Punto 6 del cap. 5 de "La hermenéutica como el humano conocimiento" de próxima aparición.
Este
es uno de los frutos más importantes del positivismo y uno de los menos
cuestionados. Es el triunfo de Comte.
Feyerabend
es el único autor que lo ha denunciado como corresponde. La Ilustracion implicó
la separación entre Iglesia y estado. Pero unió, sin embargo, el estado a la
ciencia. Los estados weberianamente organizados, con racionalidad instrumental,
dividieron la educación y la salud entre legal e ilegal. La educación y la
salud fueron organizadas desde entonces “científicamente” y convertidas en
públicas y obligatorias, y las instituciones privadas de salud y educación
tuvieron que estar adscriptas a la legislación estatal. Es necesaria, según
Feyerabend, una nueva Ilustración que separe al estado de la ciencia, de tal
modo que las personas tomen sus propias decisiones en esas materias y corran
sus respectivos riesgos, como ahora lo hacen con la religión[1].
El
“grito” de Feyerabend no se escuchó porque, en nuestra opinión (nuestra
hipótesis) la separación entre Iglesia y estado del estado-nacion iluminista
(emergente de la Revolución Francesa) fue, como lo dice el término separación,
una disociación hostil entre lo religioso y lo estatal. Esto es, lo religioso
fue “separado” de lo estatal precisamente porque, para la Ilutsración, lo
religioso no importa y-o es perjudicial. O sea, se mantuvo esta ecuación casi
constante en casi todas las culturas: importante = coactivo. En la Edad Media
lo religioso era importante, tan importante que la unidad religiosa formaba
parte de la unidad civil. Ahora lo importante es lo científico y por eso forma
parte de lo obligatorio, que debe ser custodiado por los estados-nacion
iluministas. Por eso, cuando Feyerabend habla de la separación entre estado y
ciencia, la reacción es por qué separar a lo importante del estado…………… Y si se
da el ejemplo de lo religioso, la respuesta es que lo religioso ya no es
importante, es subjetivo, personal, y por ende haz con ello lo que quieras.
Para
responder a ello, Feyerabend tuvo que ir más a fondo. Reconoció que a veces
había mezclado dos explicaciones. Una cosa es decir que la ciencia es relativa,
“y por ende haz lo que quieras”; una cosa es decir que tanto lo científico como
lo religioso son relativos, “y por ende haz lo que quieras”, y otra cosa es
decir que lo real es tan profundo que implica enfoques diversos, entre ellos el
científico[2], y
que todos ellos compiten libremente en una sociedad libre en cuanto a sus
reclamos de verdad. Ello implica, como hemos visto, una filosofía donde tanto
lo real como el conocimiento humano son análogos.
Pero
entonces hay que ir más a fondo. La cuestión no es una libertad de cultos donde
lo religioso es libre porque NO importa, sino una libertad religiosa que
consiste en que el ser humano debe estar libre de coacción sobre su conciencia
en materia religiosa. Lo cual implica una premisa anterior: la verdad no se
impone por la fuerza. Por ende, hay que superar la ecuación “importante =
coactivo”, para pasar a la razón dialógica, donde “importante = diálogo”. Con
lo cual coincidimos con Habermas: la coacción de la razón instrumental del
Iluminismo tiene su salida en la razón dialógica. Lo que Habermas no pudo
reconocer, y menos aún sus maestros, es que esa razón dialógica ya se había
dado en los EEUU. Los fundadores de los EEUU escribieron la primera enmienda NO
porque lo religioso NO fuera importante, sino al contrario, porque era un
elemento esencial e importantísimo de su tejido cultural. Por eso el EEUU originario
fue una sociedad donde la religión era pública pero no estatal, fórmula
inconcebible en la Europa de entonces y menos aún en todo el mundo hoy.
Hasta
que no se entiende ese significado de la libertad, esto es, la razón dialógica,
donde la verdad importa “y por ende” NO se impone por la fuerza, NO se
entenderá el significado de la libertad religiosa y por ende de ninguna
libertad. Y por ende tampoco se entenderá el sentido de la “separación entre
estado y ciencia” que propone Feyerabend, porque es una razón dialógica donde
la persona tiene libertad de conciencia tanto para la filosofía, arte, ciencia
y religión. Y la razón dialógica es precisamente la superación de la dialéctica
entre razón instrumental y post-modernismo. A lo cual estamos aún muy lejos de
llegar culturalmente. O tal vez sea un ideal regulativo que al menos así quede,
como un imperativo moral desde el cual juzgar nuestros avances y retrocesos
como humanos.
Totalmente de acuerdo. No creo que lo esté tanto la gente importante de lugares como el CONICET.
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