Al Sr. Presidente de la
Nación,
Ing. Mauricio Macri:
Sé que en este momento
tiene temas más urgentes que el que le voy a plantear. El submarino y el
problema de los Mapuches son temas que demandan su atención ya, sin dilación, y
no quisiera yo distraerlo de su concentración. Por eso, por suerte para usted,
lo más probable es que esta carta, despachada a la nueva y aleatoria nube que
nos rodea, nunca le llegue. Pero, si así sucediera, le aseguro que no es mi
intención molestarlo.
Yo voté por usted sin
mayores expectativas, sabiendo que iba a seguir la Argentina de siempre,
excepto por la salida de los psicópatas del poder más peligrosos con los que se
enfrentó la Argentina en toda su historia. Lo único que yo esperaba, usted lo
hizo: sacarnos del camino a Venezuela. Por ende, gracias. No espero nada más.
Pero no esperar no es
igual a no deber. Y debo decir ante usted y ante todos que, por favor, nos
escuche.
Los liberales hemos
recibido todo tipo de epítetos a lo largo de la historia argentina. Bueno, en
realidad habría que ver quiénes son los liberales. Al menos yo, un liberal
clásico, partidario de la democracia constitucional anglosajona y la economía
de mercado fundada en la Escuela Austríaca (y, para colmo, católico) he
recibido todo tipo de elogios. Fascista, demente, utópico, esquizofrénico,
neoliberal y, el último que se ha puesto de moda, también: liberalote.
Usted, Señor Presidente,
no confía en nosotros. Le asiste algo de razón: contrariamente a lo que piensan
muchos, nunca hemos sido gobierno. La primera y última vez fue con la
Constitución de 1853. Luego, hubo de todo, desde lo parecido hasta lo grotesco:
conservadores, antiperonistas, autoritarios, menemistas, y se me acabaron los
adjetivos. Así que tiene razón: ¿qué esperar de quienes nunca se embarraron las
manos en la política concreta? La única respuesta a eso puede ser la esperanza
de lo nuevo. Como dice un famoso título de un famoso autor: ¿por qué no probar
la libertad?
Señor presidente,
escúchenos. Sé que sus asesores más cercanos le dirán que no lo haga, pero,
finalmente, uno de los dramas del poder es que usted, finalmente, está solo.
Solo con su conciencia. Finalmente, es esta última la que tiene que escuchar.
Usted juega el papel,
aunque no lo haya buscado, de ser una esperanza. Eso no es raro en una
Argentina bipolar que siempre cae tan bajo. El autoritarismo de los
conservadores. El golpe del 30, casi nazi. El ascenso del Mussolini argentino.
El peronismo sin Perón del 56 en adelante. El golpe del 66, con toda su rudeza.
Las guerrillas que ya se estaban preparando. La guerra de los 70, con la
corrupción, bajeza y banalidad del gobierno de Isabelita. El golpe del 76. La
guerra sucia. Su tristísimo final. Pero ahora, escuche más: el Alfonsín cuya
economía no le deja terminar su mandato. El Menem que sigue con el gasto
público, la deuda pública y la presión impositiva. Su enorme corrupción. Y de
vuelta, la esperanza democrática. El gobierno de la Alianza. Que sigue, sin
embargo, con lo mismo. La explosión de la deuda pública y la deuda externa. El
default. Otra vez, el tristísimo final, y lo que sigue es tan sencillamente
horroroso que no quiero, ni hace falta, que se lo recuerde.
Usted tiene ahora dos
alternativas. O dentro de algunos años es uno más en esta lista de fracasos, o
pasa a la historia como el estadista que quiere ser.
Yo, Señor Presidente,
no soy nadie como para explicarle de política concreta. Yo jamás podría haber
hecho lo que usted hizo: vencer al kirchnerismo en las elecciones. Jamás. Soy
sólo un profesor de filosofía, pero me atrevo a seguir porque sé distinguir
entre el corto y el largo plazo.
A corto plazo está
haciendo lo que puede y lo que pudo. Pero permítame hablarle del largo. Si, sé
que es un largo camino, pero es usted el presidente.
Usted sabe
perfectamente que el gasto no puede seguir como está. Lo sabe en su conciencia,
aunque mucho no lo pueda decir. Usted sabe que no puede emitir moneda para
financiarlo. Usted sabe que no puede elevar más la presión impositiva. Y usted
sabe que, según fuentes serias, la deuda pública llega en estos momentos a 293.789,3
(¿importa que sea 790) millones de dólares.
Usted no confía en
nosotros porque lo han convencido de que somos unos locos e insensibles que en
lo único que pensamos es en echar a todo el mundo a la calle. No. No es verdad,
aunque injusto es que los argentinos en general miren bien a los que engañan
sumando al estado la desocupación real de la economía en subdesarrollo. Pero no
se trata de echar gente y que luego le incendien la Casa Rosada. Aunque,
recuerde, a De la Rúa se le incendió. Nunca lo olvide.
Por favor le pido que
piense en las funciones del estado. Usted tiene más o menos unos 35 organismos,
entre ministerios y secretarías, sin contar las sub, sub y sub y etc. Tiene
todo ello porque cree que todo ello es necesario. Ha sacado a los corruptos y
ha puesto a gente honesta, pero cree que todo ello es necesario. No. Si usted
sabe cómo funciona una economía de mercado y una sociedad libre, y creo que lo
sabe, usted puede quedarse con una Secretaría de Hacienda y un Ministerio de
Relaciones Exteriores. No mucho más.
Todo lo demás, usted lo
puede eliminar. Y al mismo tiempo, eliminar todas las legislaciones y
reglamentaciones que esos organismos se encargan de controlar. Piense en todo
el gasto que se reduciría ipso facto. Piense en todos los impuestos que podría
bajar y eliminar, comenzando con el de la renta. ¿Y qué sucedería? Que todos
los emprendedores de los que usted siempre habla, quedarían libres para
emprender todas esas funciones, que burócratas detrás de sus escritorios creen
que pueden ejercer cuando, claro, no tienen nada que perder.
Al mismo tiempo,
formalizaría ipso facto a todos esos sectores carenciados que no pueden pasar a
la economía formal porque esas reglamentaciones y organismos se lo impiden.
Así sí, a mediano
plazo, las cuentas públicas podrían comenzar a reordenarse. ¿Y los empleados
públicos? Mantenga a todos los de planta, aunque no vayan a ejercer funciones. Déjelos si es necesario tres
años cobrando sus sueldos, mientras amortiza las cuentas públicas con el ahorro
que implica todo el conjunto de medidas anteriores. Las cuentas dan. Reúnase
con los directores de la Fundación Libertad y Progreso (Agustín Etchebarne, Aldo Abram, Manuel Solanet) y haga las cuentas.
Dan. Porque no es sólo cuestión de calculadora, sino de concepción del estado.
¿Y las provincias?
Olvídese de la coparticipación. Prepare una reforma de mediano plazo. Las
provincias no deben depender más de Nación. Pero no todas las provincias son
económicamente auto-sustentables. Divida al país en 6, no muchas más, regiones
administrativas autosustentables, que comiencen a financiarse solas, y suspenda
toda relación económica entre Nación y Provincias. El estudio fue hecho por Roberto Dania y Constanza Mazzina en el 2008. Será la primera vez, además,
que habrá un federalismo genuino, con gobernadores realmente autónomos del
poder ejecutivo nacional.
Y el estado no tiene
por qué dejarse de ocupar de salud, educación y seguridad social.
Sencillamente, una vez hecha esta transformación, delegue todo ello en las seis
regiones mencionadas. No tiene por qué ponerles un nombre, son sólo regiones
administrativas. Y desregule totalmente al sector privado en materia de salud,
educación y seguridad social. O sea, des-monopolice, quite las regulaciones
nacionales, abra al país a la diversidad, tan nombrada, y tan poco practicada en
un país monopólico y unitario.
Y hable con la CGT.
Usted sabe cómo, yo no. Pero explique ante la opinión pública que nuestro
sistema sindical es el de la Italia Fascista de Mussolini. La gente no lo sabe.
Vaya, dígalo, explíquelo. Y elimine el sindicato único por actividad.
¿Le parece mucho? Creo
que es poco, pero si no, usted sabe cuál es la alternativa. Usted puede seguir
con todo como está, y puede ser que los organismos internacionales le sigan
prestando. Como si la escasez no existiera. Pero usted sabe, en conciencia, en
esa conciencia a la que estoy apelando –jamás podría apelar, por ejemplo, a la
de una nueva senadora muy conocida- que ello no es posible. Si usted no hace
estas reformas estructurales de fondo, va camino al default. Tal vez no ahora,
pero sí dentro de unos años. Lo sabe, lo sabe perfectamente. No hay salida. Se
le acabarán los dólares, terminará en el control de cambios, será como
Kicillof pero le terminarán diciendo Macrillof. ¿Quiere usted eso? ¿No? ¿Y
entonces?
Señor presidente, hay
una diferencia entre un simple político y un estadista. El político sigue a la
opinión pública, el estadista, en cambio, la cura. Le hace una especie de
terapia social, y eso sólo se logra con auténtico liderazgo moral e
intelectual. Mandela, Gandhi, educaron a su pueblo. No fueron demagogos, ni siguieron
lo que todos pedían, ni engañaron: tenían un norte, sabían a donde iban, tenían
un sólido fundamento moral y lo supieron decir. Su decir fue resultado de su
ser, y no al revés, como le recomiendan algunos. Señor presidente, sea
estadista. Mire para adelante, mire al largo plazo, y entonces sabrá AHORA qué
hacer y cómo decirlo.
La verdad, no creo, en
mi interior, que nada de esto suceda, pero sí creo que tenía que decirlo.
Mientras tanto, no estoy desilusionado, porque yo no me ilusioné con usted.
Seguiré con mi docencia, en la Argentina de siempre, con sus males de siempre,
si es que un piquete no me mata antes o algún otro joven idealista no me pone otra bomba. Pero qué hermoso
sería que me sorprendiera. No por mí: sorpresas, casi todas buenas, me dan mis
alumnos. Pienso en la extrema pobreza, en las zonas más subdesarrolladas, en
los niños desnutridos del Chaco y de 3 km a mi redonda. Contrariamente a la
mayoría de los argentinos, sé que el mercado, para ellos, no es lo que sobra,
sino lo que les falta. Vamos. En Venezuela ya no estamos. Gente honesta ya
tenemos. Vamos. Sólo falta visión. La suya. La argentina sigue siendo
presidencialista.
No hay otra salida.
Su liberalote amigo
Gabriel J. Zanotti
13774523.
GABRIEL YO TAMBIÉN FIRMO LA CARTA!. Mariano Carucci, profesor de filosofía . D.N.I. 25.139.943. Gracias por haber tenido la convicción, la valentía, la trayectoria y el talento para haberla escrito! Te admiro y también a nuestro presidente que hasta el momento ha demostrado ser un hombre con buenas intenciones, y en virtud de eso, y porque pensás igual que yo en esto, es que se la enviás, porque nos permite guardar una esperanza, si no, no se la enviarías. Un abrazo en Cristo!
ResponderEliminarSr. Zanott:
ResponderEliminarDebe recordar Ud. la división de poderes imperante y necesaria para el desempeño de una Nación y Estado democráticos.
Hay normativas que un Presidente no puede eliminar per se.
Hay además, obligaciones propias del Estado que dificilmente liberales privados puedan ocuparse de cumplir (instrucción, seguridad, y salud).
En cuanto a la eliminación de las Provincias del mapa político, yo vengo pensando de igual manera, pero le agregaria la eliminación de los casi 2200 municipios existentes hoy en día. Podrían cada región podria dividirse en 4, 6, u 8 municipios.
En referencia a la coparticipación, no veo que la misma pueda ser eliminidada, mas sí reformulada, coparticipando en principio los ingresos por aranceles de importación y exportación (si existieran estos últimos).
Recuerde Ud. además que las Provincias conservan poderes originarios, algunos de ellos delegados a la Nación. Por ende, su eliminación conllevaría un nuevo paradigma en cuanto a potestades tributarias (ppal recurso de la Nación).
Para el caso de los sindicatos, el Presidente dijo que 3000 sindicatos son muchos. Pareciera entonces que iría a contramano de su pensamiento y el mío, ya que con esa expresión él quisiera reducirlos. Lo cierto es que los sindicatos en la Argentina no llegan a 1000.
Para finalizar, el mayor problema que yo veo en todo esto es que por 1ra. vez, la clase política es la que debería ajustarse el cinturón, y siendo que ellos viven de los impuestos que nosotros pagamos y de todo curro que les surja en el medio, dudo que voten a favor de su propio ajuste y en beneficio de nosotros, los ciudadanos generales.
Saludos.
José B. Eme.
En el dia de hoy me dedique a ver el comentario del gobierno para frenar la inflacion y el estado de crisis que todos estamos viviendo, en las elecciones vote a este gobierno solo pasaron 4 meses y con las primeras acciones tomadas ya me di cuenta que me habia equivocado lo de hoy es algo para poder pretender ser reelectos en el año en curso y nada mas, soy una persona de 64 años dni 11725452,jubilado despues de 41 años de servicio en una siderurgia,tengo 5 hijos los cuales gracias a dios estan bien, pero realmente me entristece ver este hermoso pais en la situacion que hoy esta,que ironia al jubilarme estaba el gobieron k y saben que me quedaba un peso en el bolsillo, hoy hay que andar como loco para ver que se puede hacer,no es descabellado pensar siendo gobierno dar un paso al costado y tratar que otra persona con ideas opuestas trate de revertir el caos general, soy un poco ignorante pero me consta que este gobierno paso sin pena ni gloria,los demas robaban y a mi me quedaba un peso estos no roban y a mi no me queda nada, alguien me puede decir donde esta el problema,como se que no votar es malo asi me lo enseñaron tratare en las proximas elecciones de no equivocarme, como dije vote a este gobierno y el sentimiento de culpa es inmenso,no por mi yo ya estoy viejo sino por la juventud que es quien llevara a este hermoso pais a lo grande que merece ser.
ResponderEliminarMuchas gracias.