No, no es sobre la carta de
Viganó. Lo que voy a decir ahora lo dije el 19 de Agosto para mis hermanos
dominicos.
Hace muchas décadas que la
Iglesia es un caos en cuanto a sus aspecto humano. Un aspecto humano que sin
embargo parece salpicar a lo más fundamental.
Sin embargo no es la primera vez
que sucede. Hubo crisis doctrinales donde no se sabía a quién escuchar; hubo
papas corruptos, muchos; hubo papas que dudaron y titubearon en temas de Fe;
hubo tres papas; hubo uno que hizo des-enterrar al anterior y someterlo a
juicio. ¿Internas? Siempre. ¿Clericalismos? Siempre. ¿Nido de víboras? Siempre. ¿Obispos y sacerdotes
degenerados e inmorales? Hubo siempre. En una de esas crisis, Dios nos mandó a Santo Domingo y a San Francisco. No fue poco.
Si creen que voy a hacer un
diagnóstico y proponer una solución, no. No quiero ser un ruido más en medio de
todos los ruidos. Hubo hace poco un santo varón que no hizo ruido pero los
suyos tampoco lo recibieron. El desaliento actual es que hagas lo que hagas,
digas lo que digas, silencies lo que silencies y no hagas lo que no hagas, todo
parece que es para mal.
Tal vez siempre estuvieron en la
Iglesia los saduceos, los zelotes, los fariseos y los pobres de Yahvé.
Hoy también están los que están
en la Iglesia sin creen en nada, los que quieren la revolución temporal, y los que carecen de misericordia.
Yo les propongo que seamos los
pobres de Yahvé, con una docta ignorancia. Realmente no entendemos lo que está
pasando. Ya está, la crisis ha superado todas nuestras categorías de
entendimiento. Reconocer que ya no sabemos. Creíamos una cosa, ahora es otra,
tratamos de ajustarla, no podemos, todos se dividen, que el Magisterio esto,
que el Magisterio aquello, que esto es esencial, que aquello es contingente, y
mientras tanto, ya no sabemos quién es honesto y quién no, o si alguien es un
profeta o un loco, ya no sabemos nada.
Sólo podemos esperar, no en el
Mesías, que ya vino, pero sí confiar en el Espíritu Santo, que siempre está y
siempre saca a la Iglesia adelante en tiempos que superan a nuestras cortas
existencias.
No nos queda sino ser como María al pie de la Cruz.
No nos queda sino ser como María al pie de la Cruz.
Y mientras tanto, mantengámonos unidos.
No nos condenemos. Todavía tenemos el Credo. Recémoslo despacito. Quedan aún
los sacramentos, que son ex opere operato:
recibámolos frecuentemente. No importa el sacerdote. No importa el obispo. Ya
no sabemos qué dicen, ni qué quieren decir, lo único que tenemos es el Credo,
ir a Misa, confesarnos, esperar, seguir creyendo, seguir esperando. Si a alguno
le gusta la antigua Misa, que vaya; si le gusta la nueva, que vaya, ya no
sabemos nada, simplemente cuidemos que la consagración sea válida, que nuestra
confesión sea sincera. No podemos hacer nada más. Si hay dudas, sigamos a
nuestra conciencia y que Dios se apiade de nosotros. Y esperemos. Y cuando
recemos el Credo, recordemos: la Iglesia es una, santa, católica y apostólica
no por nosotros, sino porque su cabeza es Cristo.
Reitero: no sabemos nada más.
Nunca mejor dicho, Dios sabrá.
Que bueno Gabriel . LA DOCTA IGNORANCIA Y LA ABSOLUTA CONFIANZA.
ResponderEliminarNos lo recordó hace poco nuestro querido San Pablo. Los griegos buscan sabiduría los judíos señales y nosotros predicamos un Cristo en la Cruz . Fuerza y Sabiduría de Dios.
OMNES CUM PETRO AD JESUM PER MARIAM.
Gracias por tu sabiduría crucificada que es la que madura con Cristo en la cruz