Volviendo
al tema que tantos debates ha ocasionado últimamente, creo que hay un aspecto
muy importante para entender qué está ocurriendo.
Las libertades
individuales, tales como libertad de expresión, religiosa, de enseñanza y de
asociación, no fueron concebidas primero in abstracto y luego plasmadas in
concreto. Surgieron de una circunstancia histórica en la que había un consenso
generalizado, tácito pero muy básico como horizonte cultural, donde casi todos
(excepto los criminales) asumían el respeto mutuo de formas de vida y de pensar
diferentes, y que el sujeto de derechos era cada persona en particular o
asociada libremente con otras[1].
Ese fue el contexto fundacional de los EEUU, donde miles de inmigrantes
católicos, protestantes, judíos y librepensadores huyeron de una Europa
enloquecida para vivir en paz bajo el contexto del common law. Es lo que
antiguamente era la “concordia” civil (ver Mauricio Vázquez: https://www.ambito.com/opiniones/democracia/eeuu-la-mas-antigua-del-mundo-n5164179?fbclid=IwAR29dMGZqZLZdPp8BLAKNfl8OJDZsOQcIBorPODkc3sPKsmDvdj8RBCpaEA)
No lo sabían, pero de ese modo fundaron
las bases de lo que iba a ser la Declaración de Independencia, la Constitución
Federal y la Declaración de Derechos. En ese momento sí que se entendía lo que
quería decir free speech, más allá de la dicotomía privado/público. Era un
consenso cultural de respeto al “disidente”, esto es al que tiene otra
cosmovisión. Por supuesto, todos sabemos del “barro de la Historia”: ese pacto
comenzó mal, con el tema de la esclavitud, que seguimos pagando hasta hoy.
Ese
tipo de pacto político liberal clásico se corta cuando un grupo asume el
monopolio de La Nación, el Estado, la raza superior o la clase explotada contra
la clase explotadora. En todos esos casos, la convivencia con “el otro” es imposible,
porque el otro es precisamente el que no permite la convivencia entre “los
justos”. Esos son los colectivismos ontológicos que impiden una sociedad libre.
Los “colectivos explotados” por definición no pueden admitir la convivencia con
el explotador. Es una lucha sin cuartel donde el explotador debe ser eliminado.
A
veces esos grupos afirman claramente que en ese caso las libertades de
expresión y etc. ya no tienen sentido. Otras veces, como sucede actualmente,
los colectivos explotados mantienen aparentemente los términos, pero el fondo
cambia. Los supuestos delitos de odio y discriminación les permiten perseguir
el “hetero-patriarcado capitalista explotador”.
Eso
es lo que ha estado pasando desde 1945 en adelante en los EEUU, a medida que
esa forma de pensar se extendía. Independientemente de la dicotomía público/privado,
la persecución al disidente, esto es el explotador, se intensificó. Los liberales clásicos, los conservadores,
los creyentes en religiones conservadoras, fueron perdiendo gradualmente sus
posiciones. Fueron sistemáticamente perseguidos NO por un estado sino por las
personas que creían estar en el colectivo explotado, y cuando el sistema penal
incorpora los delitos de odio y discriminación, fueron perseguidos con
denuncias penales consecuentes. El Estado Federal y los Estados no
necesariamente (ahora sí) lo hacían. Editoriales, universidades, clubes, etc.,
eran los encargados de hacerlo. Si sos el explotador, “te cancelan”. Es lo que
Axel Kaiser ha llamado La neo-inquisición (https://librospdfgratismundo.com/la-neoinquisicion-axel-kaiser-2020/)
Y
ahora, finalmente, las big tech.
En
este drama cultural, en el cual ya se ha perdido el pacto político originario,
la dicotomía publico/privado según Rothbard, para diagnosticar lo que sucede,
ya es insuficiente. En todo Occidente, hoy, no sólo en EEUU, los que pensamos
diferente al marxismo dominante ya no tenemos free speech como antes se lo
entendía, porque hemos pasado a ser el colectivo explotador que hay que eliminar.
Si
el explotado que te persigue es público o privado según lo legal, no es
suficiente para entender qué está sucediendo. Lo que está sucediendo es que el
pacto liberal clásico, según el cual el free speech tenía sentido, se ha
cortado.
Por
supuesto, bajo todo eso la persecución moral y legal a Trump como un White supremacist
intolerable, es la guinda del helado de último momento, pero habrá otras
guindas y otros helados de igual sentido cultural.
El
free speech, la libertad religiosa, como se las entendía en un contexto liberal
clásico, ya se perdieron. Asumámoslo: sin un nuevo pacto político originario, no
existen más. Los disidentes seremos tolerados en diversos grados, con suerte:
tolerados, nunca aceptados como parte de la nueva Pax Romana Biden-China-ONU,
más sus socios europeos.
Como
re-comenzar de vuelta, sólo Dios lo sabe.
[1]
Fernando Romero Moreno
siempre dice que esas libertades concretas también existían en cierta forma en Hispano-américa.
Ver http://gzanotti.blogspot.com/2020/11/resena-critica-al-libro-la-nueva.html
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