Feyerabend tiene muchas cosas difíciles de
aceptar, pero una de ellas es su noción de “Nueva Ilustración”. No se la
entiende o, si se la entiende, obviamente se la rechaza, porque mueve
totalmente el piso de nuestro actual paradigma cultural.
Feyerabend explica que la Ilustración separó al
Estado de las iglesias (ahora no entremos en la distinción entre laicismo o
laicidad), y eso lo ve como positivo, como un camino a respetar las decisiones
de las personas en temas importantes de su vida. (Repárese: “importantes”). Lo
considera un signo de madurez. Claro, se podría debatir qué es la madurez. Tal
vez se podría interpretar que luego de las guerras religiosas entre católicos y
protestantes, Occidente “maduró” sacando a lo religioso del ámbito de la
coacción del estado. Claro, en ese caso hay que “separar”, también, a la
Revolución norteamericana de la Revolución Francesa, pero Feyerabend no repara
en esa distinción. Solo le interesa señalar que Occidente enfrenta un nuevo
tipo de inmadurez: dejar en manos de funcionarios estatales las decisiones
personales que tengan que ver con “lo científico”. Antes era el inquisidor,
ahora es el “experto”. Pero para Feyerabend, así como debe haber libertad ante
lo religioso, debería haber libertad ante la ciencia.
Pero no, no la hay. Por eso las nociones de educación pública y salud pública son
sacrosantas en el Occidente actual, porque ocupan el lugar cultural que antes
ocupaba la religión única en el Sacro Imperio. Sacro imperio que te protegía
del error religioso, del “contagio” de las religiones falsas, y ello con plena
aceptación de casi todos. Ahora es el sacro imperio científico, donde el estado
protege tu salud corporal de lo que la ciencia diga que es malo para ella. Porque antes protegía la salud del alma,
ahora, la del cuerpo. Un cambio de paradigma importante. Pero una continuidad:
en lo que un horizonte considere importante, fundamental, esencial, probado,
conocido, etc., coerción, por tu bien y por el de los demás. Era el argumento
de los inquisidores.
Lo que está sucediendo con el coronavirus va
más allá del debate biológico. Hay algo más allá de su grado de mortalidad o su
grado de contagio. Allí ya entraron discusiones interminables: que si es más o
menos grave que otras enfermedades, (con las cuales convivimos diariamente sin
ningún pánico porque ya las tenemos asumidas), etc. La cuestión cultural de fondo es
otra: casi todos demandan al estado la salud física pública. Y además, en una
cultura que no asume la muerte, que no habla de ella, que la patea para
adelante, la creencia en que hay un nuevo virus fatal dando vueltas dispara
todos nuestros más atávicos temores. Las dos cosas se mezclan. Ante el temor,
fundado o no, ante el virus, todos llaman al estado, que hace lo que sabe hacer:
prohibir para evitar el contagio, de igual modo que el Sacro Impero Cristiano
te protegía del contagio de los infieles.
¿Tiene esto solución? No. Feyerabend demanda
una nueva Ilustración, que separe a la ciencia del estado, pero obviamente ello
es hoy imposible. Es como si alguien hubiera escrito en el s. XIII la
declaración de libertad religiosa del Vaticano II. Ni siquiera se hubiera
entendido de qué se estaba hablando.
Así están las cosas. Depositamos nuestra salud
en manos de otros porque pensamos que la ciencia los habilita para ello. Ellos
también lo piensan. Todos lo suponen. Es el horizonte actual. He allí la
desesperación y el pánico. Ese es el horizonte que retroalimenta a medios,
estado y ciudadanos. Así es y durante mucho, mucho tiempo, así será.
Completamente de acuerdo con Feyerabend. Agregaría que con dos supuestos al menos. Uno la certeza de los datos. El otro la infalibilidad de las respuestas del estado y la ciencia.
ResponderEliminarPor supuesto siempre sigue siendo muy cómodo que los errores de uno los cometa otro.
Ni bien empezó esto del coronavirus, pensé en Feyerabend. A medida que pasaban los días, pensé más de una vez en él, y en lo que de él intenté varias veces que mis alumnos vieran: la actitud de obediencia hacia la religión mutó hacia la evidencia hacia la ciencia, a la que nadie osa discutir. Pensé en que algunos, quizás, hoy recordarían alguna clase que les diera sobre esto el año pasado... o cinco años antes.
ResponderEliminarHoy decidí googlear “Feyerabend coronavirus” y encuentro nada menos que el blog de la primera persona por la que supe algo de P. Feyerabend.
Esto nos deja muchísimas preguntas. Sólo escribo tres, Gabriel:
1) ¿esto finalmente nos hará replantear si hemos realmente llegado a la madurez de la que Kant y el ilumismismo/ilustración, o si en realidad creimos que maduramos pero sólo mutamos en la obediencia?;
2) ¿No parece ser el descubrimiento -o su puesta en práctica- por parte del estado (al menos en algunos casos) de la alianza perfecta que necesita para que su poder no se resquebraje o se fortalezca, así como antes lo hizo con la religión?
3) Coincido en que Feyerabend fue muy incomprendido en su tiempo, y un adelantado, pero hoy parece bastante claro, y basta remitirse a los hechos. ¿Entonces creés que es necesario el surgimiento de un paradigma alternativo -huhnianamente hablando- para que se debata sobre si el dominante tiene por su legigimidad predictiva un exceso de nuestra confianza en él, o podremos los hombres leyendo a Feyerabend y Zanotti -o a quien sea- darnos cuenta de esto que Feyerabend en cierto modo denunció, y hoy se plasma en la práctica?
Answering:
ResponderEliminarEsto nos deja muchísimas preguntas. Sólo escribo tres, Gabriel:
1) ¿esto finalmente nos hará replantear si hemos realmente llegado a la madurez de la que Kant y el ilumismismo/ilustración, o si en realidad creimos que maduramos pero sólo mutamos en la obediencia?;
Exacto: sólo mutamos obediencia.
2) ¿No parece ser el descubrimiento -o su puesta en práctica- por parte del estado (al menos en algunos casos) de la alianza perfecta que necesita para que su poder no se resquebraje o se fortalezca, así como antes lo hizo con la religión?
Es la alianza perfecta y terrorífica....................
3) Coincido en que Feyerabend fue muy incomprendido en su tiempo, y un adelantado, pero hoy parece bastante claro, y basta remitirse a los hechos. ¿Entonces creés que es necesario el surgimiento de un paradigma alternativo -huhnianamente hablando- para que se debata sobre si el dominante tiene por su legigimidad predictiva un exceso de nuestra confianza en él, o podremos los hombres leyendo a Feyerabend y Zanotti -o a quien sea- darnos cuenta de esto que Feyerabend en cierto modo denunció, y hoy se plasma en la práctica?
Soy pesimista al respecto. Las masas alienadas (Fromm) son indiferentes ante las argumentaciones racionales.................... :-(((