo numeritos, con mucha mayor razón habrá una corrida bancaria. 

Ante eso, algunos preguntan por qué actualmente la mayoría de los ahorristas no sacan sus pesos y los convierten en dólares en cuevas que ahora serían legales. Se llama costos de transacción. Ir al banco, sacar 200.000 pesos, llevarlos a una casa de cambio, convertirlos en dólares y llevaros a su casa, es algo sumamente costoso en seguridad y tiempo. Son pocos los que mueven dólares en la city como si fueran caramelos. El ciudadano de a pié está totalmente desprotegido al respecto, desde todo punto de vista. 

No queda más que hacer lo que cualquier partidario de la EA sabía. Bajar el gasto público (1) y dejar de emitir (2), al mismo tiempo que se deja bien claro la libertad de cualquiera de comerciar en la moneda que quiera. Con el tiempo el dolar será la moneda más usada, aunque el peso, fortificado, será la moneda de cobro de impuestos. Y más adelante se puede volver al Patrón Oro, según lo explicado por Mises en 1952. Para eso debe también establecerse el libre intercambio de oro para transacciones monetarias. Obviamente todo el sistema bancario debe ser desregulado y privatizado. El Central no debe ser necesasriamente eliminado, pero sí imposibilitado de dictar y regular las políticas de los bancos privados. 

Cualquier curso forzoso del dolar, cualquier dolar impuesto por la coacción del Estado, es contraria al libre mercado. 

Todo esto es sabido para cualquiera que haya estudiado a Mises y Hayek. 

Como en K-Pax: it´s common knowledge. 


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(1) Claro que no es fácil. Pero la receta de insultar todos los días al Congreso y a los Gobernadores no me termina de convencer. Será que no tengo la gran sabiduría del Supremo Líder. 

(2) La expresión no es mía, es de Ron Paul, basado en Mises: https://www.lewrockwell.com/2008/07/ron-paul/stop-the-printing-press/. 


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