miércoles, 27 de mayo de 2020

EDUCADORES: EL ZOOM NO ES EL FUTURO




En este tiempo donde a todos los docentes nos tienen zoom-bando, debería hacerse una aclaración.
Desde la década del 60, con los libros premonitorios de Giovanni Gozzer en Italia[1], y los de Luis J. Zanotti en Argentina[2], que se viene hablando de la transformación educativa sobre la base de las nuevas tecnologías de la información.

Desde ese entonces, mucho se ha hecho para la “educación on line”, y con la circunstancia tan peculiar del 2020, algunos piensan que dicha revolución se aceleró, o por fin se ha impuesto, etc.
Pero cuidado: los escritos premonitorios de Gozzer y Zanotti NO significaban trasladar el aula tradicional a una sesión de Zoom. Al contrario, implicaban una severa advertencia sobre el aula como está planteada desde la primera etapa de la política educativa, esto es, la escuela redentora del positivismo del s. XIX[3].

Ambos pedagogos tenían en cuenta tres círculos concéntricos pero de radio menor. Lo primero en la educación de un ser humano es la educación informal, lo que Zanotti llamó ciudad educativa, que Ortega había llamado creencias, Gadamer horizonte, Husserl y Schutz, mundo de la vida. Esto es, el ámbito cultural básico que se aprende como la lengua materna.

El segundo ámbito es la “escolaridad” en sí misma, que puede ser muy diversa según las circunstancias históricas. Esto es, un método especial dirigido a un nivel de complejidad que supera lo que la educación informal puede hacer[4]. Esto es, la educación formal. Puede ser la Académica platónica o la Harvard University.

El tercer ámbito es el aula de la educación formal-estatal-positivista concebida a partir del Iluminismo del s. XVIII, la escuela redentora a cuyos límites aludían Gozzer y Zanotti.




Esa aula está basada en un método positivista de información: exposición, copia, repetición y nota: de allí el memorismo típico del sistema y su diseño físico. 

Por supuesto, ello fue sometido a todo tipo de críticas por grandes pedagogos desde la década del 20, más o menos, en adelante, o grandes pensadores como Unamuno[5]. Fue el movimiento de la Escuela Nueva[6].

Pero parte del problema de ese movimiento es que trata de incorporar esenciales reformas al aula concebida según el positivismo, y por ello esas reformas siempre fracasan.

La cuestión es la superación de esa aula y generar nuevas funciones profesionales docentes[7], en ámbitos donde la auto-educación del alumno a través de todas las plataformas actuales de internet sea guiada y consultada por el profesor. O sea, el aula se convierte en el espacio de consulta del profesor -donde se recomienda la presencia física- donde este último puede guiar, re-orientar y aconsejar todo lo que el alumno está incorporando desde internet.

Eso es MUY diferente a transportar al aula tradicional, sencillamente, con todas sus limitaciones y defectos, al zoom. Eso no sólo no es el futuro: es el pasado. Es el aula concebida en el positivismo del s. XIX. Trasladarlo tal cual al zoom implica las mismas o peores dificultades que la clase presencial tradicional.

Es como si quisiéramos andar en carreta por computadora. Un holograma perfecto nos traslada a una carreta holográfica con las mismas funciones y diseño. Muy lindo, pero sigue siendo una carreta tirada por caballos holográficos. Si quiero llegar a Nueva York tengo que subir a un avión. Si quiero llegar a la luna, en un nave espacial.

Docentes: ¿dónde están? ¿En qué siglo? ¿Es qué concepción del conocimiento, de la inteligencia y del ser humano viven? ¿A dónde quieren llegar?

Zoom es la carreta holográfica.

Ahora, si el sistema se transforma totalmente, donde el docente es el docente-guía de la auto-educación del alumno, entonces todo sirve. Libro físico, zoom, audio-book, youtube, pizarrón con tiza, lo que quieras.

Mientras el sistema no se transforme, zoom NO es la transformación. Es lo que hay mientras no queda otra. Nada más.


[1] De Gozzer, ver Coloquios con Gozzer, IRICE, 1980; Religione e Rivoluzione In America Latina; Valentino, Milano, 1968; I Cattolici E La Scuola, Vallecchi, Firenze, 1964; Il Capitale Invisibile; Armando, Roma, 1973.
[5] Unamuno, M de: Amor y pedagogía, Espasa-Calpe, 1946.

2 comentarios:

  1. Estoy esencialmente de acuerdo. Abrazos

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  2. Gran artículo. Llegué acá de rebote tras leer una nota de twitter. Muchas gracias, soy alumno de filosofía y coincido totalmente en que el esquema de clases expositivas donde el estudiante sólo se limita a su rol de escuchar y memorizar es pobrísimo. Un cálido saludo

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