Cada
tanto se reedita la entrañable figura del profesor revolucionario de “La
sociedad de los poetas muertos”, que sólo pudo ser protagonizada por el
inmortal Robin Williams. Un caso muy especial de estas reediciones fue Erin
Gruwell, un caso real que dio origen a la película Freedom Writers. Y ahora anda dando vueltas un catalán audaz,
travieso e iconoclasta llamado Merlí.
Ustedes
me dirán: ¿vos tenés problema con eso? ¿No es ese tu ideal?
Mm,
ya no sé. Lloré como todos con el John Keating, o Robert Williams (es lo
mismo…), y conozco de memoria la peli sobre Erin Gruwell, protagonizada
impecablemente por Hilary Swank. Es más, la utilizo todos los años en mis
clases, aunque NO para el tema educativo. Pero con Death Poets Society, mi padre no lloró. Se enojó. Seria
advertencia.
Luché,
sí, toda mi vida contra los pequeños hitleres que cual ocultos carceleros
disfrutan de la posibilidad de crueldad que les da el sistema educativo formal.
E hice algunas otras cosas quijotescas de las cuales no crean que estoy particularmente
orgulloso. Pero no importa. No se trata de mí esta entrada.
El
problema, como ya he dicho, es el aula (http://gzanotti.blogspot.com.ar/2016/09/el-problema-es-el-aula.html). Cuando se toma conciencia de ello, todo
cambia. El aula del sistema educativo formal positivista fue comprensible en su
momento, y hasta buena y digna, como lo fueron en su momento las carabelas de
Colón.
Ahora
supongamos que soy un astronauta que tiene que llegar a la Luna y se instala en
el puente de mando de una de esas carabelas. La Niña, digamos. La Niña hace lo
que puede. Pero no le responde. No puede elevarse hacia la atmósfera. No hay
vuelta que darle. El astronauta se pone nervioso y frustrado. Finalmente se
enoja con La Niña y la coacciona para que llegue a la Luna, con todo tipo de
amenazas. La Niña no llega ni a la esquina. El astronauta se pone peor. Parece
que Wittgenstein golpeó una vez a una niña que no podía ser creativa como él
quería. Fue digno de película. Tuvo que salir corriendo del pequeño pueblito
austríaco en cuestión.
En
1972 apareció Etapas históricas de la
política educativa(http://www.luiszanotti.com.ar/poled.htm) de mi padre. Hablaba de tres etapas. La primera
correspondía al sistema positivista de enseñanza. La segunda, la Escuela Nueva,
donde se trata de hacer en la escuela lo
que la escuela, el aula, no puede hacer. La tercera etapa fue la de los medios
modernos de comunicación. Era 1972. Mi padre hablaba de la telemática,
previendo toda la situación actual. Pero ni bola. Los actuales expertos en educación siguen hablando de la renovación de
la escuela. Como el astronauta que sigue pensando qué reforma hay que hacer en
su carabela para llegar a la Luna. Claro, no hay que reformar nada. Hay que
usar un Saturno 5 y una Apolo. ¿Ah sí? Sí. Por eso sólo algunos ingenieros
entendieron a mi padre.
Cuando
se llega a la conciencia de que el aula es un sistema irredimible, inservible, entonces o renuncias, o te vuelves loco, o entras al aula con total
tranquilidad, teniendo conciencia de los límites de la situación. Eso sí: no
usarás los instrumentos de tortura del sistema.
Keating estaba definitivamente loco. Les propuso volar a los chicos en un sistema donde
el que se elevaba sólo un metro era bajado con un terrible fusilamiento. No es
broma. Uno de ellos se suicida. A Keating lo echan. Todos pensamos que él era
el bueno y las autoridades las malas. Si, puede ser que estas últimas no
tuvieran conciencia del problema educativo. Pero eran lamentablemente
coherentes. Keating no era malo, pero estaba, sí, terriblemente confundido. De
todos modos, el dramático homenaje que le hicieron los chicos fue justo. Se
pararon sobre los bancos. El les había propuesto volar. Era lo más alto que allí podían llegar.
Erin
Gruwell merece todo mi respeto y admiración. Pero ella no fue una reforma del
sistema. Ella fue ella. Puso una fundación, todo bien, pero el High School norteamericano sigue siendo
un desastre. Ella hizo lo mejor que pudo. Pero el sistema no cambió. Vuelvo a
decir: todo mi respeto y admiración. Pero estamos buscando reemplazar la
carabela. Ella hizo un milagro en la carabela, todo bien, lo mismo que Cristo
con los panes y los peces, pero no fue esa la transformación del sistema
económico (ni lo debía ser, en el caso de Cristo).
De
Merlí casi no tengo nada que decir. Vi unos dos o tres capítulos y, con casi 33
años de docencia –estoy en el momento ideal para que me crucifiquen- me cansé.
De
mí mismo, ya dije, no voy a hablar. No es pertinente. Lo único que puedo decir
a mis colegas es: tengan conciencia de
que el problema es el aula. Lean a mi padre. Tomen conciencia del problema.
Despierten, como Neo, de la Matrix. Entonces decidirán mejor qué hacer.
Mientras tanto, Merlín el Mago quedaba mejor en el siglo VI, educando al futuro
rey.
Estoy del todo de acuerdo en que hay que repensar el espacio docente tradicional, en particular, el aula pero también los horarios.
ResponderEliminarValiéndome de la coincidencia en intérprete actoral, tiendo a pensar que los John Keating del porvenir serán como el hombre bicentenario.
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