domingo, 2 de octubre de 2022

FRANCISCO Y EL CONCILIO VATICANO II

Uno de los tantos efectos negativos del pontificado de Francisco es que ha retroalimentado las ideas que sobre el Concilio tenía el Cardenal Lefebvre, interpretación negativa que logró ser apaciguada por Juan Pablo II y sobre todo por Benedicto XVI, quien en 2005 explicó la interpretación del Concilio en continuidad con la Tradición, en un documento que debería haber sido una encíclica[1]. De ese discurso, en los actuales tiempos turbulentos de la Iglesia, nadie se acuerda.

Dignatarios eclesiales como Monseñor Viganó y otros de menor importancia, pero muy influyentes, han difundido últimamente que el actual desastre doctrinal de Francisco es un resultado directo del Vaticano II y una corroboración de las predicciones que en su momento se hicieron sobre cierto “espíritu del Concilio”.

Pero ello es totalmente falso: tanto Francisco como Viganó representan algo muy frecuente en la Iglesia, que está en la clave de las dificultades de interpretación del Vaticano II: su radical incomprensión de la Modernidad, que nada tiene que ver con el Iluminismo, como muy bien han explicado Leocata[2] y Del Noche[3], como así también Benedicto XVI en el referido discurso y en escritos anteriores[4].

La Modernidad, históricamente, se mezcló con el Iluminismo, pero en sí misma es el desarrollo de tres ideas básicas que están presentes en la esencia del Cristianismo: la ciencia como libre investigación del orden físico creado por Dios[5], la afirmación de la dignidad humana y sus derechos ante el poder[6], y la esencial distinción entre Iglesia y poder político, la sana laicidad[7], que implicaba necesariamente un proceso de des-clericalización del poder temporal[8].

Francisco es efecto y causa de las conferencias episcopales latinoamericanas, NO del Vaticano II. Justamente, como muy bien denunció el Padre Rafael Braun en una memorable ponencia[9], esas conferencias fueron totalmente insensibles e indiferentes a la importancia de la institucionalidad democrática que tanto costó que se abriera en Europa conforme al magisterio de Pío XII y Juan XXIII. Los obispos latinoamericanos lo ignoraron completamente, sumidos en el total marxismo de las teologías de la liberación y del pueblo, que suponían que el progreso temporal derivaría de las bases de un “pueblo católico” ante el cual las formas democráticas eran construcciones anglosajonas supuestamente ajenas “al sentir cristiano del pueblo latinoamericano”, un invento ficticio en la mente de esos obispos pero suficiente como para justiciar la violencia contra un capitalismo que, paradójicamente, nunca existió en América Latina. Las críticas de Loris Zanatta a la Iglesia son a la teología de la liberación, no a Pío XII o al Vaticano II, distinción que sin embargo él debería hacer en sus ensayos y libros.

El Vaticano II es, por ende, la sana modernidad asumida por el Magisterio, que nada tiene que ver con esa teología de la liberación y del pueblo de la cual surge Francisco, para colmo mezclada con la versión argentina del fascismo mussoliniano, llamado peronismo.

Ojalá Francisco comprendiera al Vaticano II; ojalá fuera capaz de entender lo que sobre él escribió y aclaró Benedicto XVI. Pero no. Mientras tanto, la esperanza es que las puertas del infierno no prevalecerán sobre la Iglesia.



[2] Sobre este tema en Francisco Leocata, ver Del iluminismo a nuestros días. Síntesis de las ideas filosóficas en relación con el cristianismo, Buenos Aires; Don Bosco, 1979; y La vertiente bifurcada: La primera modernidad y la ilustración, Buenos Aires, EDUCA, 2013.

 

[3] Sobre Del Noche, ver Hoevel, C.: “La crítica de Del Noce a Maritain y los orógenes intelectuales del Catolicismo de izquierda”, en Cultura Económica,(102) 2021; https://erevistas.uca.edu.ar/index.php/CECON/article/view/3920/3867

[4] Ver Ratzinger, J.: Iglesia, Ecumenismo y Política; BAC, Madrid, 1987.

[5] Al respecto, ver Jaki, S. (1987) Uneasy Genius: The Life and Work of Pierre Duhem; Martinus Nijhoff Publishers; Koyré, A.: (1979), Del mundo cerrado al universo infinito. Buenos Aires: Siglo XXI; Koyré, A.: Estudios galileanos (1980), Buenos Aires: Siglo XXI;  Koyré, A (1988) Estudios de historia del pensamiento científico; Buenos Aires: Siglo XXI Editores;  Koyré, A. (1994),Pensar la ciencia (1994) Barcelona: Paidós.

 

[6] Ver Juan XXIII, Pacem in terris, 1963.

[7] Sobre la sana laicidad, ver Pío XII, Discorsi e Radiomessaggi di Sua Santità Pio XII, XX, Ventesimo anno di Pontificato, 2 marzo - 9 ottobre 1958, https://w2.vatican.va/content/pius-xii/it/speeches/1958/documents/hf_p-xii_spe_19580323_marchigiani.html

[8] Ver al respecto Fazio, M.: Francisco de Vitoria, Cristianismo y Modernidad; Ediciones Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1998.

6 comentarios:

  1. 1. Para mí está claro que Vaticano II pertenece al Magisterio de la Iglesia y que por lo tanto hay que aceptarlo. Y que hay que interpretarlo. Pero si Benedicto XVI habló de la necesidad de una hermenéutica de la continuidad en la reforma frente a una hermenéutica de la ruptura, es porque varios documentos del Concilio (por lo que dicen, por cómo lo dicen y por lo que deliberadamente omiten) se prestan con más facilidad que los documentos anteriores a la hermenéutica de la ruptura. De allí que haya que interpretarlo de acuerdo a la Tradición, aunque siendo rigurosos en el método propio de la teología, este Concilio sea más complejo que otros a la hora de interpretarlo y aplicarlo de manera correcta. Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI intentaron hacer esa hermenéutica de la continuidad. Y en muchos casos lo hicieron muy bien, aunque hacia adentro de la Iglesia, no todos la aceptaran.

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  2. 2. Pero suponer que los errores de Francisco nada tienen que ver con el Concilio no es correcto en mi opinión. La hermenéutica de la continuidad de los Papas mencionados y de ciertos teólogos (como Ocáriz) parten del supuesto de que no hay errores en el Concilio. Pero fue el mismo Concilio el que definió ser de naturaleza pastoral y, en lo doctrinal, de Magisterio Ordinario (donde se recuerdan verdades infalibles mediante el Magisterio Ordinario y Universal y otras nuevas que no son necesariamente definitivas pues son de simple Magisterio ordinario no definitivo o Magisterio Auténtico). Ese supuesto de que no puede haber errores en un Concilio donde abundan textos de variada naturaleza y de suyo no definitivos es tan nocivo como rechazar de plano al Concilio en su totalidad. El mismo Benedicto XVI cae en una contradicción cuando en ese documento del año 2005 habla de un "sí a la Modernidad" cuando todos los Papas anteriores habían dicho que "no a la Modernidad". De mínima hubiera sido importante que de definiera qué se entiende por Modernidad o distinguir entre Modernidad cronológica y Modernidad ideológica. Y aclaro que no le resto importancia a ese famoso texto del Papa emérito. Pero la realidad es que en el Concilio, junto a muchas enseñanzas verdaderas e importantes, hay textos que de mínima son ambiguos y, hasta donde llegan mis conocimientos, otros que son erróneos. Y al no reconocer eso, el diálogo se torna imposible. Decir, por ej. que el Papa de modo individual tiene la plena, suprema y universal potestad sobre toda la Iglesia, para luego afirmar que el Colegio Espiscopal (sub Petro et cum Petro) también tiene la plena, suprema y universal potestad, son afirmaciones que violan el principio de no contradicción. Distinto hubiera sido el decir que el Papa tiene esa suprema potestad que la puede ejercer de modo individual como colegiado. Porque entonces diríamos que el Colegio Episcopal participa en ocasiones de la suprema potestad que tiene el Romano Pontífice (sobre todo en los Concilios) y no que la tiene de suyo. Pero el texto salió ambiguo porque quienes controlaron casi todo lo que se hizo en el Concilio (los teólogos progresistas y los peritos de la llamada Alianza Europea) no pudieron vencer del todo a los Obispos y peritos ortodoxos. Y aún así, al final Pablo VI debió injertar una aclaración para que el documento no fuera directamente heterodoxo (lo mismo sucedió con "Dignitatis Humanae").

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  3. 3. Problemas como ese hubo en otras materias como las fuentes de la Revelación, la noción de Tradición, los "semina Verbi" en las falsas religiones, la distinción entre Iglesia de Cristo e Iglesia Católica, la teología sobre el Judaísmo, las relaciones Iglesia- Estado, etc. Y bien, a pesar de los esfuerzos de los tres Papas mencionados (con sus aciertos pero también con sus errores) no lograron despejar del todo los problemas ocasionados. De otro modo nunca hubieran sucedido los encuentros de Asís I, II y III, la profanación de la Liturgia o la renuncia de hecho a la noción de Cristiandad. Un pequeño error al principio es un gran error al final. Y ese gran error es lo que Francisco está sacando a la luz: no habría "sinodalidad permanente y cuasi- cismática" sin una concepción heterodoxa de Colegialidad; no existiría Fratelli Tutti sin una equivocada noción de los "semina Verbi"; no tendríamos Teología del Pueblo sin una concepción democratista o meramente "carismática" de Iglesia; no se daría una persecusión a la Tradición Litúrgica sino se hubieran introducido nociones protestantes en la materia (como el de asamblea litúrgica que "ofrece" el Sacrificio por medio de su "Presidente", sólo por poner un ejemplo). En fin, el tema da para largo, pero entiendo que el asunto es de mayor gravedad que lo que habitualmente se supone. Y no se soluciona volviendo como si nada hubiera ocurrido a la teología de la época de Pío XI y Pío XII (Billot, Garrigou Lagrange, Santiago Ramírez,etc) pero tampoco dando a entender que habría existido un sector "ortodoxo" del progresismo y/o de la Nouvelle Theologie (Congar, De Lubac, Danielou, Ratzinger, Von Balthasar, Maritain, John C. Murray) y otro "heterodoxo" (Schilleebeckx, Küng, Häring, Bugnini, Gustavo Gutiérrez, etc) cuando en ambos había errores, aunque de distinto grado y naturaleza.

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  4. 4. Unas palabras serias sobre el tema, aunque no las comparta todas, son las dichas por Miguel Ayuso Torres en un programa de TV. Interesa sobre todo lo que dice sobre cómo se interpretó y quiénes interpretaron el Concilio, así como quiénes lo aplicaron. Yo no considero que Vaticano II sea un desastre como dice Ayuso Torres pero sí coincido con lo dicho por Roberto de Mattei: El Concilio Vaticano II es negativo como hecho histórico, no tanto por sus documentos que - teniendo en cuenta la autoridad e importancia de cada uno - son Magisterio ordinario y hay que interpretarlos de acuerdo con la Tradición. Invito a escucharlo sin prejuicios ni condicionamientos emocionales, sino atendiendo a sus palabras: https://www.youtube.com/watch?v=42E2WTu6o1c

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  5. https://gzanotti.blogspot.com/2022/10/respuesta-fernando-romero-moreno-sobre.html

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  6. https://www.amazon.es/Obras-completas-Joseph-Ratzinger-interpretaci%C3%B3n/dp/8422016907

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