La Foundation for Econonomic Education fue fundada en 1947.
1947.
Desde entonces, miles de fundaciones afines, en todas partes
del mundo, y muchas en mundos no liberales precisamente, han realizado
seminarios sobre ideas liberales para jóvenes. Muchos de esos seminarios tienen
un nivel académico muy alto; duran
una semana más o menos, están muy bien organizados, tienen excelentes profesores
y atraen a miles de jóvenes todos los años.
No soy bueno haciendo números. Si alguien quiere hágalo.
Cuente cuándos seminarios análogos se han hecho en EEUU y en el mundo desde
1947 en adelante, cuenta la cifra de gente que ha pasado por ellos y………………
Seguramente va a ser alta.
Ahora vea el mundo y la puesta en práctica de las ideas
liberales (nos referimos al liberalismo clásico, a la Escuela Austríaca, al
Public Choice, a Law and Economics, porque no va a faltar el que salga con
Menem) en el mundo y el contraste no podría ser mayor.
La pregunta es: ¿dónde están? ¿Qué fue de ellos?
¿Desaparecieron como los mayas?
Obviamente muchas cosas pueden haber pasado. No salgamos
otra vez con que la política no debe ser lo de ellos, porque a esa tesis ya nos
hemos opuesto varias veces.
Falta –y esto tiene que ver con la falta de compromiso político-
compromiso moral. Falta comprometer la vida con estas ideas, falta correr los
riesgos necesarios, falta jugarse la existencia entera, el nombre y la
profesión por todo esto, falta soportar toda la vida ser difamado, dejado de lado, ignorado, por “liberal”.
Hasta que no haya ese compromiso moral, es todo inútil.
Si, fueron muy lindos los seminarios de juventud donde
leíamos a Mises, Hayek, etc., pero luego nos contrató el Banco Mundial, el
Marte Bank, la Venus Motor Company…. Con mejores condiciones de vida…………… Y a
la miércoles. Qué linda La Acción Humana de Mises. Pero pasó. Y mejor no lo
subo al curriculum vitae.
La verdad, el panorama es sombrío. Ya difícil es estudiar a
esos autores y comprenderlos. Pero además, hasta que no haya un compromiso
vital con todo ello, no pasa nada. El liberalismo no es como la seguramente muy
interesante historia del ajedrez. Es una misión. Es un compromiso. Es saber
decir no. Es jugarse todos los días. Es no ceder. En el puesto que sea, en la
vocación que fuere, pero no abandonar. Y no porque haya perspectivas de éxito.
La moral no tiene que ver con el éxito. Tiene que ver con hacer lo que se debe.
No importa ahora si estoy hablando de Aristóteles, de Santo Tomás o de Kant. El
que hace lo que debe, lo entiende.
Los liberales, jóvenes y viejos, que he visto y veo luchar todos los días de su vida por estas ideas, tienen un fuego, una pasión, que todo lo explica. Pero son una gota de agua en un océano de petróleo.
¿Se puede hacer algo para revertir esta falta de compromiso
moral? No mucho. Exhortar. Decirlo. Pero no mucho más. No es cuestión de andar
molestando a la gente, ni dar sermones al que no quiere escucharlos ni
convertirse en un cazador de vidas como hacen los totalitarios.
¿Entonces?
No mucho. La historia
humana es la lucha de Caín y Abel. En la historia de la Salvación, Cristo
triunfa, pero en la historia humana, Abel es sólo el contrapeso del casi
triunfo de Caín.
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