SOBRE LA “VUELTA” A LOS 70.
Por Gabriel J. Zanotti
Para la Fundación
Atlas
Buenos Aires, Septiembre de 2003.
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“Sobre la “vuelta” a los 70” , en Fundación Atlas, el
5-9-2003. Reproducido en Infobae el 24-9-2003.
Se habla mucho hoy en Argentina de “una vuelta
a los 70” ,
y en cierto modo es positivo que algunos tomen al apelativo “marxismo” como una
descalificación de la cual hay que defenderse. Pero el marxismo no es algo que
se pueda usar como un descalificativo, ni tampoco como una forma de pensamiento
concientemente asumida de modo muy complicado. El marxismo, en muchas
latitudes, es, en un sentido ortegiano, una “creencia” cultural, en la cual se
“habita” con toda naturalidad. Y Argentina no sólo no es una excepción sino uno
de los mejores ejemplos.
¿Pero por qué una ideología puede ser tan
potente como para transformarse casi en un suelo cultural?
Yo creo que detrás de todo esto se esconde el poder, el asombroso poder, de
algo muy humano: el pensamiento, el gran ordenador de lo más inexpugnable que
tenemos en nuestras manos. Filosofías, paradigmas, ciencias, ideologías: todas
ellas tienen una fuerza y una capacidad de supervivencia que van más allá de lo
que podemos predecir en un momento presente.
El ser humano no se maneja con supuestos hechos donde el ser humano no
aparezca. No hay teorías versus hechos, no hay Quijotes versus Sanchos. Hay
teorías y teorías: mejores, peores, verdaderas, falsas, confusas, nobles, no
tan nobles, o inmorales y violentas. Pero todos somos quijotes que avanzamos
contra nuestros molinos de viento. Sancho no era un hecho sin teoría, la
advertencia del noble escudero no fue el hecho de que no fueran gigantes, sino
la humana advertencia de otra teoría, a saber, que eran molinos, que no fue
refutada ni siquiera por la feroz voltereta de Don Quijote, que re-interpreta
el “hecho” diciendo que Frestón lo ha engañado.......
Ello no es malo. Al contrario, es muy bueno, cuando, retrospectivamente, la
teoría se ha acercado a la verdad, y el loco de entonces quedó como el héroe.
Fue muy bueno cuando Galileo defendió sus molinos de viento, cuando Moisés
guiaba a su pueblo a la tierra prometida, cuando Adams, Madison y Jay
vislumbraron la más importante de las repúblicas.
El marxismo es –y no nos queremos convencer
de ello- una teoría poderosa. No fue refutada en absoluto porque en las
naciones capitalistas –según nuestros propios presupuestos- el nivel de vida
haya aumentado, o porque no se haya producido en ellas la revolución. Una
teoría es poderosa cuando, desde su núcleo, explica aquello que aparentemente
la refuta. Y las explicaciones del marxismo no se hicieron esperar. En esos
años 70, en esos años 70 tan comentados últimamente, la teoría de la
dependencia y del deterioro de los términos de intercambio explicó
perfectamente la supuesta refutación. Las naciones capitalistas tienen más
riqueza porque, en estrictos términos marxistas, han explotado a las naciones
periféricas. La plus-valía del capitalista contra el obrero, se expandió
entonces a naciones contra naciones, al norte contra el sur. La estructura
dialéctica-conflictual del marxismo logró una vez más interpretar al mundo.
Desde esa perspectiva se explica la visión de aquellos que en esos años, en
nuestro país, tomaron el camino de la violencia, que para ellos era simplemente
un derecho a la resistencia a la opresión capitalista, cuyo poder político –el
estado como dominio de la clase dominante: Marx 101- estaba representado por
las clases oligárquicas unidas al poder económico y militar. Tómese la teoría
de la resistencia a la opresión, la teoría de la guerra justa, la teoría de la
plus-valía, la dependencia y la explotación capitalista y el resultado no era
sino obvio, un resultado que pasó de la explotación a la explosión, la
explosión de la violencia vista e interpretada coherentemente como una justa
guerra revolucionaria. Por eso muchos de ellos, presentes hoy en el actual
gobierno, no han cambiado de ningún modo su modo de pensar. Siguen pensando que
en su momento lo que hicieron estaba bien; ahora, simplemente, las circunstancias
han cambiado y la estrategia de “lucha” pasa a ser MERCOSUR contra el NAFTA
(excepto los chilenos que, pobrecitos, han metido su cabeza en las fauces del
monstruo capitalista). No se puede negar que deponer las armas siempre es
positivo. Esperemos simplemente que las circunstancias no cambien de vuelta.
Frente a todo ello, no nos asombremos más por el apoyo, por ejemplo, a
Fidel Castro, obvio líder y héroe de la
lucha de América Latina contra la explotación capitalista. No nos asombremos de
que, desde esa perspectiva, todo se le justifique y se le disculpe. Hagamos otra cosa: profundicemos el estudio
de la teoría alternativa. Si queremos recurrir a supuestos hechos, datos,
cifras y demás juguetes como estrategia dialéctica, ok, pero el tiempo intelectual
que perdemos en ello no se recupera. Lo que debemos hacer es hacer lo que
siempre hemos hecho, y se verá por qué estamos utilizando el plural retórico.
Profundicemos, estudiemos y expliquemos una de las teorías alternativas que más
le puede hacer frente al marxismo, una teoría tan poderosa y explicativa como
Marx. Y eso se llama, sencillamente, Escuela Austríaca de Economía. La teoría
de la explotación marxista fue refutada estrictamente, en tres volúmenes, por
E. Von Bohn Bawerk en su tratado Capital e Interés, cuya primera edición
fue de 1884. La teoría de la dependencia se refuta ipso facto cuando se
ve que la teoría del capital de la escuela austríaca es, al mismo tiempo, una
teoría del desarrollo, desarrollo que, contrariamente a lo que Marx sostiene,
implica un aumento progresivo del salario real, merced al aumento de la
productividad marginal del trabajo, noción que él jamás pudo entender. En cuyo
caso, además, la mono-exportación de productos agrícolas y la importación de
productos manufacturados es un efecto, y no la causa, del subdesarrollo
y la pobreza, causados estos, a su vez, por el intervencionismo y la
socialización de los medios de producción. Socialismo que, como opción
económico-teorètica fue refutada por Mises en su libro El Socialismo,
del 1922. Todo ello sistematizado de vuelta por Mises en su tratado de
economía, la Acción
Humana , en 1949. Pero, como ya dije otra vez, los
primeros en desconocer y-o desmerecer estos autores no son los castros y sus
imitadores y admiradores, sino los técnicos y asesores de los supuestamente
pro-capitalistas FMI y Bancos Centrales, organismos cuya incompatibilidad con
el mercado libre fue claramente expuesta por Mises en sus libros Liberalismo,
de 1927, y el ya nombrado La Acción Humana de 1949.
Solamente esta literatura puede proteger a una mente idealista de la
tentación de violencia, no porque se pase al cinismo ni a una supuesta madurez
sin corazón, sino porque se pasa a otro tipo de idealismo, que al autor de
estas líneas practica desde los 13 años: la convicción profunda de que la
economía de mercado elimina la pobreza, la miseria, la desnutrición, el
analfabetismo, y es condición necesaria, aunque no sea suficiente, de la paz,
la estabilidad institucional y un mundo donde la vida personal no dependa de
caprichos y locuras de dictadores, demagogos, partidos, partiduchos y
dictadorzuelos.
No nos asombremos más por la “vuelta” a los
70. De los 70, sencillamente, no hemos salido. En los 70, sencillamente,
estamos. Sólo otro mundo teorético es capaz de ver al capitalismo como la
alternativa frente a un niño revolviendo la basura.
Formidable columna Gabriel!!!
ResponderEliminarEfectivamente en muchas cabezas el tiempo se detuvo