En el libro Informe sobre le Fe, de 1985, una
entrevista que el Card. Ratzinger concede a Vittorio Messori, este último le
pregunta qué ha pasado con ese joven Ratzinger, entusiasta del Vaticano II,
co-fundador de “Concilium”. ¿Ha
cambiado? ¿Se ha corrido a la derecha? ¿Ha prestado sus oídos a aquellos que ya
no quieren saber más nada con el Vaticano II? La respuesta de Ratzinger fue
clarísima: “Yo no soy el que ha cambiado, han cambiado ellos” (p. 23). O sea,
Ratzinger responde claramente que él se ha mantenido fiel al Vaticano II; los
que no, son los que han avanzado más allá de su correcta hermenéutica.
Ratzinger no es el conservador, si por conservador implica correrse hacia Lefebvre;
él se ha mantenido perfectamente en el Vaticano II mientras que varios de sus
amigos teólogos han leído en el Vaticano II lo que sencillamente no está.
Sin embargo, fue
todo inútil. El falso progresismo dentro de la Iglesia, que no hace sino
retroalimentar a los lefebvrianos, no perdonó nunca a Ratzinger su correcta
interpretación del Vaticano II, que nunca fue una ruptura con el Depósito de la
Fe. La fama de “conservador” corrió en los medios de comunicación y ocultaron
al sutil y abierto teólogo agustinista, perito del Vaticano II. Para colmo le
tocó ser el prefecto de la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe,
durante el pontificado de JPII. ¡Peor! Quiso renunciar tres veces, pero JPII lo
quiso a su lado. Pero entonces, mientras que JPII se movía mejor en la política
y en los medios, Ratzinger tenía que moldear el núcleo central de los
documentos más antipáticos que JPII aprobaba. Juan Pablo, Segundo, te quiere
todo el mundo, todo el mundo, sí, que no había leído ni entendido ni un micrón
de dichos documentos. No era precisamente una justa situación.
Pero la cuestión
no es ser conservador o no, la cuestión es tener Fe, para clarificar la cual
también Ratzinger tuvo un destacado papel en el Catecismo de la Iglesia
Católica de 1992. Ni JPII ni Ratzinger pontificaban en temas opinables, en
cuestiones libres entre teólogos. Sencillamente recordaban la Fe. ¿Eso es ser
conservador? Demos algunos ejemplos. La Veritatis
Splendor recordaba la diferencia entre pecado mortal y venial. ¡Oh, qué
barbaridad!!!!!! La Dominus iesus
afirmaba que la salvación es a través de Cristo. ¡Oh qué horror!!!! Como si la
Iglesia de siempre hubiera ignorado que la Gracia tiene formas extra-ordinarias
de donación, que el Espíritu sopla donde quiere y cuando quiere, el votum ecclesiae, etc. Y ni qué hablar de
la Libertatis nuntius, contra la
teología marxista de la liberación. ¡Cómo se atreve, europeo y explotador
Ratzinger, que se ha adueñado de los medios de producción religiosa en la
Iglesia institución vs. la Iglesia popular!!!!!! ¡Qué horror, afirmar
cuestiones católicas elementales tales como que la historia de la salvación no
es igual a la historia humana, o que Jesucristo no es el liberador temporal de
Israel!!!! Me acuerdo bien, en 1988, cuando estuve ante un grupo de sacerdotes,
todos muy versados en Teología. Con el texto de Ratzinger en la mano critiqué
todos y cada uno de los presupuestos de la Teología de la Liberación de
Gutiérrez y Boff. Silencio sepulcral, caras largas y atónitas. Finalmente con
toda cordialidad uno de ellos me dijo “Gabriel, así como nosotros no debemos
meternos en economía, tú no deberías meterte con la Teología”. Yo contesté, lo
más tranquilo, para mayor escándalo: “No hablo como teólogo, hablo como
creyente, esta es una cuestión de Fe o no”. Si mis interlocutores hubieran sido
argentinos no salía vivo de allí. Creo que sólo me salvaron mis totalmente
ingenuos 28 años.
Así las cosas,
Ratzinger es electo pontífice. ¡Peor!!!!!! Mi reacción fue relativamente
diferente al común de creyentes y no creyentes. ¡Por fin alguien que entiende
al Vaticano II!!!, recé para mis adentros. Conforme a mi escandaloso
diagnóstico, Benedicto XVI, el “conservador”, comienza a escribir documentos
que nadie lee ni entiende. Dejemos para lo último –ya veremos por qué- su famosa
hermenéutica de la reforma y continuidad del Vaticano II. Comencemos por
Ratisbona, 2006, del cual sólo se recuerda su famosa cita de Manuel II
Paleólogo. Ese documento es el eje central del pontificado de Benedicto XVI: la
armonía entre razón y fe, que la fe tiene razones, que hay razones para la
esperanza, como le dijo a Paolo D´Arcais en el año 2000. Pero además contesta
al debate intra-eclesial de la des-helenización del cristianismo. Conforme a su
“Introducción al Cristianismo” re-afirma que la razón humana es una, que se
despliega a lo largo de la historia asumiendo
todo lo que de verdad se ha dicho (San Justino), con ese momento único que es
la Encarnación, que implica ya una des-mitificación del pensamiento politeísta,
panteísta y animista. Nadie se dio cuenta de lo que dijo. La opinión pública
intra y extra-eclesial sólo debatían la famosa cita del ahora famoso emperador
bizantino. Nada más. O sea, nada más en la cabeza……..
La Sapienza, 2008. Una conferencia que no pudo ir a
dar porque los muy “liberales” profesores lo impidieron. Pero la conferencia
quedó escrita y, de vuelta, nadie la leyó. Pero era esencial para la
comunicación de la Fe en el mundo actual. Asume a J. Rawls y habla de una razón
pública cristiana, donde el cristiano puede presentarse como tal en la arena
pública con una sensibilidad cristiana sobre temas que el no-cristiano puede
compartir. Sin que nadie se haya dado cuenta, Benedicto XVI replantea más de un
siglo de hablar desde una sola ley natural como si la fe no existiera, conforme
a su teología agustinista que rezachó siempre “…ese racionalismo
neo-escolástico que, con una razón totalmente independiente de la fe, intentaba
reconstruir con una pura certeza racional los “preambula fidei””, agregando
“Debemos esforzarnos hacia un nuevo diálogo de este tipo entre fe y filosofía,
porque ambas se necesitan recíprocamente. La razón no se salvará sin la fe,
pero la fe sin la razón no será humana” (http://www.institutoacton.com.ar/articulos/41art01-05-12-a.pdf).
Un mes después, Febrero de 2008.
Discurso ante Mary Ann Glendon, nueva embajadora de EEUU ante la Santa Sede: “Desde el alba de la República, como usted ha
observado, Estados Unidos ha sido una nación que valora el papel de las
creencias religiosas para garantizar un orden democrático vibrante y éticamente
sano. El ejemplo de su nación que reúne a personas de buena voluntad
independientemente de la raza, la nacionalidad o el credo, en una visión
compartida y en una búsqueda disciplinada del bien común, ha estimulado a
muchas naciones más jóvenes en sus esfuerzos por crear un orden social armonioso,
libre y justo. Esta tarea de conciliar unidad y diversidad, de perfilar un
objetivo común y de hacer acopio de la energía moral necesaria para alcanzarlo,
se ha convertido hoy en una tarea urgente para toda la familia humana, cada vez
más consciente de su interdependencia y de la necesidad de una solidaridad
efectiva para hacer frente a los desafíos mundiales y construir un futuro de
paz para las futuras generaciones”. ¡Oh!!!! Pero qué “conservador”!!!!! Ni
Jacques Maritain lo dijo así en su libro sobre EEUU!!!! ¿Qué opinarían los
asesores de Pío IX? ¡Un papa liberal!!!!!!
Dos meses
después, viaja a EEUU. Ratifica lo anterior, habla de la libertad religiosa
ante la ONU.
Septiembre
de 2010, discurso ante el Parlamento Británico: “…Vuestra
tradición jurídica —“common law”— sirve de base a los sistemas legales de
muchos lugares del mundo, y vuestra visión particular de los respectivos
derechos y deberes del Estado y de las personas, así como de la separación de
poderes, siguen inspirando a muchos en todo el mundo.” ¿Hayek? No, Benedicto
XVI….
Septiembre de 2001, discurso ante
el parlamento alemán: ““Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue el Estado
de una gran banda de bandidos?”, ¿Rothbard? No, Benedicto XVI citando a San
Agustín. “…Contrariamente a otras grandes religiones, el cristianismo nunca ha
impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado, un ordenamiento
jurídico derivado de una revelación. En cambio, se ha remitido a la naturaleza
y a la razón como verdaderas fuentes del derecho, se ha referido a la armonía
entre razón objetiva y subjetiva, una armonía que, sin embargo, presupone que
ambas esferas estén fundadas en la Razón creadora de Dios. Así, los teólogos
cristianos se sumaron a un movimiento filosófico y jurídico que se había formado
desde el siglo II a. C. En la primera mitad del siglo segundo precristiano, se
produjo un encuentro entre el derecho natural social, desarrollado por los
filósofos estoicos y notorios maestros del derecho romano.[3] De este contacto, nació la cultura
jurídica occidental, que ha sido y sigue siendo de una importancia determinante
para la cultura jurídica de la humanidad. A partir de esta vinculación
precristiana entre derecho y filosofía inicia el camino que lleva, a través de
la Edad Media cristiana, al desarrollo jurídico de la Ilustración, hasta la
Declaración de los derechos humanos y hasta nuestra Ley Fundamental Alemana,
con la que nuestro pueblo reconoció en 1949 “los inviolables e inalienables
derechos del hombre como fundamento de toda comunidad humana, de la paz y de la
justicia en el mundo”."
Edad Antigua, Edad Media, Modernidad, Ilustración,
derechos del hombre. ¿Hayek, cap. 11 de Los
Fundamentos de la Libertad? No, Benedicto XVI.
Nada extraño en un papa que por
primera vez habla del liberalismo político sin ningún problema: “…Por razones históricas, culturales y
políticas complejas, el Risorgimento pasó como un movimiento contrario a la
Iglesia, al catolicismo, incluso contra la religión en general. Sin negar el
papel de tradiciones de pensamiento diferentes, algunas marcadas por trazos
jurisdiccionalistas o laicistas, no se puede callar la aportación del
pensamiento – e incluso de la acción – de los católicos en la formación del
Estado unitario. Desde el punto de vista del pensamiento político bastaría
recordar todas las vicisitudes del neogüelfismo, que tuvo en Vincenzo Gioberti un
ilustre representante; o o pensar en las orientaciones católico-liberales de
Cesare Balbo, Massimo d’Azeglio, Raffaele Lambruschini. Por el pensamiento
filosófico, político y también jurídico resalta la gran figura de Antonio
Rosmini, cuya influencia se ha mantenido en el tiempo, hasta dar forma a puntos
significativos de la Constitución italiana vigente. Y por esa literatura que
tanto contribuyó a “hacer a los italianos”, es decir, a darles un sentimiento
de pertenencia a la nueva comunidad política que el proceso del Risorgimento estaba plasmando,
cómo no recordar a Alessandro Manzoni, fiel intérprete de la fe y de la moral
católica; o Silvio Pellico, que con su obra autobiográfica sobre las dolorosas
vicisitudes de un patriota supo testimoniar la conciliabilidad del amor a la
Patria con una fe diamantina. Y también figuras de santos, como san Juan Bosco,
impulsado por la preocupación pedagógica a componer manuales de historia
patria, que modeló la pertenencia al instituto por él fundado sobre un paradigma
coherente con una sana concepción liberal: "ciudadanos frente al Estado y
religiosos frente a la Iglesia".
(Discurso de BXVI ante Giorgio
Napolitano, Presidente de la República Italiana, 17 de Marzo de 2011).
Pero
entonces, ¿cómo se entiende su restauración de la misa tridentina, y sus
permanentes llamados a la reconciliación con los lefebvrianos de Mons. Fellay,
que tantas amarguras e incomprensiones le causaron? Primero, Benedicto XVI no
restauró nada, sólo recordó que el Vaticano II no había prohibido de ningún
modo la última redacción del Missale Romanum anterior al Concilio. Segundo, voy a decir algo muy
escandaloso. Los partidarios de Mons. Lefebvre tienen gravísimos problemas. Una
falsa noción de tradición, un antisemitismo vergonzante, y un acto de
desobediencia ante JPII que este último no merecía en absoluto. Pero
contrariamente a otros auto-titulados católicos, los que actualmente siguen a
Mons. Fellay no han perdido el Depositum
fidei. Pero, además, lo que dicen sobre el Vaticano II –esto es, sus
críticas a la laicidad, la libertad religiosa, etc.- está todo dicho, casi, por
Gregorio XVI y Pío IX fundamentalmente, en documentos tan condenatorios que
hasta hay que esforzarse en demostrar que no son ex catedra. Benedicto XVI lo
sabía: lo sabía y lo sufría como ninguno de sus predecesores posteriores a Pío
XII. Pocos de los que siguen acusando a BXVI de “conservador” entienden la
visión global de la historia de la Iglesia que este pontífice tiene en este
punto. BXVI ha tratado de solucionar una crisis silenciosa intra-eclesial que
golpea y parece atentar contra la misma continuidad doctrinal de la Iglesia.
Pocos recuerdan hoy que la Iglesia Católica lleva como carga histórica 17
siglos de estados pontificios armados con ejércitos. Pocos recuerdan hoy el
comprensible enfrentamiento que Gregorio XVI y Pío IX tuvieron contra la
Revolución Francesa, con cuyas condenas Hayek y Burke hubieran coincidido
perfectamente, excepto, precisamente en su estrecha visión histórica y en no
haber distinguido lo contingente de lo esencial. No distinguieron (León XIII
sí) entre Francia y EEUU, pero fundamentalmente no pudieron distinguir entre
Modernidad e Iluminismo. Aunque el pontificado de León XIII ya significó un
intento de moderación, dichas condenas marcaron históricamente toda la relación
de la Iglesia con el mundo moderno en el s. XX. Pocos recuerdan hoy que Pío IX
se declara prisionero del estado italiano, e impide a los católicos la
participación de su vida política, cosa que sólo se revierte con el acuerdo de
Pío XI nada menos que con Mussolini. Pocos recuerdan hoy que hasta Pío XII,
todo católico que hablara de democracia, libertades políticas, y libertad
religiosa, era un sospechoso hasta que se demostrara lo contrario, y que por el
filo de la providencia divina se salvaron de la condena total autores como Lord
Acton, Lacordaire, Montalembert, Ozanam, Dupanloup, excepto Rosmini, quien NO
de casualidad tuvo que ser re-habilitado por JPII y BXVI. Pocos recuerdan hoy
que los ataques más violentos al liberalismo político NO vinieron de la
Teología de la Liberación sino de los católicos que apoyaban a Franco y a Mussolini,
quienes tenían in mano, insisto, todos los documentos de Gregorio XVI y Pío IX
a su favor. De ese grupo vino el pedido de condena a Jacques Maritain, pedido que
Pío XII rechazó. Pocos recuerdan que gracias a Pío XII, y sus discursos tales
como Sumi pontificatus, Benignitas et humanitas y Con sempre, los católicos liberales y
democráticos europeos tuvieron desplegado el camino para formar los partidos
democráticos de orientación cristiana, totalmente anti-fascistas y pro-mercado,
que formaron parte esencial de la reconstrucción europea. Es en ese ambiente
donde entonces pueden fructificar documentos tales como Pacem in terris de Juan XXIII, Gaudium
et spes y Dignitatis humanae del
Vaticano II. Karol Wojtyla, que sabían lo que eran los soviéticos, y Ratzinger,
que sabía lo que eran los nazis, entendieron qué estaba sucediendo. Los que aún
creían que el mundo era Gregorio XVI contra la Francia Napoleónica, no pudieron
entender nada.
Pero Benedicto XVI, el papa de la
razón y la fe, el papa de la fe, sencillamente, el papa agustinista que en la Fides et ratio supo asesorar sobre el
Santo Tomás real, el papa teólogo más profundo de los últimos siglos, sí. Por
lo tanto era el único que podía escribir un documento tal como el discurso del
22 de Diciembre de 2005, sobre la hermenéutica de la reforma y continuidad del
Vaticano II: reforma en lo contingente, continuidad en lo esencial, con la
esperanza de que la Iglesia sepa encaminarse en “lo esencial”: la FE.
Curiosamente, el documento produjo un sin fin de interpretaciones diferentes y
encarnizó los debates entre los “Vaticano II sin Iglesia anterior” y los
“Iglesia anterior sin Vaticano II”. Diagnóstico: la intelectualidad católica actual (salvo las excepciones que siempre
están) no está preparada para este pontífice. Pero quedó escrito, y los
pontífices posteriores NO lo podrán borrar. Se podrán hacer los tontos, pero no
podrán evitar la bendita (bene-dicta) rueda espontánea de estos documentos
luminosos.
De sus encíclicas, escritas las dos
primeras de primera mano, no tengo nada que agregar. Las he comentado las tres.
(http://www.institutoacton.com.ar/oldsite/index.htm);
Escribo esto además con la tranquilidad
de conciencia de quien nunca lo aduló: elogié la Caritas in veritate aunque con distancia; ante sus diagnósticos
opinables sobre la crisis financiera manifesté respetuosamente mi desacuerdo, y
ante su viaje a Cuba le dije directamente que por favor no vaya a hacer lo que
hizo.
¿Y sobre su renuncia, entonces?
Pues es como dijo, por motivos de salud. Y NO es que no fuera capaz de
gobernar. Al contrario, todo lo que he reseñado fue del gobierno de la Iglesia. Es faso totalmente que un intelectual
como él no supiera “cómo gobernar”: precisamente, la luz de su intelecto le permitía ver el piso con el cual otros
tropezaron pensando orgullosamente que no lo hacían. Aquello con lo cual
este pontífice, de una calidad moral excepcional, no transigía, es la politiquería barata, las intrigas, las
estupideces de “imagen”, las diplomacias humanas demasiado humanas, todo lo
cual es el estado del Vaticano como cualquier estado. Por eso hace un año le
rogué que se fuera del Vaticano, NO que renunciara. La eliminación del estado
del Vaticano es el primer paso para retornar a una Iglesia desprendida de todo
lo humano que no esté adherido a Cristo.
¿Habrá sido este portazo un mensaje
indirecto al respecto?
No lo sabremos nunca: sólo un
tiempo al cual ya no asistiremos, lo dirá. Mientras tanto, ante la renuncia de
este intelectual, de este profesor, de este santo, de este Santo Tomás de
nuestro tiempo, me inunda la tristeza, consolada sólo por la certeza de que
Benedicto XVI sabe lo que hace.
Gabriel, muy buen artículo. Creo que en este mundo de hoy, los últimos años previos a su pontificado no hicieron otra cosa que "encasillarnos" en un Ratzinger policía y antipático. Sin carisma y alejado ed la gente. Nadie supo escribir acerca de la oscuridad intelectual de JPII, porque él sí que logró generar una imagen mediática totalmente antitética. Nadie salió a edcir que todo lo revolucionario que era pastoralmente, en el plano intelectual, era todo lo contrario: anclado en el Vaticano primero.
ResponderEliminarEl papa hoy se fue. Creo que era necesario. Confío en que este hecho tbn sea estratégico y abra la oportunidad a que la historia de la salcvación escriba de nuevo derecho sobre renglones torcidos.
Puede ser, como no, que la renuncia de Benedicto se deba a tales exquisitas disquisiciones teológicas. Pero me pregunto si no habrá habido otras cuestiones mas terrenales, mas terrestres, menos elevadas, como todo el entramado de corrupción y vínculos mafiosos en que el clero se ha estado revolcando por años (por siglos!!!!), y ni que hablar de todos los escándalos de prostitución, abuso de menores, orgías, etc. Hoy El País de España publica que el propio Benedicto había encargado profundas investigaciones al respecto:
ResponderEliminarhttp://elpais.com/internacional/2013/02/21/actualidad/1361475495_345880.html
La hipocresía del clero da verguenza, mínimo, desde los Borgia para acá. No digo que Benedicto estuviera directamente involucrado en tales barbaridades, pero resulta dificil de creer que Benedicto haya desconocido tal estado de situación y no haya sido un còmplice silencioso.
La renuncia es un punto de inflexión , probablemente pensada desde que asumió y una decisión libre . La insistencia de que se trata de un "conservador" o "nazi" fue de entrada el caballito de batalla de los grupos progre anticlericales . Pero el problema siempre es el mismo : se opina a partir de algún medio "formador de opinión" y no a partir de sus encíclicas y libros . Por eso es interesante que Zanotti haya subrayado ciertos puntos claves del papado y encíclicas . Especialmente el "pocos recuerdan..."donde pone en su lugar cada evento eclesial . Coincido en que ha sido el papa más abierto intelectualmente de los últimos siglos , alguien que ha dialogado efectivamente con el agnóstico y el ateo .
ResponderEliminarEn cuanto a los llamados escándalos vaticanos con los que también de entrada se intentó desacreditar la gestión y que el escrito debería al menos mencionar , los hay de dos tipos : los económico-financieros y los abusos sexuales . La mayoría ocurrió durante el papado de Juan Pablo . Benedicto fue el que les dio curso legal siendo papa . Gracias a él y a pesar de JPII existen hoy los procesos judiciales abiertos en los que podrá ser llamado a declarar cuando pierda su inmunidad . El ocultamiento de los escándalos tiene mucho que ver con la existencia de la burocracia corrupta legendaria del estado Vaticano o la mera existencia del mismo , diría Zanotti . El abuso de menores es un problema grave a resolver en TODAS las comunidades educativas cerradas del mundo . Basta recordar el caso reciente de Peter Ball y otros arrestos en 2012 por hechos ocurridos 30 años antes . Sin embargo nadie asocia este problema universal a la Iglesia Anglicana , pero sí a la Católica , dejando al descubierto una clara intencionalidad política .
En cuanto a gobernar el Vaticano , como él mismo argumentó , ya no tiene fuerzas . Gobernar no es sólo el "know how" , sino llevarlo a cabo , aquí no coincido con Gabriel . Saber como tomar decisiones no es lo mismo que ejecutarlas . En el medio está la realidad . Por eso un intelectual por lo general resulta un mal gobernante , porque la mente pragmática funciona diferente a la ideológica . Pero en este caso excepcional , dada la lucidez y la naturaleza del cargo , hay que dejar pasar un tiempo para ver si instrumentó cambios cuyos frutos se verían más adelante . El ejemplo coherente de poner en práctica un principio liberal como la limitación del poder a un cargo vitalicio , su libre renuncia , es un indicio claro de posibles cambios . M.S
Muy bueno. Nadie valora lo que tiene hasta que lo pierde.
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