La Escuela Austríaca se ha politizado. Por un lado, impresionante. Luego de ser un cero a la izquierda incluso en lo académico, ha pasado al centro del Foro de Davos y de la política argentina. Bueno, ok. La verdad, no estábamos acostumbrados a eso.
Por el otro, ese es el problema.
Esa exposición mediática puede tener sus consecuencias negativas para la
comunicación de la EA. Muchos que jamás escucharon hablar de ella están ahora
tratando de conocer rápidamente, de fuentes dudosas o apuradas, qué es, y
comunican lo que no entienden –tanto partidarios como detractores de Milei- y
además los académicos de la EA no están acostumbrados a los cánones muy
distintos de la comunicación política.
Pero esta entrada no es,
precisamente, política. No es un intento de apoyo o crítica a la gestión
política, económica o comunicativa del gobierno de Milei y sus funcionarios. Es
solamente un intento de clarificación académica sobre algunos aspectos de la EA
que se están exponiendo en medio de las confusiones comprensibles de las
agitadas aguas de la política.
En primer lugar: Milei adhiere a
una línea de la EA, que no es toda la EA. Está en todo su derecho. Simplemente
queremos aclarar que la línea del Mises Institute sostiene que hay una EA
“ortodoxa” (escolásticos, Menger, Mises, Rothbard, Hoppe) “contra” economistas
austríacos “heterodoxos” (Wieser, Hayek, Machlup, Lachmann) que habrían sido
más “intervencionistas”. Esa línea (la del Mises Institute) está, además, políticamente alineada con el
anarco-capitalismo, y por eso Milei cita siempre a Rothbard, Alberto Benegas
Lynch (h) y Jesús Huerta de Soto. El anarcocapitalismo es un movimiento
político complejo que no puede ser definido unívocamente. En general se podría
decir que rechazan al Estado Federal de la Constitución Norteamericana de 1787.
Están ligados al movimiento anti-federalista, esto es, los que querían una
con-federación con derecho a la secesión y NO una federación como la que
finalmente se sancionó.
Vuelvo a decir, no es el momento
de alabar o criticar esa línea que, como todas, tiene muchas verdades y otras
no tanto. Simplemente hay que aclarar que no es la única línea en los
austríacos. Hay muchos economistas austríacos que NO adhieren al anarco-capitalismo:
son más bien liberales clásicos. Ambas líneas utilizan el nombre
“libertarianismo” en contraposición al uso de los términos “liberal”,
“liberalismo”, EN los EEUU, donde significan welfare state, New Deal
o John Rawls. Eso produce habitualmente una gran confusión.
Hayek es el típico representante
de esta línea: un liberalismo conservador, casi a lo Burke, y en economía más
partidario de que pueda haber bienes públicos legítimos conforme al principio
de subsidiariedad, citado explícitamente por Hayek en el libro II de Law, Legislation and Liberty. En su
filosofía de las ciencias era más dialogante con la filosofía de las ciencias
actual (Popper). Según Israel Kirzner (citado con toda justicia por Javier
Milei) Mises y Hayek habrían constituído, a pesar de sus diferencias, un
programa de investigación unificado para conformar la teoría del mercado como
proceso versus las utilizaciones intervencionistas de los modelos neoclásicos
habituales. Esta línea influye mucho en Don Lavoie y en su gran discípulo,
Peter Boettke y sus colegas en el Merkatus Center. Esta línea de la EA de
ningún modo comparte que hay una EA “ortodoxa” y otra “heterodoxa” como Hoppe
ha planteado.
Por lo demás, no es verdad que la
EA está necesariamente enfrentada con toda la economía neoclásica. Rothbard,
Benegas Lynch y Huerta de Soto, sí. Pero en los últimos años ha habido mucho
diálogo entre los austríacos y otros economistas partidarios del libre mercado
que utilizan modelos neoclásicos convencionales. Esto lo destaca sobre todo
Peter Boettke en su libro del 2010, Living
Economics. La gran distinción actualmente es entre good y bad economics. La primera es la que entiende al sistema de
precios como comunicación de conocimiento disperso. En esta línea están
chicaguenses eminentes como Friedman, G. Becker, Coase; el creador del Public Choice (J. Buchanan) y sus
discípulos, y los fundadores del “Law and
economics”, esto es, el análisis de la relación entre derechos de propiedad
y escasez. Todos estos programas de investigación (a los que habría que agregar
la Nueva Economía Institucional, (Elinor Ostrom) de la cual el mismo Hayek forma parte)
conforman hoy la good economics, de
la cual los austríacos al estilo Boettke son una línea más.
De lo anterior se infiere que no
todos los economistas austríacos sostienen que no hay fallas de mercado. Sí las
hay (bienes públicos y externalidades), la diferencia con los intervencionistas
es que sostienen que esas fallas son resueltas por el mercado libre a partir de
la interpretación tanto austríaca como chicaguense del famoso Teorema de Coase,
que fundamentalmente afirma que si hay una externalidad negativa (por ejemplo
la contaminación) el mercado, como proceso de descubrimiento (Hayek), puede
generar nuevos derechos de propiedad para resolver el problema. De igual modo
con los bienes públicos, la mayoría de los cuales pueden convertirse en bienes
públicos privados (como por ejemplo
un barrio country) que también ayudan a solucionar los problemas de
contaminación.
De lo cual se infiere que no
necesariamente todos los economistas de la EA tienen que negar que haya
problemas ambientales y climáticos que sean productos de la actividad humana.
Más allá del debate de ciencias naturales de si hay cambio climático y en qué
medida es natural o producto de lo humano, varios economistas de la EA, por las
razones referidas anteriormente, sostienen que los problemas climáticos y de
contaminación pueden ser resueltos por el mercado, en la medida que funcione
como un incentivo a la generación y comercialización de energías limpias.
Por lo demás, no todos los
economistas de la EA rechazan de plano el término “justicia social”. Este
problema viene de que Hayek llamó justicia social a la redistribución de
ingresos por parte de los gobiernos federales, lo cual genera incentivos
infinitos al gasto público. Pero Hayek mismo dijo en el libro II de “Derecho,
Legislación y Libertad” que el Estado puede tener un rol subsidiario sobre
ciertos bienes públicos, y admite más de una vez que los gobiernos locales,
municipales (siguiendo con ello la tradición de Tocqueville) pueden
re-distribuir en temas de salud y educación, siempre que lo hagan de manera NO
monopólica, sin impuestos progresivos a la renta, con impuestos aprobados por
los ciudadanos del municipio y, obviamente, sin emisión monetaria con curso
forzoso. Todas estas cláusulas, según Hayek pero también Buchanan, deberían ser
elevadas a nivel constitucional, lo cual sería el fin del crony capitalism (capitalismo de amigos) tan confundido ahora con
el mercado libre.
Por lo demás, no todos los economistas y pensadores austríacos tienen un enfrentamiento con la Doctrina Social de la Iglesia. Autores como Michel Novak, Robert Sirico, Leonard Liggio, Alejandro Chafuen, Samuel Gregg y Martin Rhonheimer y muchos más en España, Italia y Argentina, han establecido una línea de diálogo con los principios básicos de la Doctrina Social de la Iglesia, ayudando también a separar de esta última de sus versiones habitualmente intervencionistas. Son autores que retoman, en un ambiente eclesial hostil, la misma línea de liberales clásicos católicos como Lord Acton, Lacordaide, Montalambert, Ozanam, Rosmini, Sturzo, los liberales católicos del s. XIX, una corriente tan olvidada hoy tanto por católicos como por liberales.
Por lo demás, no todos los economistas
de la EA son culturalmente conservadores, pero sí todos se oponen a la
intervención del estado en ciertas áreas. Así, por ejemplo, se oponen al
feminismo radical en la medida que éste implique la imposición coactiva de
cuotas y cupos en la contratación de personal; igual restricción tienen, en
general, contra toda affirmative action
que aunque bien intencionada moralmente, lleve a la intervención coactiva del
estado en esas materias. De igual modo, también se oponen a los programas
estatales obligatorios de educación, lo cual incluye la educación sexual
impuesta por el Estado, la cual (como, por lo demás, como todos los contenidos
educativos) debe ser voluntaria y quedar a la libre decisión de padres e
institutos privados. De igual modo se oponen a políticas de diversidad de
género que sean obligatoriamente impuestas por el Estado, e igualmente
defienden la libertad de expresión en temas donde parece imponerse
coactivamente una sola voz, ya sea del gobierno o de la ONU, en temas de clima,
indigenismo, diversidad sexual o pandemias. O sea: en materia de educación y
salud (y pandemias) defienden también
que el conocimiento disperso tiende a la coordinación por medio de la libre
expresión (Mill, Popper, Hayek, Feyerabend) y del mercado libre, tanto en
contenidos como en eficiencia, lo cual no es más que seguir a Mises en cuanto a
la imposibilidad de cálculo económico en el Socialismo en todas las áreas, no sólo en economía. Eso no los hace
conservadores, sino sencillamente liberales clásicos o libertarios.
No hemos agotado todos los temas.
Simplemente espero haber dejado claro que la EA y la corriente de pensamiento
llamada “liberal” no es algo tan simple y unívoco como el debate político, por
motivos comprensibles, presenta a ambas corrientes.
Pero ello tiene consecuencias
políticas: la alianza y el diálogo con sectores políticos que, aunque no
liberales, estén dispuestos a colaborar con una Argentina conforme a la
Constitución de 1853.
Muy buenas aclaraciones, Gabriel.
ResponderEliminarExcelente!!!! Todo cierto y viene muy bien explicarlo en estos dias!!
ResponderEliminarUna locura de estupideces, superficialidades y mala educación difusa. Enhorabuena.
ResponderEliminarQué bien viene! Para quien quiera aprender..., claro. Gracias!
ResponderEliminarExcelente y oportuna introducción al tema de la Escuela Austríaca. Gracias Dr. Gabriel
ResponderEliminarParece Ficción Científica que estemos debatiendo estos temas públicamente en Argentina. El aporte de Zanotti es inapreciable, desde siempre. Y la responsabilidad de José Luis Espert (cronológicamente primero) y Javier Milei (luego y con estrategia arrolladora) son dignas de próceres. Estamos escribiendo lo que será historia. Dios dirá.
ResponderEliminarExcelentes aclaratorias. Muchas gracias!
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