Sin asumir la
dialéctica hegeliana, se podría decir, sin embargo, que muchos argentinos han
construido su propia identidad a partir de su enfrentamiento al amo, el mundo
anglosajón, malo, feo, sucio, que le impide a él, al esclavo, la libertad y la
manifestación de toda su belleza, bondad, plenitud y poder.
Como la Argentina fue
un empate entre las tendencias tradicionalistas antiliberales y el liberalismo
continental francés –Alberdi es la excepción- los argentinos tienen amplios
recursos dentro de su tradición cultural como para racionalizar su odio atávico
al inmundo imperialista anglosajón. El nacionalismo llamado católico argentino
encuentra en Rosas su héroe principal; la Constitución del 53 es vista como un
adefesio anglosajón y el fracaso de dicha constitución, que nunca termina de
hacer carne cultural, no es casualidad. Esa visión del mundo no tiene ningún
problema, en la década del 20, de tomar a Mussolini y luego a Franco como
modelos; ello gana el corazón del ejército, e incluso resulta extraño que el
golpe del 30 no haya barrido con todas las instituciones republicanas. El
antisemitismo, siempre patológico, que los rodea, los hace coquetear con Hitler,
y encuentran en Perón –un típico dictador autoritario fascista y protector de
nazis- la concreción de sus ideales. Perón capta inmediatamente –como en casi
todo- el odio a lo anglosajón como un componente básico de dicho pensamiento y
su famoso “Braden o Perón” no es más que la genial instauración discursiva de
un modelo de pensamiento donde todos nuestros males no son nuestros: son fruto
del auténtico dominador colonial, al auténtico explotador, protestante y
enemigo para siempre de las más preciadas tradiciones nacionales y “católicas”:
los ingleses y, peor aún, los “yanquis”.
Con la introducción de
la teoría marxista de la dependencia en los 60 y los 70, esto tiene un giro
aunque siempre coherente. Las categorías marxistas de análisis internacional
–deterioro de los términos de intercambio, centralidad-periferia, norte-sur,
etc- son asumidas por casi todos (y cuando digo casi todos, me refiero a todos,
excepto los que hayan sido vacunados con la trivalente Mises-Hayek-Rothbard)
pero en el peronismo encaja con máxima coherencia; los demás tenían la feliz
incoherencia de tratar de protegerse del imperialismo y la explotación
manteniendo las instituciones republicanas. Para el peronismo de los 70, en
cambio, ello es pura retórica burguesa y lo que vale es la revolución armada.
Los teólogos de la liberación de la época colaboran intensamente con todo ello
convenciendo a casi todos los católicos de que la revolución marxista era el
mandamiento número 11 –cosa por la cual jamás pedirán perdón, por supuesto- y
prácticamente los ingredientes están todos puestos para la cosmovisión
nacionalista-marxista que sigue hundiendo al país en el abismo. Habría tantos
acontecimientos históricos que son fruto de esta concepción, pero es imposible
dejar de mencionar que la guerra de Malvinas (apoyada en su momento por casi
TODOS los argentinos) es la apoteosis de esta locura ideológica en la más
terrible y asesina retro-alimentación de sí misma.
Así las cosas, los
kirchneristas, los actuales herederos y sobrevivientes de toda esa cosmovisión,
no están en condiciones de entender el fondo del problema de la deuda externa.
Es obvio que para ellos la deuda se inscribe en los perversos mecanismos
financieros del inmundo capitalismo anglosajón explotador. Critican a los
gobiernos argentinos anteriores por haberse endeudado, atribuyendo el origen
ideológico de ese endeudamiento al supuesto capitalismo con el cual habrían
negociado los vendepatrias de la dictadura, del “neoliberalismo de los 90”,
etc. Son totalmente incapaces de entender a autores como P. Bauer o L. von
Mises. Las deudas externas, para estos últimos, no son fruto del “capitalismo”
o del mercado libre, sino todo lo contrario. El FMI y el Banco Mundial son
bancos centrales internacionales que tienen todos los males y defectos
intrínsecos que tiene cualquier banco central, siempre advertido por la Escuela
Austríaca de Economía. No es un detalle: el estatismo en la moneda, el crédito y
consiguientemente en el mercado financiero es tan compatible con el mercado
libre como un cáncer de cerebro con un organismo sano. Esos organismos sólo
sirven para incentivar el gasto público y financiarlo por medio de préstamos
inter-gubernamentales para más gasto público. Claro, para el realismo mágico de
los populismos latinoamericanos, ello les produce aporías trágicas. Por un lado
tienen que besar la mano del inmundo explotador para que les otorgue préstamos
para financiar su gasto público, gasto que es fruto de creer mágicamente que el
estado lo resuelve todo. Cuando la situación explota, por un lado insultan,
furiosos de rabia y odio ideológico, a los prestamistas, ante los cuales tienen
que arrodillarse nuevamente para refinanciar la deuda. A veces, coherentemente,
festejan el default cantando la marchita peronista, el himno, aplaudiendo de
pie, gritando, bailando, en un éxtasis de sobredosis de ideología, como el
peronismo del 2002, para luego tener que besar nuevamente los pies del
explotador, para ahora, nuevamente, decirles de todo en un discurso y luego
tener que arrodillarse nuevamente y así sucesivamente hasta que la Patagonia
sea invadida por chinos y japoneses, y el resto, declarado territorio
arqueológico internacional por las Naciones Unidas.
En medio de todo esto,
los partidarios de la Escuela Austríaca, que consideramos que tanto el FMI como
Fidel Castro son parte del mismo problema –la ingeniería social- seguiremos
habitando en el desierto. Si no fuera porque somos más de uno –al menos en los
Liberty Fund o en la UFM uno se encuentra con algunos amigos- se podría decir
que ser liberal clásico o libertario es la única experiencia humana
contradictoria con el gran concepto husserliano: no tenemos mundo.
Con el debido respeto al recordado y apreciado profesor Zanotti(soy un ex alumno suyo), me parece que comparar a Perón con el kirchnerismo o a la dicotomía "Braden o Perón, Fondos o Cristina" es como querer comparar "papas con manzanas". En primer lugar el contexto social, histórico y político de la década del 30 y 40 (2ª guerra munial incluída) en el siglo XX, merecen un análisis que su artículo profesor Zanotti no refleja. En segundo lugar calificar de "fascita y protector de nazis" a Perón tampoco expresa la realidad completa, o ¿a lo mejor usted cree que el presidente de EE.UU. Franklin Delano Roosevelt también fue un fascista protector de nazis por permitir que el científico alemán, entre otros,Wernher von Braun viviera en EE.UU. y se convirtiese en el "padre" del desarrollo espacial norteamericano? En fin, me parece que el Perón y el peronismo en general cometieron muchos errores pero por haber sido y aún ser el movimiento político más trascendente que se expresó durante los últimos 60 años en nuestro país merece un análisis histórico, político y filosófico más profundo, quizás si usted lee a Carlos Astrada y su famoso "Mito Gaucho" podrá encontrar algunas pistas para comprender un fenómeno social y político que su artículo no refleja. Le mando un saludo cordial. Juan Maya
ResponderEliminarCon el debido respeto al recordado y apreciado profesor Zanotti(soy un ex alumno suyo), me parece que comparar a Perón con el kirchnerismo o a la dicotomía "Braden o Perón, Fondos o Cristina" es como querer comparar "papas con manzanas". En primer lugar el contexto social, histórico y político de la década del 30 y 40 (2ª guerra munial incluída) en el siglo XX, merecen un análisis que su artículo profesor Zanotti no refleja. En segundo lugar calificar de "fascita y protector de nazis" a Perón tampoco expresa la realidad completa, o ¿a lo mejor usted cree que el presidente de EE.UU. Franklin Delano Roosevelt también fue un fascista protector de nazis por permitir que el científico alemán, entre otros,Wernher von Braun viviera en EE.UU. y se convirtiese en el "padre" del desarrollo espacial norteamericano? En fin, me parece que el Perón y el peronismo en general cometieron muchos errores pero por haber sido y aún ser el movimiento político más trascendente que se expresó durante los últimos 60 años en nuestro país merece un análisis histórico, político y filosófico más profundo, quizás si usted lee a Carlos Astrada y su famoso "Mito Gaucho" podrá encontrar algunas pistas para comprender un fenómeno social y político que su artículo no refleja. Le mando un saludo cordial. Juan Maya
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