(De mi libro Luis Jorge Zanotti, sus ideas educativas fundamentales y su importancia para el mundo actual, de próxima aparición). Parte II, 2, 2.1.
1.1.“El cuestionamiento de las instituciones escolares”[1].
Seguimos ahora con el artículo
más importante de mi padre en cuanto a su posicionamiento político en los años
70, cuando una izquierda marxista intentó monopolizar todo aquello en lo que a
reforma educativa se refería[2].
Pero no creamos que es ese el
centro del artículo. Eso viene al final, como una especie de advertencia de
cómo se puede estropear una buena causa. Porque mi padre, como hemos visto, no
era un conservador educativo. Todo lo que hemos analizado hasta ahora es, en sí
mismo, un cuestionamiento de las instituciones escolares que dieron origen a la
escuela redentora, que termina nada más ni nada menos que en la
des-institucionalización. Mi padre tenía plena conciencia de que una reforma liberal
de la educación no pasaba por la entronización y mitificación de la política
educativa de la generación del 80. Por esto el ensayo comienza de manera
integrada, no apocalíptica, sobre las críticas que desde los 50 y los 60
reciben las instituciones escolares.
a) La igualdad de oportunidades.
Comienza mi padre explicando que
ese fue el ideal de la escuela iluminista, redentora, y que el instrumento
igualitario era el alfabeto, puedo a disposición de todos por medio de esa
escolarización. Sin embargo, las críticas apuntan, con el paso de los años, a
las diferentes condiciones extra-escolares con las cuales muchos ingresan a los
diferentes ciclos escolares, además de las cifras elevadas de repetidores y de
deserción escolar, que tienen que ver con diferentes estratos socio-económicos
de la población. Mi padre no rechaza el planteo del problema. Al contrario,
afirma “…se está haciendo un
cuestionamiento indudablemente serio, digno de ser tenido en cuenta y que es
necesario meditar.
b) De la redención a la opresión.
Sin embargo, hay otro planteo. A esa
escuela redentora, que podía ser criticada y superada con la segunda y tercera
etapa de la política educativa, se la ve “ahora” (1974) como parte de la
opresión de un sistema opresor en sí mismo de la cual fue parte. “…A esa
escuela se la acusa en estos momentos de ser nada menos que la representante
probablemente más perversa de toda una estructura social opresora del hombre y
de las clases sociales menesterosas, creada exclusivamente con el fin de
mantener esa estructura de injusticia y de opresión al servicio de las clases
dirigentes”. Como vemos, allí hay un cambio sustancial. La escuela redentora
era en realidad el medio para mantener a todos en la opresión capitalista….
“…Hay inclusive estudios de profusa circulación en los cuales se desmenuzan
cuidadosamente los libros de lectura utilizados a lo largo de la historia de la
escuela, desde el siglo pasado, para señalar en ellos precisamente todos los
puntos donde esa ideología de opresión está latente y subyacente a fin de que
los alumnos se acostumbraran a tolerarla y servirla”.
c) Obligatoriedad y opresión.
Lo mismo con la obligatoriedad. Una
bandera de la escuela redentora. La intención fue que los padres iletrados no
rechazaran el valor de la ilustración, cuando existían ya los medios económicos
para hacer posible esa obligatoriedad. Pero ahora se la ve como un instrumento
de un monopolio escolar. No el criticado por mi padre (él hace la aclaración)
sino un sistema educativo único al cual sólo se accede realmente desde los
privilegios de las clases dominantes. “…Como el acceso y el desenvolvimiento
dentro de ese monopolio está limitado a quienes tienen ciertas condiciones que
les permiten aprovecharlo, se demuestra una vez más la existencia de un sistema
educativo al servicio de determinados grupos o sectores”.
d) Análisis de algunos autores
En ese momento no hay análisis crítico.
Pasa a la consideración de algunos autores, de orientaciones diversas. Colette
sus ácidas críticas a los excesos del rigorismo didáctico –que mi padre
reconoce- y luego Gozzer, a quien ya hemos visto, pero mi padre escribe para
una audiencia que lo desconocía. Como esta hablando en la Unsta, mi padre cita
Los católicos y la escuela, cuya tesis ya hemos visto: la “escuela católica” ha
adoptado los métodos del positivismo pedagógico, y eso ha marcado su fracaso,
tesis que aún es desconocida por quienes siguen asombrados de que de los
colegios “católicos” surjan los mejores anticatólicos del mundo.
Cita luego el caso de Barbiana, pseudónimo
de “Carta de una profesora”[3], donde
se critica la distancia social y de recursos entre maestros, profesores y
alumnos. Mi padre aclara: “…En Europa indudablemente es bastante diferente esa
situación. Entre nosotros tenemos un régimen de escolaridad, tanto en la
primaria como en la secundaria, menos rígido y donde estos tipos de fenómenos
se dan con mucho menos fuerza. En nuestro caso se lo ha usado y se lo ha
simplificado mucho, pero repito que este libro, entre el alumnado de muchas
facultades y carreras de ciencias de la educación ha sido un libro de cabecera
últimamente”.
Luego, bajo el título “Otras críticas”, mi
padre hace referencia a él mismo, y trata de resumir con discresión y humildad
casi todo lo que ya hemos visto. Cita allí los artículos “El monopolio
educativo” (1972), donde explica sus críticas a la falta de libertad de enseñanza;
“"El gran vacío" (1972), donde critica la pérdida de recursos humanos
en el sistema secundario; “La triple escolaridad” (1971), que ya hemos
adelantado y vamos a ver detalladamente, donde critica la falta de compromiso
de los padres con su misión; “ "Para reemplazar la escuela
media" (1972), donde sintetiza sus críticas a la escuela media y
“ "El sistema y sus víctimas” (1971), que veremos en detalle, donde
las víctimas son “… un número incalculable de otros hombres que no son
sino víctimas de esos sistemas. Es decir, todos sabemos que grandes hombres y
grandes profesionales han salido de ciertos colegios secundarios famosos –no
aludo a ninguno en particular y sí a todos en general– pero nadie sabe, ni
analiza, ni medita, en la gran cantidad de buenos talentos, o de buenas
capacidades, frustradas por muchos de esos colegios secundarios famosos,
fenómeno que se da tanto en nuestro país como en otras partes del mundo”.
Sobre este punto, cabe hacer un comentario
importante. Toda la obra de mi padre es una propuesta de reforma a la escuela
positivista, a la escuela redentora, pero sin caer en la contradicción del
marxismo castrista que se llenaba la boca con críticas similares para luego
pretender imponer la dictadura cubana como la gran “liberación” educativa. Mi
padre jamás cayó en esa trampa, pero tampoco en la entronización, como hemos
visto, del sistema educativo de la Generación del 80 que él sin embargo
admiraba, por la obvia diferencia moral entre un Sarmiento y un Fidel Castro.
Por eso la obra de mi padre quedó ininteligible entre dos grupos que
literalmente se mataron: terroristas de izquierda y conservadores de derecha
para los cuales todo el problema educativo consiste en formar fila, cantar el
himno, “portarse bien y sacarse buenas notas” (o sea, escuchar en silencio y
repetir de memoria).
En ese sentido, aún hoy escucho, cada
tanto, a los grandes reformadores de izquierda, como descubriendo la pólvora y
cayendo en la ominosa contradicción de imponer
su “liberación” desde Cuba y Venezuela,
alimentados por la Unesco. Hace unos 10 años circuló mucho, en youtube, un
documental llamado “La educación prohibida”, guionado en esa línea, ante el
cual tuve que escribir “De la “educación prohibida” a Luis Jorge Zanotti,
comentarios sobre una película muy difundida”, donde tuve que aclarar: “…Luis J. Zanotti también expuso las
nuevas funciones profesionales docentes en un texto que sombrará a más de uno (http://www.luiszanotti.com.ar/artinvedu2.htm#1), previó la revolución tecnológica
actual como la tercera etapa de la política educativa (http://www.luiszanotti.com.ar/poled3.htm), propuso reformas a la enseñanza
media (http://www.luiszanotti.com.ar/escuelamedia.htm; http://www.luiszanotti.com.ar/escsigloxx2.htm), bregó por la escuela sin grados (http://www.luiszanotti.com.ar/artrevcatedra.htm), se opuso con firmeza a dejar
abandonados a los niños y adolescentes en las escuelas (http://www.luiszanotti.com.ar/artlanacion2.htm), todo en medio de un desierto
cultural, cubierto de toneladas de arena autoritaria (izquierda marxista,
conservadores, militares, religiosos, sindicatos, etc.)[4].
Finalmente, en este apartado, mi padre
toca los casos famosos de Lapatí e Illich.
Sobre el primero –sacerdote jesuita- mi
padre simplemente expone su posición. América Latina sería un barril sin fondo
de pobreza; todas las inversiones educativas que se puedan hacer siempre se
quedan cortas ante las cifras crecientes de pobreza, analfabetismo, etc. Lo
único que se podría hacer es acortar la escolaridad….
Pero entonces mi padre lo relaciona con
Illich, ex obispo de Cuernavaca. Y de vuelta la misma crítica a la
obligatoriedad: convierten en obligatorio un sistema opresor, en el cual la
escuela que antes era redentora es ahora el proceso por el cual las nuevas
generaciones son convertidas en esclavos sumisos del sistema opresor.
e)
El
fondo de la cuestión y su contradicción.
Es allí cuando mi padre diagnostica el
fondo de la cuestión: esta crítica es una crítica a la sociedad toda, no al
sistema educativo en particular. Pero hay allí una contradicción. La escuela no
sería “liberadora” (mi padre ya sabe que en el sentido marxista del término)
porque la sociedad de la que surge (oh descubrimiento para mi padre: la escuela
es hija de la sociedad) es opresora. Pero entonces se vuelve a poner el énfasis
en la escuela como si ésta pudiera ser el agente de cambio, de liberación……
f)
Análisis
final y crítica.
Una vez llegado este punto, mi padre
analiza las nociones de liberación y de autoridad manejadas por estas
propuestas. Tiene que recordar nociones básicas elementales. La verdadera
liberación del hombre consiste en auto-gobernarse a sí mismo, en hacer propias,
con madurez, sus obligaciones como persona, y la autoridad, no el autoritarismo,
es la que conduce al ser humano a ese logro tan complejo.
Pero mi padre advierte la crítica a la
autoridad como la “represora” y “castradora” propias de un capitalismo opresor
del cual hay que “liberarse”. Dice al respecto algo muy importante y muy propio
de la época, donde se había confundido a Freud con Marcuse y Reich: “…Circula
por ahí una publicación que se llama "Diario de un Educastrador". Es un folletito insignificante, sin ningún
valor, escrito por un joven maestro francés que sufre un proceso siquiátrico
por el cual tuvo que ser procesado en Francia, expulsado de la escuela y que
visiblemente padece un síndrome claro de alteración patológico-sexual en la
relación con los alumnos. Pero todo
esto se ha publicado como modelo de la posición absolutamente
"liberadora" en la educación. No tendría ninguna
importancia –el libro en sí no la tiene– pero lo importante es que circula, que
se editó, que se considera en serio, que se analiza en cátedras pedagógicas,
que se utiliza, que los jóvenes estudiantes de hoy lo están manejando. Este es
el proceso de abuso y de deformación dentro de esta línea del cuestionamiento a
las instituciones escolares, que nace con un origen mucho más serio y fundado
como acabamos de ver y que puede dar origen a algunas cuestiones dignas de ser
consideradas. (Las itálicas, las negritas y los subrayados son nuestros).
Y en este contexto mi padre comente la
osadía de criticar al famoso Freire y su “educación bancaria”, y su propuesta
de “diálogo”. Mi padre, crítico enérgico del positivismo pedagógico y firme
partidario del diálogo socrático como la esencia última de la pedagogía, no
podía salir de su asombro frente a grandes simplificaciones con aire a novedad.
Sí, obvio que una “educación” donde el alumno es un pasivo recipiente de
fórmulas que luego debe devolver de memoria, no es educación. Pero lo
“bancario” hace referencia a todo un sistema social que es necesario cambiar.
También obvio, con la diferencia que para mi padre el sistema social que hay
que cambiar es el estatismo, y no ese Estado ilustrado de izquierda que
impondría contradictoriamente al “diálogo” por la fuerza: “…Pero hoy se toma la bandera del
diálogo, se la levanta y luego se la escarnece inclusive, porque se oyen
exámenes donde los alumnos, tartamudeantes, anhelantes, nerviosos y asustados
repiten la posición de Paulo Freire para tratar de que el profesor le ponga la
nota con la cual van a aprobar y obtener el certificado formal de un saber en
el más puro esquema de la "educación bancaria" de Paulo Freire[5]. Pero eso es simplemente la burla a la cual llegamos y la prueba de que
muchas de estas cosas se están manejando con intenciones a veces simplemente
exhibicionistas y en otras ocasiones con intenciones de destruir algo para
llegar a otro tipo de esclavitudes mucho peores” (Las negritas son
nuestras).
i)
¿Qué hacer?
Mi padre reitera entonces su
crítica al sistema inmovilizado por el monopolio escolar, y adelanta su
propuesta de des-institucionalización, cosa que obviamente la izquierda
marxista, tan supuestamente revolucionaria, nunca iba a aceptar: “…Para tratar de resumir mi pensamiento, no
con la intención de ofrecerlo como "la solución" sino como un
elemento para reflexionar, diría que en adelante la escuela y las instituciones
escolares deben ser entendidas como uno de los caminos para la labor educativa
y no como el camino. La escuela y las instituciones escolares deben ser
entendidas como ofrecimientos de servicios y no como imposiciones de servicio.
La escuela y las instituciones escolares, y sus programas, y su currícula, y
sus regímenes, deben ser entendidos como algunas de las vías para llegar a
determinados puntos formativos, no como las únicas vías formativas. Nadie dice
que para tener un certificado de hombre culto haya sido necesario seguir tales
o cuales programitas de la escuela secundaria y haber cumplido tales o cuales
puntos del programa de literatura de 4º y de 5º año, por ejemplo, sino que se
puede llegar a una formación cultural por otras vías muy diferentes, Hay muchas
personalidades que pueden llegar a buenas dimensiones profesionales y
culturales generales por vías diferentes del sistema escolar”.
Luego, otra vez, el tema de las nuevas
tecnologías del conocimiento: “…Debemos tener en cuenta que existen hoy otros
medios de comunicación del pensamiento, como decía Gozzer, de lo cual participo
plenamente, con un poderío mucho más fuerte que el de las instituciones
escolares. Recordar que la palabra oral, el libro y la escuela eran quizás la
única manera de trasmitir el pensamiento y formar determinados niveles cívicos,
sociales, culturales, generales y profesionales, hasta el siglo pasado, hasta
1920 o 1930, pero no hoy, cuando contamos con medios de formación de las masas,
de la sociedad, del pueblo, para su capacitación cívica y social, para la
trasmisión del mensaje cristiano inclusive, que hemos dejado de lado”.
Y advierte la dificultad de su propia
posición frente a los extremos: “…Desde un punto de vista personal yo estoy en
contra de las posiciones simplemente subversivas, destructoras, que so capa de
liberación conducen al hombre a la peor de las esclavitudes, pero esto no
significa que me coloque en la defensa cerrada de instituciones y de personas
que durante años y años se han negado a todo cambio, a toda renovación para
defender solamente sus propias situaciones, su comodidad o su ineptitud”.
Su conclusión final: “…El problema existencial y
vocacional que se presenta a quienes están hoy en el área de la educación es el
siguiente: se levantan banderas de
destrucción que no es posible seguir, porque son banderas que buscan un orden
que no puede ni debe admitirse: pero
tampoco se puede, simplemente, quedarse en defensores celosos y a ultranzas de
aquel otro orden que tiene y tenía mucho de injusto, de equivocado, de inútil y
de pernicioso. Por lo tanto, el problema esencial y vocacional de los
educadores de hoy, que compromete sobre todo a la gente más joven, es buscar
las banderas que es necesario levantar para esa renovación y esa transformación
con signo positivo” (Las itálicas y las negritas son nuestras. Ahora se puede
entender por qué mi padre había comenzado la primera parte de este ensayo con
el título “Las banderas puedas al revés”).
Y una advertencia final:
“…Quizás si algunos sectores subversivos y totalitarios vienen ganado la
delantera en este proceso del cuestionamiento es porque otros no lo han sabido hacer en su momento y encarar
transformaciones oportunamente. Quizás todavía se esté a tiempo”. (Las
itálicas son nuestras).
Como vemos, no se estuvo a tiempo. En la Argentina de hoy, donde la
novedad es hablar de instituciones republicanas, y donde la educación está
manejada por una amalgama perversa de marxismo de los 70, adoctrinamiento LGBT
y patoterismo sindical, se podría decir que ya está, que no se estuvo a tiempo,
y que si la Argentina no termina siendo un Estado satélite de Venezuela con la
bandera del Imperio Mapuche, será un milagro. No me acusen de extremo
pesimismo. Al menos estoy escribiendo este libro.
[1] IIE, Junio de 1975. En
un asterisco, se aclaraba: “…En el Mes de mayo de 1974, fui invitado por la Universidad
del Norte Santo Tomás de Aquino, de Tucumán, a pronunciar una conferencia en su
Cátedra Mayor Pablo VI. Sobre la base de esa exposición, posteriormente
reproducida casi textualmente en su versión primitiva para su circulación en
aquella provincia, he redactado este trabajo. Agradezco a las autoridades
de la mencionada casa de estudios su gentileza para permitirme la publicación
de este artículo sin oponer ningún inconveniente.” Mi padre hizo una gran
amistad con el entonces rector de la UNSTA, Fr. Dr. Aníbal Fósbery, O.P.
[2] Ya nos hemos referido a la bomba
en nuestro domicilio, en 1972, y a la expulsión de su cátedra, en 1973.
Cualquiera que haya vivido la década del 70 sabrá, cuando termine de leer esta
sección, que este ensayo, expuesto en la Unsta en 1974 y publicado en 1975, fue
jugarse la vida una vez más.
[3] Por referencia de Gozzer, el libro
fue escrito por el párroco de la localidad de Barbiana.
[4] http://gzanotti.blogspot.com/2012/08/de-la-educacion-prohibida-luis-j.html Mi blog terminaba diciendo: “…Las nuevas generaciones que busquen fundamentos para la
revolución pedagógica, harían bien en leer a quien supo proponerla, pero,
claro, sin Marx. Si son verdaderamente revolucionarios, allí lo tienen: www.luiszanotti.com.ar”
Si no, serán una parte más del cambio
para que nada cambie.
[5] Mi padre me contaba cómo él había
sido testigo directo donde los profesores “liberados y liberadores” de
izquierda exigían repetir de memoria a Paulo Freire so pena de desaprobarlos,
por supuesto. Qué coherencia…………
Consulta, ¿puede ser que habían re lanzado un libro de Luís Zanotti por el aniversario? ¿Ese libro cómo se llama y dónde se consigue?
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