Existe al menos un x
tal que x es F. O, muy bueno, lógica de clases: clase no vacía. Se puede
aplicar a cosas como “hay una cucaracha”: existe al menos un individuo tal que
pertenece a la clase de las cucarachas. Habitualmente no es una buena noticia.
Pero, ¿sirve ello para la existencia de Dios? “Existe al menos un individuo tal
que pertenece a la clase de los dioses”. Oh!!, ¿la deidad es una clase? Y si es
“al menos uno”, ¿puede haber varios que sean Dios? Y Dios, ¿es un individuo?
No me suena.
Intentémoslo de vuelta.
Tengo en mi mente la
idea de Dios. O sea, Dios es tal cosa. Luego, por fe, o por un razonamiento, o
porque sopló el viento, le asigno existencia. Ok. Pero ello implica que sé lo
que Dios es. ¿Pero cómo puedo saber lo que Dios es, si, supuestamente, Dios
superaría la finitud de mi inteligencia? Y si le asigno existencia, la
existencia que le asigno, ¿es otra cosa? No, dirían muchos, es lo mismo. Pero
si es lo mismo, tiene razón los que dicen que la esencia de Dios implica su
existencia. Eso, claro en caso de que pueda conocer la esencia de Dios. Pero,
¿puedo conocerla?
No me suena.
Pero, ¿seguro que no
sabemos qué es Dios? En un horizonte judeo-cristiano, “tenemos una idea” de qué
es Dios, y por ello lo afirmamos, lo negamos o lo dudamos. Ah, pero un
horizonte no es un concepto, es una historia. O sea, sí, todos sabemos que dice
la Biblia que Dios se presentó a Moisés y lo envió a Israel, y cuando Moisés le
preguntó su nombre, Dios dijo algo que no sé si encaja en la idea de lo que es
una idea: Yo soy El que soy.
Creer que Moisés habló
verdaderamente con alguien que supera todo lo concebible e imaginable, y razonar
sobre ello (Santo Tomás), es creer en Dios, pero entonces no le podemos asignar una
existencia como a todo lo demás. No es un individuo que pertenezca a una clase
de cosas ni una idea cuya naturaleza se define y luego comenzamos a debatir si
existe. Es aquello donde el lenguaje humano se estira hasta el dolor; es
aquello que supera todo lo finito y a su vez aquello sin lo cual lo finito es
nada. Supera lo finito pero tampoco es aquello que se encuentra en “la clase de
lo infinito”. Tampoco. Es aquel que me habló desde la zarza ardiente y luego
desde la Cruz, con la diferencia de que lo primero es una imagen y lo segundo
es una persona real.
Pero todo esto,
¿importa?
Si no importa, ¿para
qué seguir?
La clave es: ¿Dios
importa? ¿Te importa?
Recién allí vale la
pena seguir indagando de qué manera “es”.
Interesante, reflexión, Gabriel. No soy "creyente", pero el ¿tema?, ¿problema?, ¿asunto? de Dios me da vueltas en la cabeza desde siempre. Provengo de una familia de tradición católica, donde la religión se practicaba en forma "sui-generis". Lo típico: se observaban algunas tradiciones como no comer carne en semana santa, pero no existía la costumbre de ir a misa, ni de rezar. No obstante, la presencia de Dios y Jesus estaba siempre flotando por ahí, especialmente en casa de mis abuelos maternos. Me recuerdo a los 8 años o algo así, mirando uno de esos típicos retratos de cristo con la corona de espinas que había en la habitación de mi tía abuela, y pensando que no le creía nada. Y mas insólito aún: a los 11, en una visita guiada con la escuela al planetario, recuerdo el momento en que un documental mencionaba en cuantos años colapsaría el sol y fin de la historia para el planeta tierra. Recuerdo que mi compañero de al lado me susurra "eso si Dios quiere", y yo contestándole (con sólo once años!!!) "¿no te das cuenta? YA QUISO". En fin: no soy creyente, la tradición judeo-cristiana me parece que hace agua por todos lados, pero tampoco me cierra que algo tan complejo como el universo haya podido salir de la nada, y por casualidad.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Fer, también por el de la semana anterior. Te mando esto por si te ayuda en tu búsqueda:
ResponderEliminarhttp://www.gabrielzanotti.com.ar/ensayosyart/existenciah.pdf
Gracias, Gabriel! Le eché un vistaso y parece muy interesante. Lo voy a leer y, si el tiempo libre me acompaña y lo termino en un lapso razonable, comento!
ResponderEliminarGracias por el ensayo, Gabriel, muy bueno. Habría muchas cosas para comentar, muchos párrafos que seleccioné que dan para desmenuzarlos. Si no te importa que sea un diálogo de a dos (parece que no prendió mucho el tema en los otros visitantes) y que se haya quedado un poco viejo (vi que ya publicaste otra entrada) te mando mis comentarios puntuales.
ResponderEliminarOK
ResponderEliminarGabriel, acá te paso algunas reflexiones. Supongo que serán ideas trilladas, pero me gustaría el comentario de alguien que no sólo domina el tema como vos, sino que además tiene la ventaja de vivir en estos tiempos (leí la summa contra gentiles de Santo Tomás, pero con la sensación de que nuestro horizonte cultural es demasiado distinto).
ResponderEliminarResponsabilidad de Dios:
Más allá de que un artista no tenga responsabilidad frente a sus propias creaciones, lo cierto es que dichas obras no están en condición de demandar nada, ni necesitan hacerlo. Los hijos, en cambio, son seres vivos. Seres vivos que, además, hasta alcanzar determinada edad necesitan cómo mínimo (destaco lo de cómo MINIMO) ayuda para sobrevivir. Traer una vida al mundo implica para los padres una gran responsabilidad. Una responsabilidad de la que no deberían desentenderse. Máxime cuando, en efecto, esa vida no ha “pedido” ni “deseado” ser traída al mundo. Nuestra sociedad sanciona muy duramente, a nivel moral, a los padres desamorados que no se ocupan de sus hijos. En casos extremos, la sanción se extiende al campo de la ley. ¿Por qué entonces Dios debiera “lavarse las manos” por la suerte que corren sus hijos en el mundo que el mismo creó, y bajo las condiciones que el impuso, donde abunda la privación y el mal? Los hombres no somos una cosa inerte, una sinfonía, una novela, personajes que viven, mueren, son felices o no en función de la trama. O… tal vez sí. Tal vez la humanidad es para Dios poco mas que un pequeño ingrediente en su gigantesco opus cósmico, y los hombres no son mas que notas musicales que pueden ser borradas del pentagrama , personajes que pueden ser sacrificados en función del “plan mayor” de la obra. O… también cabe la posibilidad que el hombre se lo merezca, que de algún modo esté pagando alguna cuenta pendiente. En fin: hasta el padre mas cariñoso pierde la paciencia y cada tanto tiene que poner en vereda a sus hijos; es parte de la educación. Creo que estas dos miradas sobre Dios y la forma de relacionarse con los hombres (que están presentes en el ensayo) son de alguna forma excluyentes entre sí y, además, contradicen algunas de las “características” que los hombres le adjudican a Dios.. Voy a comentarlas brevemente y, a partir de las repuestas, sigo elaborando para que no se haga un mamotreto como los de Pablo para leer a la primera (por eso mismo no cito los párrafos del texto a los que hago referencia). Pero te aclaro de entrada que acaso terminemos hablando de extraterrestres y multiversos, jaja.
continúa en "El pecado original"
1) El pecado Original.
ResponderEliminarOk: el mundo es como es por culpa del hombre y su “pecado original”, que es un misterio (o al menos no se aclara en el ensayo en que consistió ese primer pecado tan terrible). Sin embargo, esa explicación choca hoy por hoy con la evidencia de que la muerte, el dolor, la violencia y la escasez son muy anteriores a la aparición del hombre sobre la tierra. Por otro lado, la idea de un padre castigando a generaciones y generaciones de hijos tan sólo por que son pecadores en potencia es bastante sádica: un poco como si un padre castigara a sus hijos no por lo que hacen si no por lo que harán. Al fin y al cabo hasta el hijo mas amoroso alguna vez se mandará una macana cada tanto, así que por las dudas se lo somete a castigo permanente. No creo que nadie llamaría a eso el comportamiento de un buen padre. Ni que decir que el sadismo sería doble en el caso de Dios, puesto que los hombres son pecadores porque Dios los creó con la posibilidad de serlo. Es como si a un niño travieso le diéramos un revolver cargado, se le advirtiese no jugar con él, y luego, ante la desgracia del disparo, se le echase la culpa al niño. Nada de esto me cierra, si es que estamos hablando de un Dios que ama al hombre, claro.
2) El Plan de Dios.
Ok: o vivimos en el mejor de los mundos posibles (que los hombres se esfuerzan sin embargo en hacer peor) o bien el mundo no es ni mejor ni peor: es como es, por razones que sólo conciernen a Dios y el hombre no es quien para indagar (como pretende el pobre Job). La idea de que un bien mayor saldrá de un mal menor puede ser gratificante de aceptar para quien le toca beneficiarse del bien mayor, pero bastante terrible para el que le toca sufrir ese mal menor que muchas veces no sólo no es menor, si no que es monstruoso y hasta mortal. Así las cosas, los hombres somos desechables: a cualquiera le puede tocar ser la nota borrada del pentagrama en beneficio de la gran sinfonía. No me parece que en este caso se pueda hablar en efecto de un amor de Dios hacia el hombre, ya que este no sería más que un grano minúsculo en el gran diseño de la creación. Puede ser entonces que Dios ame, sí, su creación al completo, pero por alguna razón que desconocemos para que esta sea “buena” a los ojos de Dios es necesario que el hombre sufra y pase por toda clase de privaciones y calamidades. Bueno, unos cuantos, no todos.
En fin, ahí te lo dejo!.
Fer,
ResponderEliminarsería imposible en un blog responder a tan profundas inquietudes, que dan para toda una vida de diálogo. Sólo te quería decir que todas ellas se calman sólo cuando se sientan en la silla del misterio de la Encarnación, donde el Dios mismo se sacrifica precisamente por todos y cada uno de sus hijos, contrarestando así la imagen de un Dios arquitecto, pero no providente, del universo, que se divertiría viendo a los seres humanos sufrir en el laboratorio cósmico divino...............
Hmm... no creo que el Dios "arquitecto" (el del punto 2) se divertiría... tal vez estaría mas allá de cualquier emoción, como una entidad de "total logic" (desde luego que en esta variante no existe pecado original alguno). Pero bueno, concuerdo que son temas que exceden el espacio limitado de un blog. Ni que hablar del misterio de la encarnación, que daría pie para DOS vidas de diálogo, jajaja. Te mando un saludo Gabriel, gracias de nuevo por el ensayo y tu buena predisposición!
ResponderEliminarLa encarnación es "el" tema.......... Aunque requiera dos siglos, no quita que se pueda comenzar tomando un café !!!! :-))
ResponderEliminarjaja, un café nunca viene mal. Todo es cuestión, como nos gusta decir a los músicos, de "el arte de combinar los horarios"! :o)
ResponderEliminarFer no esta semana, pero la next, escribime a gabrielmises@yahoo.com a ver si podemos encontrarnos.
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