Me llamó la atención en
estos días la aparición en Facebook de un apasionado llamado a “no bautizar a
su hijo”, que coincidió con otra entrada de un queridísimo amigo que decía que
la doctrina del pecado original no le merecía ni siquiera respeto.
Así las cosas, yo
quisiera explicar algo de cómo veo yo la cuestión.
Ante todo algunos
recordatorios esenciales. Quien esto escribe intenta vivir la armonía entre la
razón y la fe, según San Agustín: “creo para entender y entiendo para creer", o
al revés: es lo mismo, porque ni la una ni la otra son primeras o segundas. Son
lo que hoy Gadamer llamaría un círculo hermenéutico.
De lo anterior se desprende
una esencial distinción entre misterio y
absurdo. Este último es lo contradictorio, lo irracional. El misterio, en
cambio, es lo revelado por Dios a nuestro intelecto, que lo supera pero no es
CONTRA nuestro intelecto. Por ello la fe es una “gracia”, un regalo de Dios a
nuestro intelecto, que le hace comprender, que le hace entender, que le hace
razonar, que eleva la razón humana a su máxima expresión. La fe no elimina la
razón, al contrario, la plenifica.
Las razones para la fe,
por ende, de la Teología, hacen comprender la NO contradicción del misterio, la
razonabilidad del misterio, sin eliminarlo como misterio, porque las
explicaciones de la razón sobre la Fe son siempre una lejana visión del gran
misterio, el misterio de Dios, lo in-finito. La oscuridad no procede de Dios,
sino de nuestro intelecto, que no puede ver a Dios directamente ni siquiera con
la fe, que no será ya necesaria en la vida eterna con El, donde sólo quedará,
nada más ni nada menos, la Caridad.
Que el misterio del
pecado original sea terrible para nuestra humana naturaleza ya lo dijo Pascal:
“Cosa sorprendente, sin embargo, que el misterio más alejado de nuestro
conocimiento, que es el de la transmisión del pasado, sea una cosa sin la cual
no podemos tener ningún conocimiento de nosotros mismos. Porque no hay, sin
duda, cosa que choque más a nuestra razón como decir que el pasado del primer
hombre ha hecho culpables a los que siendo tan alejados de ese origen parecen
incapaces de participar en él. Esta transfusión no sólo nos parece imposible,
sino aún injusta; porque: qué hay más contrario a las reglas de nuestra miserable
justicia como condenar eternamente a un niño incapaz de voluntad por un pecado
en que parece tener tan poca parte, cometido seis mil años antes de haber
nacido? Ciertamente, nada nos choca más rudamente que esta doctrina; y, no
obstante, sin este misterio, el más incomprensible de todos, somos
incomprensibles a nosotros mismos. El nudo de nuestra condición toma sus
vueltas y revueltas en este abismo; de suerte que el hombre es más inconcebible
sin este misterio, que este misterio sea inconcebible al hombre”.
Sin embargo, es
esencial la comprensión de este misterio porque, de lo contrario, todo el
Cristianismo queda sin explicación. ¿Qué significa la Primera Alianza, sino la
promesa de un redentor precisamente por el pecado original? ¿Y qué significa la
encarnación y la crucifixión de Cristo, sino la redención de la naturaleza
humana herida por el pecado? Incluso la Virgen María, que fue concebida sin
pecado original, lo fue por los méritos de Cristo en la Cruz, por los cuales
fue preservada del pecado original. O sea, ¿qué significa la redención de
Cristo, su infinito sacrificio, sino un infinito perdón a nuestro pecado
original? Por eso nos cuesta tanto perdonar: si se entendiera que Dios perdona
precisamente una deuda infinita, la del pecado original, comprenderíamos un
poco más que la vida cristiana sin perdón es un absurdo………… Tal vez esta es la
primera razón para el pecado original. Alguien podría decir: pues bien,
entonces no estoy de acuerdo con el Cristianismo. Yo en cambio te propongo que
lo pienses al revés. Si verdaderamente crees en Cristo y en lo que El
significa, si verdaderamente comprendes qué hace clavado en la Cruz, entonces
comprendes que te está salvando de tu naturaleza humana herida por el pecado
original.
Tal vez consideres que
es una radical injusticia que se haya transmitido no sólo el conjunto de
consecuencias del pecado original, sino también la culpa. Ten en cuenta
entonces la esencial diferencia entre los pecados personales y el pecado
original, explicada por Santo Tomás. Antes del pecado original, estábamos en
una situación de “justicia original”, en un sentido análogo del término
justicia. Esto es, estábamos en total armonía con Dios, con dones
preternaturales que nos hacían estar en armonía con toda la naturaleza; corazón
y razón nunca peleaban y nuestra inteligencia había sido “regalada” con la
sabiduría de Dios, quien “bajaba al atardecer” para conversar con nosotros. Esa
situación iba a ser transmitida a todo el género humano, a todos los
descendientes de Adán y Eva, no por sus méritos personales. Esto es esencial:
“no por sus méritos personales”. Esto es, iban a nacer ya en situación de
“naturaleza elevada”, ya en plena gracia de Dios, más allá de las obras buenas
personales que seguramente iban a realizar.
¿Era eso justo? Ten en
cuenta que todo el Cristianismo consiste en superar la justicia SIN
contradecirla. Te habrá llamado la atención la parábola de los viñadores, donde
el viñador paga lo mismo a los que trabajaron desde la mañana y a los que
trabajaron pocas horas desde la tarde. Ante el reclamo “sindical” J
de los viñadores de la mañana, el dueño de la viña (que corresponde a Dios)
dice “¿acaso no puedo disponer de lo mío como quiero?”. Todo el Cristianismo es
esa super-abundancia de la gracia de Dios que siempre es la super-abundancia de
un perdón que va más allá de la justicia humana pero que NO es injusto. “HOY
mismo estarás conmigo en el paraíso”: ¡HOY mismo ¡!!!, dice Cristo al buen
ladrón que se convierte en el último momento de su vida.
ESA es la “justicia” de
Cristo.
Por
ende, de la misma manera que sin pecado original todos íbamos a nacer, sin
méritos personales, en situación de “justicia original”, de igual modo con
pecado original todos nacimos, sin pecados personales, en situación de pecado
original.
Edith Stein tiene otra
manera de explicarlo, retrospectiva, con la famosa historia de la mujer
adúltera: “…Dios previó en el
primer pecado todos los pecados futuros y en los primeros hombres nos vio a
todos, a nosotros que estamos bajo el imperio del pecado. Aquel de entre
nosotros que tuviera la intención de acusar a nuestros primeros padres porque
habrían atraído sobre nosotros el peso del pecado original, el Señor podría
responder, como respondió a los acusadores de la mujer adúltera: ´que aquél que
de entre vosotros esté limpio de pecado, arroje la primera piedra”.
Por eso dice Pascal que el ser humano se reconoce en este misterio. El
motivo por el cual nunca, ninguno de nosotros, podría arrojar la primera
piedra, no es que tuvimos pecados personales que, sin embargo, podríamos no
haber tenido; el motivo es que nuestra naturaleza humana, esencialmente herida
por el pecado original, es pecadora. El único ser humano librado de este
sufrimiento –sí, porque el pecado es EL gran sufrimiento- es la Virgen María,
pero lo fue –como dijimos- por los méritos de Cristo en la Cruz, y por ende
ella también fue redimida del pecado original.
Por lo tanto, si, los cristianos bautizamos a nuestros hijos, creemos
verdaderamente que tienen que crecer sin la culpa del pecado original, y
confiamos en que Dios nos utilice como instrumentos para inculcarles la
verdadera Fe, y no una serie de supersticiones, de infantilismos y de
estupideces.
Todos, por ende, tenemos pecado original. Esto nos hace más humildes, nos
hace comprender la necesidad de la Gracia de Dios; nos hace perdonarnos y
perdonar más a los demás. No es poca cosa. Después del pecado original, el
mundo no se divide en buenos o malos, sino en quienes se arrepienten –por
Gracia de Dios- o no. Después del pecado original, Cristo tiene sentido: “Oh feliz culpa que nos mereció tan grande y excelente Redentor” (San Agustín).
4Muy bueno Gabriel! Pero yo sostengo, quizás apartándome un poco de la doctrina tradicional. Que Dios permitió la ocasión, permitió la tentación y permitió el pecado. Y cuando eres Sabiduría Infinita, esto equivale a querer el pecado.
ResponderEliminarObviamente no sería lógico pensar que quiera el pecado EN SI... pero si la Posibilidad de Pecado. Porque sin ella no habría posibilidad de libertad y amor en el tiempo.
El pecado visto como carencia sería una necesidad para poder elegir voluntariamente la inocencia.
Es cierto que filosóficamente es difícil de entender que tengamos hábitos que no son por repetición de nuestros actos. Estoy de acuerdo.
ResponderEliminarEs de mucha relevancia entender con qué contamos o no contamos para saber cómo seguir. Ni tan buenos, ni tan malos... si ni siquiera intentamos recuperar la integridad, bueno, no lo lograremos y seremos infelices!
Entonces, ¿qué es el pecado original? La explicación habla del porqué de la Redención o de la justicia o injustica de la herencia. Pero ¿qué es? ¿Es una manera teo de decir "naturaleza caída (humana)"?
ResponderEliminarEl pecado original se divide en dos etapas ,ls primera tiene que ver con el orgullo de Lucifer al querer ser igual a Dios. La segunda es el pecado original de la raza humana ,aqui fue la desobediencia de Adan y Eva.La naturaleza pecaminosa no es mas que la consecuencia de ese pecado.
EliminarClaro, la naturaleza humana ha quedado herida, aunque no destruida, por el pecado original. La redención de Cristo salva del pecado pero no vuelve a la situación de "naturaleza elevada" anterior al pecado original, sino que la naturaleza queda "redimida".
ResponderEliminarPues yo creo que el fin primordial del sacrificio de Jesucristo es precisamente restablecer la naturaleza que el ser humano tenia,antes del pecado original. Y como se logra esto;pues permitiendo a cristo ser Rey de nuestra vida,reconociendolo como unico y suficiente salvador.claro que el cumplimiento de ese cambio de naturaleza se cumplira cuando Jesucristo venga por sus fieles.
EliminarPues yo creo que el fin primordial del sacrificio de Jesucristo es precisamente volver al ser humano al momento justo antes del pecado,restableciendo si naturaleza perdida.Esto se logra reconociendo a Jesucristo como unico señor y salvador de una manera personal.la nueva naturaleza sera consumada cuando el señor venga por sus fieles.
EliminarPues yo creo que el fin primordial del sacrificio de Jesucristo es precisamente volver al ser humano al momento justo antes del pecado,restableciendo si naturaleza perdida.Esto se logra reconociendo a Jesucristo como unico señor y salvador de una manera personal.la nueva naturaleza sera consumada cuando el señor venga por sus fieles.
EliminarA mi me parece que se sobrevalora la interpretación histórica del pecado original. Si bien no lo niego decisivamente como un hecho que históricamente ha ocurrido (bien que en el principio de los tiempos humanos), creo que el PO es más bien una "traducción" o una "explicación", si se quiere un "reflejo" ni más ni menos de la condición humana natural hoy y aquí. Eso me permite además entender el valor de la gracia, como "elevadora". Perdón por las comillas, a veces estas cosas me cuesta explicarlas con mayor precisión (todavía estoy, psicológicamente, en la etapa del mito...). Muchas gracias por escribir sobre estas cosas también Gabriel!
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