domingo, 24 de marzo de 2024

EL CONOCIMIENTO EN MISES Y HAYEK

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 Es habitual decir que los economistas austriacos, a diferencia de los neoclásicos, enfatizan la información limitada de los agentes económicos, a diferencia de los modelos de competencia perfecta que suponen el conocimiento perfecto.

Ese modo de plantear la cuestión, sin embargo, puede ser respondido con facilidad por los neoclásicos. Ellos pueden decir, y de hecho lo dicen, que ya han incorporado la noción de información incompleta a sus modelos (incluso cintándolo a Hayek), y que estos últimos, como cualquier hipótesis, son modelos generales que no tienen por qué “coincidir” con la realidad. El mapa no es el territorio. La física procede igual. De hecho esta respuesta fue dada explícitamente por Friedman.

Por ende se hace necesario un replanteo del problema.

Cuando Hayek plantea esta cuestión en Economics and Knowledge, en 1936, su objeción contra el supuesto de conocimiento perfecto no es que no es “realista”. La objeción es que con ese supuesto el problema económico está mal planteado. Si el conocimiento fuera perfecto y los agentes estuvieran en perfecto equilibrio, el problema económico mismo es el que se supone resuelto. El problema, aclara Hayek, es precisamente que los planes inter/personales no están coordinados, que el conocimiento es limitado, que las expectativas y suposiciones sobre los otros agentes en el mercado son falibles. ¿Cómo lograr la coordinación entre millones y millones de individuos con planes diferentes? Ese es el problema económico. Es más, ese es el problema de todas las ciencias sociales, aclara Hayek.

Creo que es más conocida la respuesta de Hayek al problema (el orden espontáneo) que su re-planteamiento del problema. Porque ese replanteamiento responde a los neoclásicos incluso actualmente. La cuestión no es partir del conocimiento perfecto como núcleo central de la teoría y luego agregar como hipótesis adicional (auxiliar o ad hoc) la limitación del conocimiento, sino al revés: partir de que el conocimiento es incompleto, imperfecto, disperso, limitado (ese es el núcleo central de la teoría) y luego agregar una hipótesis adicional que “compense” la limitación de conocimiento: el aprendizaje. Por lo tanto el neoclásico no puede responder a eso de que todo modelo, o toda teoría, tiene aspectos “no totalmente realistas”. Obvio. La cuestión es cuál es el punto de partida de la teoría. Conocimiento perfecto o conocimiento limitado. Esa es la cuestión.

¿Cómo se dio cuenta de ello el joven Hayek? Por un lado, ya había comenzado a trabajar en sus teorías monetarias, en la teoría del ciclo, donde advirtió claramente un caso de des-coordinación de planes, cuando el factor tiempo entraba en juego: el mercado de capitales. Ello facilitó el camino para que viera ese caso como parte de “el” problema de la ciencia económica, la des-coordinación de planes, cuya “respuesta” es el orden espontáneo. Pero, por otro lado, Hayek ya había pasado por Mises. Esto es: había asistido, antes de ir a Inglaterra, a los privat seminars de Mises en Viena. Una de las principales enseñanzas que Hayek sacó de esos seminarios fue precisamente la imposibilidad de cálculo económico en el sistema socialista. Ello no solo implicó que Hayek pasara del socialismo a la economía de mercado, sino que también quedara la semilla planteada del problema del conocimiento. La enseñanza básica de Mises en 1922 era que el socialismo, al carecer de precios, no puede evaluar costes. Entonces el planificador socialista, al pretender planificar todo, esto es, “conocer” todo, no puede “conocer”. Mises también va desarrollando este tema paulatinamente. Para él, el punto era claro para todos aquellos que estuvieran formados en la economía neoclásica versus el marxismo. Pero luego, ante la defensa del socialismo que hacen los economistas ingleses que estaban a favor del laborismo inglés, Mises va ampliando el campo de su teoría. Era la falta de percepción del mercado como un proceso dinámico lo que llevaba a defender la posibilidad de cálculo económico en el socialismo. Mises ya comienza a afirmar esto en 1933, en sus escritos más epistemológicos, pero de 1934 a 1949 su vida es absorbida (y bien) por los dos períodos de redacción de su gran obra, La Acción Humana (que salva a la Escuela Austriaca de la extinción), donde la teoría del mercado como proceso ya es clara y distinta.

Mientras tanto Hayek va planteando la cuestión en escritos más cortos. Economics and Knowledge, 1936; The Use of Knowledge in Society, 1945; The Meaning of Competition, 1946. Pero esos escritos tienen un pequeño problema: “knowledge” es utilizado como sinónimo de “information” varias veces. O sea que alguien podría decir: ok, sea la información incompleta punto de partida o no de la teoría, la cuestión es que hoy, tanto austriacos como neoclásicos, conocen la importancia de la información incompleta en teoría económica. ¿Por qué entonces la diferencia?

Porque no se trata de información ni de “incompleta”, sino de “conocimiento limitado”, que es muy diferente.

No es un detalle. Gran parte de la filosofía, la ciencia y la cultura contemporáneas han sido ganadas por un modo de concebir al conocimiento humano que podríamos llamar “el paradigma de la información”, donde se supone que el conocimiento es un sujeto que recibe pasivamente datos. Pero Hayek, en la primera parte de Economics and Knowledge, lo que comienza a cuestionar es precisamente la noción de “dato”, porque ya se da cuenta de que la expectativa que un sujeto tiene sobre lo que otro sujeto valora, piensa y actúa es cualquier cosa menos un “dato”, y ese tipo de “conocimiento” es precisamente el que hay que coordinar. Incluso cuando Hayek dice “mundo” no habla de las cosas, los datos o los números, sino del conjunto de relaciones entre los sujetos, que a veces se coordinan, a veces no. No en vano afirma luego en 1942 que el “subjetivismo” ha sido el mayor avance en economía, ante la incomprensión e indiferencia de la mayor parte de sus colegas, sumergidos ya en un mar de estadísticas, mediciones y “datos”. Hayek nunca había minimizado ese “mundo”, sino que advierte que todo conocimiento humano tiene un margen de relevancia que debe ser evaluado e interpretado por el propio sujeto y, para colmo de dificultades, en coordinación con otros.

El conocimiento humano, por ende, no es pasividad (Popper lo dijo también y sus amigos científicos le creyeron menos aún), sino proyección activa de expectativas falibles. La “información” es por ende humanamente imposible. Claro que puedo “informarme” de cuantas computadoras hay en la oficina, supuesta la expectativa de relevancia para mí y para otros sujetos de ese número de computadoras. Supuesto, además, el esquema interpretativo, cultural, que me dice qué es una computadora, un escritorio, una oficina, etc.

El conocimiento humano, por ende, no es completo ni incompleto porque no es cuantitativo. Es disperso, falible, relevante, creativo, que son nociones cualitativas imposibles de “medir” pero sí de “entender”. Porque el conocimiento humano es eso, es que hay problemas de coordinación, que se minimizan en un mercado abierto con la creatividad del aprendizaje humano, que Mises llamó “factor empresarial de toda acción humana en el mercado”.

El conocimiento en la Escuela Austriaca, por ende, implica sustituir el paradigma de la información por el conocimiento como creatividad y aprendizaje. Allí se entrecruzan filosofía, psicología, economía y política en una “inter-net” casi indivisible. Es un nuevo paradigma enfatizado por Mises y Hayek y que los economistas austriacos actuales deben continuar. Los debates epistemológicos no son para ellos algo marginal. Son su presente. Son su futuro.



* En “La EA en el s. XXI”, septiembre de 2007.

 

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