Freud y Fromm no son muy leídos
en ambientes liberales. El primero, a pesar de ser elogiado por Mises, sufrió
los embates de un Hayek que lo confundió con Wilhelm Reich. El segundo viene de la Escuela de Frankfurt y su
interpretación no leninista de Marx no goza de simpatía para los que somos fans
del libro El Socialismo de Mises. Pero sea correcta o no la
interpretación que Fromm hace de Marx, lo que él, Fromm, dice, es verdad y es
una mala noticia para todos: las masas. Sí, la rebelión de las masas. No del
Atlas. De las masas.
Mi diferencia con Fromm es que la masificación
por él diagnosticada en El miedo a la libertad NO es un fruto necesario
del capitalismo. Es un problema de la naturaleza humana, bien analizado por
Freud en Psicología de las masas y análisis del yo. Es triste pero la
mayor parte de las personas no soporta la soledad de ser individuo (Fromm). Es
triste pero la mayor parte de las personas se adhieren inconscientemente a un nuevo
padre, dada su fijación y regresión neuróticas al conflicto no resuelto con la
figura paterna originaria (Freud). Es triste pero la mayor parte de las
personas no tienen una existencia auténtica donde asuman con valentía que han
sido arrojados al mundo (Heidegger). Es triste pero la mayor parte de las
personas anestesian ese sin-sentido, esa alienación, tomando prestado el
sentido de su vida de otro (Frankl). Todo ello forma un conjunto psicológico no
muy alentador. Una masa de personas cuya racionalidad instrumental (la mera
técnica) puede ser infinita pero su autoconciencia de sí mismos, casi nula. Una
masa de gente dispuesta como un rebaño a ir al matadero. No es la madurez que
soñaba Kant. No es precisamente el arquetipo de ciudadano para el liberalismo
clásico. Bad news, gente. Bad news.
Cuando esas masas son alienadas por un Hitler,
un Mussolini, un Perón, se entiende un poco más. Comienzan muy amados por “su”
pueblo pero luego sus resultados desastrosos hacen visible al mal (excepto en
Argentina). Ello hace suponer que en las democracias occidentales no habrá ese
tipo de masificación.
Error. Sí la hay, pero es más invisible. Es el
mismo proceso: el sin sentido de la existencia lleva a no pensar, a no
criticar, a consumir masivamente los entretenimientos de la cultura del
espectáculo, como una pastillita invisible de la felicidad. Los liberales en
general odian este tema porque habitualmente es una crítica al capitalismo que
lleva contradictoriamente a suponer que las intervenciones estatales harán más
maduras a las personas. Y en eso tienen razón en general los liberales: absurda
solución. Pero el problema no puede negarse y, después del pecado original, no
tiene solución. Allí está y toda la tradición anglosajona lo tuvo en cuenta
cuando supuso bien que los que votan y son elegidos pueden ser perfectos
psicópatas que sólo buscan al poder como alienación. Por eso la cuestión es el
límite al poder. Eso Hayek y Ortega lo supieron siempre. Límite al poder que
siempre está en el límite, precisamente, de lo humanamente posible.
Los medios masivos de comunicación no producen
la alienación. La canalizan. Pueden ser medios para la libertad de expresión,
para la defensa del más débil, para la denuncia profética, pueden llegar a ser
ese espacio de diálogo democrático soñado por Habermas. Y a veces lo son. Pero
pueden ser al mismo tiempo la repetición incesante de una sola voz, el camino
de la difusión masiva de la degradación más abyecta, y no porque un Hitler los
controle, sino porque así es la naturaleza humana, alienada, que circula por
ellos. La izquierda siempre ha aprovechado esta debilidad de la libertad para
intentar voltearla, y lo ha logrado bastante cuando se dio cuenta de que una
hermosa película puede ser más penetrante que un Stalin enojado.
Ese positivismo que denuncié en las dos
entradas anteriores ha hecho creer a muchos que no es así. Que los medios
pueden ser objetivos, transmisores de hechos. La versión post moderna es todo
lo contrario, pero realimenta a la anterior. O los medios son meros
constructores de relatos o son transmisores de hechos. O una cosa o la otra.
Pero la suposición de que la verdad debe
depositarse en el banco de los hechos ha producido la muerte de la verdad,
porque ese banco está quebrado hace mucho. La verdad no es una cosa que se
deposita en otra cosa llamado cerebro. La verdad radica en una filosofía que
defienda al ser humano y su dignidad.
Nos manejamos todo el día con mensajes, y está
bien, porque humanos somos. Esto que usted está leyendo, es un mensaje. Está en
usted juzgar si es verdadero, dudoso, falso o irrelevante.
Yo le puedo dar muchos mensajes verdaderos.
Puedo decirle que el tablero de mi computadora es de color negro. Puedo decirle
que ayer me desayuné con un café con azúcar y sin lecha. Y usted dirá, ¿a mí
qué me importa?
Exactamente. Puedo decirle muchas cosas
verdaderas PERO irrelevantes. Por lo tanto no hay meros hechos. Suceden cosas y
algunas son juzgadas como relevantes y bien relatadas, y otras pueden ser
irrelevantes. Trump es el presidente de los EEUU. ¿Verdadero? Sí. ¿Relevante?
Sí. Gabriel se desayunó con café sin leche. ¿Verdadero? Sí. ¿Relevante? No,
excepto para mi nutricionista.
¿Y quién determina el criterio de relevancia?
De vuelta: ¿quién determina qué es lo
relevante?
Obviamente, mucha gente. Está la gente que mira
conciertos de Mozart, otros que miran futbol, otros que miran las dos cosas y
otros que miran Bailando con los Marcianos. Pero en todo eso aparecen las masas
alienadas, los noticieros repetitivos, los afines al gobierno, la espiral de
silencio (https://es.wikipedia.org/wiki/Espiral_del_silencio),
y todo ello puede convertirse en un altoparlante asfixiante excepto para
aquellos que, si se silencia, se quedan sin la droga que consumen.
No soy apocalíptico. Es así y es
el precio que una sociedad libre tiene que pagar por su libertad. Pero es un
alto precio y la sociedad libre está siempre al borde del default.
Los llamados “hechos”, por ende,
se seleccionan, aunque inconscientemente (Freud, Fromm, etc.). Usted no puede
“ver todo”, “escuchar todo”. Escucha algo que para usted es importante. Cuando
usted enciende el televisor, usted se enfoca en lo que para usted es
importante, y hay verdades, para usted, más importantes que otras.
O sea:
Fíjese que no hablo de mentiras, hablo de
selección de lo relevante. Que además es un mensaje escrito y diseñado por la
empresa, por el estado o por mí, pero es escrito y diseñado, como este blog que
usted está leyendo en este momento. Yo podría haber puesto una foto de XX para
que a usted le llamara la atención. Pero decido no hacerlo y usted decidió
leerlo.
Todo esto para explicar algo muy delicado:
nadie niega que el virus sea importante, contagioso, y un largo etc. sobre el
cual los médicos están debatiendo (tema para después). El asunto es que la OMS
alertó y todo el mundo (literalmente, todo el mundo) se enfocó en eso. ¿Y está
mal? No. Ok con haberle dado importancia. Pero el pánico que la muerte
despierta, en una sociedad de masas, es incontrolable, y río revuelto para los
gobiernos. Usted tiene miedo. Prende su sacrosanto televisor y escucha “100
muertos por coronavirus en…”, y se asusta. Y nadie niega que hubo 100 muertos.
Pero hay otras voces que están diciendo: hubo otros 100 muertos por otras
cosas. Hay otras voces que están diciendo: hay que analizar bien si murieron
con o por el virus. Hay que analizar las enfermedades preexistentes. Hay que
analizar el tema de los anticuerpos. No hay que dejar de lado otras
enfermedades tal vez más letales. Pero no. Esas voces no se escuchan. Son
silenciadas. Son malinterpretadas. Son voces de malas personas a las que no le
importa la muerte. Y usted sigue escuchando a su televisor. Y se asusta. Y
acepta todo. Y hace todo lo que le dicen. Usted está dominado por el miedo. No,
la tele no miente. La tele enfoca. Pero usted no se da cuenta.
No se da cuenta y creerá que yo le quiero
minimizar el problema.
Continuará….
Me gustó la trilogía de artículos sobre el Coronavirus,ahora, se habla del concepto de la "Inmunidad colectiva" que para mucho es que la sociedad poco a poco tendrá que desarrollarla como siempre lo ha hecho, pero al no entender este concepto, creas la cuarentena total que evita por un tiempo el contagio, pero eso lo que trae es que cuando aflojes el virus seguirá su curso...Claro, que hay que cuidarse y usar los protocolos pero no encerrar a una sociedad, ya que la inmunidad colectiva hará su trabajo y con la vacuna se acelerará el proceso de inmunidad colectiva... Profesor Zanotti era para ver si puede hablar de como entiende usted este concepto y sus implicaciones...saludos
ResponderEliminarMe gustó la trilogía de artículos sobre el Coronavirus,ahora, se habla del concepto de la "Inmunidad colectiva" que para mucho es que la sociedad poco a poco tendrá que desarrollarla como siempre lo ha hecho, pero al no entender este concepto, creas la cuarentena total que evita por un tiempo el contagio, pero eso lo que trae es que cuando aflojes el virus seguirá su curso...Claro, que hay que cuidarse y usar los protocolos pero no encerrar a una sociedad, ya que la inmunidad colectiva hará su trabajo y con la vacuna se acelerará el proceso de inmunidad colectiva... Profesor Zanotti era para ver si puede hablar de como entiende usted este concepto y sus implicaciones...saludos
ResponderEliminarCreo que lo único que nos protege de virus y bacterias para enfermedades respiratorias y gripes diversas es el sistema inmunológico. Si hay vacunas, mejor; si hay antibióticos (en el caso de bacterias), mejor, pero el sistema inmunológico es la clave. En ese sentido claro que los inmunodeprimidos deben cuidarse especialmente, pero eso es todos los años y no sólo con este virus.
ResponderEliminarCreo que lo único que nos protege de virus y bacterias para enfermedades respiratorias y gripes diversas es el sistema inmunológico. Si hay vacunas, mejor; si hay antibióticos (en el caso de bacterias), mejor, pero el sistema inmunológico es la clave. En ese sentido claro que los inmunodeprimidos deben cuidarse especialmente, pero eso es todos los años y no sólo con este virus.
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