Últimamente se nota un acuerdo entre nacionalistas católicos, conservadores y libertarios, liberales clásicos y paleo-libertarios y lo que fuere-libertarios 😊 en criticar a un poder unificado, global, de los organizamos internacionales y la imposición forzada de sus políticas a las soberanías nacionales.
Como he dicho ya varias veces, son
las nuevas circunstancias históricas las que están produciendo estas alianzas
y, también, cierta confusión.
Hay una mentalidad anti-globalista
que viene del nacionalismo católico de los años 30. En ese entonces, y luego
también en los 70 del lado de cierta derecha, los poderes globales tenían y tienen
que ver con cierta conspiración “judeo-masónica-liberal” para dominar al mundo,
que estaba en íntima relación por supuesto con el capitalismo liberal y las
grandes empresas multinacionales. Los liberales en ese entonces, con nuestra
defensa de la inversión extranjera y el capitalismo liberal, que incluía por
supuesto al libre comercio internacional (con arancel cero), estábamos del otro
lado.
Sin embargo, ya desde 1927 Mises
había denunciado, en su libro “Liberalismo” (lectura indigerible para los
nacionalistas católicos y franquistas, incluso los moderados) había denunciado
a la Sociedad de las Naciones como algo inútil y peligroso, que iba a promover
un nacionalismo que terminaría en otra guerra mundial, predicción que se
cumplió. Mises dijo entonces algo que sigue siendo válido hoy: inútiles son
todos los acuerdos internacionales entre naciones que practican el nacionalismo
y el proteccionismo. El único “acuerdo global” eficiente y pacífico para el
cual no es necesaria ninguna Sociedad de las Naciones, es el libre comercio
internacional, el arancel cero, la libre entrada de capitales y personas en
todo el mundo. Mises sigue teniendo razón desde un punto de vista modélico: si
libre comercio, entonces verdaderamente paz. Claro, actualmente pienso que
el ser humano es definitivamente incapaz del antecedente de la proposición,
pero eso es harina de otro costal.
El asunto es que coherentemente, en
1949, en La Acción Humana, Mises criticó duramente al Fondo Monetario
Internacional, y en la parte VI de su gran libro critica todas y cada una de
las medidas intervencionistas que ya constituían la economía real de ese entonces
(calculemos ahora). Mises jamás llamó a ese infame entuerto “capitalismo” y
menos aún liberal, pero la cuestión es que excepto los lectores de Mises o
Hayek (es decir, excepto casi nadie) toda la intelectualidad comenzó a llamar “capitalismo”
no sólo al engendro infame de medidas intervencionistas de cada país
occidental, sino a los acuerdos de las Naciones Unidas con todos sus organismos
internacionales, entre los cuales la OMS y la UNESCO destacaban. El libro de
nada más ni nada menos de G. Soros, “La crisis del capitalismo global” (como si
él no tuviera nada que ver…) hizo “global” esa costumbre de llamar capitalismo
al intervencionismo de la post-guerra, por eso este inútil David respondió en
su momento diciendo que “la crisis del intervencionismo global” era el
verdadero problema. Con el paso del tiempo, además, las circunstancias
culturales fueron cambiando y la OMS, la UNESCO y etc. fueron avanzando cada
vez más con políticas de salud reproductiva e identidad de género, sin tener en
cuenta para nada las libertades individuales (ESE es el punto). Lo mismo sucede
con los temas ecológicos, donde los acuerdos de París y etc. muestran
claramente que a nadie se le pasa por la cabeza la eficiencia del mercado libre
para los temas medio-ambientales.
Con lo cual los nacionalistas y
conservadores religiosos (en general católicos) identificaron aún más a ese supuesto
“capitalismo liberal mundial” con la persecución religiosa sobre todo
anti-católica que se incrementó desde entonces y que cada vez es peor (llegando
en el 2020 a un culmen nunca sospechado, con la anuencia del Estado del Vaticano).
Ni qué hablar cuando G. Bush (padre) habló de un “nuevo orden internacional”
luego de la caída del muro, que incluso algunos liberales ingenuos, en los 90,
llegamos a creer que podría ser un verdadero libre comercio internacional.
Algunos liberales, además, apoyaban y apoyan los tratados de
libre comercio, que de libre comercio no tienen nada, como un mal menor. Hoy se
ve claramente que todo ello fue un mal mayor.
Esto explica el odio total a la
administración Trump. Salir de los acuerdos de París, salirse de la OMS,
disminuir el apoyo a la Unesco, defender la libertad religiosa, oponerse al aborto,
fueron medidas horrorosas para toda esta mentalidad estatista internacional. Por
eso el odio de toda la prensa mundial y de las big tech. Medidas que
todos los liberales clásicos deberían haber aplaudido con entusiasmo, en vez de
estar enceguecidos por las malas maneras de Trump (como si Patton, Churchill o
etc. hubieran tenido mejores) o su proteccionismo. Con esa ceguera han allanado
el camino a los demócratas. Un error político gravísimo.
El asunto es que sobre todo a
partir del 2020 y ahora con la administración mundial Biden-China, estamos en
condiciones de corroborar la afirmación y predicción de Mises. El engendro
actual, el intervencionismo global, que concedo que pueda ser llamado “crony-capitalism”,
perfectamente descripto y denunciado por los trabajos de Mises, Hayek y
Buchanan (a los cuales, excepto uno solo, los nacionalistas católicos NUNCA
leen NI QUIEREN leer) más la agenda neo-marxista de la OMS y la UNESCO contra
el “heteropatriarcado capitalista”, no tienen NADA que ver con el libre
comercio internacional y la sociedad libre soñada por Mises. Pero NO porque los
individuos, dadas sus liberales individuales, no puedan practicar sin coacción
del estado su catolicismo, su marcianismo o su homosexualidad, sino porque
esas agendas internacionales financian agendas que luego imponen por la fuerza,
coactivamente, sus propias políticas a todas las naciones, violando totalmente
las libertades individuales. Lo que muchos ven muy bien (sean neo-marxistas
o sean liberales que critican a “conservadores”), lo que muchos ven como signo
de “sana diversidad”, esto es la imposición global de delitos de odio,
discriminación, salud reproductiva, inclusión coactiva identitaria, etc., son
violaciones totales y completas a las libertades de religión, de expresión y de
asociación, impuestas ahora no por la Unión Soviética, sino por una unión
soviética universal que ahora es el mundo occidental, que incluye ahora,
como éxtasis de su control, el encerramiento obligatorio de toda la población
(eso sí, contenta, mirando Netflix y la CNN).
Contra esta globalización,
nacionalistas católicos, liberales/libertarios y conservadores ya estamos
enfrentados hace décadas, pero para hacer un frente verdaderamente común se
necesitan ciertos reconocimientos de errores que hemos cometido y que ahora
esta nueva circunstancia histórica nos permite ver y corregir. Primero, los
liberales tenemos que reconocer nuestra ingenuidad e incorrecta hermenéutica de
los acontecimientos mundiales del 89, cuando verdaderamente pensamos que se
venía la paz perpetua de Kant y minimizamos o no quisimos ver los garrafales
errores de las administraciones Bush (incluso muchos estaban muy felices con
Obama “excepto en” lo económico….). Segundo, los conservadores y-o
tradicionalismos diversos de diversas corrientes tienen que comenzar a ver que
las libertades individuales, in abstracto e in concreto, son el modo de
oponerse a las agendas globalistas donde la destrucción de la familia occidental
está siendo obligatoria, admitiendo que puede haber otras formas de relación
que estén protegidas por el derecho a la intimidad, como todas las demás.
Una globalización conforme a la
ética se dará con el libre comercio internacional y con las libertades
individuales reconocidas en todo el mundo. Hasta entonces, o sea, tal vez hasta
nunca, la llamada globalización actual es cada vez más un estado totalitario
universal.
Excelente profe.
ResponderEliminarSin dudas, Ud. es el mejor cristiano (catolico) que entiende el liberalismo clasico y original.
El espanto globalista es muy enorme e imparable para revertirlo con recetas que de una forma u otra lo han prohijado desde que sus mentores apostaban al mismo tiempo por Lenin y la FED.
ResponderEliminarSolo resta el remedio que desató el nudo Gordiano, o esperar a que se complete muy rápido el número de los elegidos.
Dan