Dado el
curso que estoy dando en www.ufm.edu sobre
Benedicto XVI, publico nuevamente la reflexión que hiciera en su momento sobre “el
discurso que no pronunció”, que es clave para entenderlo a él y a su pontificado.
EL DISCURSO QUE BENEDICTO XVI NO
PRONUNCIÓ
Por Gabriel J. Zanotti
Para Instituto Acton
Marzo
de 2008.
En el comentario del mes anterior
nos referimos al lamentable episodio de la “Sapienza” que, paradójicamente, nos
mostró la poca “sapientia” de fanáticos profesores y alumnos que seguramente
hubieran recibido a Evo Morales, a Hugo Chávez o a Raúl Castro con los brazos
abiertos.
Pero, ¿qué fue lo que Benedicto
XVI no pudo decir allí?
Su discurso (con fecha 17-1-2008)
está publicado, como testimonio público de la gran injusticia que se produjo[1].
Benedicto XVI comienza con una larga aclaración de que él no viene a imponer
ninguna verdad. Pero no sólo porque la verdad no se impone de ningún modo, sino
porque es plenamente conciente de que como Pontífice, él forma parte de las
“doctrinas comprensivas” que no podrían formar parte de la “razón pública”
según J. Rawls. Esto es, el pacto político contemporáneo, en una sociedad
laical –obsérvese que no hemos dicho “laicista”- no podría basarse en
concepciones religiosas y-o metafísicas cuyas bases no podrían ser compartidas
por todos los ciudadanos en un debate público. Y en ese sentido las religiones
serían “privadas”, en el sentido que no formarían parte de lo que se espera
como una argumentación “razonable” en un debate público, en una sociedad con
libertad religiosa.
Lejos de comenzar a criticar a
Rawls, Benedicto XVI se pregunta por el papel de la Universidad ante ese
problema. Lamentablemente no podemos reseñar todas las cuestiones importantes
de su recorrido (por ejemplo, que la verdad no es sólo teórica, citando a San
Agustín). Pero llega a un punto importante: la universidad significó en
Occidente una tarea medicinal de la razón, una “curación” de elementos
“mágicos” donde la armonía razón/fe de la universidad medieval estaba
plenamente presente. Esto es, el cristianismo significó en Occidente, se lee
entre líneas, una sana des-mitificación (dejando a parte el sentido sano del
mito defendido por Gadamer), una sana y progresiva secularización de la razón,
una sensibilidad por la verdad donde esta última debía ser alejada de elementos
politeístas y mágicos (que además
imposibilitaban la sana autonomía del orden político) contrarios a una
visión de Dios donde no sólo la Fe
monoteísta se presenta en armonía con la razón, sino donde el hombre está al
servicio de Dios y no lo divino al servicio del hombre. En ese momento, con
toda naturalidad, Benedicto XVI cita favorablemente a J. Habermas en cuanto a
la “sensibilidad por la verdad” en el proceso político.
Por supuesto, en esta búsqueda de
armonía razón/fe, tema central en Benedicto XVI (y en Ratzinger como teólogo)
no podía estar ausente la pregunta por la naturaleza de la verdad y la
referencia obligada a Santo Tomás de Aquino. Pero no para decir que en Santo Tomás de Aquino la filosofía es
independiente de la Teología
y que “por lo tanto” la filosofía podría formar parte de la “razón pública”.
No. Esa tentación, que seguramente circula en cierto tomismo, es despejada con
toda delicadeza por Benedicto XVI. Santo Tomás de Aquino no presenta una razón
“separada” de la Fe ,
esto es, “disociada”: la razón de un teólogo y un filósofo cristiano no puede
ser a-histórica, arrancada del horizonte de Fe donde nace y vive, sino que
implica en sí misma una fe racional en la razonabilidad de la fe. Y entonces
Benedicto XVI concluye: “... la historia de los santos, la historia del
humanismo desarrollado sobre la base de la fe cristiana, demuestra la verdad de
esta fe en su núcleo central, convirtiéndola así también en una instancia para
la razón pública”. Y entonces argumenta junto con Rawls, en sus mismos
términos. Si la razón y la fe estuvieran separadas, y sobre ello se basara una
sociedad democrática con libertad religiosa, ¿qué “razón” tienen las religiones
para pretender tener una razón que pueda ser compartida por los demás
ciudadanos? Pero si la Fe
es razonable, si razón y fe conforman un núcleo central argumentativo, un
cristiano no está separado de la public
reason sino que puede formar parte de ella...
Por un lado, Benedicto XVI ha
desarrollado una tesis de filosofía política muy interesante, que sin
contradecir el eje central de la preocupación rawlsiana, le agrega en sus
mismos términos un aditamento sorprendente para quienes suponen, kantianamente
–como casi todos nuestros contemporáneos- que la razón es una cosa y la Fe , absolutamente otra. Esto
merecería ser debatido, dialogado, por muchos que ni siquiera quisieron
escucharlo.
Por otro lado, un Pontífice de la Iglesia Católica Apostólica
Romana, en vez de “condenar” a Rawls y a Habermas, les reconoce gran parte de
sus puntos y les habla en sus mismos términos. No sé si nos hemos dado cuenta
de esto. ¿Se han dado cuenta los católicos que condenan en bloque a toda la
filosofía política contemporánea? ¿Y se han dado cuenta los furibundos
anticatólicos que, a veces en nombre de esos mismos autores, condenan en bloque
todo lo que de lejos huela a “católico”?
Es que –por último- se ha
producido la misma gran injusticia que en Ratisbona. Bajo un gran griterío y
escándalo queda oculto un discurso interesantísimo, un diálogo con la cultura
actual, sobre la base de una armonía razón/fe, que debería ser meditado
profundamente por creyentes y no creyentes.
Pero queda oculto. Como un
profeta: una voz gritando en un desierto cultural. Tal vez ese es el papel que la Providencia esté
reservando a Benedicto XVI. Un profeta, una voz, clamando en el desierto. El
profeta es ignorado, y si no, vilipendiado, difamado y si es posible,
destruido. Pero no: en la tradición judeocristiana, el profeta es figura de
cómo la fuerza de la verdad supera a los ejércitos, aparentemente triunfantes,
que la intentan acallar. Benedicto XVI está solo. Se le impide hablar. No se lo
quiere escuchar. Su palabra es para tiempos futuros, pero los tiempos futuros
se labran en el heroísmo de los tiempos presentes.
Buenas tardes. Me interesa el curso sobre Benedicto XVI; es un curso libre o requiere algún título en filosofía, teología? He leído un poco a este gran teólogo, desde mi sola afición, sin pretensiones científicas.
ResponderEliminarGracias.
"Era" un curso libre, termina este Jueves, pero va a quedar grabado en la sección New Media de www.ufm.edu
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