En casi todas las historias del cine y de la
literatura, que recrean una y otra vez el camino del héroe, el héroe sale. Sale
del “pequeño mundo” que habitaba y “va” a cambiar el mundo, a cumplir su
misión. Luke Sky Walker sale del planeta que habitaba, a su entrenamiento, a
ser el Jedi que salvará a la Galaxia. Picard sale de su entrañable Francia y va
al espacio, a lugares donde ningún ser humano ha llegado antes. Superman sale de su planeta y llega a La
Tierra. Batman sale de su millonaria residencia. Chihiro sale del auto de sus
padres para hacer el bien en un mundo fantástico. Ashikata sale de su pueblo
para evitar la guerra entre los humanos y el bosque. Shinji tiene que salir de
tu terrible timidez para ser el piloto de Evangelium 1. Y así sucesivamente.
Podríamos seguir dando cientos de ejemplos. Todos salen. Todos van. Nadie se
queda en casa. La casa es ahora el mundo. El hogar originario queda como un mundo
pequeño.
Pero en la situación actual, no podemos salir.
No podemos “ir”. El hogar, el mundo aparentemente pequeño, intrascendente, se
ha convertido ahora en el mundo que hay que salvar. Ahora el camino del héroe
es re-descubrir que ese mundo no era pequeño, y que necesita ser salvado de
nuestra tristeza. Ahora hay que re-descubrirse como el héroe de lo cotidiano.
Ahora ser héroe es hacer la vida fácil a los demás. Ahora ser héroe es entenderlos,
animarlos, amarlos, re-descubrirNOS. Estar juntos. Ver pelis juntos, hacer
gimnasia juntos, compartir la tele, la compu, hablar, perdonarse. Respetar los
pequeños espacios. Escuchar y respetar los silencios. Es llamar al que está
solo. Es mucho. Es infinito. Es una galaxia entera. Ahora el heroísmo es ir
hacia allí. Hacia ese gran mundo que teníamos descuidado: los afectos más
íntimos.
No sé si será un viaje hacia el espacio donde ningún ser humano había llegado antes, pero
seguro será un viaje hacia donde no estábamos hace mucho tiempo.
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