Tengo 60 años y la primera vez que fui a comprar libros de Escuela Austríaca tenía 14 (en el Centro de Estudios Para la Libertad, allá por Leandro Alem a la altura de la Facultad de Ingeniería si mal no recuerdo). Digo esto porque creo que tengo derecho a hacer esta pregunta.
En el 84 y el 85 (y hasta el 91) viví la
increíble experiencia de compartir el ambiente del Departamento de
Investigaciones de Eseade, con el privilegio de investigar y estudiar con gente
como los senior Ezequiel Gallo, Alberto Benegas Lynch (h), y en aquel entonces
los juniors Roberto Cachanosky, Juan Carlos Cachanosky, Alejandro Chafuén,
Alfredo Irigoin, Esteban Thomsen, y un poquito más adelante Ricardo Rojas y
Enrique Aguilar.
Y a pesar de que no había internet,
estábamos al tanto y comunicados con otros pensadores del liberalismo y la Escuela
Austríaca de diversas partes del mundo.
Como corresponde, todos
pensábamos diferente en muchos temas. Todo se debatía en buenos términos, tanto
en reuniones formales académicas como en cafés, almuerzos, cenas y toda la
vida. A veces el tema de debate era, precisamente, qué era lo que unificaba
nuestra vida. El respeto sobraba y muchas amistades de esa época se mantienen
hasta hoy.
¿Ignorábamos que había anarco-capitalistas,
liberales clásicos, ateos, agnósticos y creyentes? Ja ja no…… Creo que el Eseade
era el único lugar en Argentina donde se explicaba la tradición anti-federalista
de los EEUU. ¿Ignorábamos las diferencias entre Mises, Hayek, Rothbard, Ayn
Rand, Nozick y Buchanan? Ja ja tampoco, es más, todas sus posturas eran nuestros
temas de estudio y debate y varios de nosotros los conocíamos personalmente (yo
llegué a vislumbrar de lejos a Hayek y a conversar personalmente con Nozick,
Buchanan y Kirzner).
Pero no había la guerra de
insultos, excomuniones y liberalómetros que hay hoy.
¿Por qué no la había?
Me acuerdo que Alfedo Irigoin le
decía a Alejandro Chefuén “otra vez con tus monjes”, y cuando llovía muy
fuerte, Juan Carlos Cachanosky me decía, “Zanotti, rezá para que pare”. Y todo
bien. Nadie se molestaba.
Que pensábamos diferente sobre el
aborto, era obvio. Que de vez en cuando venía Armando Ribas y decía de todo
contra la Iglesia, mientras que todos nos miraban a Alejandro y a mí, formaba
parte de nuestros comentarios posteriores de café. Y ya está.
Y no pasaba nada.
Nadie se molestaba.
¿Por qué? ¿Alguien me quiere explicar
qué pasa, qué pasó? Y no me digan que estábamos unidos ante el enemigo común.
Porque ahora el enemigo común es peor que en los maravillosos 80.
Creyentes y no creyentes convivíamos
sin problemas. Es más, si no era necesario, el tema no salía. Que cada uno
hacía en su vida personal lo que mejor le pareciera se daba por descontado. Que
había liberales creyentes, también.
De vez en cuando si algún tema
teórico o práctico se ponía muy, muy denso, íbamos todos los pollitos a la
oficina de Ezequiel Gallo y escuchábamos. Y eso era todo….
Ninguno de nosotros tenía que
gastar mucho tiempo en autoclasificarse con lupa. Éramos liberales, ya está, y
como mucho distinguíamos classical liberalism de liberalism
porque estábamos totalmente al tanto de los usos terminológicos de los EEUU. Y
no había más problema. Y si alguien se quería auto-clasificar de otro modo,
ningún problema tampoco. Cosa de cada quién. No había nuevas iglesias, nuevos
pontífices, ni excomuniones ni anatemas. Es más, creo que lo único que desentonaba era si alguien comenzaba con algo así.
¿Qué pasó?
Si alguien me quiere explicar qué
pasó, gracias. Estoy atrasado. Me quedé en mis 14, cuando comencé a leer a
Mises y nunca más tuve mayores dudas de qué era defender la libertad.
Buen dia Gabriel ,paso lo que pasa siempre ,aparecen conversos ,tal vez oportunistas ,se convierten en fanaticos ,el y les falta la formacion que dan los años de meditacion en el tema ,falta analis en muchos temas ,y sobre todo no reconocen a los maestros que toda ciencia o arte tiene ,cualquiera aunque se medalla de oro necesita de un maestro un guia en sus primeros años ,alguien a quien respete por sus conocimientos y al que someta a la critica poperiana .
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