1. Allá
por 1850…..
…el Comodoro Perry, un tanto impaciente, lanzó unos cuantos
bombazos a las costas de Japón, esas que no habían podido ser invadidas por
nadie, y despertó a la Dinastía Tokugawa de un sueño profundo de dos siglos de
aislamiento en una rica e impresionante matriz cultural.
Los japoneses, que se mantenían
al tanto del mundo exterior por los holandeses, estaban al tanto del progreso
técnico de los occidentales y sabían que para frenarlos no bastaría la
intervención de los dioses como con los Mongoles, donde los vientos “kamikaze”
destruyeron su flota dos veces. Comenzó entonces la modernización de Japón con
el período Meiji en 1868. Pero los japoneses nunca dejaron de ser japoneses.
Ese período Meiji fue una extraordinaria táctica de mimetización: copiamos las
instituciones y la técnica occidental (en realidad copiaron más bien el
constructivismo francés que el liberalismo anglosajón) para que los
occidentales crean que se hacían occidentales y se lo creyeran. Y se lo
creyeron. Así los japoneses terminaron sentándose junto a los vencedores de la
Primera Guerra, copiando también el colonialismo occidental. Invadieron China y
Corea, y los Occidentales, entre tanto, tranquilos.
La inteligencia de los
intelectuales del período Meiji llegó más allá: tenían que legitimarse en el
Shinto. Eso era natural porque el Shinto, más allá de su deificación de la
naturaleza, afirmaba en su mitología que las islas del Japón descendían de sus
dioses originarios. Japón era así el centro del mundo, y todo lo demás, la
barbarie. El emperador siempre jugó un papel de unificación nacional más que de
poder político, y por eso el período Meiji adoptó al Shintoísmo como religión
de estado. Fue entonces un sintoísmo “imperial”. Había libertad de practicar
otras religiones siempre que se practicara el culto oficial.
¿Qué tiene que ver esto con el
Aikido? Que Morihei Ueshiba, su fundador, recibió una decisiva influencia de
una secta del shinto NO imperial, no nacionalista, la Omoto-Kio.
2. Las
tres influencias de Morihei Ueshiba.
La primera y más desconocida, en
1909, fue la de Kamukasa Minata, un erudito, angloparlante y cosmopolita, que
estaba en contacto con el gran intelectual del budismo zen, puente entre
Oriente y Occidente, que fue T. Suzuki. ¿Por qué es esto importante? Porque más
allá del Shintoísmo que Ueshiba practicaba, este es su primer contacto con el
budismo, lo cual es clave para el desarrollo de su cosmovisión.
La segunda y la más conocida, en
cuanto a artes marciales, fue, en 1912, la de Sokaku Takeda, verdaderamente “el último
samurai”. Takeda aún vivía, en su mente,
en el Japón medieval, y practicaba una forma muy especial de ju-jitsu llamado
dayto-riu, una arte marcial casi milenaria originada en las técnicas que el
samurai realizaba cuando se quedaba sin katana y sin caballo. (Entre
paréntesis, el Aikido que algunos practicamos hoy podrá ser inefectivo, pero yo
no querría encontrarme con uno de esos samuráis…).
Y la tercera, un poco menos
conocida pero totalmente decisiva, fue la de Onisaburo Degushi, el fundador de
una especie de Shinto NO imperial, con fueres influencias del Budismo hinayana.
Degushi rechazaba la unión con la Dinastía Meiji, el Shinto imperial, y era
universalista, pacifista y proclamaba como el budismo el amor a todos los seres
vivientes. La relación de Degushi con Ueshiba fue muy intensa. De hecho el
primer aiki-jujitsu practicado por Ueshiba era considerado por él como la
expresión cuerpo-mente de la religión Omoto. Ambos participaron en el intento
utópico de fundar una sociedad ideal en Manchuria, en 1925, que fracasó
totalmente, por supuesto (donde ambos salvaron su vida por milagro). Pero en
ese momento Ueshiba, que no había tenido problemas en usar su “Takeda-ju-jitsu”
para la guerra, tiene una definitiva visión de que las artes marciales deben
usarse para la paz.
3. La
analogía entre Cristianismo, Budismo y Omoto-kió.
Si ensayamos una sencilla
sociología de la religión, el Omoto-kiu comparte con el Cristianismo y el
Budismo una característica común: ser la universalización exotérica y pacifista
de tres religiones más esotéricas y políticas.
¿Qué quiero decir con esto?
a) Esotérico
y exotérico se refiere respectivamamente a “encerrado” y “hacia afuera”. Una
religión esotérica es la que se considera “para sí” y que no debe predicar a
los demás. Una religión “exotérica”, al contrario, cree que su mensaje es para
todos los seres humanos. Sale a “predicar para todos” la verdad de su mensaje.
Puede degenerar en el proselitismo y la propaganda.
b) “Política”
quiere decir que una religión funciona como criterio de legitimidad de un
gobernante terrenal, ya sea que lo considere Dios o no.
c) “Pacifista”
es que renuncia a la guerra como modo de defensa o expansión. Es una religión
que “guarda la espada”.
En ese sentido, el Judaísmo
pre-cristiano, el Brahamanismo y el Shintoísmo imperial fueron, históricamente,
esotéricas, políticas y guerreras.
Contrariamente, el Cristianismo,
el budismo (especialmente el de Buda, el hinayana) y el Shintoísmo de la
Omoto-kio son, respectivamente, su “izquierda”. Cristo es exotérico: id y bautizad a todos los pueblos… Corta con
el poder político del Sanedrín (de hecho, lo mandan matar) y es pacifista
(“guarda la espada, mi reino no es de este mundo”). Buda, ídem: corta con la
jerarquía brahamánica y expande su camino de iluminación a todos los seres
humanos, de modo pacifista. El Omoto kio
corta con el Shinto imperial y quiere expandir pacíficamente el amor y la
armonía a todos los pueblos. Su fundador es perseguido dos veces por el poder
Meiji y termina encarcelado y liberado recién luego de la Segunda Guerra.
Las tres “izquierdas” comparten
además el amor universal a todos los seres vivientes, ya sea como hermanos en
creación, ya sea como partes de lo divino.
Yo como cristiano, puedo afirmar
que el Cristianismo es la conclusión coherente del Judaísmo, pero obviamente no
puedo afirmarlo de las otras dos. Lo que sí puedo mostrar es, sociológicamente,
la coincidencia en las conclusiones.
4. La
filosofía del Aikido.
Se podría decir, por ende, que
Ueshiba absorbe, sin darse cuente, lo mejor del budismo pacifista, vía Minata y
Degushi, y lo sintetiza con las tradiciones del Shintoísmo, quitándole a este
último el carácter imperial y esotérico.
Por eso el Aikido –que se llama
así recién desde 1942- no tiene torneos y siempre trata de conducir el ataque a
una resolución pacífica. Y por eso Ueshiba “mandó a sus discípulos” expandirse
por todo el mundo. El Aikido actual se lo debemos a su hijo, Kisshomaru
Ueshiba, quien organizó a la sede central del Aikido según las normas
comerciales y civiles del Japón de la post-guerra, sistematizó las técnicas y
creó los colores y las graduaciones.
Se podría decir en este sentido
que el Aikido es la larga sublimación del Rayto-riú. Sublimación en sentido
freudiano, esto es, un re-direccionamiento “civilizado” de la pulsión de
agresión. El Aikido es en ese sentido el super-yo de lo marcial.
Obviamente es totalmente
compatible con el Budismo, pero también con el Cristianismo. Porque lo esencial
del Aikido no está en la ontología del Shintoísmo, sino en esa paz universal,
en esa des-politización, en la armonía mente-cuerpo y en el amor a todos los
seres vivientes. Y ello está totalmente en las conclusiones del
Judeo-cristianismo donde todos los seres humanos y todos los seres son creación
de Dios y están llamados a vivir nuevamente en paz mediante la redención realizada
por Cristo.
Aikido es un arte marcial moderno, creado en base a las experiencias del reverenciado Maestro Morei Ueshiba. Es un arte marcial altamente recomendable, encaminado hacia la autodefensa personal
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