lunes, 31 de julio de 2023
domingo, 30 de julio de 2023
EVANGELIZACION, PREDICACIÓN, CONVERSIÓN, PROSELITISMO, ADOCTRINAMIENTO Y DIÁLOGO
Otro de los debates que está
sacudiendo hoy a los católicos es que, aparentemente, no hay que enseñar,
mostrar, predicar la Fe al prójimo, porque eso sería “proselitismo”, “adoctrinamiento”,
“imposición”, etc.
Por ende, debemos hacer algunas
clarificaciones.
Gracias a Dios, la filosofía del
diálogo del s. XX ha trabajado mucho estos temas.
En Buber y Levinas, queda clara la
diferencia entre instrumentalización y diálogo. Lo primero reduce al otro a un instrumento
a nuestro servicio. El otro es un insecto dentro de nuestras redes, nosotros
somos la araña. En el diálogo, en cambio, el otro es respetado en tanto otro,
esto es, alguien cuya dignidad racional no puede ser reducido a un instrumento.
Para decirlo en términos de Kant: debo tratar al otro como fin y no como medio.
Habermas, tomando la herencia de
Wittgenstein, ha aclarado que los actos del habla perlocutivos ocultamente
estratégicos son precisamente el medio lingüístico para la manipulación del
otro. O sea, lo que hacía todo el tiempo el famoso Frank Underwood de House
of Cards. Un acto del habla perlocutivo es aquel por el cual quiero
convencer a alguien de un pensamiento o una acción. Ningún problema, siempre
que el otro lo sepa (ello es un acto del habla perlocutivo abierto)
y además sea respetada su distancia crítica, esto es, su derecho al desacuerdo,
a la interpelación de lo que estamos diciendo, cosa en la cual Habermas y
Popper coincidían, a pesar de las apariencias. Pero si no, hay engaño. Se puede
“engañar” lícitamente a un bebé que está gateando, para que deje de ir hacia el
enchufe y gire hacia nosotros, pero ello es una excepción. El objeto de la
educación es que dejemos de ser bebés. Mala noticia para los autoritarios.
El diálogo implica, también,
ponerme en el horizonte del otro (Gadamer) para comprender que, aunque no coincidamos
en todo, desde su tradición no es un absurdo lo que dice, y para tratar luego
de encontrar algún punto en común que permita una fusión de horizontes.
Todo ello, y mucho más, es
dialogar. La manipulación lingüística, en cambio, es una forma no física
de coacción; una manera, mediante el lenguaje, de engañar al otro para que no
se de cuenta de que está cayendo en nuestro pensamiento sin espacio para el
pensamiento crítico, la pregunta, la conversación, su pensamiento.
La diferencia es, por ende, entre
diálogo y manipulación lingüística. Diálogo es enseñar, comunicar.
La manipulación es, en cambio, la
coacción lingüística, el engaño, el tratar al otro como un mero medio, aunque
los fines sean lícitos.
Adoctrinamiento, proselitismo, son
otros términos para esa manipulación lingüística.
Y el asunto no es privativo del
ámbito religioso. Todo, sencillamente todo, debe ser dialogado, desde la Física
hasta la doctrina de la Santísima Trinidad. Ni una cosa ni la otra debe ser
coaccionada desde el lenguaje. Claro, el sistema educativo formal es
manipulación, y eso lo sufren tanto educadores como educandos que creen que
pueden “enseñar” Física o Catequesis desde ese sistema: no pueden. Adoctrinan
porque no hay diálogo. Para NO adoctrinar, se debe dialogar.
El contenido es otra cosa. Yo puedo
estar hablando de cosas muy buenas, con diversos niveles de certeza, desde la Física
de Newton, la metafísica de Sto. Tomás o el Catecismo de la Iglesia, pero si no
respeto el derecho del otro a la pregunta, a la crítica, estoy adoctrinando en todos
los casos.
Ahora bien, Buber, Levinas,
Gadamer, Habermas, todos ellos eran muy bien conocidos por cualquier
universitario europeo después de la Segunda Guerra, y por ende también por los
teólogos. No de causalidad, no de la nada, Pablo VI escribe Ecclesiam suam,
sobre el diálogo, en 1964, un año antes del cierre del Vaticano II que, no de
casualidad tampoco, declara documentos sobre el diálogo con los no creyentes,
con las religiones no cristianas, con los hermanos separados, y declara el
derecho a la libertad religiosa, basado en el derecho a la ausencia de coacción
sobre la conciencia, derecho que debe ser respetado sobre todo a nivel
espiritual: nunca recurrir a un lenguaje engañoso, manipulador, para invadir la
conciencia del otro (y por eso hay tantos “otros” que no quieren saber nada
con los “cristianos” que los “educaron”).
Por ende, la Iglesia Católica tiene
clara la diferencia entre transmitir la Fe y el adoctrinamiento. La verdad
brilla por sí misma, se impone por la sola fuerza de la verdad, por la belleza
y calma de la verdad. La predicación, la evangelización, por ende, son diálogo
o pasan a ser adoctrinamiento. Pablo VI, los Padres del Vaticano II, y también
Juan Pablo II y Benedicto XVI, lo tenían muy claro. Otros católicos no lo
tienen claro. Bueno, que se detengan y reflexionen sobre el anti-testimonio que
están dando y sobre los no-creyentes que están produciendo en masa.
Pero que también lo tengan en claro
todos. Profesores de Física, de Matemática, de Filosofía, de lo que fuere: si
no dialogan, esto es, si no respetan el horizonte del otro y su distancia
crítica, incurren en proselitismo, adoctrinamiento y autoritarismo, y no educan
de ningún modo.
En la novela Las Llaves del
Reino, su protagonista, un joven sacerdote escocés misionero en China, el
Padre Francisco (el relato se sitúa antes de la Primera Guerra) cura al hijo
del mandarín de la zona de una gran infección. Al día siguiente, el mandarín se
presenta en los humildes aposentos del P. Francisco. Este le pregunta sobre el
motivo de tan honorable visita. “Naturalmente”, responde el mandarín, el Sr.
Chia, “para hacerme cristiano”, en retribución a la curación de su hijo. Con lo
cual, toda la comarca se haría cristiana.
Pero el P. Francisco le responde
que eso no es Fe. La Fe no es un pago por servicios prestados, debe ser una
convicción personal, profunda, íntima, libre.
El mandarín emprende el regreso.
Pero a mitad de camino, vuelve. Y le dona al P. Francisco varios acres de
tierra y todos los materiales y recursos necesarios para levantar un digno
edificio para su misión, porque el P. Francisco vivía en las ruinas de una
misión anterior.
El sacerdote católico vuelve a
rechazar la oferta, pero el mandarín, perspicaz, lo convence de que ese agradecimiento
sí es pertinente.
El mandarín no se convierte al
Catolicismo, a pesar de mantener una gran amistad con el P. Francisco.
Ya anciano, al sacerdote católico
se le ordena regresar a Escocia.
Un día antes de su partida, el
mandarín aparece nuevamente por los jardines de su amigo.
Le dice que ha estado pensando en
la otra vida.
Pero su estilo oriental le impide
ser directo.
Y le dice algo así como que
extrañará caminar con su amigo sacerdote por esos bellos jardines. Pero que
luego de su muerte, querría encontrarse otra vez con él, en el mismo jardín.
Y pide el bautismo.
Lean esta novela de A.J. Cronin (elogiada
por Castellani, amigos tradis) quienes quieran comprender qué es realmente la
evangelización y la conversión.
Y mientras tanto, despreocúpense.
La Fe, la conversión, no es cálculo, no es planificación, no tiene criterios de
calidad, no tiene evaluación. No tiene estrategias. La predicación es sólo el
testimonio de vida, aunque no se tenga el don de la palabra. La predicación es
sólo la paz de un cafecito hablando de bueyes perdidos, sin estrategias, ni
cálculos, ni nada más allá de la amistad. Lo demás lo hace Dios.
sábado, 22 de julio de 2023
JAQUE MATE A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
El Jueves 21 hubo en el Congreso de los EEUU un importante “hearing” (https://www.youtube.com/watch?v=WRPezfR_jIY&t=302s) nada más ni nada menos que sobre la libertad de expresión, o mejor dicho, el free speech de la Primera Enmienda. La oportunidad para ello fue la “weaponization” del Gobierno Federal contra los que piensen diferente. Y los casos tratados fueron el ocultamiento de la información de la laptop que tenía la información sobre los delitos e inmoralidades de Hunter Biden, cuya publicidad podría haber cambiado el resultado de las elecciones del 2020, y el caso de las vacunas, sobre todo por la posición de Robert F. Kennedy al respecto.
Pero en realidad todo ello fue la
posición de Jim Jordan, republicano por Ohio (https://www.congress.gov/member/jim-jordan/J000289). Los demócratas presentes se
opusieron tenaz y firmemente a que hubiera algún tipo de censura, o la
justificaban de algún modo.
El debate mostró una vez más la
profunda fractura de la sociedad norteamericana en este momento. Como hemos
explicado una vez (https://puntodevistaeconomico.com/2021/01/25/trump-twitter-la-libertad-de-expression-y-la-importancia-de-los-pactos-politicos-originarios/
) , en ellos se ha quebrado su Pacto Constitucional, y ello los lleva
precisamente a un grave desacuerdo sobre lo que significa en realidad el free
speech protegido en la Primera Enmienda.
El Pacto Constitucional originario de
los EEUU consistía en un reconocimiento de que “all men” (con las
restricciones históricas del caso) tenían derecho a la vida, la libertad, la
propiedad. En ello coincidían todos. Por ende el free speech se movía
dentro de esos parámetros.
No se plantearon los padres
fundadores el problema del partido antisistema, y por ello ya hace décadas que
el tema del free speech tiene casos límites como la defensa pública del Ku
Klucs Klan o el tema del Partido Comunista en la época de McCarthy. Por
ende, el tema no es nuevo en los EEUU.
Lo que es nuevo es la visión
neomarxista de la historia norteamericana. En realidad, los EEUU habrían estado
concebidos desde la lucha de clases: un heteropatriarcado blanco, explotador,
contra minorías explotadas en ese momento, los afroamericans y los
indígenas, a lo cual se agrega a partir de los 70 las diversas minorías
sexuales como homosexuales, lesbianas, trans y todo el universo LGBT. Esas
minorías son concebidas, conforme al colectivismo metodológico del marxismo,
como colectivos explotados.
Por ende, es obvio que, en esa
visión de la historia de los EEUU, el free speech era una mera defensa
de la libertad de los blancos. Un miembro coherente de esos colectivos no va a
invocar sus libertades individuales. El derecho que él tiene es a defenderse
contra la explotación. Y esa defensa se ha hecho inventando nuevos delitos,
como la discriminación y delito de odio, para poner presos a los explotadores
blancos. Es obvio entonces que los blancos no pueden invocar el free speech
para defender sus odios y discriminaciones: al contrario, deben ser
coherentemente censurados y penados por ello.
El hate speech significa por
ende cosas diferentes, según el horizonte que tengamos. En nuestra filosofía
moral, es obvio que moralmente no hay que hacer manifestaciones públicas de
prejuicios raciales o de otro tipo, pero lamentablemente ello no es judiciable,
y es el precio que hay que pagar por una bien mayor: que el gobierno no decida
quién habla y quien no con la excusa del hate speech.
Pero desde el neomarxismo, el hate
speech es intrínseco a la clase explotadora (los blancos heterosexuales y capitalistas)
y por ende hay que prohibirlo legalmente, porque hay que defenderse por la
violencia contra la clase explotadora, ya sea a través de métodos directos,
como los practicados por Black Lives Matter, o indirectos, como
llevarlos a la justicia por medio de la acusación de delito de odio.
Por eso no hay acuerdo sobre qué
implica el free speech, y si tienen la paciencia de ver las tres horas,
aproximadamente, de debate, todo esto es palpable, aunque ninguno de los
participantes se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo.
EEUU no tiene salida mientras que
la mitad de su población sea neomarxista desde un punto de vista cultural, un
logro notable de una estrategia de penetración ideológica desde sus colleges
y etc. Tanto que temían al Partido Comunista y sin embargo ya lo tienen en el
poder.
Curiosamente, los argumentos
manejados por los demócratas presentes fueron parecidos a los esgrimidos por
Gregorio XVI o Pío IX cuando, por motivos totalmente diferentes, condenaron la
libertad de expresión. Ambos pontífices tenían como modelo social a los Estados
Pontificios donde el “pacto” era diferente. No había allí, por principio,
libertad religiosa: ciudadanía y bautismo eran equivalentes jurídicamente. Por
ello la libertad religiosa y la libertad de expresión fueron condenadas juntamente,
por ambos pontífices, de manera coherente. Recién con la Declaración de
Libertad Religiosa del Vaticano II la libertad de expresión tiene a su vez su
fundamento.
Veamos la coherencia de ambos
pontífices. El bien principal es la salvación del alma. Y el príncipe secular
no debe ser indiferente ante ello. Por ende, no puede permitir la difusión de “false
information” de tipo religioso que lleve a la pérdida del alma.
Coherentemente, cuando la Ilustración une Estado
y ciencia, entonces
(véase el paralelismo) el bien principal es la salvación del cuerpo. Y el
príncipe secular (ahora el Estado Moderno) no debe ser indiferente ante ello. Por ende, no puede permitir la difusión de “false
information” de tipo secular que lleve a la pérdida de la salud del
cuerpo. Por ende, los Estados, al custodiar la salud (del cuerpo)
coherentemente no pueden permitir el free speech de aquellos que se
opongan a lo que el Estado diga que la ciencia diga que son los tratamientos
médicos adecuados, y por eso Robert F. Kennedy, que no está de acuerdo con la
política del gobierno de Biden sobre las vacunas, no tiene derecho a la
libertad de expresión.
La solución, en teoría, como bien
explicó Feyerabend, es la separación del estado y la ciencia. La separación
(distinción, prefiero yo) entre Iglesia y Estado implica la libertad de
expresión en materia religiosa. Y la separación entre Estado y ciencia implica
la libertad de expresión en materia científica (cosa que a médicos y
científicos en general les cuesta mucho comprender).
Por ello las sociedades
occidentales en este momento no conciben al free speech como los padres
fundadores de los EEUU lo hicieron. Porque actualmente predomina en
Occidente tres creencias cuya mezcla es incoherente pero muy efectiva.
Post-modernismo, neomarxismo y positivismo.
Para el post-modernismo cualquier
relato es lo mismo, y no puede tener pretensiones de verdad. Si lo tiene, es
totalitario. Por ende, hay que prohibir al Catolicismo como JPII y Benedicto
XVI lo concibieron, esto es, una religión anclada en la razón con pretensiones
de verdad.
Para el neomarxismo, hay que
prohibir al heteropatriarcado explotador, del cual las religiones cristianas
tradicionales forman parte.
Para el positivismo, la ciencia es
la verdad y la ciencia se basa en los hechos. Y como “las opiniones son libres
pero los hechos son sagrados” no tienes libertad de expresión sobre los hechos:
es misinformation que debe ser prohibida.
Estas tres ideas se combinan como
un torniquete que quita todo oxígeno posible a una sociedad libre y al free
speech. Si el Estado (a través de sus funcionarios) decide que lo tuyo no
corresponde, es misinforation y cometes el delito de difundir
información falsa. Si el Estado decide que tu cosmovisión metafísica con
pretensiones de verdad es autoritaria, eres un fanático que merece ser vigilado
y perseguido. Si el Estado decide que tu cosmovisión metafísica es hate
speech, afuera también. Y todos contentos, incluso los liberales que
también creen que el Estado debe impedir la “false information” y que
además están muy, muy felices cuando unas monjitas van presas por no distribuir
preservativos. ¡Cómo se les ocurre!
Este drama cultural no tiene
solución rápida. Sin embargo, lo interesante fue que lo que permitió el debate
sobre el free speech en los EEUU fueron las normas procedimentales de
la Democracia Constitucional, como Habermas habría señalado. Y las
cumplieron. Se dijeron de todo, especialmente los demócratas a Robert F.
Kennedy, a quien le dijeron repulsivo, peligroso y vergonzoso. Pero se lo
dijeron sin levantar la voz y esperando su turno. Y Kennedy tuvo todo el
derecho a defenderse.
Ese es el último bastión que queda
allí, hasta que alguien se de cuenta de que esas mismas normas procedimentales
fueron compiladas y sistematizadas por blancos como Hamilton, Madison y Jay.
No le demos más ideas a Black
Lives Matter. Porque en ese caso, it does matter.
miércoles, 19 de julio de 2023
LOS SACERDOTES Y LA POLÍTICA, por el Pbro. Gustavo Irrazábal
domingo, 9 de julio de 2023
SOBRE LA LIBRE INMIGRACIÓN
Siempre he estado a favor de la libre inmigración y emigración, la libre circulación de capitales y de personas. Es el ideal propuesto por Mises en Liberalismo (1927) luego de soñar con los "Estados unidos" austro-húngaros en 1919 en su libro Nation, Sate and Economy.
Pero las políticas migratorias practicadas por la mayoría de los gobiernos europeos, que han llevado a crisis como la de Francia, son otra cosa.
Dichas políticas piensan que la libre inmigración consiste en que son ciertos "colectivos" los que deben inmigrar, y ser protegidos por el Estado Providencia.
Ese es un pensamiento post-moderno, que se basa en un relativismo cultural total.
Todos deberíamos tener derecho a entrar libremente a un Estado liberal clásico, excepto seamos delincuentes. Pero en ese caso, todas las persons deben respetar el Estado de Derecho. Todos tienen derecho a la vida, libertad y propiedad, y por ende todos tienen el deber de NO cometer delitos de asesinato, secuestro o hurto, independientemente de si su marco cultural anterior sea compatible con ello o no. El Estado de Derecho que ha emergido en Occidente tiene la superioridad moral de basarse en una verdad moral universal, a saber, que todas las personas han sido creadas por Dios con una dignidad natural que debe ser respetada y por ende con inalienables derechos a la propiedad, la libre asociación, la libertad religiosa, de enseñanza y de expresión. Ello lleva a la sana diversidad y pluralismo liberal clásico, donde personas de diferentes naciones y religiones con-viven en un mismo Estado de Derecho y por ende todas tienen la obligación de respetar ese Estado de Derecho que les permite precisamente vivir libremente las costumbres de sus culturas, siempre que no violen derechos de terceros.
A la vez, y aunque esto sea antipático, esa libre inmigración presupone una economía libre y la inexistencia de subsidios estatales para todos, de tal manera que cada persona que llegue se tenga que poner a trabajar, en igualdad ante la ley y ausencia de privilegios ni subsidios, aumentando con ello la productividad de toda la economía. Si hay situaciones de distribución de bienes públicos, ello debe quedar, como explica Hayek, reservado a los municipios bajo estrictas condiciones (NO monopolio del servicio, financiación local, etc.) que deben estar protegidas en el texto Constitucional federal.
Eso es libre inmigración, y no este caos post-moderno y asistencialista que conduce a ghettos no integrados, con incentivos al delito, y a reclamar enojados, parta colmo, derechos que NO tienen, pero que una berborragia estatista les ha hecho pensar que sí.
Todo esto es liberalismo clásico 101, economía de mercado 101. Qué lejos que están los dirigentes europeos de comprenderlo.
domingo, 2 de julio de 2023
AHORA, CORRUPCIÓN DE MENORES ES UN DERECHO Y OPONERSE A ELLO UN DELITO
A eso se ha llegado con los
llamados delitos de odio y de discriminación. Los drags queens son
libres de pasearse desnudos delante de tus hijos, los varones autopercibidos
niñas son libres de ir al baño de tus hijas, y si te opones a ello incurres en
delito de odio y luego te mandan el FBI y te ponen en la lista de terroristas
domésticos.
A eso se ha llegado en los EEUU y
en otros lugares del que fuera llamado el mundo libre.
Y todo con el beneplácito y el
silencio de miles de liberales (con excepciones, como Karina Mariani) que viven
como si todo ello no tuviera importancia.
No hablaremos de vuelta (https://revista.feylibertad.org/index.php/revista/article/view/40
) sobre que la verdadera libertad consiste en las libertades individuales, y
que los llamados delitos de odio y discriminación son el arma totalitaria por
excelencia para violarlas, una por una: free seech, libertad religiosa,
libertad de asociación, de enseñanza. Todas y cada una de ellas conculcadas en
nombre de supuestos derechos de nuevos colectivos explotados según el
neomarxismo dominante.
Pero lo que quiero resaltar ahora
es la total hipocresía y doble standard de una sociedad que se horroriza por el
abuso de menores y luego mira para otro lado ante este terrible abuso de
menores. Hace algunos años la corrupción de menores era una forma de abuso, tipificada
en el código penal. Hacer participar a menores en espectáculos y prácticas
legales pero inmorales, reservadas para adultos, era corrupción de menores.
Vuelvo a decir, una forma de abuso, porque el menor no tiene la edad de
consentimiento para dichas cosas. En fin, las cosas que hay que aclarar.
Curiosamente, los mismos que están
siempre atentos a denunciar que tal obispo, hace 40 años, rozó con su mano en la
cola de tal o cual señora, son los mismos que dirigen todas sus energías a
defender esta “sociedad inclusiva”, que consiste en la aberración de considerar
un derecho al delito de corrupción de menores. Los mismos. Curiosamente.
Las reservas morales de Occidente
se están acabando. No es cuestión de si eres liberal, conservador o socialdemócrata.
Ahora es cuestión de si tienes tu espíritu anestesiado ante las aberraciones
más terribles, o tu cerebro envenenado por esta mezcla incoherente pero
eficiente entre marxismo y post-modernismo.
Hace algunas décadas, si un señor
se vestía de mujer y se desnudaba delante de tus hijos, hacías la
correspondiente denuncia.
Hoy en cambio no sólo te callas
sino que lo llevas a ver el espectáculo.
Eres tú, consumidor de la barbarie,
cobarde y silente ante la barbarie, la causa última de la barbarie.