viernes, 16 de octubre de 2020

EL CISMA NO ES EL CAMINO


(Domingo, 18 de Octubre). 

Desde la negativa de Mons. Lefevbre al Vaticano II, nunca las aguas habían estado tan caldeadas de vuelta. Miles y miles de laicos, cientos y cientos de sacerdotes, obispos y cardenales, diciéndole de todo a Francisco, de mal modo, y en voz alta, por muchas cosas. Miles de católicos conservadores enfrentados a sus obispos pro-Francisco. Muchos escuchando las diatribas de Mons. Viganó, NO sólo contra Francisco, sino contra todo el Vaticano II, de vuelta (historia repetida) quien muestra a Francisco como la “consecuencia coherente” del Vat. II (grave error) Me llamó la atención, como símbolo (no como dato o número) el comentario de Mons. Schneider contra Fratelli tutti. Un rechazo total, completo, como nunca antes (creo) había generado una encíclica social. Los tiempos han cambiado. Juan Pablo II también tuvo encíclicas sociales muy de avanzada, pero se lo respetaba. ¿Qué ha hecho Francisco para ganarse tanta simpatía? Muchas cosas, obviamente, pero no es cuestión de reseñarlas porque eso iría en contra del objetivo de este artículo.

Está perfectamente bien que los que consideran que Francisco ha cometido graves errores sigan su conciencia y soporten este singular pontificado, como una prueba de Fe. Ese soportar implica confiar en el Espíritu Santo, hacer silencio muchas veces y expresar, sin causar escándalo, otras veces, nuestra visión, cuando el mal sería mayor de no hacerlo (y que Dios nos juzgue). Pero cuidado, hay una línea que nunca se debe cruzar: el cisma. Armar una Iglesia paralela, llevar el enfrentamiento a tal punto que Francisco no tenga más remedio que echarte de la Iglesia visible de una enorme patada (perdón que no traduzca ahora esta expresión a un Derecho Canónico más académico). Porque eso es el cisma, y eso nunca, nunca, ha solucionado nada en la Iglesia. A Rosmini, los asesores ultramontanos de Pío IX lograron CASI excomulgarlo, con mentiras espantosas. Se salvó sólo porque creo que Pío IX y León XIII se detuvieron cuando la injusticia podría haber llegado al colmo de la maldad. Pero la respuesta de Rosmini fue el silencio, la oración y la caridad. Y hoy Rosmini es beato e ilumina muchas conciencias (https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/csaints/documents/rc_con_csaints_doc_20071118_beatif-rosmini_sp.html). Sí, 152 años después de su santa muerte. Esos son los tiempos de Dios. No los nuestros.

Francisco es el Papa. Nos guste o no. En materia de Dogma es infalible (1). Y no se preocupen porque el Dogma no le interesa. Así que calma. En todo lo demás, que lo disfrute. Que se divierta. Su tiempo, en comparación con el de Dios, es nulo. Mientras tanto, católicos, no dependamos tanto de Roma. Creo que, entre las cosas que Dios, como duro maestro, nos quiere mostrar, está esa. Que Francisco diga lo que quiera. Muchos, mientras tanto, en silencio, con calma (Dios me ayude) seguiremos nuestra conciencia, recurriremos, mientras podamos, a la Eucaristía y a la Penitencia (que son ex opere operato y no dependen de las disposiciones personales de obispos y sacerdotes), estudiaremos y meditaremos con Santo Tomás, con Juan Pablo II, con Benedicto XVI, con el Catecismo de la Iglesia de 1993, con el Catecismo de San Pío X por si algo no está claro, explicaremos la Fe NO “contra” alguien, y avanti. El tiempo de la Iglesia es el tiempo de Dios. 

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PD: en la foto, Antonio Rosmini. 

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(1) Sobre el tema del Magisterio ordinario en diversos temas y temas de Doctrina Social de la Iglesia, ver Sacheri, C. A.: El orden natural, Vórtice, 1975. 

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