Desde que varios pensadores
absolutamente totalitarios y antiliberales se adueñaron de la sagrada palabra
“derechos” (una especie de blasfemia política), uno de los más populares lemas es “los derechos de los pueblos originarios”.
Pero resulta que no son los pueblos
los que tienen derechos: son las personas individuales. Y entre esos derechos,
su libertad de asociación, reunión, libertad religiosa, propiedad, etc., son
los que jurídicamente les permiten vivir y mantener sus diversas tradiciones
culturales que, como dije tantas veces, sólo pueden convivir en paz en un
estado liberal de derecho (si, es lo mismo que decir “agua húmeda potable”,
pero ahora hay que aclarar todo…).
Por lo tanto lo que hay que exigir
es que los descendientes de las culturas pre-comlombinas sean respetados en sus
derechos igual que cualquier otro ser humano, y si viene de Marte (como yo),
también.
Lo que nadie puede pretender es
violar las libertades de otras personas en nombre de su propia tradición cultural.
Si alguien sostiene en conciencia que su tradición no le permite convivir
pacíficamente con el Estado de Derecho, tiene varios lugares para emigrar:
Cuba, Corea del Norte, Venezuela, en fin, la lista es larga.
Claro, muchas de estas personas
sostienen que sus ancestros estaban antes y que fueron injustamente despojados
de sus tierras y libertades. ¿Saben qué? Tienen razón. No se puede invadir un
territorio habitado por otras personas y por ende todas las colonias que desplazaron
por la fuerza a los previos pobladores estuvieron éticamente mal. Pero ahora,
¿qué? Ahora, la solución Hume: en todo poder político o propiedad, si nos vamos
para atrás en el tiempo, siempre habrá un latrocinio o un asesinato. Por ende
la cuestión es: de este momento presente para adelante. Esa es la regla de la
convivencia pacífica. Si no fuera así, cuando Cuba se libere, muchos de los
actuales residentes en Miami volverían reclamando sus antiguas propiedades y
sería un caos. La cuestión es: de un
momento presente para adelante.
Pero, dos cosas más. Lamento si
algunos historiadores pintan a los pueblos originarios como santos que no
tuvieron pecado original. ¿Saben qué? NO. Obvio que no fue así. Sólo una
interesada ideología puede desconocer tanto la naturaleza hunana de seres
humanos que tienen derechos no por inmaculados, sino por humanos.
Y finalmente: ¿originarios?
¿Seguros? A ver, antes de los europeos estaban los cuchu-cuchu. ¿Y estos no
habían desplazado a nadie? ¿No habrían tal vez esclavizado a los cuchi-cuchi? ¿No?
¿Seguro? ¿De qué revelación divina nos viene semejante certeza de su
“originariedad”? Mayor razón para la tesis de Hume.
Lo único “originario” son los
derechos individuales. En 1989, en mi libro “El humanismo del futuro”, dije que
todos nacemos con un pagaré originario:
lo que por el sólo hecho de ser humanos debemos al otro, o sea, el respeto a
sus derechos. Eso es lo único originario y lo que sigue siendo tan difícil de
entender. El mundo fue y será una porquería ya lo sé. Pero les aseguro que con
el respeto a las libertades individuales, lo sería menos. Y en el 3000 también.
¿En que libro Hume trata este tema?
ResponderEliminarEn "Del contrato original", en Ensayos políticos, Unión Editorial, Madrid, 1975, pp. 119-138.
ResponderEliminarComparto 100% (salvo por lo de los cuchi-cuchi)
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