domingo, 20 de septiembre de 2015

EQUILIBRIO Y ESCUELA AUSTRIACA, OTRA VEZ

  1. (Art escrito en el 2008* y publicado en Conocimiento vs información)



Un reciente artículo de D. W. MacKenzie “The Equilibrium Analisis of Mises, Hayek, and Lachmann”[1] ha puesto nuevamente de relieve la importancia de esta cuestión en la Escuela Austriaca de Economía. Lo ha hecho de un modo muy singular. Aunque no es el objetivo de este breve ensayo reseñar y/o comentar en detalle el artículo de Mackenzie, baste decir que su desafío consiste en apartarse de lo que hoy sería la visión “Kirzner en adelante” de esta cuestión. En efecto, estamos acostumbrados hoy a decir que la EA implica una teoría del proceso de mercado versus los modelos neoclásicos de equilibrio, que, como ya hemos dicho en otra ocasión[2], incorporan el problema de la insuficiente “información” de los agentes (hemos dicho también que información no es igual a conocimiento[3]) como una hipótesis ad hoc posterior al núcleo central de equilibrio. Pero MacKenzie no contrapone mercado como proceso a equilibrio, sino que afirma que la EA, especialmente en Mises, Hayek y Lachmann –nada menos– es una teoría del equilibrio, aunque diferente y superior a las teorías de equilibrio walrasiano. Muy resumidamente, su tesis central consiste en afirmar que hemos olvidado la importancia que tiene en Mises el tema del “plain state of rest” (estado natural de reposo) distinguido de la construcción imaginaria del estado final de reposo. Lo primero es esencial para el análisis del proceso de mercado en Mises. Cuando Hayek habla de la tendencia al equilibrio, continúa el autor, se refiere precisamente a ese estado final de reposo, el cual no se alcanza porque el mercado real implica una tendencia a la coordinación de planes individuales, nunca plenamente alcanzada. De igual modo, Lachmann, el supuesto partidario de un mercado aleatorio y caleidoscópico, no habría dicho eso, sino que enfatizó el desequilibrio para distinguirlo precisamente de ese estado final e imposible de coordinación total, y enfatizó la pregunta de cómo se alcanza la coordinación una vez planteada la pregunta hayekiana sobre las condiciones del proceso dinámico de coordinación. Es interesante cómo se destaca la importancia, en Lachmann, de estado natural de reposo en los mercados financieros, siguiendo con ello a Mises. Todo lo cual conduce no solo a la revisión de esta visión equilibrium versus market process que tenemos de estos autores, sino a esta conclusión general: la EA es una teoría del “equilibrio cambiante” versus el “equilibrio estático” walrasiano, pero es una teoría del equilibrio.

Nos imaginamos la sorpresa que este ensayo puede llegar a causar, sobre todo en momentos donde la diferenciación con los modelos de equilibrio tradicionales es tan importante para la EA. La sutil diferencia entre estado natural y final de reposo parece haber caído en el olvido; los partidarios de un “Mises versus Hayek” acusan precisamente a este último de no haberse distanciado suficientemente del paradigma walrasiano de equilibrio, e incluso ya se está comenzando a decir que ni siquiera debería hablarse de “tendencia al equilibrio” en la EA, que la construcción imaginaria de Mises sobre “estado final de reposo” es inútil, etc. Frente a este énfasis “anti”-equilibrio de los austriacos actuales (que no llegan a Lachmann porque la mayoría se mantiene en Mises), esta posición de MacKenzie parece ir contra la corriente –nada malo en ello, solo muy interesante– y des-equilibrar la balanza (ya que hablamos de des-equilibrio) hacia los modelos neoclásicos. Si algunos critican a Hayek por demasiado walrasiano (no es nuestra posición), ¿qué pensarán de este ensayo de MacKenzie, donde se presenta a la EA como otra escuela de equilibrio?

Pero, ¿es así? Queremos decir: este ensayo de MacKenzie, ¿inclina la EA hacia una posición neoclásica? ¿Seguro?

Pensamos que no.

En primer lugar, sin necesidad de reiterar las excelentes citas textuales que MacKenzie hace de Mises en La Acción Humana, digamos que, efectivamente, la distinción entre estado final de reposo y estado natural de reposo es sumamente relevante. El estado final de reposo es una construcción imaginaria, una herramienta mental que, aunque imposible en la realidad, nos sirve para el razonamiento praxeológico. En este caso, para distinguir, precisamente, un estado de equilibrio donde la acción humana ha alcanzado todos sus fines, de un estado dinámico donde los agentes tienden a coordinar oferta con demanda. Para esa tendencia, los precios son indispensables, y el estado natural de reposo desempeña en los precios un papel indispensable. Para la realización del cálculo económico, para la previsión, falible, de expectativas futuras en el mercado, para el sistema de precios en el mercado de capitales –nada más ni nada menos– el sujeto actuante necesita interpretar los precios “hoy” para poder proyectar sus valoraciones subjetivas hacia “mañana”. Por ello el papel de los precios es conditio sine qua non en Hayek y en su seminal The Use of Knowledge in Society[4]. Pues bien, volviendo al tema, para ello el momento de “cierre” de los diversos mercados es importantísimo..La globalización actual y el uso de internet no imposibilitan el proceso, sino que agregan un elemento adicional a la complejidad de la interpretación que tiene que hacer el sujeto actuante –con su margen de empresarialidad–, lo cual da más razones para la importancia de un mercado abierto por el aumento de los fenómenos complejos.

Lo que estamos diciendo no es que el estado natural de reposo sea igual a la coordinación de expectativas dispersas, sino que es condición para esa coordinación. Por ende, se podrían distinguir dos tipos de equilibrio. El equilibrio momentáneo como igual al estado natural de reposo, de “cierre” de las actividades de un determinado mercado libre en determinadas coordenadas espacio-tiempo. Y equilibro como tendencia a la coordinación de expectativas dispersas entre oferta y demanda, para lo cual el estado natural de reposo es indispensable.

La pregunta que sigue es terminológica. ¿Por qué llamar “equilibrio” a esa tendencia a la coordinación? Bien, MacKenzie no dice simplemente “equilibrio” sino “equilibrio cambiante”, para distinguirlo precisamente del equilibro estático de los modelos neoclásicos. Si, a su vez, tampoco se quiere usar allí la palabra “equilibrio cambiante” (yo diría “equilibrio dinámico”), la cuestión es dejar de debatir por los términos por un momento y preguntarnos, usando el método fenomenológico: ¿de qué estamos hablando?

En esto tiene razón Kirzner. Si de algún modo hay una ciencia económica, y no una mera casualidad, es que podemos establecer “universalmente” bajo qué condiciones oferta y demanda de algún modo “se encuentran”, o “tienden a coordinar sus expectativas” dando por sentado –dada precisamente la construcción imaginaria del estado final de reposo– que dicha coordinación nunca es “plena”. Mises es claro en que las construcciones imaginarias contienen en sí aporías que no están en las teorías sobre el mundo real. La competencia nunca es perfecta porque, en primer lugar, en ese caso no habría “competencia”, sino que es una competencia “suficiente”[5]. ¿Suficiente a efectos de qué, si no, precisamente, de una coordinación?

Si no queremos llamar a ello equilibrio, ok, pero es evidente que hay “algo” allí más que una mera “casualidad” de coordinación. En ese sentido cabe re-valorar los aportes de Lachmann: por lo que hemos visto hasta ahora de su pensamiento, no afirmó que la coordinación en el mercado sea casual, sino que enfatizó la dificultad del problema de la coordinación una vez planteado el aprendizaje en Hayek y la incertidumbre en Mises[6].

Por supuesto, queda la gran pregunta que este tema, estos autores, y MacKenzie también, dejan abierta: ¿por qué suponer que, aun en supuestos institucionales de mercado libre, los agentes tenderán a coordinar?[7] Ivo Sarjanovic ha sugerido entre nosotros la intrínseca dificultad de cualquier respuesta en los mercados monetarios[8], y yo mismo, en el número anterior de esta revista,[9] me incliné por una respuesta metodológicamente condicional: “Si hay alertness suficiente, entonces…”.
La cuestión allí pasa por un tema de antropología filosófica. En tiempos donde el aporte de los escoceses se relativiza, hay que enfatizar que no es más que el análisis experiencial de la naturaleza humana, al estilo Hume/Smith/Ferguson[10], lo único que nos puede llevar a universalizar una hipótesis general de tendencia al aprendizaje en la naturaleza humana, suficiente (esto es esencial) a efectos de la coordinación a la que se refieren Mises y Hayek. No creemos que haya otro modo u otro camino. Solo esa relativa confianza en una naturaleza humana medianamente capaz de aprender es lo único que puede explicar, no solo (y retrospectivamente) la evolución espontánea de ciertas instituciones, sino también la pattern prediction general de una tendencia a la coordinación en el mercado dadas ciertas condiciones institucionales. Sin esa premisa, solo habría la certeza de que, dadas ciertas condiciones institucionales, “we can hope for the best” y nada más. Habría ciencia económica, pero solo como un ejercicio de un condicional material simple: “Si hay aprendizaje, entonces…”. Nunca podríamos afirmar “que lo hay”, y entonces sí que verdaderamente todos estos debates sobre qué tipo de equilibrio hay en la EA se convierten en meramente terminológicos.

Pero lo que no es terminológico es lo siguiente. Nos atrevemos a decir que, sin pensar en estrategias ni nada que se le parezca, la auto-presentación que a veces hacemos los partidarios de la EA, como contrarios a todo tipo de análisis de equilibrio, no es fiel a esa misma tradición. La cuestión no es decirle al neoclásico que la EA hoy es contraria a toda noción de equilibrio, sino que la EA tiene otra noción de equilibrio, dinámico, identificado como una coordinación tendencial de expectativas bajo ciertas condiciones institucionales, y que esa noción de equilibrio es una respuesta a un mejor y más adecuado planteo del problema económico. Si no queremos llamar a eso equilibrio, ok. Pero los partidarios de la EA verdaderamente piensan que el mercado es “equilibrante”, en el sentido de que “tiende a”, mientras que los gobiernos producen precisamente el efecto contrario. Si no, sincerémonos y resumamos toda la ciencia económica en lo siguiente: el gobierno nunca puede coordinar; el mercado, a veces, y no sabemos por qué.

¿Seguro? ¿Eso es todo?
Con esta inquietud dejamos abierto el debate.



* En “La EA en el s. XXI”, junio de 2008.

[1] Bajo revisión para su publicación en The Review of Austrian Economics. Last revised on January 21st 2008.
[2] Ver nuestro libro El método de la economía política, Ediciones Cooperativas, Buenos Aires, 2004.
[3] “Paradigma de la información vs. paradigma del conocimiento”, en NOMOI, Revista Digital sobre Epistemología, Teoría del Conocimiento y Ciencias Cognitivas (2008), 2, pp. 17-21, en www.ufm.edu

[4] [1945], en Individualism and Economic Order, Chicago University Press, 1980.
[5] Ver Schwartz, P.: Empresa y libertad, Unión Editorial, Madrid, 1981, p. 62.
[6] Ver Lachmann, L.: Capital, Expectations, and The Market Process; Sheed Andrews and McMeel, 1977. Part III.
[7] MacKenzie lo dice de este modo: “…How do we know that there exists a strong tendency towards a final state of rest? Do we know if the forces of intertemporal equilibration outweigh the forces of intertemporal disequilibration?” (op.cit., p. 13).
[8] Ver su art. “Procesos de mercado: precios en desequilibrio + moneda en desequilibrio”, en La crítica como método, Ensayos en honor de Rogelio T. Pontón, Fundación Libertad, Rosario, 2007.
[9]  “La metodología de Friedman y una importante consecuencia para la Escuela Austriaca de Economía”, en La Escuela Austriaca en el s. XXI (2008), año 2, n.º 8.

[10] Cabe aclarar que dicho análisis es perfectamente compatible con una antropología filosófica entre aristotélica y tomista, pero eso excede obviamente los fines de este artículo.

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