domingo, 14 de marzo de 2021

LA VUELTA A LA ESCUELA (Por Ruy Gonzalo Martinez Allende, Dr. en Medicina y Master en Economía y Ccias. Políticas).

 


Mi sobrino no quiere volver a la escuela. Punto.

Tiene 17 años, cursa su último año y tenía mucho entusiasmo por volver a reunirse con sus amigos, pero ahora no quiere volver a la escuela.
Tiene un síndrome de Asperguer lo que lo hace un chico muy singular. Con algunas cosas geniales y otras muy raras. Por ej, no entiende los chistes, el doble sentido de las cosas, para él sólo hay una interpretación, lineal. Puede ser muy divertido, pero también muy angustiante. Especialmente para la madre que teme porque no sea capaz de labrarse un porvenir y deba depender siempre de la ayuda de otros.
Le costó mucho integrarse a la escuela. También los maestros hicieron un esfuerzo para entenderlo e incluirlo, tenerle paciencia, acompañar su ritmo.
Cuando empezó el proceso de escolarización pasaba horas bajo el pupitre, o simplemente se iba de la clase. Era una locura, pero nadie entendía que pasaba y nadie podía contenerlo.
Con el diagnóstico y mil ayudas finalmente lo fue consiguiendo. Los amigos lo integraron y saben que si la hamburguesa no tiene pepinillos no la come. Se ríen con él y le dan sus pepinillos. A su manera todos lo han ayudado a crecer y ser feliz.
Pero ahora no quiere volver a la escuela. Cuando entró, su entusiasmo se había quedado en la puerta. El ingreso parece a una base militar o a una prisión. Que la toma de temperatura, que el barbijo, que la distancia, que la vianda. Las clases transcurren en un gimnasio a metros de los amigos y años luz de los profesores. No les ve la cara, apenas escuchar un barullo que sale de una escafandra. No entiende lo que no escucha, nadie está cerca para ayudarle. Tampoco para bromear y darle un codazo.
El recreo es peor aún. Un recreo para jugar y otro para comer. Para comer no se pueden sacar el barbijo. Se lo deben correr, dar un mordisco y volver a colocarlo para masticar. Todo es un gigantesco sinsentido.
Los niños son aterrorizados con información falsa que no pueden asimilar y mucho menos analizar críticamente. Se los ha tratado como asesinos seriales de los abuelitos, inclusive en propaganda oficial.
Hoy, gente que parece vivir en una nube de pedo, los metió en una burbuja, olvidándose de los más elementales aspectos de la formación del carácter, la personalidad, el sentido de responsabilidad individual, la interpretación crítica de la información, pero también de la necesidad de contacto personal para el crecimiento y el desarrollo.
Lo que no se relaciona, muere, decía un viejo filosófo.
Hoy mi sobrino tampoco fue a la escuela. Yo tampoco querría ir!

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