domingo, 28 de octubre de 2018

DE VUELTA LOS LIBERALES O LO QUE FUERE EXCOMULGÁNDOSE ENTRE ELLOS.



Nunca me voy a olvidar del Partido Liberal Republicano que se intentó formar allá por 1984/85 como opción ante la “intervencionista” UCEDE. Eran no más de 10 que se reunían en la inolvidable escuelita de Sánchez Sañudo. Se terminaron disolviendo porque se pelearon por el Patrón Oro.

Las circunstancias mundiales, ahora, han cambiado, y han surgido temas y problemas que multiplican las divisiones.

Ya hablé varias veces de esto; en una de esas oportunidades distinguí entre tres grandes corrientes: la neo-kantiana (Mises, Hayek, Popper), la neo-aristotélica (Rothbard, Ayn Rand) la iusnaturalista clásica (escolásticos, liberales católicos del s. XIX, Novak, Sirico, Liggio, Chafuén, etc.), y en general la gente del Acton Institute.

Las tres tienen diferencias filosóficas importantes y es utópico pensar que las van a superar, aunque obviamente durante mucho tiempo pudimos trabajar juntos en muchas cosas.

Ahora hay dos circunstancias que han cambiado esa paz transitoria.

Primero el tema del lobby LGBT. Los más iusnaturalistas (y NO me refiero ahora al Acton Institute) insisten en el error conceptual de la ideología del género, que va contra la ley natural, etc., y se enfrentan por ende con el escepticismo de los neokantianos y los neoaristotélicos en esos ámbitos, que defienden a la homosexualidad, al transexualismo y etc. como opciones morales legítimas en tanto, por supuesto, no atenten contra derechos de terceros. Y se matan por eso.

Los dos grupos no se dan cuenta de la importancia de su coincidencia en “en tanto no atenten contra derechos de terceros”. Porque ninguno de ellos afirma que el estado deba imponer leyes que coactivamente obliguen a hablar de un modo determinado, a contratar de un modo determinado, a enseñar de un modo determinado. ESA coincidencia en la libertad individual es la clave en estos momentos. La defensa de las libertades de expresión, religiosa, de propiedad, de asociación. Suponer que nos vamos a poner de acuerdo en el tema de la ley natural es vano. Y por ende podemos trabajar juntos, porque el lobby LGBT se llama lobby precisamente porque sus pretensiones son totalitarias: que todos hablamos con lenguaje neutro so pena de ir presos, que nadie pueda hablar libremente de sus convicciones en materia sexual sin ir preso, que nadie dentro de su institución pueda hacer o decir cosas que NO coincidan con la ideología del género sin ir preso, etc. Y con ESE totalitarismo, ¿hay algún liberal clásico o libertario que coincida? Me resultaría extraño, por más que sus fuentes sean Santo Tomás, Kant, Ayn Rand o el Sr. Spock.

Otro tema sobre el cual nos hemos peleado mucho últimamente, sobre todo en Argentina, es el aborto. Pero que casi ningún liberal clásico era abiertamente anti-abortista ya lo sabíamos hace milenios y no había problema. Todos los rothbards-boys estaban a favor y los Mises y Hayek-boys dudaban. Y la despenalización ya regía en Argentina, en dos casos, hace décadas. Y que de hecho ninguna mujer iba presa por abortar ya lo sabíamos todos hace mucho y nadie se peleaba. El problema fue que la ley presentada fue una ley que obligaba a todos los institutos estatales y privados a realizar el aborto, y sin ningún tipo de objeción de conciencia institucional. Muchos liberales argentinos miraron para otro lado, y fue allí cuando yo mismo les advertí: cuidado, eso sí que no es liberal, no tenés que ser un Juan Pablo II fan para estar en contra de ello. Ese es el problema y allí sí, de hecho, los liberales deberíamos haber presentado un frente claramente unido y no fue así. Fue preocupante.

Otro tema es el ascenso al poder de líderes “de derecha” que obviamente no son liberales pero que ponen un freno evidente al socialismo del s. XXI, al totalitarismo del lobby LGBT y a algunas otras cosas bonitas. Allí de vuelta nos estamos peleando todos porque no sabemos mucho de la realpolitik o del mal menor. Ningún liberal que yo sepa defiende a XX en tanto XX sino porque es una opción mejor ante los Clinton, los Obama, los Lula, los Kirchner, etc. O sea, en los duros momentos de las difíciles opciones en el mundo real, nadie “apoya” al mal menor en cuanto mal, sino como estrategia para que el mal mayor no avance, y además es importante denunciar siempre los dobles estándares hipócritas de la izquierda. Ello debe hacer con prudencia, obviamente. Si se hace acaloradamente y descalificando al otro o excomulgando a alguien porque piense que en cuanto mal menor Trump es mejor que Hilary, entonces estamos en problemas.

Ciertos principios son también importantes. Violaciones del Estado de Derecho, de libertades individuales, incluso cierto lenguaje agresivo e insultante, no debemos admitirlas ni siquiera al mal menor o al bien menor. Cuidado porque entonces es verdad que un fascista es un liberal asustado. Incluso en esos momentos nos debemos perdonar los sustos, pero el miedo no convierte en justo lo que es radicalmente injusto.


Finalmente, se extraña en todos nosotros, últimamente, cierta delicadeza en las formas, el apreciarnos como somos, el perdonarnos, el aceptar nuestras falencias, y se extraña una buena formación filosófica, hermenéutica y epistemológica, que bajaría los decibeles de muchas discusiones. Debates tales como si fulano no es un “verdadero” liberal porque es un free banking, o que tal interpretación de Mises es la “verdadera” y el que no se da cuenta es un imbécil, y así ad infinitum, lo que revela es que nuestra calidad intelectual y moral ha caído. Son como los debates cuasi-religosos de los grupos que surgen a partir de un “fundador”: cuál es el verdadero pensamiento del fundador, quiénes son los verdaderos intérpretes del fundador, cuáles son los textos canónicos del fundador, etc. Son debates que no existirían con un mínimo training en historia de la filosofía, epistemología y hermenéutica. Cuidado, gente, los liberales no podemos salir al ruedo de la batalla de estos días por haber leído un librito y por fanatizarnos, como si no hubiéramos salido de los 15 años. Un poco más de estudio, un poco más de bondad, tolerancia y perdón, un poco menos de neurosis obsesivas y pensamiento monotemático, un poco menos de sentirse pontífices máximos y excomulgantes, son todas cosas necesarias para los nuevos liderazgos que necesitamos. No son cosas que se aprenden en un curso. Son fruto de una terapia, por un lado, y de una conversión del corazón, por el otro.

domingo, 21 de octubre de 2018

DIOS, LA PROVIDENCIA.



Del libro “Existencia humana y misterio de Dios” (Unsta, Tucumán, 2008).

Finalmente, el Dios que es la vocación universal, el sentido último y el creador de toda existencia, la libertad, la esperanza y el hogar más profundo, es un Dios que da sentido a todo sufrimiento. No elimina el sufrimiento, mientras estamos en camino hacia El, sino que le da pleno sentido.
Hay varios modos de entenderlo.
Ante todo hay que salir del tiempo humano.
Dios no “sabía” que esto “te iba” a suceder. Dios sabe lo que te está sucediendo. Tu tiempo, el tiempo humano, es como un círculo que recorres. El está fuera del círculo: El es como el centro del círculo, un punto, como un ojo infinito que todo lo creo y todo lo recorre con su mirada. Santo Tomás dice siempre que Dios está fuera del tiempo humano. El ejemplo del círculo es de él: “…Cuius exemplum utcumque in circulo est videre: (cuyo ejemplo se ve por el círculo) punctum enim in circumferentia signatum, etsi indivisibile sit, (pues un punto determinado de la circunferencia, aunque sea indivible….) non tamen cuilibet puncto alii secundum situm coexistit simul, (no co-existe sin embargo, simultáneamente, con cualquier otro punto por su posición) ordo enim situs continuitatem circumferentiae facit; (pues el orden de la circunferencia se produce por la continuidad de sus posiciones); centrum vero, quod est extra circumferentiam, (pero el centro, que está fuera de la circunferencia) ad quodlibet punctum in circumferentia signatum directe oppositionem habet (está opuesto directamente a cualquier punto determinado de la circunferencia). Quicquid igitur in quacumque parte temporis est, coexistit aeterno quasi praesens eidem: etsi respectu alterius partis temporis sit praeteritum vel futurum (por lo tanto todo lo que es en cualquier sector del tiempo, es con lo eterno como presente, aunque respecto a otra parte del tiempo sea pasado o futuro). Aeterno autem non potest aliquid praesentialiter coexistere nisi toti: (pero ante lo eterno nada puede estar presencialmente sino totalmente), quia successionis durationem non habet (porque no hay duración sucesiva).. Quicquid igitur per totum decursum temporis agitur, (por ende cualquier cosa que sea en todo el transcurrir del tiempo) divinus intellectus in tota sua aeternitate intuetur quasi praesens. (el intelecto divino lo tiene (lo intuye) en su eternidad como presente.  Nec tamen quod quadam parte temporis agitur, semper fuit existens. (Pero lo que está en una determinada parte del tiempo no siempre fue existente).  Relinquitur igitur quod eorum quae secundum decursum temporis nondum sunt, Deus notitiam habet. (De lo cual se infiere que Dios conoce lo que según el transcurso del tiempo aún no es)[1].
Esto es: “…cuyo ejemplo se ve por el círculo: pues un punto determinado de la circunferencia, aunque sea indivisible, no co-existe, sin embargo, simultáneamente, con cualquier otro punto, por su posición, pues el orden de la circunferencia se produce por la continuidad de sus posiciones. Pero el centro, que está fuera de la circunferencia, está opuesto directamente a cualquier punto determinado de la circunferencia. Por lo tanto todo lo que es en cualquier sector del tiempo, es con lo eterno como presente, aunque respecto a otra parte del tiempo sea pasado o futuro. Pero ante lo eterno nada puede estar presencialmente sino totalmente, porque no hay duración sucesiva. Por ende cualquier cosa que sea en todo el transcurrir del tiempo, el intelecto divino lo tiene, lo ve, en su eternidad, como presente. Pero lo que está en una determinada parte del tiempo no siempre fue existente, de lo cual se infiere que Dios conoce lo que, según el transcurso del tiempo, aún no es”.
O sea: si el tiempo en lo finito es como un círculo, y Dios es un centro infinito que ve todo el círculo, al mismo tiempo que lo crea…. Entonces para Dios lo pasado no fue, sino que es desde su centro, y lo futuro no será, sino que es desde su centro. Por eso puedes rezar por los que “fueron” porque para Dios “son”[2].
Dios no sabe, por ende, lo que te ocurrió u ocurrirá, sino lo que está ocurriendo. ¿Y si te está ocurriendo algo “malo”? Entonces está permitido, tolerado por Dios. Tolerar es permitir en función de un bien mayor. Pero mientras que la tolerancia humana es falible, la divina es infalible. Porque:
a)      Dios es Dios;
b)      Si Dios es Dios, no puede querer el mal, esto es, no puede pecar.
c)       Si Dios no puede querer el mal, entonces lo tolera por un bien mayor.
d)      Esa tolerancia es infalible, porque es divina.
Todo mal implica por ende un plan divino conocido por Dios pero desconocido por nosotros.
Por eso dice también Santo Tomás, objetándose a sí mismo:
Videtur quod Deus non sit. (Parece que no hay Dios). Quia si unum contrariorum fuerit infinitum, totaliter destruetur aliud. (Porque su hubiera algo infinito, destruye totalmente a su contrario). Sed hoc intelligitur in hoc nomine Deus, scilicet quod sit quoddam bonum infinitum. (E infinito se entiende por este nombre, “Dios”, en cuanto que es el Bien Infnito). Si ergo Deus esset, nullum malum inveniretur. (Si hubiera Dios, no habría por ende ningún mal).  Invenitur autem malum in mundo. (Pero se da el mal en el mundo). Ergo Deus non est. (Luego no hay Dios)[3].
Santo Tomás recoge de este modo nuestra manera habitual de pensar. Se me murió un amigo, luego no hay Dios. Asesinaron a un vecino, luego no hay Dios. Hay mal, hay pecado, hay sufrimiento, luego no hay Dios.
Pero conforme a lo que hemos visto, Santo Tomás contesta:
Ad primum ergo dicendum quod, sicut dicit Augustinus in Enchiridio (a lo primero debe decirse que, según dice San Agustín….), Deus, cum sit summe bonus, (siendo Dios el sumo bien…) nullo modo sineret aliquid mali esse in operibus suis, (no permitiría nada malo en sus obras…)  nisi esset adeo omnipotens et bonus (si no fuere omnipotentemente bondadoso…), ut bene faceret etiam de malo (para sacar el bien del mal). Hoc ergo ad infinitam Dei bonitatem pertinet, ut esse permittat mala, et ex eis eliciat bona (Por ende pertenece a su bondad infinita permitir el mal y de él obtener un bien)[4].
¿Queremos un ejemplo?
¿Cuál es el mayor mal que hubo en la historia?
El asesinato de Cristo.
Acompañado de otros males:
La traición: “No conozco a ese hombre”[5].
El insulto, la burla, el escarnio: “Sálvate a tí mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la Cruz”[6].
El dolor supremo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”[7].
¿Y todo ello, por qué?
Precisamente por el per-dón, por el Dios de la esperanza, el Dios de Israel de la Nueva Alianza.
En el Dios que es creación, en el Dios que es redención, en el Dios que es sentido, en el Dios que es hogar, libertad, esperanza… Está el sentido del sufrimiento y el sentido de la relación Dios-ser humano. Pero ningún sufrimiento puede anular el gozo creciente del habitar progresivo de Dios en ti, hasta que la vida sea el eterno estar en Dios donde se consumará el matrimonio con El[8].
Ya va cesando nuestro humano discurso.
Siempre habrá algo que decir, porque siempre, por amor, hay que hablar de Dios.
Pero el hablar de Dios tiene el límite de la finitud de nuestro lenguaje, y por eso, cuando te hablen de Dios, y cuando hables con Dios, deja que El te hable.
Ya va cayendo la noche sobre el lenguaje
Ya te acercas a la luz del misterio de Dios
Deja que El penetre tu sentido
Deja que El habite en tu interior.




[1] CG I, 66.
[2] CG, III, 95/96.
[3] ST I Q 2 a. 3 1ra ob.
[4] ST I Q. 2, a. 3 ad 1.
[5] Mateo, 26, 74.
[6] Mateo, 27, 40.
[7] Mateo, 27, 46.
[8] “Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
Acaba ya si quieres;
Rompe la tela deste dulce encuentro”. San Juan de la Cruz, primer estrofa de Llama de amor viva.

domingo, 14 de octubre de 2018

COMENTARIO AL LIBRO DE RICARDO ROJAS SOBRE AYN RAND.





La lectura del libro Realidad, Razón y Egoísmo, de Ricardo Rojas (Unión Editorial, Grupo Unión, Buenos Aires, 2012) me hizo repensar varias cosas sobre Ayn Rand y el objetivismo.

Cabe confesar que mi primer contacto con ellos, hace ya muchos años, no fue bueno. Me pareció una secta fanática que afirmaba al ateísmo como condición necesaria para ser liberal, con modos muy autoritarios, y responsabilicé de todo ello a la misma Ayn Rand. La distancia que a su vez mantenían con ella personas tan importantes en mi vida, como Ezequiel Gallo y Juan Carlos Cachanosky, me ratificaron en esa posición durante muchos años. Aunque, gracias a Dios, nunca ataqué públicamente a Ayn Rand. Y el debate con verdaderos autoritarios, de izquierda, derecha, arriba y abajo, me conducían cada vez más a sentirme muy cómodo con mis amigos randianos. Con dos de ellos en particular, Warren Oubaugh y Ricardo Rojas, tuve muchas conversaciones que me llevaban siempre a esta conclusión: si Ayn Rand dice las cosas que tú dices que dice, entonces todo es muy distinto…

Así las cosas, leí hace poco, con cierto retraso, el referido libro de Ricardo Rojas.

Toda la parte metafísica y epistemológica, viniendo yo del tomismo, no presenta mayores problemas, más allá de los que ya tengo con los tomistas en general (o sea, actualmente soy más fenomenólogo que aristotélico) pero ello no afecta al pensamiento de Ayn Rand.

Pero analicemos ahora otros aspectos que tiene que ver con la ética y el sentido de la vida.

Con respecto a la vida como valor supremo (p. 165) obviamente para Santo Tomás el valor supremo es Dios, pero no creo que ello obste en absoluto a defender la propia vida y los medios necesarios para la existencia, como hace el famoso Matt Damon en la película El Marciano, no de causalidad la peli favorita de María Marty. Un astronauta creyente-tomista hubiera hecho lo mismo que él. Hubiera rezado, sí, pero habría razonado y trabajado todo lo necesario para sobrevivir. Por lo demás, es verdad que los cristianos pensamos que somos administradores, y no dueños, de los dones recibidos por Dios, pero eso es así en el plano teológico. En el plano jurídico-humano somos totalmente propietarios de nuestra persona, ante otros seres humanos, y por ende el principio de no agresión aplica perfectamente.

Con respecto al famoso tema del egoísmo y el altruismo (cap. 7): si por egoísmo se entiende el axioma praxeológico central, ¿cuál es el problema? Yo mismo lo he fundamentado en Santo Tomás de Aquino. La esencia del cristianismo consiste, además, en hacer algo por el otro y no por uno mismo como fin directamente intentado, pero aún así, ello redunda en un perfeccionamiento de nuestra propia persona, con lo cual el axioma praxeológico se sigue cumpliendo. Por egoísmo los cristianos entendemos lo contrario a la parábola del buen samaritano. Y no creo que haya nada en esa parábola contraria al axioma praxeológico central. El sacrificio, por lo demás, consiste en dar nuestra vida por otra persona que vale igual que nosotros, no por un dis-valor. Y para el cristiano todas las personas valen lo mismo, por ser creadas por Dios, y por ende no hay nada irracional en el sacrificio. La caridad, por lo demás, es precisamente lo que hace el buen samaritano, y Warren mismo me dijo que el problema de Ayn Rand no es con la palabra caridad, sino con altruismo, como una negación del propio ser que obviamente es imposible. En el libro de Ricardo, caridad aparece como benevolencia, y destaca que es obviamente voluntaria. Aclaración que los católicos liberales hacemos permanentemente aunque los demás católicos nos quieran matar por ello… Por ende tenemos en todos estos términos una cuestión de términos que, una vez aclarada, diluye los problemas y todo consiste en respetar tranquilamente las tradiciones terminológicas una vez hechas las aclaraciones correspondientes.

Los derechos personales, por lo demás, fundados en la naturaleza humana, como en Santo Tomás, no consisten en una dádiva arbitraria de Dios, sino en reconocer las exigencias de la misma naturaleza, creada por Dios, claro, pero no de modo arbitrario: la naturaleza humana, una vez creada humana, tiene sus exigencias, no puede ser tratada de cualquier modo, y en eso consisten sus derechos individuales. En Santo Tomás la ley natural no es algo arbitrario. No es que no matar y no robar está bien porque Dios lo diga, sino que Dios “lo recuerda” (Ley Positiva Divina) porque está bien, esto es, porque son exigencias de la naturaleza humana.

Con respecto a lo “místico” tenemos allí otro malentendido terminológico. En la tradición católica la contemplación mística surge de la unión con Dios, y la teología mística especulativa (San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Edith Stein) es el análisis racional de lo que los santos han tratado de explicar sobre ese encuentro con Dios. Como sabemos, en Santo Tomás, y por ende en el Catolicismo, ni Dios ni la Fe son algo irracional. Lo irracional es lo absurdo, lo contradictorio, y toda la teología que culmina en Santo Tomás y sigue luego en la Segunda Escolástica es la defensa de la Fe como algo no absurdo, no contradictorio con la razón. Con ello la Fe no queda demostrada, pero sí analizada como NO irracional. Para el católico, la relación entre razón y fe es por qué no es absurdo creer, esto es, qué razones tenemos para la fe, pero no razones que conviertan a la fe en el teorema de Pitágoras, sino razones que muestren el no absurdo de la Fe. Un randiano podrá decir que Santo Tomás no lo logró, pero en el solo intento debe reconocer la dignidad dada a la razón por Santo Tomás.

Por lo tanto, ¿es la negación de la existencia de Dios condición necesaria para defender la libertad del individuo como la defiende Ayn Rand? Que respondan los randianos. Pero a mí me parece que, por lo que leí en el libro de Ricardo, sencillamente no. Alguien puede perfectamente defender los derechos a la vida, a la libertad, propiedad, fundados en la naturaleza humana, y a la razón como un medio necesario para la supervivencia, siendo totalmente creyente en un Dios que no sustituye la acción del hombre, sino que le ha dado los medios suficientes como para que él mismo salga adelante en su existencia. Ese mismo ser humano puede rezar, ir a Misa, ser benevolente, dar ayuda, pedir ayuda, siempre de modo voluntario, sin contradicción alguna con lo anterior.

Por ende, pregunto a los randianos: ¿es la negación de Dios condición necesaria para ser randiano? ¿Es un punto central, imprescindible, del pensamiento de Rand para ser liberal, o no? Por todo lo que leí en Ricardo Rojas, no, pero respondan mejor ustedes. Sería muy bueno que fuera totalmente coherente ser cristiano y randiano al mismo tiempo, porque en los tiempos que corren, donde la verdadera libertad está a punto de ser colgada en la pared como un cuadrito antiguo, sería muy bueno que cristianos y randianos pudiéramos trabajar juntos.


domingo, 7 de octubre de 2018

EL TERRIBLE CASO DEL JUEZ KAVANAUGH.



Los tiempos han cambiado.

Ha pasado la época de Al Gore y el mejor discurso de su vida, cuando perdió las elecciones con G. Bush por una resolución de la Corte Suprema. Avanzó solo y solemne hacia el micrófono y, lacónico, reafirmó el Estado de Derecho: “No estoy de acuerdo, pero este es nuestro sistema”.

Ha pasado la época caballeresca donde la izquierda y la derecha, en los EEUU, eran J. Rawls y R. Nozick. Era el debate de la redistribución de ingresos. Ninguno de los dos ponía en tela de juicio a las bases fundamentales de los EEUU: los derechos individuales, la presunción de inocencia, el debido proceso, el tratarse con respeto dentro de las “comprenhensive doctrines” (Rawls) que pudiera haber.

Ha pasado la época donde la diferencia pasaba por Nixon o por los hermanos Kennedy.

Ha pasado la época donde no ser conservador era apoyar a un santo y liberal clásico como Martin Luther King, que no hablaba de los afroamericanos como un colectivo explotado sino como sujetos de derechos reclamando el pagaré originario de la Declaración de Independencia.

No, todo ha cambiado y no podemos sintetizar ahora el cómo y el por qué, pero todo ha cambiado.

Tal vez, como sugerí alguna vez, en la historia de la humanidad, que es la historia de Caín (https://eseade.wordpress.com/2017/10/27/la-historia-humana-es-casi-la-historia-de-cain/) el liberalismo clásico fue sólo un breve momento en esa historia hobbesiana que es la humanidad, y la libertad nunca va a ser un triunfo, sino una resistencia permanente ante la pulsión de agresión, ante la bestialidad de las mayorías, ante la prepotencia de los dictadores, ante el odio y la mentira, ante el totalitarismo que, vestido de seda democrática, totalitarismo se queda.

Trump –del cual ya he dado mi parecer- (http://institutoacton.org/2016/11/23/sobre-el-triunfo-de-trump-gabriel-zanotti/) nomina a un intachable juez católico y antiabortista para la Suprema Corte y, oh casualidad, una señora se acuerda entonces de un American Pie adolescente, del cual no recuerda ningún detalle, del cual no quedan testigos, que no es confirmado por la séptima investigación del FBI al acusado, y mancha el buen nombre del oh casualidad conservador juez bajo la acusación de intento de violación.

La utilización política de una denuncia falsa es una de las peores faltas morales y legales que se puedan concebir. Los diversos clanes samurai japoneses se enfrentaban en el campo de batalla con mucha violencia, pero con honor. Un shogun no decía del otro que había sido cobarde en batalla. Ni se le pasaba por la cabeza. Hoy, sí. Hoy, que creíamos haber evolucionado hacia un sistema donde el desacuerdo forma parte del sistema, y se dirime y sublima mediante el free speech y el sistema electoral, hoy, donde creíamos que las diversidades convivían en paz bajo la libertad religiosa y el derecho a la intimidad, hoy, donde suponíamos que habíamos superado la arbitrariedad mediante la presunción de inocencia y el Estado de Derecho, hoy, todo eso concluyó. Como ya dije, se ha quebrado el pacto político en los EEUU (http://gzanotti.blogspot.com/search?updated-max=2018-08-19T03:43:00-07:00&max-results=5&start=5&by-date=false ). Sí, finalmente se votó, se investigó, y al juez Kavanaugh no lo cazaron y quemaron como una bruja, pero sólo porque no es tan fácil tirar abajo más de 200 años de sistema constitucional, como sí lo es en la barbarie latinoamericana. Porque si fuera por la izquierda radical norteamericana, sí. Ellos ya han llamado a agredir físicamente a los partidarios de Trump, y no por un desquiciado cualquiera, sino por la diputada federal demócrata Maxime Walters. Ellos, entonces, no dudaron un instante en inventar una cruel denuncia falsa, con lo peor de lo peor que se pueda decir de alguien. Para ellos no vale la presunción de inocencia. Kavanaugh ya estaba condenado, por ser blanco y varón. A Ford había que creerle, necesariamente, por ser mujer. Introducen la dialéctica de la explotación y de los colectivos explotados y explotadores: varón blanco heterosexual, católico, hetero-patriarcal, contra una mujer, que por ser tal no puede tener pecado original. Además, se burlaron de una de sus hijas públicamente. Además, pintarrajearon su casa. Lograron que se lo expulse de una de sus cátedras. Lograron que ciertas iglesias lo declararan persona no grata. Mancharon su reputación para siempre. No le pegaron un tipo porque no pudieron. Gritaron y amenazaron como desaforados a senadores que lo apoyaban, y ayer invadieron a los gritos las galerías del Senado al mejor estilo kirchnerista. Y la historia, desde luego, no ha concluido. Puede ser que Kavanaugh desde ahora cumpla su función, pero su vida, su esposa y sus hijas van a entrar en un infierno inimaginable. ¿Por qué? Por ser conservador, católico y anti-abortista. He allí el verdadero delito que la izquierda radical norteamericana, nazi y estalinista, no puede soportar.

Con lo cual han desacreditado –y no les importa en absoluto- el verdadero progreso que se había logrado con las mujeres víctimas de agresión sexual. Contrariamente a otras épocas, sus denuncias comenzaron a ser creídas, y los varones que antes gozaban de inmunidad jurídica de facto ahora comenzaron a pagar por sus delitos. Sí, pero ahora, se han desacreditado. Ahora han comenzado a perder su credibilidad. Ahora van a surgir las reacciones de los verdaderos agresores que aún quedan por todo el mundo. Me too, sí, yo también miento, a partir de ahora. Un horror.

Y no me contradigo. Me parece bien que se crea, en principio, a una mujer que aparece golpeada en una comisaría. Eso no contradice la presunción de inocencia. El asunto es que el delito debe ser probado. Nadie puede ser condenado sin juicio justo, sin debido proceso. Quien escribe estas líneas no tiene dobles estándares. Siempre me opuse a la solución final confesada por Videla al final de su vida, siempre me opuse al horror del Patriot Act sancionada en el gobierno de G. Bush, jamás avalé métodos de agresión e intimidación pública contra funcionarios kirchneristas por parte de antiperonistas exaltados; en el 2008 me opuse a que los productores agropecuarios cortaran rutas, y hasta me parece una barbaridad la arbitrariedad de la prisión preventiva. Una cosa es la condena social, otra cosa es la condena jurídica. Sí, estoy convencido de que Cristina Kirchner es una corrupta, pero hay que probarlo. Hasta entonces, bien libre está, porque el mismo debido proceso que garantiza su libertad, garantiza la de todos. Los motivos por los cuales creemos que alguien miente no son motivos jurídicos. Pero socialmente tienen su validez. Así que creo que Cristine Ford ha cometido perjurio, pero hay que probarlo también.

Sí, todo ha cambiado. ¿O nada? Circula a veces la creencia de que el liberalismo económico es el combatido, pero el liberalismo político no. Pero parece que es al revés. Hoy lo que está en juego es el Estado de Derecho, el free speech, la defensa en juicio, las garantías individuales. Cosas que casi nadie nunca creyó, pero vivíamos en la ilusión de que los EEUU, sí.

Creo que los norteamericanos no tienen conciencia de la nueva guerra que se juega. La izquierda radical los está atacando desde dentro. No, ya no es Hitler, ya son los soviéticos, ya no es la flota japonesa del pacífico. No, ya no es como dijo el Almirante Yamamoto: “hemos despertado a un gigante dormido”. No, ahora el gigante, esto es, la Declaración de Independencia, el Estado de Derecho, la Primera Enmienda, no ha sido despertado. Ojalá que sí, y algunos lo dicen, pero lamentablemente creo que está siendo atacado y carcomido desde dentro, y lamentablemente no creo que la mayoría de los norteamericanos se den cuenta de que lo que está en juego es la identidad de su propia nación, la única que nace bajo un pacto constitucional liberal. La izquierda radical se llama a sí misma resistencia contra Trump, pero es en realidad al revés: la verdadera resistencia radica en los liberales clásicos, en los libertarios y en los conservadores que aún creen en todo ello que era (era) elemental, y que tienen que optar, como mal menor, a un líder maleducado y prepotente, pero que entiende al menos lo que EEUU es o fue.

No soy nada optimista. Tal vez haya un renacimiento, pero lo dudo. Los gritos, los ataques, los discursos de los nuevos auto-considerados colectivos explotados, no dejan mucho margen para la esperanza. Kavanaugh ha sido votado, sí, 50 vs 48. Pero es sólo un triunfo legal del resto de una civilización titilante contra una nueva barbarie que no anda con pequeñeces.