La filosofía está en el centro de nuestra vida cotidiana,
tan en el centro, que no la vemos.
Por ejemplo, la teoría del conocimiento del celular.
El celular es como una especie de USB infinito al cual vivimos
conectados todo el tiempo, por ahora sin dispositivos internos en
nuestro propio sistema nervioso.
Ello ha acrecentado la visión
positivista del conocimiento.
Conocer, saber, es igual a “está en el celular”. Si no está
en el celular, no hay conocimiento.
Si quieres saber cómo ir a algún lado, el Google maps. Si
quieres enterarte de algún tema, celular. Si quieres conectarte con alguien,
celular.
Lo que más sorprende es la inmediatez. Se acabó el "Ser y tiempo". Hoy el conocimiento parece un café instantáneo. Me hace acordar a
esa famosa escena de la película Matrix en la que Trinity necesitaba “saber”
cómo manejar un helicóptero y de manera casi instantánea un programa se le
transmite a su “digital-self-image”. Y listo. Como apretar el botón de
un cajero automático.
Toooooooooooooooooooooooooooooooda le hermenéutica
continental (Gadamer, Ricoeur, todos basados en Husserl) ha sido un enooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooorme
esfuerzo en demostrar que el conocimiento humano no es igual a información,
pero es tooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooodo inútil. El positivismo
imperante tiene el beneficio secundario de la enfermedad, como las neurosis.
Nos produce una alucinación permanente, y por lo tanto una ceguera profunda de
la cual sólo se sale con situaciones límite que sería preferible no transitar.
La información es canal físico. Tinta, papiro, o chips, la
información es una cosa física. El conocimiento es decodificar esa cosa
física. Información es la tinta del libro. Conocimiento es la comprensión de
quien lee el mensaje. Por eso se puede leer sin comprender. Porque conocer,
saber, es comprender.
Por eso el conocimiento es tiempo, es experiencia vital, es
pasión, es vida, es encuentro con el otro. No es tocar un botón. Creemos que conocer es “saber los datos”:
no hay datos. Hay realidad, pero no hay datos. No hay nada sin comprensión. No
hay datos sin interpretación. Por eso la distancia entre el ser humano y la
máquina siempre será infinita, y por ende más preocupante es que nos
comportemos como máquinas.
Me dirán que soy un apocalíptico. No. Uso computadoras todo
el tiempo. Simplemente no busco en Wikipedia a XXX hoy para poder enseñarlo
mañana. Dudo, pienso, tengo pocas certezas. Soy frágil ante
este mundo ilusorio. Sólo quiero aclarar a los demás que también son frágiles,
porque son humanos, aunque los profetas de los chips les anuncien un alucinógeno mundo de
circuitos fascinantes.
Magnífico! Totalmente de acuerdo! Las máquinas no comprenden, las personas algunas veces! Un fuerte abrazo,
ResponderEliminarJaime