Hacía mucho tiempo que quería escribir
esta entrada pero un episodio de público conocimiento en el mundillo liberal
argentino –permítanme no definirlo- ha precipitado mi decisión.
Yo siempre he dejado que cada uno siga
su camino. Muchos, en cambio, no han hecho eso conmigo pero ello no me ha hecho
cambiar de conducta. ¿Conocen alguien que haya sido atacado por mí, criticado
ácidamente por mí? Tal vez algunas ironías sobre algunos autores, que no son lo
mejor de mi producción, obvio, o algunos que se han sentido ofendidos por mí
por el modo en el que contesto –que si largo, que si corto, que si respondo con
alguna cita, que si no les respondo, que
no les respondo lo que ellos quieren que les responda (este último caso es
genial y muy habitual)- pero nunca, a pesar de ello, he intentado molestarlos,
son ellos los que se han molestado.
¿Así que qué tengo contra Javier
Milei? ¡Nada! Es un excelente economista liberal, que además tiene la
característica singular de agarrarse a puteadas con todos los kirchneristas en
los programas de televisión para los cuales hay que tener huevos al cubo y
nervios de acero. Eso lo ha hecho popular, nos divierte a todos y…… Ok. ¿Es mi
camino? No, no sólo porque mi super yo es muy fuerte como para putear así, sino
porque no podría aunque quisiera. Y casi nunca he estado en la tele, pero estoy
seguro que me pasarían por encima en tres segundos mientras yo comienzo a
pensar las implicaciones epistemológicas de lo que me están diciendo. Así que
mi camino es uno, el de Javier es otro, y bendita sea la diversidad.
Simplemente, muchas veces me he
preguntado si el modo de hablar no es parte misma de lo que se dice, porque
hace 24 años que enseño filosofía de la comunicación –una faceta mía
desconocida para muchos, excepto en la Universidad Austral, claro- y sé que el
medio es el mensaje. Mi manera de explicarlo no es con los textos de McLuhan,
sino sencillamente con los juegos de lenguaje de Wittgenstein.
Wittgenstein es el gran autor del giro
lingüístico porque se dio cuenta de algo esencial: el lenguaje es acción. El
lenguaje no describe la realidad, la hace. NO porque yo diga “torta” y la torta
se haga, sino porque el hablar es parte esencial de mundo de la vida humano.
Nuestro modo de hablar co-hace la realidad, y por eso las palabras construyen
los imperios y los destruyen. Los juegos de lenguaje no son más que lo cultural
del hablar (NO en sentido de "culto"), que nunca puede ser neutro de
la cultura que lo habita. Por ende es verdad que el lenguaje habla, y al hablar
hace o des-hace.
Muchas veces les pido a mis alumnos que
vean este gran discurso. Es una de las obras maestras de Chaplin. Les pido que
lo vean y luego sigan:
Impresionante, por cierto. Hubiéramos
necesitado un liderazgo así.
Sin embargo, el discurso tiene una
tensión latente. Lo que dice es hermoso, habla de paz, pero usando el mismo
estilo de Hitler. Ello pocas veces se advierte. Y el problema es: ¿hasta qué
punto se puede hablar de paz usando el mismo estilo de Hitler? ¿Qué percibirá
la audiencia? ¿No estará percibiendo un llamado a la revolución por la paz?
Pero, ¿cómo se hace una revolución por la paz que no sea en sí misma violenta?
Esto tiene que ver con el nivel
sintáctico-semántico del lenguaje y con su nivel pragmático. Habitualmente
pensamos que el lenguaje es sólo lo primero, olvidando que es esencialmente lo
segundo. El primer nivel es el texto; el segundo el con-texto. ¿Qué dice el
texto sin contexto? Casi nada, “casi” porque es “algo” que pasa de la potencia
al acto de sentido sólo con el con-texto, esto es, el nivel de lenguaje que
tiene que ver con el sentido que se da entre el que enuncia el mensaje y el que
lo recibe. Porque nadie habla in abstracto, nadie dice “algo”, sino que
“alguien dice algo para algo y para alguien”, desde su propio mundo de sentido
hacia el otro mundo de sentido.
Por ejemplo, ¿a quién se dirigía Santo
Tomás con sus pruebas de la “existencia” (él no usaba esa loca palabra) de
Dios? Algunos tomistas aún piensan que se dirigía a los agnósticos. No, se
dirigía a San Anselmo, que NO era agnóstico. ¿Y entonces? ¿Cambia la cosa?
Claro que cambia. Cambia el sentido de las vías, nada más, ni nada menos.
Contexto.
Esencial.
Ahora bien, los modos de lenguaje
típicamente argentino-porteños tienen una carga cultural de agresividad que hay
que saber manejar y entender con cuidado. Eso quiere decir que si usted recibe
a un anglosajón para hacer un negocio y le habla en el mismo juego de lenguaje
que Darín usa para hablar en la peli “El secreto de sus ojos” (dije juego de
lenguaje, no dije idioma) el horror del pobre anglosajón sería terrible (como
sucedió entre el modo de hablar de Wittgenstein y los miembros de la “faculty”
de Oxford más o menos en el 20-21) y, por supuesto, adiós su negocio.
Términos que yo no uso nunca, ni en mi
vida más íntima, pero que ahora no tengo más remedio que escribir, como boludo,
pelotudo, y otras palabras que ni siquiera puedo escribir como ejemplos,
combinados con el “che”, “andá”, “hacés”, etc., conforman mensajes con un nivel
de agresividad muy alto. Hemos aprendido a manejarlos, a hacer como si nada,
sí, pero yo, por ejemplo, que no fui educado en Argentina sino en la casa de mi
padre (¿se entiende?) cuando “salgo afuera” no tengo más que tener los “shields on” o de lo contrario no lo
soporto.
Ahora bien, frente a eso, el planteo
académico es: una doctrina como el liberalismo, que esencialmente un llamado a
la paz, la convivencia con los diferentes, la tolerancia del otro, ¿puede usar
el juego de lenguaje argentino sin entrar en una contradicción intrínseca?
Me responderán: pero entonces “no
llegamos” a la gente.
Allí los liberales (en general) son muy
ingenuamente racionalistas. Gente, no se puede llegar a la gente, y el
liberalismo no se basa en llegar a la gente. No se puede llegar a la gente
(estoy jugando con el lenguaje, sin precisión de otro tipo) porque si por
“gente” (ahora lo estoy precisando) entendemos “las masas”, tanto Ortega, como
Freud, como Fromm –autores muy poco leídos por los austro-liberales- nos han
ensañado que las masas viven en un mar irracional de alienaciones a las cuales
no se puede llegar racionalmente. Por eso a esas masas llegan Perón, los
Kirchner, los Hitleres, etc., pero no pudo llegar el santo de Alsogaray con su
pizarrón y sus razonamientos por televisión. A veces hay estadistas que sí
llegan, como un Mandela o un Gandhi, pero porque son excepciones que lo que
hacen es una psicoterapia social con su discurso. La política no se puede basar
en la espera de esas excepciones milagrosas. El liberalismo se basó en el
desarrollo de instituciones fuertes precisamente para moderar, con ese elemento
aristocrático, al elemento democrático, y eso fue EEUU. Pero cómo reproducir
históricamente la evolución (Hayek) hacia esas instituciones fuertes,
limitantes de dictadorzuelos y populachos, es la pregunta del millón y les
aseguro que no hay respuestas simples.
La conclusión, por ende, es no
desesperarse por llegar a las masas alienadas ni usar para ello juegos de
lenguaje contradictorios con nuestro ideario. Y una advertencia para liberales
y también para sacerdotes y obispos: su misión es educar, elevar la cultura, no
abajarse. Si no se puede, no se puede, pero nadie puede usar el lenguaje de
Maradona (NO el médico) para explicar Einstein, ni nadie puede tocar una cumbia
para difundir a Mozart.
Ahora bien, esto es sólo mi opinión. A
partir de aquí, tratando de acercarme al lenguaje de Javier, a quien todos
queremos y respetamos: ¿quién M me creo que soy yo? Tal vez mi opinión es una M
y mejor que me la meta en el (….). Dios dirá. Que cada uno siga su camino y en
paz. Pero en paz. Por eso, Javier, no lo insultes a Adrián Ravier. Si lo
hiciste, pedile disculpas, y si no lo hiciste, aclaralo. Sólo eso. Seguí tu
camino, él el suyo, yo el mío, en la diversidad está la riqueza y Dios dirá a
largo plazo qué pasa con todos nosotros y con este mundo terrible. Por ahora,
te mando un abrazo, lleno de respeto, afecto y agradecimiento por todo lo que
hacés para difundir las ideas y jugarte la presión arterial ante la mayoría de
estalinistas que inundan la televisión…. Y el mundo.
No puedo más que coincidir. Me resultó muy incómodo ver a Milei en A Dos Voces siendo escrutado por las miradas de Alfano y Bonelli como quien mira a un extraterrestre, mientras Javier le hablaba en su tono sublevado a la cámara ignorando, a su vez, a los entrevistadores. Miren: https://youtu.be/ZWJEqqxwpuM
ResponderEliminarExtraordinario artículo. Feliz año capo! (¿"Capo" está en su léxico? :)
ResponderEliminarExtraordinario artículo. Feliz año capo! (¿"Capo" está en su léxico? :)
ResponderEliminarSenti lo mismo Javier. Fue impresionante...
ResponderEliminarGabriel, querido maestro.
ResponderEliminarQuisiera responder a su maravilloso artículo, pero se haría medio largo en un comentario.
Así que publiqué en mi blog personal, dicha respuesta.
Espero que le guste, y sepa que está hecha con el mayor de los respeto.
¡Abrazos gigantes! Y Feliz 2018.
Link: http://elblogdeltucu.blogspot.com/2017/12/liberales-en-el-aula-y-en-el-barro.html
"Nadie puede usar el lenguaje de Maradona (NO el médico) para explicar Einstein, ni nadie puede tocar una cumbia para difundir a Mozart."
ResponderEliminarO sea que una filosofía que básicamente habla de un derecho natural como la libertad del ser humano no es para todos? Que??? El arte si es subjetivo, el derecho a la libertad y la vida no. Mmm, cuanta confusión en transmitir ideas, al tratar de aclararlas, triste frase la de arriba.
excelente
ResponderEliminar"Javier, no lo insultes a Adrián Ravier. Si lo hiciste, pedile disculpas"
ResponderEliminarLa fatal arrogancia
Que liberal sera ud diciendole al prójimo lo que debe o no hacer.
Si Javier quiere insultar que lo haga, es el publico el que esta demostrando que de esta manera tiene mas llegada.
porque en el libre mercado de las ideas tambien tiene mas exito el que otorga un mejor producto a un menor precio.
Javier sabe llegar a la gente. bienvenido sea.
Yo personalmente aconsejo a los detractores que traten de aceptar como hombres grandes y maduros la voluntad del mercado, en vez de quejarse como socialistas buscando acallar voces por el motivo que sea.
Viva ala Libertad!
Yo creo que ambos tienen razón. Es cierto que llegar a la gente de otra manera sería filosóficamente más correcto. Pero es inoperante. El Argentino es “visceral” y si no pones pasión a lo que decís el argumento en sí mismo no alcanza. La Gobernadora Vidal ganó puntos contestándole a Brancatelli con el mismo tono que usa Brancatelli. Entiendo lo que es correcto y lo que es operativo hay una discordancia. Si los Libérales queremos ser partícipes de la historia y crear un País diferente para nuestros hijos, debemos hablar como Javier. Ser como somos los Argentinos. No podemos hablar como Alemán en Argentina ni como Argentinos en Gran Bretaña. Estamos en Argentina entonces hablemos como Argentinos. Creo que Javier llega incluso más que José Luis Expert a la gente. Si algún día somos Gobierno podemos hablar “fuerte” pero respetar las Instituciones Democráticas y la Libertad . Saludos. Ricardo Domina. Mendoza.
ResponderEliminarUnknown, no sé qué quiere decir con "para todos"................
ResponderEliminarHerbest, no soy un escético en material moral. Considero que se puede pedir a alguien que pida disculpas sin que ello afecte en nada al liberalismo, porque no le estoy enviando al estado para obligarlo a pedir disculpas.
Ricardo, no se puede usar el lenguaje del autoritario para hablar con el autoritario, porque entonces él ganó la batalla. La violencia comienza por el lenguaje.
Es valioso el artículo en estos momentos en los que notamos que nuestras ideas logran notoriedad en los medios y por ende en el famoso "círculo rojo", porque ayuda a coexistir en lugar de continuar con el "fuego amigo" como diría Aníbal Fernández. Es necesario aprender a convivir con distintos tipos de liberales, y no esperar a ser los más sabios del bar como creo que a muchos liberales les gusta pensarse a sí mismos.
ResponderEliminarPersonalmente me agrada mucho el estilo de Axel Kaiser, si tengo que quedarme con uno de esta nueva -y sana- oleada, pero entiendo que al no cambiar de estilo vamos a continuar siendo un grupo menor de curiosos que lamentan toda su vida como "en Argentina nada cambia" y siempre se va para algo peor. Quizás Milei se irá y nada habrá cambiado, pero por lo menos lo intenta como (casi) nadie y llega a gente que nunca le llegó nada más que el contenido del populismo... y esa gente vota
Aunque es una conversación de años, recién la leo y su contenido indudablemente es vigente. Coincido plenamente con las observaciones del profesor. si bien simpatizo y me parece importante el protagonismo que día a día va ganando Milei, me resulta chocante el lenguaje que suele utilizar, aunque parece que se ha atemperado últimamente. Una crítica recurrente que suelo hacer a la gente de izquierda consiste en que quienes pregonan una sociedad superior, los heraldos de un futuro justo, deben ser portadores en su persona de las características y valores que se supone deben identificar a ese mundo nuevo. Lo mismo aplica a los representantes del liberalismo. Saludos desde Lima Perú.
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