Como ya dije una vez (http://gzanotti.blogspot.com/2021/01/el-orden-espontaneo-y-el-covid-19.html) el debate sobre el Covid-19 no es médico: es un debate de filosofía política, que muestra de manera dramática hasta qué punto las premisas de una sociedad libre han sido olvidadas en Occidente.
Supongamos que yo dijera que desde
el principio hubo tratamientos alternativos contra el Covid 19, como la
Ivermectina o el Hidróxido de Cloro, y con eso se hubieran evitado muchos
inconvenientes.
Entonces sucedería lo de siempre.
Los médicos, convertidos en los expertos de los gobiernos, y los gobiernos,
dirían de vuelta que esos tratamientos son inefectivos, que están cuasi
prohibidos y que no tengo derecho a difundir información falsa.
Entonces yo trataría de decir que no,
que es lo contrario, que son efectivos, y que la falsedad está del otro lado.
El punto que se olvida allí es que
en una sociedad libre, las personas deberían decidir libremente su tratamiento
médico, porque las libertades de asociación, de expresión, de conciencia, etc.,
incluyen el riesgo de equivocarse. Los gobiernos no están para protegernos de
nuestros errores, sino para custodiar las libertades[1].
Y eso es precisamente lo negado totalmente
en este paroxismo de estatismo que se vive en todo el mundo hace ya muchas décadas:
la inmoralidad e ineficiencia, al mismo tiempo, del “estado protector”.
Pero son muchas más cosas las
negadas u olvidadas.
En una sociedad libre, cada quien
decide qué considera falso o verdadero. La libertad de expresión no es la
libertad de difundir la información verdadera, es la libertad de decidir al
respecto, faliblemente, y expresarlo sin censura previa por parte del Estado.
Por ende, en una sociedad libre hay
discusiones sobre lo que es la “false information”.
Y, por lo demás, ese es el único
modo de incrementar la verdad ante la falibilidad: la libre discusión, el
pensamiento crítico. Aún aquellos que consideramos que Dios ha revelado la
verdad para nuestra salvación, consideramos un grave pecado el tratar de imponer
la verdad por la fuerza.
Curiosamente, el término salvación
viene de salus, salutis, esto es salud. Antes la salud era la del alma,
y se trataba de imponer por la fuerza. Ahora la salud es la del cuerpo, cuyos
medios salvadores se intentan imponer por la fuerza. Feyerabend se pregunta:
¿qué ha cambiado?
Lo mismo con las cuarentenas. Si algunos
consideran que no sólo los enfermos, sino los sanos (ello incluye el libre
debate sobre qué es la salud, la enfermedad, etc.) deben hacer cuarentena, en
una sociedad libre cada persona y cada institución, cada persona jurídica, que
lo decida, y veremos qué pasa con la libre competencia de cuarentenas.
Lo mismo con las vacunas. En una
sociedad libre hay arreglos libres y voluntarios sobre los bienes públicos y
las externalidades (daños a terceros). En 1940, en Textas, si algún propietario
de un bar decidía que los negros no entraban, no entraban. Estaba mal, era un
disparate, pero era su propiedad. Ahora, lo mismo. Si algún dueño de un bar o
lo que fuere decide que los vacunados no entran, que lo decida, pero que haya
una libre competencia de decisiones al respecto.
En una sociedad libre, por lo
demás, las externalidades negativas no se deciden por una orden de un Estado (https://feylibertad.org/2021/08/las-externalidades-no-son-una-buena-excusa-para-la-vacunacion-obligatoria/)
Hay muchas cosas que hacen los demás que pueden ser potencialmente peligrosas
para nosotros, desde manejar hasta salir sin bañarse, y no por ello hay un daño
a la propiedad ajena: en todo caso tiene que haber una demanda y una resolución
judicial. Pero, de vuelta, si instituciones diversas quieren exigir vacunación
obligatoria, que lo hagan[2]. Veremos
qué pasa: se enfrentarán con las demandas judiciales de sus empleados, con huelgas
o con boycotts de consumidores. Y veremos. El asunto es que no haya una
orden de ningún Estado. Así funciona una sociedad libre.
Por lo demás, en una sociedad
libre, con un sistema judicial funcionando, una orden de vacunación obligatoria
puede enfrentarse con diversas demandas judiciales: discriminación (lo cual
incluye un debate sobre la propiedad), violación del derecho al secreto médico
o violación al derecho a no recibir un tratamiento médico forzado. Y veremos.
Desde el principio, la gestión de
este tema ha implicado el paroxismo de la planificación soviética, del Estado
para abajo, lo cual es una concepción política de la salud que estaba fallando
y falla inexorablemente, porque toda planificación centralizada fracasa (Mises,
Hayek, etc.). Por ende la OMS emitiendo órdenes y los gobiernos obedeciendo y
planificando no sólo es una violación de las libertades sino una ineficiencia
total: porque así como un mercado libre es lo único que garantiza un producto
con mayor calidad y menor precio, una medicina libre hubiera implicado una
tendencia al descubrimiento del mejor tratamiento, llámese Ubiprofeno, Ivermectina
o medicina china[3].
Lo interesante es que muchos médicos,
especialmente aquellos cuya opinión se convierte en mandatos gubernamentales,
van a decir: todo lo que usted está diciendo es un disparate, no estoy de
acuerdo. Pero, ¿por qué motivo biológico no está de acuerdo? ¿Qué
razones biológicas tiene para oponerse a una sociedad libre? Ninguna. Se opone
porque es un partidario de una sociedad planificada con eliminación de las
libertades individuales. Ah, entonces, señor médico, eso se llama filosofía
política. Vamos, tenga conmigo un debate de igual a igual. ¿No? ¿Usted no se
abaja a debatir con no médicos, y a los médicos que piensan diferente a usted
los manda presos? Y bueno, señor médico, su problema no es médico. Se llama
estatitis aguda y el tratamiento Hayekdol 1000 mg dos por día.
Médicos, “expertos”, virólogos,
epidemiólogos: el debate no es biológico. Es político. La mayor parte de
ustedes son totalitarios de pura cepa tan bienintencionados como los dueños de
las granjas que trataban bien a sus esclavos.
Que la Historia los perdone y que
la banalidad del mal se apiade de sus almas.
[1]
Para protegernos de nosotros
mismos, de manera no coactiva, está el amigo, el sacerdote, el psicólogo, etc.,
cuyos consejos los tomamos libremente. Eso NO es el Estado.
[2]
Por supuesto, yo lo considero
un disparate sin fundamento médico alguno.
[3]
Puede ser que algún médico no
esté de acuerdo con la teoría del mercado como proceso, desarrollada por Mises,
Hayek e Israel Kirzner. Ok, pero entonces que se ponga a debatir de economía,
no de medicina.
Totalmente de acuerdo profe¡
ResponderEliminarEstimado Profesor,
ResponderEliminaradmiro su valentía al interpelar a los nuevos sacerdotes de hábito blanco (algunos ciertamente, otros mantienen el sentido común). Mi pregunta va por su precisa descripción del "rebajarse" a debatir con quienes no son médicos, ya que me he encontrado con esa actitud en bastantes conversaciones. Parece que hay una soberbia intelectual inculcada en las escuelas que no se advierte en los médicos de dos generaciones atrás. Una soberbia que engendra ese afán totalitario.
gracias por seguir escribiendo.
Estimado Profesor,
ResponderEliminaradmiro su valentía al interpelar a los nuevos sacerdotes de hábito blanco (algunos ciertamente, otros mantienen el sentido común). Mi pregunta va por su precisa descripción del "rebajarse" a debatir con quienes no son médicos, ya que me he encontrado con esa actitud en bastantes conversaciones. Parece que hay una soberbia intelectual inculcada en las escuelas que no se advierte en los médicos de dos generaciones atrás. Una soberbia que engendra ese afán totalitario.
gracias por seguir escribiendo.