Había una vez algo que se llamaba Sacro Imperio
Romano Germánico. En ese Sacro Imperio, cuyo culmen podría ser el s. XIII, el
príncipe secular recibía su legitimidad del Sumo Pontífice. Como horizonte
cultural, todos pensaban que la Religión Católica era verdadera y la herejía
era un delito civil, porque si te contagiabas del error, podías enfermarte del
alma y perder tu alma. A su vez los musulmanes no podían ingresar libremente al
Imperio (y viceversa) porque el príncipe también te protegía de que te
contagiaras de los infieles. Y a todos les parecía muy bien, porque está bien y
es bueno cuidar la salud. “Salud” viene de salus,
salutis, que es tanto la salud del cuerpo como la del alma, esto es, la
salvación.
Pasaron algunas cositas y en el s. XVIII cambió
el horizonte cultural. En la Revolución Francesa casi todos pensaron que la
religión era algo ridículo y entonces había que “liberarse de ella” y entonces surge la “libertad de cultos”
si no era la persecución a los cultos religiosos. Kant denuncia la sumisión
a-crítica a la religión como la gran inmadurez.
Pero la sumisión a-critica a la religión fue
sustituida por la fe ciega ante la ciencia. Una nueva inmadurez. La cultura dio
un vuelco de campana de 180, pero siguió en la misma idea: la autoridad
política te “protege”. Antes, contra la perdición de tu alma. Ahora, contra la
enfermedad del cuerpo.
Surgieron muchas voces críticas ante este
positivismo que se convierte en tiranía estatal. La Escuela de Frankfurt, que
denuncia la dialéctica de la Ilustración: la Revolución te quiere liberar pero
al hacerlo te oprime. A la vez, sin necesidad de recurrir a Hegel o Marx, Hayek
denuncia al estado constructivista, planificador, de la Revolución Francesa, de
la mano de Burke. Y Feyerabend denuncia la unión entre estado y ciencia,
pidiendo una nueva Ilustración, NO la condena de la ciencia, sino que los
científicos no pudieran coaccionar a los demás con su visión de mundo y que,
así como ahora hay distinción entre Estado e Iglesia y libertad religiosa, así
también debe haber distinción entre estado y ciencia y libertad ante la ciencia
por más verdadera que pueda ser.
Porque la verdad no se impone por la fuerza.
Siempre pregunto a los liberales que son fuertemente anti-religiosos: ¿algo
tiene que ser ridículo para que tengamos libertad ente ello? ¿Ustedes proclaman
la libertad religiosa porque la religión
les parece un absurdo? ¿Y qué sucedería si algún día se hicieran partidarios de
tal o cual religión? ¿La impondrían por la fuerza entonces? Porque el
fundamento de la libertad religiosa y la libertad ante algo NO es que ese algo
sea absurdo, sino al revés: cuanto más verdadero sea algo, menos se puede
imponer por la fuerza, porque la verdad no se puede imponer por la fuerza.
Por eso emergen los EEUU. Porque los colonos que
huían de las guerras religiosas europeas nada tenían que ver con Robbespierre,
sino que amaban sus tradiciones religiosas y por ello se dieron cuenta de que el príncipe secular no podía
afirmar nada sobre la verdad o falsedad de lo más sagrado para el hombre. Por eso
la Declaración de la Independencia, por eso la Constitución, por eso el Bill of Rights. Por eso fue el único
lugar del mundo donde el horizonte cultural fue la conciencia de que tenemos
derechos que no pueden ser abolidos por los gobiernos.
Pero en el continente la nueva coacción siguió
su curso. Los estados iluministas comienzan a ocuparse de la salud pública y la
educación pública. La libertad de enseñanza y la libertad de asociación
comienzan a ser sustituidos por el derecho a la educación y el derecho a la
salud. Derechos que deben ser custodiados por el estado con su fuerza de
coacción. Al principio casi nadie se dio cuenta. Comunidades religiosas, incluso,
aceptaron que el estado “cuidara”, “protegiera” su salud y educación,
imponiéndoles coactivamente cosas “científicas”. Y la ciencia, claro, parece
que no se discute. Pero no, no es cuestión de decir que la ciencia sea falsa.
No es este un planteo post-moderno. Implica decir que no se impone por la
fuerza. Pero no. Parece que sí. Recién hace algunos años, cuando algunas
comunidades religiosas fueron invadidas por el estado en su salud reproductiva
y en su educación sexual integral, entonces
se dieron cuenta de lo que habían consentido, entonces se dieron cuenta de las libertades individuales, pero fue
tarde.
Mientras tanto los estados “protectores”,
constructivistas, racionalistas, “seculares”, llegaron a su apogeo. Controlan
la economía, roban el fruto de tus ingresos, regulan el libre movimiento de
personas y capitales, imponen qué debes aprender y enseñar, cuidan tu salud y
por ende hay medicina legal e ilegal, porque “cómo puede ser” que te “cures con
cualquiera”, si “la ciencia” es lo absoluto…. Y todo esto corroborado por todas
las organizaciones internacionales correspondientes: la OMS, la UNESCO, todos
organismos de la ONU, una especie de gobierno mundial que verdaderamente
gobiernan y dan órdenes a sus estados miembros.
Toda noción de libertades individuales se
perdió hace mucho. Todos éramos, somos, esclavos hace mucho tiempo, sólo que
algunos dueños de granjas son menos crueles que otros. Pero la esclavitud,
siempre, se justifica en que el dueño protege a sus débiles esclavos de sí
mismos.
Continuará.
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