Desde que comenzó el fenómeno Milei, me pregunté
siempre si los argentinos en general (perdonen la generalización: me refiero a
un horizonte cultural que confía mucho en el Estado) estaban preparados para escuchar
sin escándalo posiciones que vienen de un liberalismo libertario.
Al principio, sobre todo antes de las elecciones para
diputados, Milei parecía haber llegado al corazón de muchos, con su estilo, su
estética, su carajeidad, su denuncia a la casta, que no te roben los políticos,
que no roben a los que laburan, etc.
Pero últimamente se nota cierto escándalo, difícil de
evaluar y clasificar. Lo de eliminar el Banco Central, bueno, parece haber sido
pasable. Pero sus últimas declaraciones a favor de la libre portación de armas
o su defensa de los manteros han comenzado a llamar la atención de muchos que
no entienden de dónde viene todo eso, y otros que sí lo entienden pero
aprovechan para ridiculizarlo.
Con el tema de las drogas y de los planes sociales,
Milei parecía haber comenzado a distinguir entre corto, mediano y largo plazo.
Pero últimamente no.
La reacción es obvia. La mayoría de los argentinos no
sabe, no entiende o no contesta ante posiciones que vienen del movimiento libertario
anglosajón. Es un mundo extraño para ellos. Derechos individuales, Bill of
Rigths, Segunda Enmienda, eliminar ministerios, regulaciones, esto es, que
el Estado NO te cuide, no es algo que los argentinos en general
puedan aceptar o entender.
Por eso muchos comunicadores y politicólogos lo ubican
en una “extrema derecha”, hombre de paja construido desde una izquierda ilustrada
que no logra distinguir entre un libertario y un fascista en el sentido técnico
del término. Confundir a un libertario con Mussolini es un grosero error que
sin embargo es comprensible desde una socialdemocracia que ha elevado al estado
al lugar de un benévolo Leviatan.
Oponerse al acuerdo de París, denunciar la
politización del cambio climático, oponerse al totalitarismo de las cuarentenas
obligatorias, etc., son obviedades desde una posición libertaria, pero
novedades para los oídos argentinos que, como casi todo el mundo, quieren a la
ONU como un Estado Mundial.
El libertario no se opone a ESA globalización debido a
un nacionalismo, sino porque esa globalización va en contra de las libertades
individuales, cosa que no preocupa tanto a movimientos más nacionalistas de
derecha, pero tampoco a ciertos liberales que no terminan de ver el inmenso
peligro del tema cultural.
Pero, vuelvo a decir, la Argentina no está preparada,
culturalmente, para el surgimiento político exitoso de una posición libertaria.
Milei es en ese sentido un experimento “empírico” de apasionante resultado final,
si fuéramos científicos sociales fuera de este planeta.
¿Hay que elogiar a este último Milei, dispuesto a
decir lo que quiera, con el obvio peligro para su campaña presidencial?
Desde cierto punto de vista, claro que sí. No hay en
él demagogia ni dobleces.
Pero, me pregunto, hasta qué punto esa posición
hubiera sido más efectiva ANTES de presentarse como candidato. Cualquier libertario
académico o exitoso en los medios puede darse el lujo de escribir un blog
entusiasta a favor de la Segunda Enmienda de los EEUU. Instalar temas está
bien.
Desde otro punto de vista, hay una posición superadora
entre la honestidad brutal y la demagogia barata, la mentira y ser un político
más del montón.
Si Milei fuera cabeza de una alianza, entonces honestidad
más prudencia irían de la mano. Una alianza de centro derecha, con todos los sectores
liberales moderados y con los sectores nacionalistas moderados, con una
declaración de puntos en común y programa de gobierno, implicaría que sus candidatos
deberían concentrarse en esos puntos y, si surgen otros, decir sencillamente
que eso no están en las prioridades de la alianza en cuestión.
Una alianza que reivindicara en serio las instituciones
de la Constitución de 1853, y que tuviera como programa de gobierno bajar el
gasto público, eliminar ciertos ministerios, bajar cierta cantidad de
impuestos, respetar la autonomía del Banco Central, respetar las libertades
educativas y religiosas de las religiones tradicionales, abrir más al merdado en materia de salud y seguridad social, y salirse de la agenda
de la ONU en nombre de la soberanía nacional, ya sería un milagro en la
Argentina culturalmente estatista-peronistas. Y si formara parte de esa alianza
un grupo que se autodenomine peronista, bienvenido sea un poco de nominalismo.
Pero Milei no viene de allí, viene de él mismo. En él
está ir hacia la alianza o hacia él. Victoria Villarruel ya fue una alianza.
Por qué no continuarla….
Excelente visión Prof. Gabriel. Ojalá surjan muchos Mileis en el orbe... apuntar hacia ese mundo cuasi ANCAP y llegar a un minarquismo micro, nano, con mayor libertad individual, vida, respeto, progreso, desarrollo, independencia y felicidad...
ResponderEliminarUn reflexión simplemente brillante ! Gracias, la voy a promover para debatir al sur. No deje de hacernos pensar por favor....
ResponderEliminarExcelente Gabriel, como siempre, desde nuestros gratos intercambios en mi academia, la ESEADE, en la Universidad Austral junto a Cecilia Vazquez de Ger, hasta aquellos gratos encuentros en tu domicilio. Muchisimas Gracias. Te sigo difundiendo.
ResponderEliminarGracias Gabriel. Muy enriquecedor tu comentario.
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