domingo, 10 de agosto de 2014

ROMA, PHILADELPHIA, BUENOS AIRES

Mi abuelo materno, Vicente Montefusco, salió huyendo del fascismo de Mussolini (parece que la aversión a los dictadores es una cuestión de familia) y llegó a Philadelphia, con dos hermanas.  Había ya enviudado dejando en Roma a 3 hijas.  En Philadelphia supuso que en Buenos Aires sería más fácil obtener la ciudadanía norteamericana (me da le leve impresión de que alguien lo informó mal….. J ) y aquí se vino. Pero entonces se casó con mi abuela materna y nació mi madre. Mientras tanto, en Philadelphia, las dos hermanas tuvieron, cada una, un hijo y una hija que, con venia episcopal, se casaron, y fueron los padres de Carl Patrizio, mi actual primo segundo.

Mientras tanto mi padre, argentino por accidente y Lord Inglés por vocación, viajó, ya casado con mi madre, a estudiar pedagogía en Roma, a mediados de 1958, donde permaneció hasta fines de 1959. Mi hermano Pablo ya había nacido y sus primeras palabras fueron en italiano. Mi madre se unió como carne y uña con sus tres medio hermanas. Cuando tuvieron que volver, la despedida fue desgarradora. Cuando llegaron, yo ya estaba en el vientre de mi madre y ella siempre dice que quedó embarazada en Italia.

Desde el 60 en adelante, la comunicación con ambos lados de la familia, vía cartas, fue muy intensa. Verna y Pat, los padres de Carl, enviaban siempre todas las tarjetas de graduación de sus hijos, cartas para Navidad, etc., que yo veía, y mis tres tías de Italia no se quedaban atrás. Yo crecí en medio de una familia que era una sola en tres ciudades y las palabras “Roma” y “Philadelphia” formaban parte de mi niñez más profunda. Vi llorar a mis padres por la muerte de Kennedy, en 1963, y por la muerte de Robert, en 1967. Esa vez  subí al colectivo escolar, con 7 años, diciendo “murió Robert Kennedy”. En 1968 mi padre viajó a Philadelphia, en medio de un viaje de estudios, y mi marco de referencia cultural quedó allí, desde entonces, y para siempre. Y sería muy emocionante relatar los viajes (no muy frecuentes, por motivos económicos) que hemos podido hacer los “Buenos Aires-side” a Roma y Phila. El llegar y ser recibidos por la misma familia, los abrazos interminables, las fotos viejas de los abuelos, los usos y costumbres idénticos, las despedidas con verdaderas lágrimas…. Y si a todo ello agregamos la familia de mi esposa, cuyo padre es italiano directamente…..


Yo, ¿qué soy? ¿Qué significa en mi caso decir que soy “latinoamericano”? (Y lo gracioso es que nací en el Hospital Británico J). ¿Significa algo la “nacionalidad” que figura en un documento obligatorio? Muy poco. Somos nuestra familia, y las familias tienen muy poco que ver con los nacionalismos y las fronteras, inventos de un siglo XVIII racionalista que ya desaparecerán como toda vana y confusa alucinación.

2 comentarios:

  1. Estimado profesor Zanotti, un placer como siempre leer sus entradas.
    Profesor, tiene algún email de contacto directo? He intentado acceder a su otra página personal, pero han sido infructuosos mis intentos.
    De antemano, muchas gracias y disculpe las molestias. Saludos, Pablo

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