DOMINGO 30 DE AGOSTO DE 2009
LA EX-LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Este artículo, de mi autoría, fue publicado hace poco como “Ley de radiodifusión: ¿para qué?” en Post, revista de egresados de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral, publicación on line en http://postgraduadosfc.wordpress.com/, Agosto 2009.
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El debate sobre una ley de radiodifusión me ha generado una serie de reflexiones epistemológicas y políticas que considero importantes.
Sobre todo, porque todos dan por supuesto (al menos no he escuchado públicamente a nadie decir lo contrario) que debe haber una ley tal. Yo voy a someter a crítica ese supuesto. ¿Por qué debe haber una ley de radiodifusión?
La pregunta debería ser más amplia: ¿debe haber legislaciones específicas que regulen la libertad de prensa?
La pregunta supone una distinción que habitualmente no se hace: derecho de legislación (1). “Derecho” se refiere más bien a los derechos personales básicos; “legislación” indica en cambio disposiciones administrativas para la administración de bienes públicos. Lamentablemente toda la inflación legislativa que han sufrido las naciones occidentales, y América Latina en particular, ha implicado que los derechos hayan sido sistemáticamente violados por las “leyes” que reglamentan su ejercicio, conculcando el art. 28 de la Constitución Nacional.
En ese sentido, el derecho a la libertad de prensa, definido como está en el art. 14, no necestia ninguna legislación adicional, y ya sabemos que no hay delitos de prensa sino delitos a través de la prensa, que en todo caso corresponden al Código Penal.
Pero los tiempos han cambiado. En el s. XIX hubiera sido una obviedad afirmar que la libertad de prensa es garantía y condición necesaria del gobierno democrático representativo y de todos los demás derechos individuales fundamentales. Pero ahora es habitual escuchar que, frente a los derechos “sociales”, los derechos del art. 14 originario (sin la reforma del 57) han quedado como meras libertades “formales”.
El debate implica, como corresponde, que las cosmovisiones políticas y económicas van de la mano. Se afirma que esos derechos son letra muerta sin una justa redistribución del ingreso, y, en el caso que nos compete, que la libertad de prensa esconde en realidad una libertad de empresa cuya concentración de capitales en unos pocos implica que la población queda excluída del “derecho a la información”.
Vayamos por partes.
Uno, ¿qué es la libertad de prensa? No es la posibilidad económica de publicación. Es el derecho a publicar sin censura previa, nada más, ni nada menos. Nadie tiene su derecho conculcado porque un medio determinado o una editorial se niegue a publicarle (2). Por supuesto, esto implica todo el debate sobre la propiedad privada. En el año 2009, después de Hitler, la Unión Soviética y demás “partidos únicos”, pensar que los gobiernos garantizarán el libre acceso a la prensa ante los pérfidos capitalistas, sería muy ingenuo, si no fuera por el renacimiento de los socialismos del s. XXI, que son los socialismos de siempre, con la peculiaridad de consolidan su poder sobre la base de la degeneracióin y anomia institucional de la misma democracia incipiente con la cual accedieron.
Dos: ¿de dónde hemos sacado que los capitales tienden a la concentración, ya sea prensa escrita, oral televisiva, o fábrica de zapatos? De Marx. La teoría de la concentración monopolística es una de sus principales y más efectivas predicciones sobre el capitalismo y que luego se toma como crítica. Pero si no sabemos qué contestar, hay que reconocer que en campo económico Marx sigue ganando la batalla ideológica, debilitando el débil liberalismo político que nos quede. ¿No suena a poco, acaso, una libertad de prensa declamada en la Constitución frente a una o dos empresas privadas que controlen todo lo que se publica?
Pero la Escuela Austríaca de Economía ha refutado a Marx desde el principio, no sólo en cuando a teoría del valor y plus-valía (3), sino también en la teoría de la pauperización creciente y la concentración monopolística (4). Rothbard, discípulo de Mises, resumió la cuestión explicando los límites de calculabilidad en un mercado libre (5), con arancel cero, a los cuales se enfrenta necesariamente toda empresa privada en el mercado que va ampliando su margen de acción. Claro, hablaba de un mercado libre, y no de esta danza de intereses creados, grupos de presión y demás privilegios y prebendas alrededor de los gobiernos de turno, perfectamente descriptos como intervencionismo en la parte VI del tratado de economía de Mises (6), pero que ahora muchos llaman “mercado”.
Tres. El llamado “derecho a la información” tiene dos graves errores, uno económico-político, y el otro epistemológico. Comencemos por el primero.
Como todo “derecho social”, supone que la persona tiene un “derecho a determinado bien o servicio”, cuyo sujeto pasivo de obligación (7) es el estado, que debería cumplir esa obligación mediante políticas programáticas. En otras oportunidades (8) hemos dicho que tales derechos, así enunciados sin más, presuponen lo imposible, y lo imposible no puede ser fuente del derecho, dado que el deber ser se funda en el ser. Y lo imposible es que las personas tengan derechos a todos los bienes y servicios que se quieran suponer importantes, porque en ese caso se ignora la escasez de recursos que hace imposible dicha premisa. Claro, no se niega que, como dice Hayek (8) los gobiernos municipales, preferentemente (recogiendo la tradición de Tocqueville), puedan proveer, de manera no monopólica y con recursos provenientes del municipio, ciertos bienes públicos. Un municipio podría tener un servicio educativo, de salud, etc., lo cual incluye, si se quiere, un diario o un canal de televisión, sin que ello implicara ninguna legislación federal adicional sobre los demás medios de prensa. Estos últimos, actuando en un mercado libre, son la garantía –contrariamente a lo que piensan muchos- de que los ciudadanos puedan expresar sus ideas sin censura previa del estado, y que los gobiernos de turno puedan tener una efectiva crítica de la prensa como corresponde a una sociedad democrática “constitucional”.
Pero lo más interesante radica en el grave error epistemológico que presupone la palabra “información”. Presupone que hay distinción entre hechos, objetivos y verdaderos, y opiniones, “subjetivas”. No es sólo “doctrina Cristina Kirchner”: es lo habitual de la bibliografía sobre ese tema. Pero claro, si es así, un gobierno podría decir que un medio está “abusando” de la libertad de prensa (que comienza a ser denigrada en el discurso como una mera libertad de empresa) ocultando la “información objetiva” para atacar al gobierno en cuestión. De allí a proyectos de control y estatización de medios para “garantizar la información objetiva”, y “el derecho que el pueblo tiene a la información”, hay sólo un paso, que todos los actuales dictadorzuelos latinoamericanos ya están dando (con Chávez a la cabeza, desde luego). Pero el error no es sólo de los Kirchner o los Chávez, a los cuales no se les podría reprochar su falta de formación en epistemología y hermenéutica. El error es de todos aquellos que suponen que la función periodística es transmitir hechos en bruto, sin la “contaminación” del comunicador en cuestión. Se ignora que todo ser humano, cuando habla, medios de comunicación incluídos, emiten mensajes, que son proposiciones formadas desde el horizonte de precomprensión (horizonte cultural) del hablante. Por lo tanto, todo lo que una persona dice está influida por su cosmovisión del mundo, incluso lo que parezca más evidente al destinatario del mensaje. Podemos decir “Obama es el presidente de los EEUU”, y es real, es verdadero (no hay ninguna oposición entre interpretación y verdad (9)) pero en ese caso estamos interpretando lo que significa ser presidente desde nuestro horizonte cultural. Además, todo mensaje es un acto del habla, y todo acto del habla es acción (Wittgenstein (10)), y tiene por ende una intención, que puede ser perfectamente noble, honesta, o no. Pero la tiene. El sujeto siempre está presente en el mensaje, y los mensajes, el lenguaje, son parte concomitante del tejido social; no son meros transmisores. Por ende, es obvio que no hay “información” si por información se entiende “mensajes neutros de sujetos”. Lo humano es el conocimiento, esto es, interpretación. Y por ende todo medio de comunicación comunicadesde un punto de vista. Si ese punto de vista no agrada al gobierno de turno, esa es precisamente la ventaja de la libertad de prensa en un sistema democrático. Pero si dejamos de hablar de libertad de prensa y comenzamos a hablar de un derecho a la información, suponiendo además que hay una información “objetiva” que el gobierno tiene como función proteger, para que los perversos medios capitalistas no la falseen…. Está todo perdido.
Sobre libertad de prensa, sobre medios de comunicación, no hay nada que legislar. La legislación ya es la Constitución Nacional y es más que suficiente. Todo lo demás corre por los libres contratos entre las partes. Que en la Argentina no lo entendamos así, no es algo de lo cual asombrarse, y por ende, tampoco debemos asombrarnos del plano inclinado hacia el despotismo chavista que estamos recorriendo.
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NOTAS:
1) Ver al respecto Hayek, F. A. von: Derecho, Legislación y Libertad; Uniòn Editorial, Madrid, libro I, 1978.
2) No hacemos referencia a la obvia transformación cultural de este tema gracias a los blogs personales, porque en ese caso el debate se traslada al tema del acceso económico a la computadora….
3) Ver Bohm-Bawerk, E. von: La teoría de la explotaciòn (1884), Uniòn Editorial, Madrid, 1978.
4) Mises, L. von: Socialismo (1922); Instituto de Publicaciones Navales, Buenos Aires, 1968.
5) Rothbard, M.N. Man, Economy and State, Nash Publishing, Los Angeles, 1970, cap. 10.
6) Nos referimos a La Acciòn Humana (1949), Sopec, Madrid, 1968.
7) Ver Bidart Campos, G.J.: Las obligaciones en el derecho constitucional, Ediar, Buenos Aires, 1987.
8) En El humanismo del futuro (1987/2007); Ediciones Cooperativas, Buenos Aires, cap. 2.
9) En “Libertad econòmica y gobierno representativo” (1973), en Nuevos Estudios (1978); Eudeba, Buenos Aires, 1981.
10) Hemos dedicado para ello una de nuestras principales investigaciones en la Universidad Austral: Hacia una hermenèutica realista, Universidad Austral, Buenos Aires, 2005. En dicho libro realizamos una confluencia entre el realismo de Santo Tomàs de Aquino, los mundos de la vida de Husserl y la hermenèutica de Gadamer.
11) Es el giro lingüístico que se abre con Wittgenstein (Investigaciones Lògicas (1949), Crìtica, Barcelona, 1988), y se continùa con Austin, J.L, Còmo hacer cosas con las palabras (Paidòs, Barcelona, 1990 3ra reimp.) y Searle, J.: Actos del habla, Càtedra, Madrid, 1990.
Les voy a contar como es un día en mi ciudad, a 80 km de Buenos Aires. Un ex-pueblo en sostenido crecimiento, muy moderno e industrializado. La gente tiene trabajo, por eso hay muchos comercios y empresas de servicios. Y todos los días, según mis necesidades, puedo escoger de entre esa oferta las mejores opciones.
ResponderEliminarPor ejemplo, a la mañana bien temprano antes de ir a mi oficina, voy al gimnasio. Como el mas cercano tiene un dueño que me cae mal (a mi y a medio mundo, pero eso es otro tema) voy a uno que esta mas lejos. Podria, si quisiera, ir a otro aun mas alejado. O directamente al Megatlon que funciona en las instalaciones de uno de los clubes de la ciudad, sobre la ribera del rió. Pero yo ELIJO el que esta en el centro de mi ciudad.
Al mediodia, me encuentro a comer con mi novia o salgo con mis compañeros. Podemos ir al resto/bar de la plaza central, a un parrilla que tiene buena carne sobre una de las avenidas principales, o al Mc Donalds que esta sobre la ruta que lleva a Baires.
Finalmente, por la tardecita me gusta salir de compras. Si no tengo ganas de viajar hasta los shoppings del conurbano bonaerence (Unicenter, TotugasMall, Dot), salgo por la Av. principal de la ciudad. Como soy joven (o me considero así jeje) y me gusta el estilo, prefiero vestirme "onda urban", por eso voy a comprar a los locales que comercializan productos Vans, DC, Billabong, etc. (para los porteños, productos estilo Bond Street). Si fuera de otra "onda" y quisiera algo mas formal, puedo ir a Legacy o a Pato Pampa, tal vez a Mc Owens por un lindo traje. En definitiva, puedo ELEGIR casi un sin fin de alternativas.
Sin embargo, a fin de mes cuando llegan las facturas, me doy cuenta de que hay algo que no puedo elegir en mi ciudad. Y es el servicio de TV por cable digital terrestre que deseo. Ya que solo puedo "elegir" entre Cablevisión y Multicanal en mi ciudad. Y tengo entendido que son del mismo dueño/compañía.
¿Que puedo hacer? Yo quiero elegir a quien le compro! A que capitalista quiero entregarle mi dinero en intercambio por su producto/servicio! Si Yo ELIJO a SR. GIMNASIO CENTRICO, SR. MC DONALD´S y SR. VANS de entre un monton de opciones: ¿Por no puedo escoger sino a SRA. ERNESTINA para mi servicio de TV digital por cable terrestre?
Que alguien me de una respuesta para que mis decisiones del dia a dia sean realmente libres! Gracias por su tiempo!
Julian
Estimado anónimo,
ResponderEliminarle aseguro que si Argentina hubiera sido siempre un mercado libre como lo define la Escuela Austríaca de Economía, nunca hubiera habido concentración de medios como la hay en la Argentina: el mismo Papel Prensa es una empresa semi-estatal que los verdaderos liberales nunca avalamos.
Pero por lo demás, ¿quién lo va a proteger de Fibertel? ¿El gobierno? ¿No le parece un poco ingenuo?
¿Que no seria la ley, el contrato social que todos firmamos, la que tiene que garantizar mis derechos de libertad de elección? Y otra cuestión que derivo de tu comentario, al que desde ya agradezco: ¿Acaso por no solicitarle ayuda a quien debe sancionar la ley -Gobierno-, ya que por naturaleza no hace sino totalizar la vida de los individuos, debo someterme a la totalizaciòn de una compañía privada, solo porque esta es propiedad de un -o varios- individuo y no-estatal? ¿Acaso puede derivarse de tu comentario "totalitarismo estatal no", "totalitarismo privado" si (o "puede ser")?
ResponderEliminarGracias!!
Julian
¿Que no seria la ley, el contrato social que todos firmamos, la que tiene que garantizar mis derechos de libertad de elección?
ResponderEliminarSI, tenés toda la razón: eso se llama igualdad ante la ley y ausencia de privilegios legales. Y la primacía del orden institucional y no la voluntad absoluta de un partido.
Y otra cuestión que derivo de tu comentario, al que desde ya agradezco: ¿Acaso por no solicitarle ayuda a quien debe sancionar la ley -Gobierno-, ya que por naturaleza no hace sino totalizar la vida de los individuos, debo someterme a la totalizaciòn de una compañía privada, solo porque esta es propiedad de un -o varios- individuo y no-estatal?
Claro que el gobierno tiene como misión hacer cumplir la ley si alguno no la cumple.
¿Acaso puede derivarse de tu comentario "totalitarismo estatal no", "totalitarismo privado" si (o "puede ser")?
Dadas mis respuestas anteriores, no. Creo que piensas que la economía libre tiende al monopolio, comprendo que pienses eso pero deberías leer a Mises y Rothbard para entender por qué yo pienso diferente. Pero te reitero: es muy ingenuo suponer que un gobierno no va a intentar controlar opiniones diferentes a las de él cuando le permites crear una legislación según la cual él mismo decide a quién se la da la licencia y a quién no, o cuántas páginas tendrá tu diario..................