No los conozco. No sé quiénes
son, ni siquiera si existen. Pero si existen, ellos son la clave.
Todas las religiones tienen la
tentación del fanatismo cruel. El mundo no apareció de un día para el otro con
un cristianismo cual paloma de la paz caminante y el islamismo como el único
violento. El cristianismo tiene también su historia de violencia. Las guerras
en nombre del cristianismo han sido lamentablemente muchas, el Sacro Imperio no
era igual a Pablo VI, los papas de no mucho tiempo atrás eran jefes de sus
ejércitos que no eran precisamente los turísticos guardias suizos. Católicos y
protestantes se masacraron inmisericordemente durante siglos, con la
venia de sus más altos líderes, y la persecución violenta de cristianos a los
judíos fue algo de lo cual el propio Juan Pablo II tuvo que pedir perdón,
valientemente, en el Muro de los Lamentos.
Pero el Cristianismo, el
judeo-cristianismo, ha tenido su propio proceso de secularización. Iglesia y
estado se han distinguido, la libertad religiosa, el diálogo con los no
cristianos y la justa autonomía de las realidades temporales han sido todas
proclamadas por el Vaticano II de la Iglesia Católica.
Algunos dirán que ello fue falso, que respondió a presiones externas; otros, con la ayuda de Ratzinger,
decimos que no, que fue una evolución que respondió a las mismas premisas
teológicas del cristianismo.
Pero el asunto importante de la
secularización, a nivel político, es que la tuvimos.
Los islámicos no parecen haberla
tenido. Yo no soy quién para ponerme a juzgar si la lucha que afirma el Corán
es simbólica o fáctica, pero el asunto es que las Escrituras Cristianas están
llenas de expresiones que pueden ser leídas como muy violentas y, hoy forman
parte de una tradición simbólica que nada tiene que ver con la guerra como hoy
la concebimos. El Corán, ¿por qué no puede tener una interpretación similar?
Algunos dirán: no se puede, es intrínsecamente violento. Y evidentemente,
muchos anti-islámicos, frente a las aberraciones espantosas del ISIS, lo
seguirán diciendo. Pero entonces, los únicos llamados y autorizados a demostrar
que no es así, son los mismos pensadores islámicos. Son ellos los que están
llamados a hacer su propio proceso de secularización. Y, sobre todo, los
creyentes, esto es, islámicos que crean verdaderamente en Alá, en su último
profeta y en el Corán y, al mismo tiempo, en la libertad religiosa y la
secularidad del estado. ¿Es una clase vacía? ¿O existe al menos un x tal que x
es…? Porque ello es la clave del futuro. Digo esto precisamente porque los
cristianos tenemos conciencia del pasado y de que podemos cambiar. Todos se
olvidan hoy que entre el 19 y 20 de Septiembre de 1870 Pío IX ordenó resistir
por las armas la entrada del ejército italiano a sus estados pontificios. Si
todo en la Iglesia hubiera seguido tal cual, el papa actual estaría planeando
todo tipo de ataques armados contra el estado italiano actual. Pero no, las
cosas cambiaron, pero no por la mente de Pío IX, sino porque había otras mentes
trabajando, que fructificaron en el Vaticano II y en la pacífica Iglesia
Católica de hoy.
Hermanos islámicos, si ustedes
mismos no hacen lo mismo, no hay esperanza para ustedes. Yo soy un típico
liberal católico que seguirá defendiendo su libertad religiosa, seguiré
defendiendo la declaración Nostra aetate
del Vaticano II, y mantendré siempre la distinción entre “el Islam en sí mismo”
y el fanatismo cruel y bestial de ISIS, ises, eses y etc. Pero el mundo es menos filosófico. La guerra que se viene hará parecer a las Cruzadas como un juego de
mesa. Sólo ustedes pueden desarmarse a sí mismos, mentalmente, y evitar la
guerra.
Estimado Profesor:
ResponderEliminaraunque en alguna situación la secularización pueda ser saludable, la fe es para ser confesada, no ocultada en la casa.
De Dios nadie se rie y es Rey. Por las buenas o por las malas. Queda claro que estos islámicos no permiten convivir con ellos, pero también que estas personas blasfemaron a Dios uno y trino. Evíteme poner esas imágenes.
Pero el principio que UD sostiene de la democracia liberal no le pone límites.
Dios escribe derecho en renglones torcidos.
Estimado Ramón,
ResponderEliminar¿quién o qué le impide profesar su fe públicamente en una democracia liberal, donde el derecho a la libertad religiosa implica el ejercicio público de la Fe? Me parece que usted no tiene en cuenta la experiencia fundacional norteamericana, donde había una dimensión pública, NO estatal, de lo religioso, que mereció el elogio de León XIII en "Longiqua océani".
Profesor Zanotti,
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con usted en casi todo lo que expresa. Urge una secularización del Islam. Incluso una Ilustración completa, quizás.
Solo un breve 'caveat': si bien solo son los musulmanes liberales tienen la autoridad y legitimidad para girar el timón del Islam en el sentido correcto, los demás podemos ayudarles. Podemos ayudar rompiendo los estereotipos polarizantes que exarceban las tensiones entre nuestras sociedades. Podemos demostrar que es posible llevarnos bien, tanto al musulmán que duda de si odiarnos y matarnos, como al occidental apresurado que generaliza y termina apoyando intervenciones militares injustificadas, que solo contribuyen al mismo círculo vicioso.
Saludos,
Adrián
Me permito anotar dos disidencias:
ResponderEliminar1. El Islam y las “libertades” de Occidente.
“...no debemos olvidar la advertencia lanzada el 5 de octubre de 1999, durante una de las sesiones del Sínodo de los Obispos de Europa, por Mons. Giuseppe Germano Bernardini, O.F.M. Cap., Arzobispo de Izmir, el cual expuso a los padres sinodales lo que sigue: "Durante un encuentro oficial sobre el diálogo islámico-cristiano, un reconocido personaje musulmán, dirigiéndose a los participantes cristianos, dijo en un cierto momento con calma y seguridad: 'Gracias a vuestras leyes democráticas os invadiremos; gracias a vuestras leyes religiosas os dominaremos'."
2. Sobre la no idealización ni universalización del modelo norteamericano, León XIII en Longinqua oceani:
“…se evitará creer erróneamente, como alguno podría hacerlo partiendo de ello, que el modelo ideal de la situación de la Iglesia hubiera de buscarse en Norteamérica o que universalmente es lícito o conveniente que lo político y lo religioso estén disociados y separados, al estilo norteamericano. Pues que el catolicismo se halle incólume entre vosotros, que incluso se desarrolle prósperamente, todo eso debe atribuirse exclusivamente a la fecundidad de que la Iglesia fue dotada por Dios y a que, si nada se le opone, si no encuentra impedimentos, ella sola, espontáneamente, brota y se desarrolla; aunque indudablemente dará más y mejores frutos si, además de la libertad, goza del favor de las leyes y de la protección del poder público”
Saludos.