Del libro “Existencia humana y misterio de Dios” (Unsta,
Tucumán, 2008).
Finalmente, el Dios que es la
vocación universal, el sentido último y el creador de toda existencia, la
libertad, la esperanza y el hogar más profundo, es un Dios que da sentido a
todo sufrimiento. No elimina el sufrimiento, mientras estamos en camino hacia
El, sino que le da pleno sentido.
Hay varios modos de
entenderlo.
Ante todo hay que salir del
tiempo humano.
Dios no “sabía” que esto “te
iba” a suceder. Dios sabe lo que te está sucediendo. Tu tiempo, el tiempo
humano, es como un círculo que recorres. El está fuera del círculo: El es como
el centro del círculo, un punto, como un ojo infinito que todo lo creo y todo
lo recorre con su mirada. Santo Tomás dice siempre que Dios está fuera del
tiempo humano. El ejemplo del círculo es de él: “…Cuius exemplum utcumque in circulo est videre: (cuyo ejemplo se ve por
el círculo) punctum enim in circumferentia signatum, etsi indivisibile sit,
(pues un punto determinado de la circunferencia, aunque sea indivible….) non
tamen cuilibet puncto alii secundum situm coexistit simul, (no co-existe sin
embargo, simultáneamente, con cualquier otro punto por su posición) ordo enim
situs continuitatem circumferentiae facit; (pues el orden de la circunferencia
se produce por la continuidad de sus posiciones); centrum vero, quod est extra
circumferentiam, (pero el centro, que está fuera de la circunferencia) ad
quodlibet punctum in circumferentia signatum directe oppositionem habet (está
opuesto directamente a cualquier punto determinado de la circunferencia).
Quicquid igitur in quacumque parte temporis est, coexistit aeterno quasi
praesens eidem: etsi respectu alterius partis temporis sit praeteritum vel
futurum (por lo tanto todo lo que es en cualquier sector del tiempo, es con lo
eterno como presente, aunque respecto a otra parte del tiempo sea pasado o
futuro). Aeterno autem non potest aliquid praesentialiter coexistere nisi toti:
(pero ante lo eterno nada puede estar presencialmente sino totalmente), quia
successionis durationem non habet (porque no hay duración sucesiva).. Quicquid
igitur per totum decursum temporis agitur, (por ende cualquier cosa que sea en
todo el transcurrir del tiempo) divinus intellectus in tota sua aeternitate
intuetur quasi praesens. (el intelecto divino lo tiene (lo intuye) en su
eternidad como presente. Nec tamen quod
quadam parte temporis agitur, semper fuit existens. (Pero lo que está en una
determinada parte del tiempo no siempre fue existente). Relinquitur igitur quod eorum quae
secundum decursum temporis nondum sunt, Deus notitiam habet. (De lo cual se infiere que Dios conoce lo que según
el transcurso del tiempo aún no es)[1].
Esto es: “…cuyo ejemplo se ve
por el círculo: pues un punto determinado de la circunferencia, aunque sea
indivisible, no co-existe, sin embargo, simultáneamente, con cualquier otro
punto, por su posición, pues el orden de la circunferencia se produce por la
continuidad de sus posiciones. Pero el centro, que está fuera de la
circunferencia, está opuesto directamente a cualquier punto determinado de la
circunferencia. Por lo tanto todo lo que es en cualquier sector del tiempo, es
con lo eterno como presente, aunque respecto a otra parte del tiempo sea pasado
o futuro. Pero ante lo eterno nada puede estar presencialmente sino totalmente,
porque no hay duración sucesiva. Por ende cualquier cosa que sea en todo el
transcurrir del tiempo, el intelecto divino lo tiene, lo ve, en su eternidad,
como presente. Pero lo que está en una determinada parte del tiempo no siempre
fue existente, de lo cual se infiere que Dios conoce lo que, según el
transcurso del tiempo, aún no es”.
O sea: si el tiempo en lo
finito es como un círculo, y Dios es un centro infinito que ve todo el círculo,
al mismo tiempo que lo crea…. Entonces para Dios lo pasado no fue, sino que es
desde su centro, y lo futuro no será, sino que es desde su centro. Por eso
puedes rezar por los que “fueron” porque para Dios “son”[2].
Dios no sabe, por ende, lo que
te ocurrió u ocurrirá, sino lo que está ocurriendo. ¿Y si te está ocurriendo
algo “malo”? Entonces está permitido, tolerado por Dios. Tolerar es permitir en
función de un bien mayor. Pero mientras que la tolerancia humana es falible, la
divina es infalible. Porque:
a)
Dios
es Dios;
b)
Si
Dios es Dios, no puede querer el mal, esto es, no puede pecar.
c)
Si
Dios no puede querer el mal, entonces lo tolera por un bien mayor.
d)
Esa
tolerancia es infalible, porque es divina.
Todo mal implica por ende un plan divino conocido
por Dios pero desconocido por nosotros.
Por eso dice también Santo Tomás, objetándose a sí
mismo:
“Videtur quod Deus non sit. (Parece
que no hay Dios). Quia si unum contrariorum fuerit infinitum, totaliter
destruetur aliud. (Porque su hubiera algo infinito, destruye totalmente a su
contrario). Sed hoc intelligitur in hoc nomine Deus,
scilicet quod sit quoddam bonum infinitum. (E infinito se entiende por
este nombre, “Dios”, en cuanto que es el Bien Infnito). Si ergo Deus esset,
nullum malum inveniretur. (Si hubiera Dios, no habría por ende ningún mal). Invenitur autem malum in mundo. (Pero se da el
mal en el mundo). Ergo Deus non est. (Luego no hay Dios)[3].
Santo Tomás recoge de este modo nuestra manera
habitual de pensar. Se me murió un amigo, luego no hay Dios. Asesinaron a un
vecino, luego no hay Dios. Hay mal, hay pecado, hay sufrimiento, luego no hay
Dios.
Pero conforme a lo que hemos visto, Santo Tomás
contesta:
“Ad primum
ergo dicendum quod, sicut dicit Augustinus in Enchiridio (a lo primero debe
decirse que, según dice San Agustín….), Deus,
cum sit summe bonus, (siendo Dios el sumo bien…) nullo modo sineret aliquid
mali esse in operibus suis, (no permitiría nada malo en sus obras…) nisi esset adeo omnipotens et bonus (si no
fuere omnipotentemente bondadoso…), ut bene faceret etiam de malo (para
sacar el bien del mal). Hoc ergo ad infinitam Dei bonitatem pertinet, ut esse
permittat mala, et ex eis eliciat bona (Por ende pertenece a su bondad infinita
permitir el mal y de él obtener un bien)[4].
¿Queremos un ejemplo?
¿Cuál es el mayor mal que hubo en la historia?
El asesinato de Cristo.
Acompañado de otros males:
La traición: “No conozco a ese hombre”[5].
El insulto, la burla, el escarnio: “Sálvate a tí
mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la Cruz”[6].
El dolor supremo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has abandonado?”[7].
¿Y todo ello, por qué?
Precisamente por el per-dón, por el Dios de la
esperanza, el Dios de Israel de la Nueva Alianza.
En el Dios que es creación, en el Dios que es
redención, en el Dios que es sentido, en el Dios que es hogar, libertad,
esperanza… Está el sentido del sufrimiento y el sentido de la relación Dios-ser
humano. Pero ningún sufrimiento puede
anular el gozo creciente del habitar progresivo de Dios en ti, hasta que la
vida sea el eterno estar en Dios donde se consumará el matrimonio con El[8].
Ya va cesando nuestro humano discurso.
Siempre habrá algo que decir, porque siempre, por
amor, hay que hablar de Dios.
Pero el hablar de Dios tiene el límite de la
finitud de nuestro lenguaje, y por eso, cuando te hablen de Dios, y cuando
hables con Dios, deja que El te hable.
Ya va cayendo la noche sobre el lenguaje
Ya te acercas a la luz del misterio de Dios
Deja que El penetre tu sentido
Deja que El habite en tu interior.
que
tiernamente hieres
de mi alma
en el más profundo centro!
Pues ya no
eres esquiva,
Acaba ya si
quieres;
Rompe la
tela deste dulce encuentro”. San Juan de la Cruz, primer estrofa de Llama de
amor viva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario