No diremos cuándo por lo que diremos, pero La Nación publicó en su sección exterior on line una noticia de una viceministra (cuyo nombre y etc no vamos a decir precisamente por lo que diremos) a la cual un ingeniero informático robó de su computadora, hace un año aprox., un video de ella enviado a su amante. La presidente (tampoco diremos quién y de qué país) la despidió y el video anda circulando por todo el mundo y es visto por todo el mundo.
Un grave error de ética periodística es haber publicado el video. Que va a ser visto, seguro, pero ello no justifica la reiterada violación a la intimidad de esa mujer que con toda pasión le expresa su amor a su extrañado amante.
Segundo, si está mal que tuviera un amante, ello pertenece precisamente a su conciencia, y por ende era ámbito exclusivo del sacerdote, del psicólogo, de la familia, pero no de los medios de comunicación social.
Tercero, ¿por qué es despedida? ¿Afectaba ello a su desempeño como ministra? Obvio que los funcionarios públicos deben ser un ejemplo. ¿Pero hasta qué punto? Quien no tiene pecados........................ ¿O qué era, la jefa de prensa del Vaticano?
La verdad, me impresiona la crueldad para con el prójimo en estas situaciones. La mujer siendo expuesta a la burla, al escarnio público de todos, por millones de personas hipócritas y vouyeristas que al criticarla a ella seguramente consumen sexo al rolete por TV basura y luego se ríen del amor, tal vez no bien encarado pero auténtico, amor privado e íntimo, de esta mujer. Qué horror. La banalidad del mal, la banalidad de una audiencia para la cual todo es show, en pleno.
Un horror.
Profe, tenes toda la razón! Yo pensé exactamente lo mismo, cuando leí la noticia.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo.
ResponderEliminarjajaj, creo que es la primera vez que coincido en un 100% con vos, Gabriel. Vivimos en un mundo asquerosamente falso e hipócrita. F.P.
ResponderEliminarGabriel, coincido con tu reflexión. Está muy bueno que se lean este tipo de reflexiones que ayuden a rompen ese morbo por el consumo de la intimidad ajena. Un abraz
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