Volvamos al tema de la identidad. Para Descartes fue muy importante en su momento la certeza de que somos. No “qué somos”, sino que somos. Pero hay otra pregunta: ¿quiénes somos?
La pregunta atraviesa los estudios de espiritualidad cristiana y de psicología profunda, que tienen en ello un punto de contacto no suficientemente explorado.
¿Quiénes somos? La pregunta no nos gusta. Nos enfrenta a lo más profundo de nosotros mismos, una habitación de nuestro castillo interior, según Santa Teresa, a la cual no queremos bajar. Nos parece mejor vivir dis-traídos que con-traernos a lo más profundo de nuestro ser, el verdadero ser olvidado. La famosa existencia auténtica, que más que exsitir, re-siste en las capas más profundas e ignoradas de nuestra vida.
La noción iluminista de racionalidad, como sinónimo de cálculo o de reglas prácticas, tampoco nos ayuda. ¿”Cómo se hace” para saber quiénes somos? Incorrecto planteo, no hay una serie de reglas, un método específico. Hay un contemplar, un meditar, un diálogo con nosotros mismos muy parecido a un psicoanálisis existencial.
El psicoanálisis, precisamente, nos ayuda mucho. Las dos tópicas freudianas no son categorías antropológicas, sino funciones de una misma psiquis que constituye el yo espiritual, nuestra esencia individual. A lo largo de la evolución de nuestra psiquis tenemos conflictos, pero más que conversarlos, tendemos a negarlos, a negarlos tan profundamente que hasta nos olvidamos radicalmente de nuestra negación: vivimos negando nuestros más profundos problemas y ni siquiera nos damos cuenta. Mientras tanto, construimos de nosotros mismos una imagen de superman, que nos impide tomar conciencia de nuestros límites existenciales y psíquicos. El resultado es la superficialidad existencia, el autoengaño y la profundización de nuestras neurosis.
La cuestión es iniciar un diálogo socrático con nosotros mismos, ayudados por alguien que comprenda y escuche, por el cual vamos tomando conciencia de nuestros límites, y de ese modo vamos adoptando una existencia más humilde, más comprensiva de los demás y más abierta a un auténtico mejoramiento, consciente de nuestras debilidades. Hay una unidad secreta entre la mayéutica socrática, la mística cristiana y el psicoanálisis: los tres nos conducen a una existencia más auténtica. Sólo sé que no sé nada, inicio del saber. Soy un pecador, inicio de la apertura a la Gracia Redentora de Dios. Sé que padezco una madeja de conflictos y no soy un superman perfecto, inicio de la curación de nuestras neurosis. Conciencia de los límites. No es gran cosa. Para nuestra naturaleza, herida por el pecado, maestra del autoengaño… Es mucho.
Para poder conocer quién somos tenemos que ser humildes.
ResponderEliminarMe resultó muy simple y claro el tema de las negaciones, cuestión clave para vivir, cuestión clave para recorrer un camino de hombre...
ResponderEliminarEma.
HA nosotros no nos gustan nuestras miserias, pero sabemos que no podemos cambiarlas.Quizas adentrandonos en nosotros mismos desde nuestras imperfecciones lleguemos a barruntar un paisage iluminado donde nuestras imperfecciones sean solo un paisaje del mundo...
ResponderEliminarSomos un montón de pensamientos y momentos que se van tan rápido que es imposible darnos cuanta y aún así saber o entender con exactitud quienes somos sólo nos lleva a más preguntas que no tienen respuestas lógicas
ResponderEliminarSomos un montón de pensamientos y momentos que se van tan rápido que es imposible darnos cuanta y aún así saber o entender con exactitud quienes somos sólo nos lleva a más preguntas que no tienen respuestas lógicas
ResponderEliminarSomos animales que con el llevar del tiempo construimos experiencias, estas a su vez nos hacen sentir, sentir que estamos vivos o muertos. No sabemos con ciencia cierta quiénes somos, sólo sabemos que estamos en un mundo en el cuál nos queda sobrevivir, para construir vida.
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